Fray Marcos Rodríguez
Lc 5, 1-11
Desde la lectura del domingo pasado, hemos saltado varios episodios: Empezamos Hoy el cap. 5 del evangelio de Lc con un episodio múltiple: La multitud que se agolpa en torno a Jesús para escuchar la palabra de Dios; la enseñanza desde la barca; la invitación a remar mar adentro; pesca inesperada; la confesión de la indignidad de Pedro; la llamada de los discípulos y el inmediato seguimiento. Como ocurre con frecuencia, no nos dice de qué les habla Jesús, pero lo que sigue, nos da la verdadera pista para descubrir de qué se trata.
El relato de Lc que acabamos de leer, tiene mucho que ver con el que Jn narra en el capítulo 21, después de la resurrección. Allí es Pedro el que va a pescar en su barca. También allí se habla de una noche de pesca sin fruto alguno y Jesús les manda, contra toda lógica, que echen las redes a esa hora de la mañana y en aquel lugar. También narran el mismo resultado de abundante pesca y la precipitada respuesta de Pedro de ir hacia Jesús. Dado el simbolismo que envuelve todo el relato, tiene más sentido en ambiente pascual. De hecho Pedro llama a Jesús “Señor”, título que solo los primeros cristianos le asignaron.
Hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada. El hecho de que la pesca abundante sea precedida de un total fracaso, tiene un significado teológico muy profundo. ¿Quién no ha tenido la sensación de haber trabajado en vano durante décadas? Solo Tendremos éxito cuando actuemos en nombre de lo crístico que hay en nosotros, es decir, en nombre de Jesús. En nombre de Jesús, quiere decir que debemos de actuar de acuerdo con su actitud vital, más allá de nuestras posiciones egoístas raquíticas y a ras de tierra. Lo que se nos pide es algo muy distinto a decir en la oración: por Jesucristo nuestros Señor.
Rema mar adentro. La multitud se queda en tierra, solo Pedro y los suyos (muy pocos) se adentran en lo profundo. Esta sugerencia de Jesús es también simbólica. En griego “bados” y en latín “altum” significan profundidad (alta mar), y expresa mejor el simbolismo. Solo de las profundidades se puede sacar lo más auténtico del hombre. Todo lo que buscamos en vano en la superficie, está dentro de nosotros mismos. Pero ir más adentro no es tan fácil como pudiera parecer. Exige traspasar las seguridades del yo superficial y adentrarse en las incontroladas aguas de nuestro ser más profundo. Confiar en lo que no controlamos exige una fe-confianza auténtica. Decía Teilhard de Chardin: “Cuando bajaba a lo hondo de mi ser, llegó un momento en que dejé de hacer pie y parecía que me deslizaba hacia el vacío”.
Fiado en tu palabra, echaré las redes. El que Pedro se fíe de la palabra de Jesús, que le manda contra toda lógica, echar las redes a una hora impropia, tiene mucha miga. Las tareas importantes la debemos hacer siempre fiándonos de otro. Tenemos que dejarnos conducir por la Vida. Cuando intentamos por todos los medios domesticar y controlar lo que es más que nosotros, aseguramos nuestro fracaso. El mismo Nietzsche dijo: “El ser humano nunca ha llegado más lejos que cuando no sabía a donde le llevaban sus pasos”. Lo que trasciende a nuestro ser consciente es mucho más importante que el pequeñísimo espacio que abarcamos con nuestra razón. Dejarnos llevar por lo que es más grande que nosotros, por el Espíritu que nos desborda es signo de verdadera sabiduría.
No temas. El temor y la vida son incompatibles. Mientras sigamos instalados en el miedo, la libertad mínima indispensable para crecer será imposible. Más de 130 veces se habla en la Biblia del miedo ante la manifestación de lo divino. Casi siempre, sobre todo en los evangelios, se afirma que no hay motivo para ello. El miedo nos paraliza e impide cualquier decisión auténtica hacia la verdadera Vida. Si el acercamiento a Dios nos da miedo, podemos estar seguros de que ese Dios es falso. Cuando la religión sigue apostando por el miedo para hacer cumplir sus preceptos, está manipulando el evangelio y abusando de Dios.
El mar era el símbolo de las fuerzas del mal. “Pescar hombres” era un dicho popular que significaba sacar a uno de un peligro grave. No quiere decir, como se ha entendido con frecuencia, pescar o cazar a uno para la causa de Cristo. Aquí quiere decir: ayudar a los hombres a salir de todas las opresiones que el impiden crecer. Solo puede ayudar a otro a salir de la influencia del mal, el que ha encontrado lo verdadero de sí mismo e invita otro a encontrarlo también. Crecer en mi verdadero ser es lo mejor que puedo hacer por todos los demás y por la creación entera. La primera y principal tarea de todo ser humano está dentro de él, nunca fuera. Dios sólo quiere que seas auténtico, es decir, que seas lo que debes ser.
Y, dejándolo todo, lo siguieron. Seguimos en un lenguaje teológico. Es imposible que Pedro y sus socios dejaran las barcas los peces cogidos, la familia y se fueran físicamente detrás de Jesús desde aquel instante.El tema de la vocación es muy importante en la vida de todo ser humano. La vida es siempre ir más allá de lo que somos, por lo tanto, el mismo hecho de vivir nos plantea las posibilidades que tenemos de ir en una dirección o en otra. Con demasiada frecuencia se reduce el tema de la "vocación" al ámbito religioso. Nada más ridículo que esa postura. Quedaría reducido el tema a una mínima minoría. Todos estamos llamados a una plenitud de ser que consistiría en desplegar nuestras posibilidades más altas.
La vocación no es nada distinto de mi propio ser. No es un acto puntual y externo de Dios en un momento determinado de mi historia. Dios no tiene manera de decirme lo que espera de mí, más que a través de mi ser. Elige a todos de la misma manera, sin exclusiones ni privilegios. La meta es la misma para todos. Dios no puede tener privilegios con nadie. Al crearnos, ha puesto a disposición de cada uno, todas las posibilidades de ser que yo debo desarrollar a lo largo de mi existencia. Ni puede ni tiene que añadir nada a mi ser. Desde el principio están en mí todas esas posibilidades, no tengo que esperar nada de Dios.
Mi vocación sería encontrar el camino que me lleve más lejos en esa realización personal, aprovechando al máximo todos mis recursos. Los distintos caminos no son, en sí, ni mejores ni peores unos que otros. Lo importante es acertar con el que mejor se adecue a mis aptitudes personales. La vocación la tenemos que buscar dentro de nosotros mismos, no fuera. No debemos olvidar nunca que toda elección lleva consigo muchas renuncias que no se tienen que convertir en obsesión, sino en la conciencia clara de nuestra limitación. Si de verdad queremos avanzar hacia una meta, no podemos elegir más que un camino. El riesgo de equivocarnos no debe paralizarnos, porque aunque nos equivoquemos, si hacemos todo lo que está de nuestra parte, llegaremos a la meta, aunque sea con un mayor esfuerzo.
El relato está resumiendo el proyecto de todo ser humano. Jesús había desarrollado su proyecto de vida y quiere que los demás desarrollen el suyo. Pedro lo ve como imposible y hace patente su incapacidad. Está instalado en su individualidad y en su racionalidad. Todo lo que vaya más allá, le parece inalcanzable. Es figura de todos nosotros que no somos capaces de superar el ego psicológico y el ego mental. Todo lo que no son mis sentimientos y mis proyectos racionales, me desborda y lo considero inalcanzable. Todas las posibilidades de ser que están más allá de esta ridícula acotación, ni las echo en falta ni me interesan.
Pero la verdad es que más allá de lo que creo ser, está lo que soy de verdad. Aquí está la clave de nuestro fracaso espiritual. Descubrimos que hay seres humanos que han alcanzado ese nivel superior de ser, pero nos parece inalcanzable porque “soy un pecado”. “¿Quién te ha dicho que estabas desnudo?” Dios se lo pregunta a Adán, dando por supuesto que Él no ha sido. Notad el empeño que ha tenido la religión en convencernos de que estábamos empecatados y que no debíamos aspirar más que a reconocer nuestros pecado y hacer penitencia. Ojalá superáramos esa tentación y aspirásemos todos a la plenitud a la que podemos llegar. Ni lo biológico, ni lo psicológico, ni lo racional constituyen la meta del hombre.
Meditación-contemplación
“Rema mar adentro”.Llega a lo profundo de tu ser.
Es una invitación que se hace a todo ser humano.
Sin esa profundización, no es posible la plenitud humana.
La contemplación es el único camino.
.............................
No es necesario que recorras los mares buscando alimento.
Aprende a pescar en tu propio pozo.
Lo que con tanto afán buscas fuera de ti,
lo tienes todo al alcance de la mano, dentro de ti.
.......................
Si no has pescado nada, ¿Qué podrás ofrecer a los demás?
Si no has aprendido a pescar, ¿Cómo podrás enseñar a otros?
Da verdadero sentido a tu vida,
y ayudarás a los demás a conseguirlo.
“Rema mar adentro”.Llega a lo profundo de tu ser.
Es una invitación que se hace a todo ser humano.
Sin esa profundización, no es posible la plenitud humana.
La contemplación es el único camino.
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No es necesario que recorras los mares buscando alimento.
Aprende a pescar en tu propio pozo.
Lo que con tanto afán buscas fuera de ti,
lo tienes todo al alcance de la mano, dentro de ti.
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Si no has pescado nada, ¿Qué podrás ofrecer a los demás?
Si no has aprendido a pescar, ¿Cómo podrás enseñar a otros?
Da verdadero sentido a tu vida,
y ayudarás a los demás a conseguirlo.