MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Leonardo Boff: A pesar de las tribulaciones todavía celebramos la Navidad


Leonardo Boff 

En nuestro país, y en el mundo, vivimos tiempos sombríos. Hay mucha rabia y mucho odio. Reina sobre todo la falta de sensibilidad hacia nuestros semejantes, especialmente hacia los niños –como el Niño Jesús– que viven en las calles y sufren abusos. A pesar de todo vivimos la humanidad de nuestro Dios, que asumió nuestra condición humana, tan contradictoria.

El cristianismo no anuncia la muerte de Dios, sino la humanidad, la benevolencia y el amor misericordioso de Dios. Entre el buey y la mula, miremos al Niño: en él sonríe la jovialidad y la eterna juventud del mismo Dios.

Pasé por Belén de Judá y oí un susurro tierno. Era la voz de María acunando a su hijito: “Mi niño, mi Sol, ¿cómo voy a cubrirte con ropa?, ¿cómo voy a amamantarte, si eres tú quien nutres a todas las criaturas”?

Del pesebre vino también una voz angelical que me decía: “Oh criatura humana, ¿por qué tienes miedo de Dios? ¿No ves que su madre envolvió su cuerpecito frágil? Un niño no amenaza a nadie, ni condena a nadie. ¿No escuchas su suave llanto? Más que ayudar, él necesita ser ayudado y llevado en brazos”.

No dejemos que sea verdad lo que escribió el evangelista San Juan: “vino a los suyos y los suyos no le recibieron”. Nosotros queremos estar entre quienes lo reciben como hermano y compañero de camino.

La entrada de Dios en el mundo no fue estrepitosa. Sucedió al margen de la historia oficial, fuera de la ciudad, en medio de la noche oscura, en una gruta de animales. En Roma, capital del imperio, y en Jerusalén, el centro religioso del Pueblo de Israel, no se supo nada. Casi nadie se dio cuenta. Solamente aquellos que tenían un corazón sencillo, como los pastores de Belén. Éstos caminaron hasta la gruta, donde tiritaba de frío el Divino Niño.

La Navidad nos ofrece la clave para descifrar algunos misterios insondables de nuestra atribulada existencia. Los seres humanos siempre se han preguntado y se preguntan: ¿por qué la fragilidad de nuestra existencia? ¿Por qué la humillación y el sufrimiento? Y Dios callaba. Pero he aquí que en Navidad nos viene una respuesta: Él se hizo frágil como nosotros. Se humilló y sufrió como todos los humanos. Ésta fue la respuesta de Dios: no con palabras sino con un gesto de identificación. Ya no estamos solos en nuestra inmensa soledad. Él está con nosotros. Su nombre es Jesús.

La Navidad nos descubre también una respuesta última al sentido del ser humano. Somos un proyecto infinito. Sólo el Infinito puede realizar nuestra plena humanidad. Y sucede que el Infinito se hace humano para que el humano realice su proyecto Infinito. El Infinito se hizo ser humano para que el ser humano se hiciese Infinito.

Para concluir nada más conmovedor que estos versos de Fernando Pessoa, el gran poeta portugués, sobre el Niño Jesús:

Es el Niño Eterno, el Dios que faltaba. / Es tan humano... que es natural. / Es lo divino que sonríe y que juega. Por eso sé con toda seguridad / que él es el Niño Jesús verdadero. / Es un niño tan humano, que es divino. / Nos llevamos tan bien los dos, / en compañía de todo, / que nunca pensamos el uno en el otro. / Pero vivimos los dos juntos, / con un acuerdo íntimo, / como la mano derecha y la izquierda. / Cuando me muera, Niño mío, / déjame ser el niño, el más pequeño. / Tómame en tus brazos y llévame a tu casa. / Desnuda mi ser cansado y humano. / Y acuéstame en tu cama. / Cuéntame historias, si me despierto, / para que me vuelva a dormir. / Y dame tus sueños para que juegue, / hasta que nazca cualquier día / que tú sabes cuál es.

Feliz Navidad a todos y a todas. Confiemos: también hay una Estrella, como la de Belén, que ilumina nuestro camino, por más sombrío que se presente. Si yo no sé el camino, Niño, tú lo sabes, y lo sabes muy bien.

martes, 18 de diciembre de 2018

Leonardo Boff: La mente vuelta hacia la eternidad: 80 años de vida


Leonardo Boff

Mañana, 14 de diciembre, cumpliré 80 años de vida. Estoy descendiendo la montaña de la vida.

En primer lugar, doy gracias a Dios por haber llegado hasta aquí y por haber sobrevivido. De pequeño, con sólo algunos meses, estaba destinado a morir. En aquellos interiores profundos del Estado brasileño de Santa Catarina, en mi ciudad Concórdia, todavía no había médicos. Todos, desolados, decían: “pobrecito, va a morir”. Mi madre, desesperada, después de hacer el pan familiar en un horno de piedra, lo dejó entibiar y sobre una pala de madera me colocó unos cuantos minutos allí dentro. A partir de este intento último, mejoré, y aquí estoy, como sobreviviente.

Pensaba que nunca pasaría de la edad de mi padre que murió de un infarto fulminante a los 54 años. Sobreviví. Escribí un balance a los 50. Después pensaba que no pasaría de la edad de mi madre, que también murió de infarto con 64 años. Sobreviví. Hice otro balance a los 60. Entonces, estaba seguro de que no llegaría a los 70. Sobreviví. Tuve que escribir otro balance a los 70. Finalmente, pensé convencido, de todas maneras: no llegaré a los 80. Sobreviví. Y tengo que escribir otro balance. Como salí desacreditado en mis previsiones, ya no hago ninguna previsión más. Cuando llegue la hora que sólo Él conoce, iré alegremente al encuentro del Señor.

Releyendo los distintos balances, sorprendentemente, y sin intención previa, veo que hay constantes que atraviesan todas las memorias. Voy a tratar de hacer una lectura de ciego, que sólo capta lo que sobresale. Siempre estuve como poseído por alguna pasión más fuerte, que me llevaba a hablar y a escribir.

La primera fue la pasión por la Iglesia renovada por el Concilio Vaticano II. Escribí mi tesis doctoral en Múnich: La Iglesia como sacramento; Iglesia: carisma y poder (que me acarreó el ‘silencio obsequioso’) y Eclesiogénesis: las CEBs reinventan la Iglesia.

La segunda pasión fue por el Jesús histórico, su gesta, que lo llevó a la cruz. Escribí: Jesucristo el Liberador; Nuestra resurrección en la muerte; El evangelio del Cristo cósmico; Vía Crucis de la justicia.

La tercera pasión fue por san Francisco de Asís, el primero después del último (Jesús). Escribí: Francisco de Asís: ternura y vigor; San Francisco: nostalgia del Paraíso; Comentario a su Oración por la Paz.

La cuarta pasión fue por los pobres y oprimidos. Nació la teología de la liberación y escribí: Teología del cautiverio y de la liberación; El caminar de la Iglesia con los oprimidos; y, junto con mi hermano Fray Clodovis, escribimos Cómo hacer teología de la liberación.

La quinta pasión fue por la Madre Tierra, superexplotada. Escribí: La opción Tierra: la solución a la Tierra no cae del cielo; El Tao de la liberación: ecología de la transformación, junto con Mark Hathaway; Cómo cuidar la Casa Común.

La sexta pasión fue por la condición humana sapiente y demente. Escribí: El destino del hombre y del mundo; El águila y la gallina: una metáfora de la condición humana; El despertar del águila: lo dia-bólico y lo sim-bólico en la construcción de la realidad; Saber cuidar; El cuidado necesario; Femenino-Masculino, con Rose-Marie Muraro; El ser humano como proyecto infinito.

La séptima pasión fue por la vida del Espíritu: traduje la obra principal del místico Maestro Eckhart; retraduje actualizándola La Imitación de Cristo, de 1441, añadiéndole una parte nueva; El seguimiento de Cristo; Experimentar a Dios hoy; La Santísima Trinidad es la mejor comunidad; El Espíritu Santo: fuego interior, dador de vida y padre de los pobres ; Espiritualidad: un camino de transformación.

He publicado cerca de cien libros. Es trabajoso, con sólo 27 letras, componer las palabras, y después con las palabras formular las frases, y por fin con las frases concebir el contenido pensado de un libro. Cuando me preguntan: “¿Qué haces en la vida?”, respondo: “soy un trabajador como cualquier otro, como un carpintero o un electricista. Sólo que mis instrumentos son muy sutiles: apenas 27 letras”.

“¿Y qué es lo que pretendes con tantas letras?” Respondo: “sólo, pensar, en sintonía, las preocupaciones mayores de los seres humanos, a la luz de Dios; suscitar en ellos la confianza en las potencialidades escondidas dentro de ellos mismos, para encontrar soluciones. Intentar llegar al corazón de las personas, para que tengan compasión por el sufrimiento injusto del mundo y de la naturaleza, para que nunca desistan de mejorar siempre la realidad, comenzando por mejorarse a sí mismos. Para que, independientemente de su condición moral, se sientan siempre en la palma de la mano de Dios-Padre-Madre de infinita bondad y misericordia.

“¿Han valido la pena tantos sacrificios para escribir?”. Respondo con el poeta Fernando Pessoa: “Todo vale la pena si el alma no es pequeña”. Me esforcé para que no fuese pequeña. Dejo a Dios la última palabra. Ahora en el atardecer de la vida, reviso los días pasados, y tengo la mente vuelta hacia la eternidad...

lunes, 10 de diciembre de 2018

Padre Pedro Pierre: FRANCIA SE VISTE DE AMARILLO

 
Padre Pedro Pierre

El sábado 7 de diciembre se movilizaron nada menos que 89,000 policías por toda Francia contra decenas de miles de manifestantes vestidos de chalecos amarillos ocupando las capitales provinciales de todo el país. Es el signo de un descontento generalizado contra políticas neoliberales que aumentan regularmente los impuestos. Por ejemplo en Francia, un litro de gasolina cuesta más que un galón de la misma en Ecuador, o sea, ¡casi 5 veces más! Como en nuestro país, allá también los pobres financian a los ricos cada vez más ricos. Los manifestantes se visten de un chaleco amarillo para identificarse de una manera llamativa -dicen que el amarillo es el color que más atrae la vista. Los jóvenes participan numerosos porque, como en todas partes, son los más afectados por un sistema que los margina: tienen que ir a buscar empleo en cualquier continente del planeta en una vida loca por enfrentar las dificultades de la vida.

Ya son 3 semanas que duran estas protestas, cada vez más numerosas. Piden la dimisión del presidente y la disolución de la asamblea legislativa. Critican las instituciones y desconfían de todos los partidos políticos, de los que no son parte: ¡los de izquierda han hecho en los gobiernos anteriores una política de derecha! En cuanto a los sindicatos, estos son bastantes débiles. En estas manifestaciones salen líderes espontáneos… Estas manifestaciones recuerdan las de mayo de 1968 que abarcaron a toda Europa y lograron 2 cambios significativos: el salario mínimo equiparado a la canasta básica e igual entre varones y mujeres haciendo el mismo trabajo. Se ve consignas parecidas como por ejemplo: “¡A ver si lo cambiamos todo!”

A los manifestantes de mayo de 1968 les faltaba organización, formación política e incidencias en los poderes del Estado. Las viejas instituciones capitalistas resistieron y todo volvió poco a poco a su cauce ‘normal’: la explotación inmisericorde de los trabajadores y la destrucción sistemática de la naturaleza. En 50 años bien poco se ha avanzado. Y no parece que se va a avanzar mucho. Las revoluciones se hacen después de años de luchas, de organización disciplinada y de formación política, con un pueblo decidido a jugarse la vida por un cambio, ahora ecológico-socialista. No se trata sólo de crear problemas al sistema neoliberal. Se trata, por una parte, de vivir mayoritariamente de otra manera, personal y colectiva: menos consumista, utilitarista, mercantilista y más compartida, más organizada, más favorable a la promoción del bien común. Por otra, se trata de sustituir el sistema neoliberal comenzando por uno mismo, la familia, la vecindad, la ciudad para llegar poco a poco a un Estado nacional con instituciones diferentes.

En Ecuador estamos lejos de un cambio significativo a pesar de las desgracias en las que estamos. ¿Cuántos deseamos un cambio de sistema? La inmensa mayoría de la gente está preocupada por consumir más y siempre más. Lo estamos viendo en cada Navidad: por todas partes un papanoel capitalista desaparece a un niño Jesús naciendo en un pesebre, que desde su estilo de vida sencillo va a construir una comunidad de discípulos decididos a continuar el proyecto del Reino, es decir, una sociedad fraterna, equitativa e universal. Mientras seguiremos honrando a un Niño divino que nos prometo un Reino de los cielos para no se sabe cuándo, seguiremos apoyando un sistema que nos explota, nos engaña y nos embrutece.

¡Que esta Navidad sea un paso más hacia una vida personal sencilla y fraterna, una convivencia igualitaria y equitativa, la defensa de nuestros derechos y de los de la naturaleza! En eso no ayude el niño Jesús, pues para eso vino.