MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

sábado, 30 de abril de 2016

DIOS NO ES MI HUÉSPED, SINO LA ESENCIA DE MI SER


Jn 14, 23-29

Seguimos en el discurso de despedida. El tema del domingo pasado era el amor manifestado en la entrega a los demás. Terminábamos diciendo que ese amor era la consecuencia de una experiencia interior, relación con lo más profundo de mí mismo que es Dios. Hoy nos habla el evangelio de lo que significa esa vivencia intima. La Realidad que soy, es mi verdadero ser. El verdadero Dios no es un ser separado que está en alguna parte de la estratosfera sino el fundamento de mi ser y de cada uno de los seres del universo.

Este discurso de despedida que Juan pone en boca de Jesús nos habla de cómo entendía y practicaba aquella comunidad el seguimiento de Jesús. No se trataba de seguir a un líder que desde fuera les marcaba el camino, sino de descubrir la experiencia más profunda de Jesús, y repetirla en cada uno de los cristianos.

En estos siete versículos podemos descubrir las dificultades que encuentra el ser humano cuando trata de expresar la experiencia interior. Por cada afirmación que se hace en los versículos que hemos leído hoy, encontramos en el evangelio otra que dice exactamente lo contrario. Es la mejor prueba de que las expresiones sobre Dios no se pueden entender al pie de la letra porque nunca son apropiadas. Necesitan interpretación porque los conceptos no son adecuados para expresar las realidades trascendentes. En este orden puede ser verdad una afirmación y la contraria. El dedo y la flecha pueden apuntar los dos a la luna.

En Jn 15,9 dice: Como el Padre me ha amado así os he amado yo, permaneced en mi amor. Aquí dice: “si alguno me ama le amará mi Padre…” ¿Quién ama primero?

Jesús había dicho que iba a prepararles sitio en el hogar del Padre, para después llevarles con él (14.2). Ahora dice que el Padre y él mismo vendrán al interior de cada uno.

Les había advertido: “como me persiguieron a mí, os perseguirán a vosotros (Jn 16,2). Ahora nos dice: “la paz os dejo, mi paz os doy”.

Nos había dicho: yo y el Padre somos uno (10,30). Quien me ve a mí ve a mi Padre (14,9). Hora nos dice: El Padre es más que yo.

No os dejaré huérfanos, volveré para estar con vosotros (14,18). Y ahora nos dice que el Padre mandará el Espíritu en su lugar. Digerir estas aparentes contradicciones es una de las claves para entender la experiencia pascual.

Insisto, una cosa es el lenguaje y otra la realidad que queremos manifestar con él. Dios no tiene que venir de ninguna parte para estar en lo hondo de nuestro ser. Está ahí desde antes de existir nosotros. No existe "alguna parte" donde Dios pueda estar, fuera de mí y del resto de la creación. Dios es lo que hace posible mi existencia. Soy yo el que estoy fundamentado en Él desde el primer instante de ser. El descu­brirlo en mí, el tomar conciencia de esa presencia, es como si viniera. Esta verdad es la fuente de toda religiosidad.

El hecho de que no llegue a mí desde fuera ni a través de los sentidos, hace imposible toda mediación. Es más, todo intermediario, sean personas, sean instituciones, me alejan de Él más que me acercan. En el AT, la presencia de Dios se localizaba en un lugar, la tienda del encuentro o el templo. La “total presencia” debía ser una de las características de los tiempos mesiánicos. Desde Jesús, el lugar de la presencia de Dios es el hombre. Dentro de ti lo tienes que experimentar; pero también descubrirlo dentro de cada uno de los demás seres humanos. Pero ¡ojo! La presencia surge de dentro, pero no será únicamente interna.

El Espíritu es el garante de esa presencia dinámica: “os irá enseñando todo”. Por cinco veces, en este discurso de despedida, hacer Jesús referencia al Espíritu. No se trata de la tercera persona de la Trinidad, sino de la divinidad como fuerza (ruja). “Santo” significa separado; pero no separado de Dios, sino separado de las actitudes del mundo. Si esa Fuerza de Dios no nos separa del mundo (opresión), no podremos comprender el amor.

"Os conviene que yo me vaya, porque si no, el Espíritu no vendrá a vosotros". Ni el mismo Jesús con sus palabras y acciones fue capaz de llevar a los apóstoles hasta la experiencia de Dios, que les ayudaría a descubrir al mismo Jesús. Mientras estaba con ellos, estaban apegados a su físico, a sus palabras, a sus manifestaciones humanas. Todo muy bonito, pero que les impedía descubrir la verdadera identidad de Jesús. Al no ver a Dios en Jesús, tampoco descubrieron la realidad de Dios dentro de ellos. Cuando desapare­ció, se vieron obligados a buscar dentro de ellos, y allí encontraron lo que no podían descubrir fuera.

El Espíritu no añadirá nada nuevo. Solo aclarará lo que Jesús ya enseñó. Las enseñanzas de Jesús y las del Espíritu son las mismas, solo hay una diferencia. Con Jesús, la Verdad viene a ellos de fuera. El Espíritu las suscita dentro de cada uno como vivencia irrefutable. Mientras el Espíritu no nos separe del mundo (egoísmo), no podremos comprender las enseñanzas de Jesús. Esto explica tantas conclusiones equivocadas de los discípulos durante la vida de Jesús. Las palabras (aunque sean las de Jesús) y los razonamientos no pueden llevar a la comprensión. El Espíritu les llevará a experimentar dentro de ellos la misma realidad que Jesús quería explicar. Entonces no necesitarán argumentos, sino que lo verán claramente.

“Paz” era el saludo ordinario entre los semitas. No solo al despedirse, sino al encontrarse. Ya el “shalom” Judío era mucho más rico que nuestro concepto de paz, pero es que el evangelio de Jn hace hincapié en un “plus” de significado sobre el ya rico significado judío. La paz de la que habla Jesús tiene su origen en el interior de cada uno. Es la armonía total, no solo dentro de cada persona, sino con los demás y con la creación entera. Sería el fruto primero de unas relaciones auténticas en todas direcciones. Sería la consecuencia del amor que es Dios en nosotros, descubierto y vivido. La paz no se puede buscar directamente. Es fruto del amor. Solo el Amor descubierto dentro y manifestado, lleva a la verdadera paz.

Deben alegrarse de que se vaya, porque ir al Padre, aunque sea a través de la muerte, no es ninguna tragedia. Será la manifestación suprema de amor, por lo tanto, será la verdadera victoria sobre el mundo (mal) y la muerte. El Padre es mayor que él, porque es el origen. Todo lo que posee Jesús procede de Él. No habla la 2ª persona de la Trinidad; estaríamos poniendo en boca de Jesús una herejía. No olvidemos que Jesús, para el evangelista, es un ser humano a pesar de su preexistencia: “Tomó la condición de esclavo, pasó por uno de tantos...” También en Jesús Dios se manifiesta en lo humano, pero Dios no es lo que se ve ni lo que se palpa ni lo que se oye de Jesús. Dios está en Jesús, pero es más que Jesús.

“El Padre es más que yo". Dios se manifiesta y se vela en la humanidad de Jesús. La presencia de Dios en él, no es demostrable. Está en el hombre sin añadir ni obrar nada. El verdadero Dios es siempre un Dios escondido. Decía Pascal: "Toda religión que no afirme que Dios está oculto, no es verdadera". Un sufí persa de la Edad Media lo dejó bien claro: Calle mi labio carnal, / habla en mi interior la calma / voz sonora de mi alma / que es el alma de otra alma / eterna y universa. / ¿Dónde tu rostro reposa / alma que a mi alma das vida? / Nacen sin cesar las cosas, / mil y mil veces ansiosas /de ver tu faz escondida.

En la Biblia existe una tensión entre la trascendencia y la inmanencia de Dios. El hombre no puede ver a Dios sin morir. No puede ser represen­tado por ninguna imagen. No puede ser nombrado. Pero a la vez, se presenta como compasivo, como pastor de su pueblo, como esposo, como madre que no puede olvidarse del fruto de su vientre. En el NT, se acentúa el intento de acercar a Dios al hombre. Los conceptos de "Mesías", "Siervo", "Hijo de hombre", "Palabra", "Espíri­tu", "Sabiduría", incluso "Padre", son todos ejemplos de ese intento. No se trata de una simple cercanía, sino de una identificación absoluta de Dios con cada uno.

Meditación-contemplación

“Vendremos a él y haremos morada en él”.
Jesús descubrió esa presencia absoluta de Dios.
Todo lo que vivió y enseñó, fue consecuencia de esa experiencia.
Sabía que era la clave para que el hombre alcanzase plenitud.
...................

Sin experiencia interior no hay posibilidad de salvación.
Sin identificación con lo divino no puede haber verdadera humanidad.
Sin descubrir el tesoro que hay dentro de ti,
nunca estarás dispuesto a vender todo lo demás para adquirirlo.
.......................

Debo preocuparme mucho menos por los que hago.
Tengo que dedicar mis energías a descubrir lo que soy.
Lo que haga, será inevitablemente, consecuencia de lo que creo ser.
Una vez más estoy ante la alternativa: Programación o vivencia.
......................

viernes, 29 de abril de 2016

El miedo es lo contrario de la fe



Padre Pedro Pierre

El terremoto permite lanzar muchas noticias. Lastimosamente muchas de ellas no tienen sentido ni son conformes a la verdad y se las repite a saciedad. Otras están inventadas para confundir y sacar provecho. Unos quieren pescar en río revuelto, en particular los politiqueros. Hay también muchas habladurías del necio que se quiere parecer a Superman, pero que no produce más que palabras huecas y mentirosas. El que no hace nada no tiene derecho a criticar. Es tiempo de hacer y hacer organizadamente, porque no hay mal que por bien no venga.

¿No será que los miedos nos quieren ganar la partida? Miedo a hacer, miedo a buscar la verdad, miedo a encontrar sentido a tanta desgracia, miedo a descubrir a un dios que nos exige tomar nuestra vida y la vida de los demás en nuestras manos. Eso fue el ejemplo de Jesús con sus discípulos. Una vez que atravesaban el lago de Tiberíades tuvieron que enfrentar una tempestad. Los discípulos se sintieron perdidos al ver cómo Jesús seguía durmiendo… Al ser despertado les dijo: “¡Hombres de poca fe! ¿Por qué tener miedo?”. Y Jesús hizo que se calmara la tempestad.

Allí tenemos el camino a seguir: el de la fe que se vuelve fraternidad contra todos los miedos, porque, en definitivo, el miedo es lo contrario de la fe. La fe de la que se trata es primero la fe en sí mismo: Dios nos ha dado suficientes capacidades para superar todas las dificultades. La solución de estas dificultades pasa por la unión, la organización y la valentía. Está también la fe en nuestra capacidad colectiva de salir adelante. El miedo proviene de nuestra propia soledad, de nuestro individualismo, de nuestro pesimismo, de nuestra falta de fe en los demás y en nuestra capacidad organizativa.

Hoy nos toca calmar la tempestad que levantó el reciente terremoto, pero es una tarea a realizar mancomunadamente. A cada uno nos toca aportar nuestra parte e insertarnos en una organización. Si no nos organizamos, el individualismo nos va a tumbar mucho más gravemente que el terremoto de Manabí. La organización tiene que venir -y de hecho ha venido- tanto de los afectados como de los que nos solidarizamos con ellos. Felizmente varios poblados ya tenían sus directivas, unas activas y otras dormidas: tuvieron que despertar. Pero, nosotros, ¿estamos organizados?... porque si no estamos organizados, la rutina, la telenovela, la cerveza, el olvido… nos van a ganar la partida. Hay en ese momento un gran movimiento de solidaridad y esto está muy bien. Pero ya nos dicen que la reconstrucción va a durar unos 3 años. ¿Dónde y cómo vamos a estar durante estos 3 años? ¿Activos, solidarios…? ¡Tal vez ni rezando!

Saquemos lecciones de las adversidades. Este terremoto evalúa nuestra fe y nuestra fraternidad: o empezamos a construir la civilización de la solidaridad o nos hundimos en el egoísmo destructor. Los afectados pueden aprender la autogestión, los humanistas y los creyentes vamos a probar la verdad de nuestra fe en el hombre y en la comunidad. Todos vamos a salir engrandecidos en un Ecuador más fraterno. Si así lo queremos.

jueves, 28 de abril de 2016

Francisco: "Ignorar el sufrimiento del hombre significa ignorar a Dios"


José M. Vidal

Lleno hasta la bandera en la audiencia del miércoles. En su catequesis, el Papa Francisco glosa la "bella" parábola del Buen Samaritano, "figura de Cristo". Como Él, tenemos que practicar "la compasión" y la miserocordia" y dejar de ser "espectadores ante tanto sufrimiento" de nuestros hermanos. Porque lo que nos lleva a Dios no son las rubricas, el estudio de la Biblia o la teología, sino el amor y la misericordia.

Vencido el miedo a un eventual atentado, la gente regresa masivamente a los encuentros con el Papa de los pobres, atraída por el Año de la misericordia, a pesar de haberlo descentralizado. Francisco sigue siendo un imán, que disfruta al contacto con su gente. Besa a los niños, bendice sin parar y hace gestos a todos los que vienen a verlo. Algunos de muy lejos, como dos indígenas latinoamericanos, con sus trajes típicos y sus coronas de plumas en la cabeza.

Lectura del Evangelio de Lucas: "En aquel tiempo,un doctor de la ley se levantó y puso a prueba a Jesús preguntándole: 'Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El le dijo: ¿Quá está escrito en la ley? ¿Que lees en ella? El le respondió: 'Amaras al Señor tu Dios ocn todo tu corazón,con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y al prójimo como a tí mismo'. El le respondió: 'Has contestado correctamente. Haz esto y tendrás la vida'".

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Hoy reflexionamos sobre la parábola del buen Samaritano"

"El fariseo responde perfectamente a la pregunta de Jesús"

"Aquel hombre le plantea otra pregunta a Jesús: ¿Quién es mi prójimo?"

"Quiere una regla clara que le permita classificar a los demás en prójimo y no prójimo"


"Jesús responde con una parábola, la del Buen Samaritano"

"Los dos sacerdotes pasan de largo, tienen prisa, miran el reloj y piensan que quizás tienen que decir misa...no se acercan"

"No es automático que el que frecuenta la casa de Dios y conozca su misericordia sepa amar al prójimo"

"Puedes conocer todas las rúbricas, toda la Biblia y todo la teooogía, pero eso no lleva automáticamente al amor"

"No existe auténtico culto, si no hay servicio al prójimo"

"No podemos permanecer como espectadores ante tanto sufrimiento"

"Ignorar el sufrimiento del hombre significa ignorar a Dios"

"Si no me acerco al que sufro no me acerco a Dios"

"El samaritano, en cambio, tuvo compasión"

"El corazón del samaritano estaba sintonizado con el corazón de Dios"

"La compasión es una característica especial de la misericordia de Dios"

"Dios sufre con nosotros. Compasión, compadecerse con"

"Dios conoce nuestros dolores, se acerca a nosotros y no nos abandona jamás"

"¿Creo que el Señor tiene compasión de mí, tal como soy pecador y con tantos problemas? Pensad en eso. La respuesta es sí. Pero cada cual debe mirar en su corazón si tiene fe en esta compasión de Dios, que se acerca y nos acaricia y, si lo rechazamos, él espera, es paciente, siempre a nuestro lado"

"La compasión no es un sentimiento vago. Significa comprometerse"

"Jesús no clasifica a los demás"

"Serás prójimo del otro, si en tu corazón hay compasión"

"Jesús nos repite: 'Ve y haz tú lo mismo'"

"El Buen Samaritano es figura de Cristo, que se hizo siervo nuestro y así nos ha salvado"


Texto íntegro del saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas:

Con la parábola del buen samaritano Jesús nos enseña que para heredar la vida eterna tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El amor cristiano es un amor comprometido que se hace concreto en la vida. En los gestos concretos de misericordia del buen samaritano reconocemos el modo de actuar de Dios, que se ha revelado en la historia por medio de acciones marcadas por la compasión.

Él no ignora nuestros dolores y sabe cuánto necesitamos de su ayuda y de su consuelo, se hace cercano y no nos abandona nunca. El verdadero amor tampoco hace distinciones entre personas, sino que ve a todos como prójimos que necesitan de nuestra ayuda y cercanía. Por lo tanto, si queremos heredar la vida eterna, no podemos ignorar el sufrimiento de los hombres, si lo hiciéramos estaríamos ignorando a Dios.

***

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Acojamos la llamada de Jesús a ser buenos samaritanos y a hacernos siervos los unos de los otros, como Él nos ha enseñado. Muchas gracias.


Texto completo de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy reflexionamos sobre la parábola del buen samaritano (Cfr. Lc 10,25-37). Un doctor de la Ley pone a prueba a Jesús con esta pregunta: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?» (v. 25). Jesús le pide dar a él mismo la respuesta, y él lo da perfectamente: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo» (v. 27). Jesús entonces concluye: «obra así y alcanzarás la vida» (v. 28).

Entonces aquel hombre pone otra pregunta, que se hace muy preciosa para nosotros: «¿Y quién es mi prójimo?» (v. 29), y presupone: "¿mis parientes? ¿mis connacionales? ¿Aquellos de mi misma religión?...". En fin, quiere una regla clara que le permita clasificar a los demás en "prójimo" y "no prójimo", en aquellos que pueden convertirse en prójimos y en aquellos que no pueden hacerse prójimos.

Y Jesús responde con una parábola, que pone en escena a un sacerdote, a un levita y un samaritano. Los dos primeros son figuras relacionadas con el culto del templo; el tercero es un judío cismático, considerado como un extranjero, pagano e impuro, es decir el samaritano. En el camino de Jerusalén a Jericó el sacerdote y el levita se encuentran con un hombre moribundo, que los ladrones han asaltado, robado y abandonado. La Ley del Señor en situaciones símiles preveía la obligación de socorrerlo, pero ambos pasan de largo sin detenerse. Tenían prisa. El sacerdote, tal vez, ha mirado el reloj y ha dicho: "pero, llegare tarde a la Misa... Debo decir la Misa". Y el otro ha dicho: "pero, no sé si la Ley me lo permite, porque hay sangre ahí y yo quedare impuro...". Van por otro camino y no se acercan. Y aquí la parábola nos ofrece una primera enseñanza: no es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia sepa amar al prójimo. ¡No es automático! Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer todas las normas litúrgicas, tú puedes conocer toda la teología, pero del conocer no es automático el amar: el amar tiene otro camino, el amor tiene otro camino. Con inteligencia, pero con algo más... El sacerdote y el levita ven, pero ignoran; miran, pero no proveen. Ni siquiera existe un verdadero culto si ello no se traduce en servicio al prójimo. No lo olvidemos jamás: ante el sufrimiento de tanta gente agotada por el hambre, por la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar el sufrimiento del hombre, ¿qué cosa significa? Significa ignorar a Dios! Si yo no me acerco a aquel hombre, a aquella mujer, a aquel niño, a aquel anciano o aquella anciana que sufre, no me acerco a Dios.

Pero, vayamos al centro de la parábola: el samaritano, es decir, aquel despreciado, aquel sobre quien nadie habría apostado nada, y que de todos modos también él tenía sus deberes y sus cosas por hacer, cuando vio al hombre herido, no pasó de largo como los otros dos, que estaban relacionados con el Templo, sino «lo vio y se conmovió» (v.33). Así dice el Evangelio: "Tuvo compasión", es decir, ¡el corazón, las vísceras, se han conmovido! Esta ahí la diferencia. Los otros dos "vieron", pero sus corazones permanecieron cerrados, fríos. En cambio, el corazón del samaritano era sintonizado con el corazón de Dios. De hecho, la "compasión" es una característica esencial de la misericordia de Dios. Dios tiene compasión de nosotros. ¿Qué cosa quiere decir? Sufre con nosotros, nuestros sufrimientos Él lo siente. Compasión: "compartir con". El verbo indica que las vísceras se mueven y tiemblan a la vista del mal del hombre. Y en los gestos y en las acciones del buen samaritano reconocemos el actuar misericordioso de Dios en toda la historia de la salvación. Es la misma compasión con la cual el Señor viene a encontrar a cada uno de nosotros: Él no nos ignora, conoce nuestros dolores, sabe cuánta necesidad tenemos de ayuda y consolación. Esta cerca y no nos abandona jamás. Pero podemos, cada uno de nosotros, hacernos la pregunta y responder en el corazón: "¿Yo lo creo? ¿Yo creo que el Señor tiene compasión de mí, así como soy, pecador, con tantos problemas y tantas cosas?". Pensar en esto y la respuesta es: "¡Sí!". Pero, cada uno debe mirar en el corazón si tiene la fe en esta compasión de Dios, de Dios bueno que se acerca, nos cura, nos acaricia. Y si nosotros lo rechazamos, Él espera: ¡es paciente! Siempre junto a nosotros.

El samaritano se comporta con verdadera misericordia: venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a un albergue, lo cuida personalmente, provee a su asistencia. Todo esto nos enseña que la compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino significa cuidar al otro hasta pagar personalmente. Significa comprometerse cumpliendo todos los pasos necesarios para "acercarse" al otro hasta identificarse con él: «amaras a tu prójimo como a ti mismo». Este es el mandamiento del Señor.

Concluida la parábola, Jesús dirige la pregunta del doctor de la Ley y le pide: «¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?» (v. 36). La respuesta es finalmente inequivocable: «El que tuvo compasión de él» (v. 37). Al inicio de la parábola para el sacerdote y el levita el prójimo era el moribundo; al final el prójimo es el samaritano que ha hecho cercano. Jesús cambia la prospectiva: no clasificar a los demás para ver quién es el prójimo y quién no lo es. Tú puedes hacerte prójimo de quien se encuentra en la necesidad, y lo serás si en tu corazón tienes compasión, es decir, tienes esa capacidad de sufrir con el otro.

¡Esta parábola es un estupendo regalo para todos nosotros, y también un compromiso! A cada uno de nosotros Jesús repite lo que le dijo al doctos de la Ley: «Ve, y procede tú de la misma manera» (v. 37). Estamos todos llamados a recorrer el mismo camino del buen samaritano, que es la figura de Cristo: Jesús se inclinó sobre nosotros, se ha hecho nuestro siervo, y así nos ha salvado, para que también nosotros podamos amarnos como Él nos ha amado, del mismo modo. ¡Gracias!
 

miércoles, 27 de abril de 2016

Caridad, solidaridad, Estado y miseria humana



Werner Vásquez Von Schoettler

El terremoto ha sido devastador. La mayor tragedia en la historia de los últimos setenta años. Pero las tragedias a veces vienen acompañadas de ciertos niveles de estupidez humana. Mientras miles se debaten día a día para sobrevivir; cierta miseria humana-comunicacional busca sacarle réditos al dolor ajeno. En medios de comunicación tradicionales o redes sociales, la infamia puede tener todo un arcoíris de miseria humana. Desde las estupideces de quienes buscan comparar el impacto de la crisis económica internacional que afectó al país con el feriado bancario que vivimos en 1999. Ni siquiera un mínimo de lecturas económicas históricas usan para argumentar. Como bien lo decía el mayor político del siglo XX: “Pura bazofia ecléctica”; que bien se aplica al muro de Facebook, incluido el cafecito intelectual. O el caso del banquero que se le ocurrió la ‘brillante’ idea de un fideicomiso para los fondos de asistencia a los damnificados, que es de suponerse para que lo administren sus socios, que viven, no de producir algo, sino de comprar y vender dinero. O las miserias de un periódico de Cuenca: ¿Mercurio? ¿Marte? ¿Plutón? Que en el morbo vendedor se le ocurrió el brillante titular de comparar agua con impuestos. Bueno, hasta ahí hemos visto que la caridad, lo buenas gentes les llegó a un tope cuando, inevitablemente, se ha planteado, y con justa razón, la necesidad de medidas económicas. Se evidencia que lo solidario, ese acto de decencia humana para ayudar, socorrer al prójimo, no ha sido tal; sino que está imbuido de caridad, esa conducta, poco cristiana, de hacer algo a favor de sí mismo, pero usando a otros como pretexto. Es lo que la oligarquía económica y/o mental más rancia anhela, dar algo de lo que le sobra, no de lo que necesita, pero hacérselo saber a medio mundo. Para eso están sus teletones: una ayudita una vez al año para los más pobres: no sacarlos de la pobreza, sino que se mantengan para que ellos puedan ser buenas personas. ¡Ni buenos cristianos ni buenos ciudadanos! Puro oportunismo de lo más bajo.

O la última: resulta que la ‘sociedad civil’ (?) ha entrado en competencia con el Estado. Una cosa son las iniciativas ciudadanas, que son saludables siempre, pero tienen un límite en el tiempo. El ánimo, la voluntad, puede durar mucho o poco -esperamos que en Ecuador dure mucho-, pero las necesidades están siempre ahí. Una sociedad con racionalidad institucional debe crear los mecanismos técnicos, operativos para saber prever -hasta donde se pueda-, anticipar y preparar a la población para situaciones graves. Acá se tiende a confundir la ciudadanía movilizada con sociedad civil, Estado con lo público. El fortalecimiento de lo público se expresa en la capacidad ciudadana de movilizarse a favor de los más necesitados. El Estado reaccionando a tiempo para disponer lo necesario y disminuir los golpes de la tragedia. Tomando las medidas necesarias, aunque sean duras. Algunos que nunca vivieron ni de cerca el carácter de la movilización comunitaria se llenan la boca del activismo popular. Tienen su versión de lo popular de un par de lecturas de prefacio o resumen de libro. Si son tan comunistas, socialistas, comunitaristas ortodoxos, que repartan sus propiedades privadas. O solo que paguen los impuestos que les corresponde. Un país no se construye con dádivas, ni caridades ni beneficencia o peor aún a costa de la vida de los pobres. Unos padecen hambre, incluso pueden morir por no tener qué comer. Pero otros son simples muertos de hambre, codiciosos.

martes, 26 de abril de 2016

Tony Mifsud sj: "El aire fresco de Francisco nos permite hablar con la modernidad"

 

José Manuel Vidal

Estamos en Santiago de Chile, en la sede central de la redacción de la revista 'Mensaje'. Una revista histórica fundada nada menos que por San Alberto Hurtado, el jesuita chileno. Nos encontramos con el padre Tony Mifsud, que se acaba de hacer cargo de la dirección de la publicación a la que ni la dictadura pudo silenciar. El jesuita alaba a Francisco, pide a Barros que renuncie a la diócesis de Osorno y asegura que "la Iglesia debe repensar su postura ante la homosexualidad".

¿Cómo definiría su revista?

Ésta es una revista con historia. Que creo que es importante. La comenzó Alberto Hurtado el año 51 y no ha parado hasta ahora. Y el padre Hurtado cuando la fundó tenía la idea de una reflexión valórica sobre la realidad nacional e internacional, que eso yo diría que es como la intuición. Hoy en día la defino como una revista que quiere ser una plataforma en la sociedad. Donde lo importante es que haya un pensamiento serio.

Puede haber posturas distintas, bienvenidas. Lo importante es que sea algo responsable. Bien pensado. Especialmente en una sociedad que estamos viviendo aquí en Chile donde hay mucha descalificación, mucha ideologización. Y además propositiva. Estamos viviendo una época un poco deprimente, por cuestiones como la corrupción, etc. No solo crítica sino también proposiciones. Y por último además una reflexión cristiana abierta, dialogante.

Pero en el mundo de los valores, ¿qué está realmente en juego, además de los detalles y expresiones puntuales? Ver siempre lo que hay detrás. No solo hablamos del gobierno. Tenemos la reforma educacional, la reforma laboral. Es decir, qué está realmente en juego ahí. Es donde queremos aportar nuestros temas.

Es una revista de la Compañía en Chile. Una revista que ni siquiera se calló en tiempos de la dictadura.

Así es. Es la única revista en Chile que funcionó en tiempos de la dictadura. Por lo cual los directores de aquél entonces fueron bien valientes. Porque primero, había censura. Debían mandar la revista a un superintendente, no sé quién era. Era un militar. El censor. Una vez la revista salió totalmente en blanco porque censuraron todo. Pero igual salió en blanco. Después dijeron, nosotros no censuramos pero ustedes tienen que autocensurarse. Lo cual era más complicado. Porque tú imprimes la revista, haces todo el gasto, y te lo prohíben. Y de hecho a un director de Mensaje lo metieron en la cárcel. Renato Evia. Estuvo en la cárcel como un par de meses.


¿Qué porcentaje hay en la revista de mensaje socio-político, y cuánto de mensaje más teológico, más cristiano?

El esquema es siempre lo mismo. El editorial, que suele ser una reflexión sobre lo que está pasando, desde el punto de vista valórico. Después viene el comentario nacional, con algún tema nacional, que por ejemplo en el siguiente número va a ser sobre la economía. Comentario internacional. Y después hay distintos temas: y ahí mezclamos en general 50/50. Por ejemplo en el próximo número va a haber un artículo de José María Guerrero, jesuita español que lleva mucho tiempo en Chile, sobre cuál es la idea de obispo que tiene el Papa Francisco. Por otra parte va a haber dos artículos sobre cómo ayudar a la reforma nacional en Chile.

Después siempre hay un página de reflexión, que la va a hacer el padre Fernando Montes, sobre el Evangelio adaptado a los tiempos actuales: qué significa ese texto del Evangelio en el momento actual del país.

Y tenemos una sección que se llama Diálogo. Ahí ponemos un tema que se está debatiendo y dos o tres posturas distintas.

Y terminamos con la parte Cultura, donde básicamente hay reseñas de libros, de películas o algo sobre arte.

Es una revista, profunda. De reflexión.

De reflexión, sí.

Además de información.

Nuestro problema es siempre que no es una revista académica tampoco. Nuestro propósito es hacer una revista seria con palabras comprensibles.

¿Qué tirada tienen? ¿Llegan a mucha gente?

Una tirada de 6.000 ejemplares. Nos gustaría llegar a más gente. Pero la verdad es que según el promedio nacional, no estamos mal. De cualquier manera queremos llegar más. Nuestra meta este año es llegar a 6.500. No es fácil, el momento económico no es bueno en el país y obviamente una familia lo primero que saca es la revista.

En segundo lugar queremos capturar la población juvenil, que no la tenemos. Estamos con un plan de mejorar el portal, la página web, porque es su medio. Facebook, etc. Estamos trabajando en este segundo aspecto y queremos en este año sacar algo bueno y especial, que sea interactivo.


¿Se puede explicar en pocas palabras cuál es la situación de la Iglesia chilena?

Yo siempre distingo dos comprensiones de Iglesia: una, la Iglesia institucional y la otra, la Iglesia comunidad. La Iglesia como pueblo de Dios está mejor que nunca. En el sentido que el laicado ha entrado fuertemente. Ya no es como un niño chico, hoy en día el laicado opina.

¿Es escuchado?

Eso es otra cosa. No siempre. Depende del obispo local. Movimientos hay muchos. Hay algo vivo. La catequesis básicamente se ha hecho por los laicos.

¿Numéricamente se mantiene?

Ha bajado. Hoy en día estamos en el 68%.

La práctica me imagino que también ha bajado.

Claramente. Y en las encuestas se ve lo que dijo el obispo belga: el abismo entre la enseñanza y la práctica.

¿Aquí también se confirma que a mayor nivel adquisitivo, menos religión?

Menos religión, pero además menos compartida de responsabilidad. En el sentido de que a veces como Iglesia nosotros no sabemos presentar de manera razonable nuestras posturas. Y creo que hay posturas que tenemos que repensar. Todos los temas de la homosexualidad. Hoy en día la ciencia ha cambiado radicalmente. Ya se sabe que la homosexualidad no es una opción. Está cada vez más claro que uno se descubre.

Es decir, que la ciencia hoy en día nos obliga a repensar las cosas. Y hay que decirlo con sencillez.

Ahora, a nivel de Institución, sí que estamos mal. Antes, en Chile la Iglesia era la institución que tenía más credibilidad. Hoy, ha bajado mucho. Estamos hablando de una bajada de 40 puntos.


¿En la encuesta de confianza?

La imagen de la Iglesia ha sufrido mucho. Antes de la dictadura fue una imagen muy respetada. Porque era una opción clara por los derechos humanos. Que la fe implica justicia es clarísimo. Con la democracia, a la Iglesia institucional le costo ubicarse de nuevo. Y ahora, por escándalos, por nombramiento de obispos que no dejaron tranquila a la comunidad, por varios factores, la imagen institucional, ha perdido credibilidad.

Escándalos que además han transcendido y han llegado a todo el mundo. La información es global hoy en día.

Ha sido un remesón. Pero para mí es una ocasión única. Para que seamos más humildes. Porque a veces como que queremos dar clases a la sociedad chilena. ¡Eh! Espera un poco, también nosotros tenemos nuestros pecados.

Hoy en día el ser humilde puede ser un gran aporte. También a nivel nacional, de política y de economía, hay mucha soberbia. Es por eso que no hay diálogo. Cada uno piensa que tiene la solución. Y con la corrupción que tenemos... Es bueno que seamos humildes. Porque solo desde la humildad uno puede dialogar con el otro, escuchar al otro. Si esto lo asumimos bien, puede ser muy bueno. Porque además también cae el clericalismo. Que es un gran pecado el clericalismo. No permite que la comunidad crezca.

Que fustiga continuamente el Papa.

Efectivamente. Y tiene toda la razón.

¿El caso Karadima, que es uno de los que han influido, está en vías de buena solución?

A nivel eclesiástico ya está la solución. Él tiene la prohibición de ejercer el ministerio y está en una casa de religiosos y no puede salir. El caso civil, no. En el caso civil hay tres denunciantes que están pidiendo una suma por los daños, creo que de 400 millones de pesos, que deben ser unos 600.000 dólares. De lo civil aún no se sabe nada. Y los denunciantes son muy admirados y yo diría que justamente. Porque realmente, las declaraciones que han hecho, fueron muy humillantes para ellos mismos.



¿Usted toma parte por las víctimas?

Sí. Claramente, acuérdese hace cuatro años, cuando apareció el médico, James Hamilton, y dijo lo que le había pasado, contó unos detalles... que él mismo se quebró. Ése no puede ser un actor. Nadie está dispuesto a pasar por esa humillación. Y la reacción de la sociedad fue muy positiva. Le aplaudieron.

¿La Iglesia también ha cambiado de chip y ha pasado del encubrimiento a la tolerancia cero y la denuncia del delincuente?

Sí. Hoy más bien es una Iglesia muy estricta en lo institucional. No solamente está funcionando con denuncias. Hay un programa de prevención, que yo encuentro que es muy importante. Hay expertos, abogada, psicóloga que han trabajado el tema y están dando vueltas por todas las diócesis explicando de qué se trata eso. Explicando la parte legal, la parte psicológica, etc. y también en los colegios católicos se está introduciendo esto.

Nosotros, por ejemplo, como jesuitas tenemos una reunión anual y este año en la reunión de febrero dedicamos todo un día sobre este tema. La parte legal, la psicológica, cuáles son los procesos, qué hay que hacer. Es un muy buen trajo de prevención. De hecho nosotros mismos, los jesuitas en nuestros colegios, tenemos un protocolo. La puerta tiene que estar abierta. Hoy día un jesuita se va a un campamento y tiene que ir siempre con otro adulto. No puede ir solo. Hay protocolos muy detallados y preventivos.

¿En la denuncia, cree usted que es mejor pasarse en dureza, o no?

Es complicado. En el caso Karadima algunos criticaron que no lo echaron del sacerdocio. Yo estoy de acuerdo en que no lo echaran. ¿Por qué? Porque así hay control sobre él. Si tú lo echas, estamos hablando de una persona de 82 años, ese hombre va a hacer lo quiera y tú no tienes control sobre él. Al encerrarlo en una casa de religiosas tienes un control. Además él tenía una fundación de sacerdotes, y esa fundación tuvo que disolverse. Ese castigo, para mí, era mucho mejor.

Entonces, aquí, a mí me parece que hay que tener dos visiones. Una, que la persona no haga más daño. Y en segundo lugar, obviamente, la reparación. Hay que tener un sentido, porque hay un peligro en Chile. La justicia mediática la llamo; lo importante es que salga en la prensa y ahí se acabó. Eso no es una buena táctica. Porque a veces el denunciante no quiere. Yo he tenido una experiencia de denunciantes que me han dicho: yo no quiero salir en la prensa. Tú dices, perfecto. Se hace el proceso. Algunos se quejan de que el denunciante no ha salido en la prensa, pero es porque no quiere.

A veces hay una obsesión de que se haga público en la prensa. Pero no se puede ser absolutos en esto. Porque aquí en Chile la prensa ha jugado en esto un papel clave y muy bueno.


Para el caso Barros, que es el otro que hay, ¿la solución sería que él renunciase?

Yo creo que es la solución y que además le hará muy noble a él. Porque el obispo tiene que ser el punto de unión de una diócesis. El obispo es el pastor que une. Claramente aquí no hay unión. Pienso que la única salida que hay es que uno diga, mira, soy el que no puede ejercer el ministerio episcopal. Es la única solución posible.

El otro caso, que les afecta a ustedes directamente, es el caso Costadoat

Sí. Es un poco extraño. Porque uno pensaba que esas acciones hoy día no están, y si alguien tiene un problema, uno escribe, y dice aclárame eso. Y esto estalló en el público y la verdad, no se sabe claramente cuál es la razón. Se han dado varias razones. Ahora quedó en una situación de que él no puede enseñar, pero sí pueden investigar. Si no puede enseñar es porque hay alguna herejía. ¿Cuál es la herejía? Si la hay, ha sido además de algo anacrónico, ese proceso es muy muy raro.

¿Ha afectado a la Compañía?

Sí. En el sentido de dolor. No hay claridad sobre eso. Y porque la misión del teólogo es pensar. Con respeto. Con fidelidad. Pero es pensar y dar vueltas en la cabeza.

En cambio, les afectaría en cuanto a alegría el Papa francisco, jesuita, latinoamericano... A pesar de que sea argentino.

Ahí cerramos los ojos. Ha sido aire fresco. Porque otra vez volvemos con el Vaticano II, con la Iglesia que está al servicio, No una Iglesia pensando en sí misma. Algo en lo que Francisco ha insistido una y otra vez. Salgamos a la calle. Además nos permite hablar con la modernidad. Y algunos temas que son sagrados para nosotros, como la justicia, la pobreza y el medio-ambiente, están en primera plana. Y más importante todavía son los gestos. Porque si tú le preguntas a alguien en la sociedad qué opina del papa Francisco, y no tendrá ni idea. Pero tal gesto, jamás se le va a olvidar. Yo creo que el papa Francisco en eso nos ha enseñado algo. Hablamos menos, y hacemos más gestos. Porque eso es lo que llega.


Está claro que el pueblo le quiere y le sigue apasionadamente. ¿La alta jerarquía, también, o está encontrando resistencia precisamente ahí?

La verdad que no sabría contestar a eso. No sé. Yo nunca he escuchado a ningún obispo hablar en contra. Claro que no lo va hacer públicamente. Pero la verdad yo ahora no estoy tan cercano a la Conferencia como antes.

¿Es irreversible, esta especie de revolución?

Es totalmente irreversible, porque es una renovación. Que no solo viene desde arriba, sino también desde abajo. Por lo tanto, las puertas que abrió el papa Francisco, quedan abiertas ya. Además hoy en día el laicado no es pasivo, como antes. Es un laicado activo, lo cual está muy bien. Porque al final lo que nos une es el bautismo. Y el sacerdote no es más que el laico. El papa no es más que el sacerdote. Todos tenemos nuestra responsabilidad, cada uno tiene una misión distinta. Pero eso lo dijo el Vaticano II: somos igual en dignidad, en diferentes misiones. Entonces, aquí hay una marea que va a subir.

Y sí está aportando esperanza. Tanto al pueblo como a la propia institución.

Sí. Además algo también de sano orgullo. En el sentido de que a través del papa Francisco, la Iglesia es relevante en el mundo. Por ejemplo, la encíclica social que sacó sobre la ecología, ha tenido un impacto, que muy pocas veces ha habido: Iglesias, políticos, ecologistas, se sintieron muy interpelados y apoyaron. Sea a nivel de religión, de cultura, a distintos niveles.

Una encíclica que además, en Chile es especialmente significativa.

Mucho. Tenemos grandes problemas. En Santiago la contaminación es insoportable. Después, todos los problemas de las tierras, de la represas. Tenemos que definir qué energía se va a usar para el día de mañana. Y es u problema que también implica al medio-ambiente. Es de particular importancia para nosotros y en Chile ha sido muy bien recibida. También por el gobierno, y es algo único.


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Somos igual en dignidad en diferentes misiones y aquí hay una marea que va a subir



lunes, 25 de abril de 2016

La destitución: ¿repetición de la tragedia brasilera?


Leonardo Boff 

La cordialidad brasilera, en su cara sombría, descrita por Sérgio Buarque de Hollanda, que se expresa mediante el odio y la intolerancia, proporciona el humus desde donde puede precipitarse nuevamente la tragedia brasilera.

¿En qué consiste esta tragedia? Consiste en esto: siempre que el pueblo, los pobres, sus movimientos y sus líderes carismáticos irrumpen en el escenario político, surgen las viejas elites, que cargan dentro de sí la estructura de la Casa Grande para negarles derechos, conspirar contra ellos, difamar y criminalizar a sus líderes, empujarlos a las periferias de donde nunca deberían haber salido. A los negros, a los indios, a los quilombolas, a los pobres y a otros discriminados se les niega reconocimiento y dignidad. Y, sin embargo, constituyen la gran mayoría del pueblo brasilero. Esto es lo que está ocurriendo actualmente en Brasil. Frente a todos estos, las oligarquias y, en general, los conservadores y los reaccionarios, se muestran crueles y sin piedad, apoyados por una prensa malvada y sin vínculo con la verdad, pues distorsiona y miente.

Lo intolerable para la clase dominante es que un obrero con poca escolaridad se haya convertido en presidente del país. Lo que más les irrita es darse cuenta de que él, Luiz Inácio Lula da Silva, es mucho más inteligente que la mayoría de ellos, posee un liderazgo carismático que impresionó al mundo y que durante su gobierno hizo más transformaciones que ellos en todo el tiempo que estuvieron en el poder. Con Lula el pueblo pasó a ser central y lo considera el mayor presidente que ha tenido el país. Con frecuencia se les oye decir: “fue un presidente que siempre pensó en los pobres y que implantó políticas que no solo mejoraron nuestra vida, sino que nos devolvieron dignidad. Éramos invisibles, ahora podemos aparecer”.

La actual conflagración política, que ha alcanzado niveles de expresión vergonzosos, nace de este cambio realizado en el piso de abajo, negado por los del piso de arriba. Estos escandalizan al mundo por su riqueza y poder. Jessé de Souza, presidente del IPEA, reveló recientemente que la punta de la pirámide social brasilera está compuesta por unos 71 multimillonarios, que representan solo el 0,05% de la población adulta del país. Y se benefician de la exención de impuestos sobre ganancias y dividendos, mientras que los trabajadores cargan con el pesado fardo de los impuestos.

Estos adinerados poseen su expresión política en los partidos conservadores con síndrome de perro callejero, porque no consiguen ser aquello que les gustaría ser: socios, aunque sean meros agregados, del proyecto-mundo hegemonizado por Estados Unidos.

No niegan la democracia, porque sería demasiado vergonzoso, pero quieren un estado democrático no de derecho sino de privilegio, un estado patrimonialista que les permite el enriquecimiento ocupando altas funciones del gobierno y controlando los órganos reguladores mediante los cuales garantizan intereses corporativos. El grueso del PSDB y del PMDB (gracias a Dios hay en ellos personas honradas que piensan en Brasil y no sólo en su propio beneficio) sin citar otros partidos menores, se inscriben dentro de este arco político de una modernidad conservadora y anti-popular.

Por el contrario, los grupos progresistas que adquirieron cuerpo en el PT y en sus aliados, postulan un Brasil autónomo, con un proyecto nacional propio, que rescata a la multitud de los injustamente desheredados con políticas sociales firmes apuntando hacia una completa emancipación. Estos ocupan ahora el estado que se ve rodeado como por una jauría de perros rabiosos que quieren liquidarlo.

Son los que están promoviendo la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, sin base jurídica sólida por un delito de responsabilidad. Dos meses después de su victoria en 2014, el PSDB ya pedía en las calles la destitución de la presidenta, sin señalar las condiciones constitucionales que permitiesen tal acto extremo. Primero se condena, después se busca algún delito eventual. Como no les importa la democracia, solo la de su conveniencia, pasan por encima de leyes y normas constitucionales para arrebatar el poder central que no consiguieron conquistar por las urnas. No es de admirar que este partido arrogante, cuya base social es la clase media conservadora, se esté diluyendo internamente, por no mantener una ligazón orgánica con el pueblo y con sus movimientos, y por sustentar un proyecto neocolonialista.

Estos, junto con otros, están articulando un golpe parlamentario y van a renovar la tragedia política brasilera, como ocurrió con Vargas y con Jango, que culminó con la dictadura militar. Ahora en lugar de los tanques y las bayonetas funcionan las tramoyas, forjando una argumentación jurídicamente insostenible para destituir a la presidenta. Quieren ocupar el estado para realizar su proyecto privatizador y antinacional. Si ocurriera una convulsión social, porque los millones de personas que salieron de la miseria no aceptarán cambios en su contra, los golpistas serán sus principales responsables. No podemos permitir que se consume nuevamente la tragedia.

domingo, 24 de abril de 2016

SOLIDARIDAD


Mons. Leonidas Proaño

1. Mantener siempre atentos los oídos
al grito del dolor de los demás

y escuchar su llamada de socorro
es solidaridad (3)

2. Mantener la mirada siempre alerta
y los ojos tendidos sobre el mar,
en busca de algún naufrago en peligro
es solidaridad (3)

3. Sentir como algo propio el sufrimiento
del hermano de aquí y del de allá,
hacer propia la angustia de los pobres
es solidaridad (3)

4. Llegar a ser la voz de los humildes,
descubrir la injusticia y la maldad,
denunciar al injusto y al malvado
es solidaridad (3)

5. Convertirse uno mismo en mensajero
del abrazo sincero y fraternal
que unos pueblos envían a otros pueblos
es solidaridad (3)

6. Compartir los peligros en la lucha
por vivir en justicia y libertad
arriesgando en amor hasta la vida
es solidaridad (3)

7. Entregar por amor hasta la vida
es la prueba mayor de la amistad
es vivir y morir por Jesucristo
es solidaridad (3)

sábado, 23 de abril de 2016

VIDA, AMOR, UNIDAD FORMAN UNA SOLA REALIDAD


Fray Marcos Rodríguez
Jn 13, 31-35

El evangelio de hoy también está sacado de un discurso de Jesús en el evangelio de Jn; el último y más largo, después del lavatorio de los pies. Es un discurso que abarca cinco capítulos, y es una verdadera catequesis a la comunidad, que trata de resumir las más originales enseñanzas de Jesús. Como ya he repetido muchas veces, no se trata de un discurso de Jesús, sino de una cristología elaborada por aquella comunidad a través de muchos años de experiencia y convivencia cristianas. En el momento de la cena, los discípulos no hubieran entendido nada de todo lo que el discurso dice.

El mandamiento del amor sigue siendo tan nuevo que está aun sin estrenar. No se trata solo de algo muy importante; se trata de lo esencial. Sin amor, no hay cristiano. Nietzsche llegó a decir: "solo hubo un cristiano, y ese murió en la cruz"; precisamente porque nadie ha sido capaz de amar como él amó. Como decíamos el domingo pasado, solo el que hace suya la Vida de Dios, será capaz de desplegarla en sus relaciones con los demás. La manifestación de esa Vida, es el amor efectivo a todos los seres humanos.

La pregunta que me tengo que hacer hoy es ésta: ¿Amo de verdad a los demás? ¿Es el amor mi distintivo como cristianos? No se trata de un amor teórico, sino del servicio concreto a todo aquel que me necesita. La última frase de la lectura de hoy se acerca más a la realidad si la formulamos al revés: La señal, por la que reconocerán que no sois discípulos míos, será que no os amáis los unos a los otros. Hemos insistido demasiado en lo accidental: el cumplimiento de normas, en la creencia en unas verdades y en la celebración de unos ritos; más que en lo esencial que es el amor.

Seguimos cometiendo el error de presentar el amor como un precepto. Así enfocado, no puede funcionar. Amar es un acto de la voluntad, cuyo único objeto es el bien conocido. Esto es muy importante, porque si no descubro la razón de bien, la voluntad no puede ser movida desde dentro. Si me limito a cumplir un mandamiento, no tengo necesidad de descubrir la razón de bien en lo mandado, sino solo obedecer al que lo mandó. Aquí está el error. El que una cosa esté mandada, no me tiene que llevar a mí a cumplirla, sino a descubrir por qué está mandada; me tiene que llevar a ver en ella, la razón de bien. Si no doy este paso, será para mí una programación sin consecuencias en mi vida real.

Ahora es glorificado el Hijo de hombre y Dios es Glorificado en él. Jesús ha lavado los pies a los discípulos y la muerte de Jesús está decidida. ¿Dónde está la gloria? Allí donde se manifiesta el amor. Ese amor manifestado, es a la vez, la gloria de Dios y la gloria de Jesús. En el griego profano “doxa” significaba simplemente opinión, fama. El “kabod” hebreo que traducen por doxa los LXX, significaba por una parte, la trascendencia y la santidad (majestad) de Dios que el hombre debe reconocer. Por otro, la manifestación de ese ser de Dios en acciones portentosas. Juan mantiene el sentido de “gloria” de Dios, que también atribuye al Hijo. Jesús en todas sus obras, manifiesta la “doxa” de Dios.

Lo original de Juan es que esa gloria no se manifiesta solo en los actos espectaculares de poder, sino en los que expresan sin ambigüedades el Amor-Dios. La gloria de Dios es el Amor manifestado. No se trata pues, de fama y honor. Tampoco se trata de conceder majestad, esplendor o poder. La gloria de la que habla Jn no es una concesión externa; está en la misma esencia de la persona. Morir por los demás es la mayor gloria, porque es la mayor manifestación posible de amor. La gloria de Jesús no es consecuencia de su muerte, es la misma muerte por amor. Ni Dios ni Jesús después de morir, pueden recibir otra clase de gloria. La única gloria que podemos dar a Dios es amar como Él ama.

Les llama “Hijitos” (teknia) diminutivo de (tekna). En castellano el cariño se expresa mejor con el posesivo “hijitos míos”. Esta expresión está justificada porque se trata de un momento íntimo y emocionante. Les anuncia su próxima muerte, por eso lo que sigue tiene carácter de testamento. Lo que Jesús pide a los suyos es un amor incondicional y a todos sin excepción. Todas las normas, todas las leyes tienen que orientarse a ese fin.

Un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado. El “igual que yo” no es solo comparativo, sino originante. Quiere decir que debéis amaros porque yo os he amado, y tanto como yo os he amado. El Amor-Dios no se puede ver, pero se manifiesta en las obras. Es la seña de identidad del cristiano. Es el mandamiento nuevo, opuesto al mandamiento antiguo, la Ley. Queda establecida la diferencia entre las dos Alianzas. La antigua basada en una relación jurídica de toma y da acá. En la nueva, lo único que importa es la actitud de servicio a los demás. No se trata de una ley, sino de una respuesta personal a lo que Dios es en nosotros. “Un amor que responde a su amor”.

Jesús no propone como primer mandamiento el amar a Dios, ni el amor a él mismo. No dice: Amadme como yo os he amado. Dios es don total y no pide nada a cambio. Ni él necesita nada de nosotros, ni nosotros le podemos dar nada (ni siquiera gloria). Dios es puro don, amor total. Se trata de descubrir en nosotros ese don incondicional de Dios, que a través nuestro debe llegar a todos. El amor a Dios sin entrega a los demás es pura farsa. El amor a los demás por Dios y no por ellos mismo, es una trampa que manifiesta nuestro egoísmo. El amar para que Dios me lo pague, no es más que una programación calculada. La exigencia de Jesús no es con relación a Dios, sino con relación al hombre.

Jesús se presenta como “el hijo de Hombre” (modelo de ser humano). Es la cumbre de las posibilidades humanas. Amar es la única manera de ser plenamente hombre. Él ha desarrollado hasta el límite la capacidad de amar, hasta amar como Dios ama. Jesús no propone un principio teórico, y después dice que vamos a cumplirlo todos. Jesús comienza por vivir el amor y después dice: ¡imitadme! El que le dé su adhesión quedará capacitado para ser hijo, para actuar como el Padre, para amar como Dios ama.

En esto conocerán que sois discípulos míos: en que os améis unos a otros. El amor que pide Jesús tiene que manifestarse en la vida, en todos y cada uno de los aspectos de la existencia. La nueva comunidad no se caracterizará por doctrinas, ni ritos, ni normas. El único distintivo debe ser el amor manifestado en nuestras acciones. La base y fundamento de la nueva comunidad será la vivencia, no la programación. Jesús no funda un club cuyos miembros tienen que ajustarse a unos estatutos, sino una comunidad que experimenta a Dios como Padre y cada miembro lo imita, haciéndose hijo y hermano.

“Que os améis unos a otros”, se ha entendido a veces como un amor a los nuestros. Algunas formulaciones del NT pueden dar pie a esta interpretación. No, desde cada comunidad cristiana, el amor tiene que llegar a todos. No se trata de amar a los que son amables (dignos de ser amados), sino de estar al servicio de todos como si fueran yo mismo. Si dejo de amar a una sola persona, mi amor evangélico es cero. No se trata de un amor humano más. Se trata de entrar en la dinámica del amor-Dios. Esto es imposible, si primero no experimentamos ese AMOR. ¡Ojo! esta verdad es demoledora.

Después de todo lo comentado en esta pascua, podemos hacer un resumen. La Vida, que se manifestó en Jesús, es el mismo Dios-Vida que se le había entregado absolutamente. Ese Dios-Vida, que es, también se da a cada uno de nosotros, nos lleva a la unidad con Él, con Jesús y con todos los hombres. Esa identificación absoluta, que se puede vivir, pero que no se puede ver, se manifiesta en la entrega y la preocupación por los demás, es decir, en el amor. El amor evangélico, no es más que la manifestación de la unidad vivida.



Meditación-contemplación

“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo.”
El amor es la única respuesta posible al Amor, que es Dios.
Como ser humano, Jesús experimentó ese AMOR.
Toda su vida es consecuencia (manifestación) de esta vivencia personal.
.........................

También para nosotros es ese el único camino.
Sin esa experiencia de que Dios es AMOR en mí,
el mensaje evangélico se quedará fuera de mi propio ser
y aceptado solo intelectualmente y como programación.
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El amor que me pide Jesús, no es algo que pueda tener su origen en mí.
Yo sólo puedo ser espejo que refleje lo que Dios es.
No se me exige simpatía o amistad hacia todos.
No se trata de un amor humano, sino del “ágape” divino.
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