MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 28 de febrero de 2013

EXCLUSION DE LAS MUJERES EN LA TOMA DE DECISIONES “ENTRE LA DIMISION Y LA ELECCION PAPAL”




DRA. MARILU ROJAS SALAZAR
Observatorio Eclesial
Adital
Ante la renuncia de Benedicto XVI

Me han pedido una reflexión en el marco de la renuncia histórica de un Papa después de varios siglos, y la ya pronta convocación al conclave de elección de un nuevo Papa.
 
Y aunque ya en los medios de comunicación se abunda sobre el tema, me veo en la necesidad de expresar como mujer cristiana mi palabra ante una iglesia que usualmente no toma en cuenta a la mayoría de fieles que la integran: las mujeres.
 
El proceso de elección papal es el mejor ejemplo de la situación de exclusión de la toma de decisiones que vivimos las mujeres en la Iglesia católica. Es también, la mejor muestra de los juegos de poder jerárquico-patri-kyriarcales y androcéntricos que se convierten en el centro de atención de una institución que se supone es ‘comunidad de iguales’, y que ‘no busca el poder’, sino el ‘servicio’, y el ‘amor al prójimo’.
 
En primer lugar, la elección de un Papa no es un proceso del todo democrático, ni inclusivo, más bien, es un proceso exclusivo y excluyente. Y fundamento mi argumentación en el claro hecho de que en la Capilla Sixtina solo estará el colegio cardenalicio (hombres jerarcas en su mayoría ancianos, cuidadores del poder y la ortodoxia) para la elección.
 
Por lo tanto, hay un sistema jerárquico-patri-kyriarcal de elección de tradición medieval en la elección papal, elemento que ya en sí mismo muestra la debilidad de una institución que día a día pierde credibilidad ante la actual sociedad postmoderna.
 
Me interesa que reflexionemos críticamente como miembros de la iglesia pueblo de Dios acerca de quienes siguen quedando en el olvido o simplemente fuera de la toma de decisiones. La estructura de la iglesia católica y una buena parte de las sociedades patri-kyriarcales mantienen formas de relación y organización fundamentadas en patriarcados de ‘consentimiento’ y de ‘sometimiento’, y no en lógicas o relaciones democráticas de equidad.
 
El problema del modelo jerárquico-patri-kyriarcal es la estandarización de un modelo centrado en el gobierno de los ‘señores’ o ‘padres’ que se reproduce, y que reproduce a su vez sistemas de exclusión por razón de raza, sexo, estatus social, opción sexual, o forma de pensar y de creer. Todo esto reforzado por el imaginario de lo sagrado, de lo religioso o en nombre de Dios.
 
¿A quiénes afecta un modelo así? Obviamente, no a los hombres, sino a las mujeres que quedan excluidas de la posibilidad del ejercicio reconocido de los ministerios ordenados en la iglesia católica, y todo esto fundamentado en una absurda tradición patriarcal-machista, la cual, por cierto, no es la de Jesús de Nazaret.
 
Les afecta también a las mujeres que son violentadas, abusadas, y en el peor de los escenarios, asesinadas en aras de un ‘amor oblativo’ en las sociedades patri-kiriarcales-machistas. Viene a colación el ejemplo de los 9 Estados mexicanos dónde los feminicidios se han incrementado, y cabe hacerse la pregunta ¿Qué no eran solo Ciudad Juárez y el Estado de México?
 
Este modelo patri-kyriarcal-machista afecta también, a las víctimas niños y niñas de los abusos sexuales de los pederastas, y el tal vez olvido de los encubridores. Les afecta a los millones de empobrecidos creyentes, quienes son víctimas de la injusticia, de la violencia, de la corrupción, del despojo de sus tierras, y cuya mayoría de creyentes se encuentran en el mal llamado ‘tercer mundo’. Les afecta a los y las indígenas quienes son despojados de sus tierras, de sus derechos por no ‘colaborar con las políticas desarrollistas’ y la lógica del ‘dominio mundi’. Les afecta a la comunidad LGTTT que son excluidos también de la ‘comunidad creyente’ por la homofobia religiosa.
 
Mientras las culturas, las sociedades y la iglesia católica mantengan modelos de gobiernos patri-kyriarcales-machistas, no habrá mucho que cambiar. Las preguntas que es bueno hacernos son: ¿si la iglesia católica actual está capacitada para hacer cambios? ¿Si quiere hacerlos? ¿Realmente a la sociedad postmoderna le interesa lo que pasa en la iglesia o es simplemente otra cortina de humo que ha ‘caído del cielo’ y que la sociedad utiliza para cubrir otras realidades?

miércoles, 27 de febrero de 2013

CÓMO INTERPRETAR LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI




Para iluminar ésta casi inédita situación, permítanme describirles una situación hipotética que comparte un buen número de similitudes con el caso que nos ocupa.

Imagínense ustedes que un buen día su papá, pasados unos días después de haber celebrado con toda pompa y sin ninguna señal que presagiara ninguna sorpresa, su cumpleaños número 85, reúne a todos sus hijos, sobrinos y demás familiares y les hace el siguiente discurso:

“queridos hijos y demás familiares, he tomado la decisión de dejar este hogar e irme a una dependencia al fondo de esta construcción, pero sin ninguna responsabilidad como abuelo, ni padre. ¿Papá, qué ha pasado? Se preguntarán ustedes. Bueno, para ser breve les digo: yo ya no me siento con fuerzas para llevar el control de este hogar. No tengo fuerzas para evitar que en esta casa se sucedan escándalos de tipo económico, de tipo administrativo, hasta de tipo sexual y otros más. Aquí hace falta que una persona más llena de energía y juventud asuma la dirección de esta familia. El último día de este mes es la fecha que seleccioné para mi retirada”

Imagínense que en este momento toma la palabra, con mucha timidez, uno de los hijos más jóvenes y le dice:

“papá, tú has vivido casi toda tu vida con nosotros. Para ti, dada tu incumbencia tan directa en toda la dirección de la familia, no creo que esté siendo novedosa ninguna de las situaciones que hoy parecen sorprenderte. Pero lo más grave del caso es que en todas las ocasiones en las cuales te hablábamos dolorosamente de esta descomposición, tú nos has descalificado y has respondido que esas eran críticas motivadas por un “nocivo relativismo” que desconoce las verdades absolutas sobre las que están montadas las bases de nuestra existencia como institución familiar”. “¿Por qué no aprovechaste aquella ocasión tan cercana en la que te homenajeamos tan extraordinariamente, por tu cumpleaños para habernos anunciado tu inconformidad con toda esta situación ?”

Bueno, hasta aquí la alegoría.    

Hace apenas dos domingos, en la ceremonia del Angelus tenida en la plaza de San Pedro el 17 de febrero Benedicto XVI se expresaba en esta forma:

“la Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a reorientarse decisivamente hacia Dios, renunciando al orgullo y al egoísmo, para vivir en el amor”

Federico Lombardi, director de la oficina de prensa de la Santa Sede dijo el 11 de febrero que Benedicto había dicho con sus propias palabras:

“entre las circunstancias que motivan mi renuncia están las circunstancias del mundo de hoy… la velocidad con la que se suceden y el número de eventos y problemas y eventos que señalan la necesidad de alguien con más juventud y energía”

Benedicto  había  expresado en el libro “la luz del mundo” escrito por Peter Seewald: 

”cuando el peligro  es  grande uno no puede escapar…en estos momentos uno tiene que estar fuerte. Por esta razón este no podría ser el momento para renunciar…uno puede renunciar en un tiempo de paz , o cuando uno siente que ya no tiene la fuerza para afrontar estos problemas.”

Lo que cualquier inocente cristiano pordría preguntarse es lo siguiente: ¿no conocía suficientemente el entonces cardenal Ratziner el volumen de todos estos problemas que hoy parecen abrumarle? En algunos de los cuales su actuación fue bastante errática.  Es difícil que no los hubiera conocido habiendo sido la mano derecha del Pontífice anterior.

Otra pregunta: ¿la percepción que Ratzinger tenía de sus posibilidades físicas para afrontar estas situaciones serían sustancialmente distintas de las que posee hoy sobre sí mismo? Y otra pregunta más elemental:  ¿hay alguna diferencia sinificativa entre los integrantes del conclave que eligió a Ratziner y los que eligirán al próximo pontífice?  ¿todos los integrantes de este cónclave no pertenecen a la “generación”  que tan cuidadosamente integró Juan Pablo II verificando  milimetricamente su completa afinidad con su “ortodoxia”¿no se podía ya en aquel momento haber elegido a ese personaje deseado con fuerzas, energías, juventud suficiente como para afrontar los problemas que todos conocemos y que hoy tanto acomplejan al Card. Ratziner ?   

Y la conclusion obvia es que con el “affaire” Ratziner o sin él, la situación de nuestra querida Iglesia Católica, no puede menos que considerarse como verdaderamente grave.  Jamás dejará de ser un motivo de inspiración, cuando una situación nos coloca ante problemas que requiren una toma de postura clara y meridiana. El motive de inspiración  negativo es aquella del “avestruz” que prefiere “meter la cabeza bajo la tierra para “no enterarse de los problemas que le amenazan.

Esa actitud del avestruz ha sido la más concurrente en nuestra Iglesia Universal, especialmente nuestra Iglesia venezolana. Las llamadas a la coherencia con el evangelio han recibido tantas respuestas represivas que ya casi ni hay  lugar para la denuncia. La prescindencia ha sido la respuesta más inteligente. Pero allí quedan los problemas que hacen sufrir a tantos venezolanos: el rechazo y repudio sumario hacia los divorciados vueltos a casar, el comercio descarado con las  sacramentos y otras “cosas sagradas”, el desconocimiento del papel de los laicos no clericalosos en la Iglesia, el repudio hipócrita hacia la homosexualidad, la negativa al sacerdocio de las mujeres, las irrupciones infelices de nuestros líderes religiosos  en el mundo de la política., la inercia apostólica y evangelizadora que sufre nuestra Iglesia.

Y muchas cosas más que no parecen preocupar más a nuestros pastores que las  “irregularidades” en las rúbricas litúrgicas.  Y así se educan a nuestros seminaristas y novicios. Buena, la que nos espera…!

MIGUEL MATOS S. J.

martes, 26 de febrero de 2013

La Iglesia-institución como "casta meretrix"

Quienes han seguido las noticias de los últimos días acerca de los escándalos en el Vaticano, dados a conocer por los periódicos italianos La Repubblica y La Stampa, refiriéndose a un informe de 300 páginas sobre el estado de la curia vaticana, preparado por tres cardenales designados a tal efecto, naturalmente han debido quedar horrorizados. Me puedo imaginar a nuestros hermanos y hermanas piadosos que, fruto de un tipo de catequesis exaltatoria del Papa como "el dulce Cristo en la Tierra", deben estar sufriendo mucho, porque aman lo justo, lo verdadero y lo transparente y jamás desearían vincular su figura a las notorias fechorías de sus ayudantes y colaboradores.
 
El gravísimo contenido de estos informes reforzó, en mi opinión, la voluntad de renunciar del Papa. En ellos se comprobaba un ambiente de promiscuidad, de luchas de poder entre "monsignori", una red de homosexualidad gay en el Vaticano y desvío de fondos del Banco Vaticano. Como si no bastasen los crímenes de pedofilia en tantas diócesis, que han desmoralizado profundamente a la Iglesia-institución.
 
Quien conoce un poco de historia de la Iglesia ̶ y los profesionales del área tenemos que estudiarla en detalle ̶ no se escandaliza. Ha habido momentos de verdadero desastre del Pontificado con Papas adúlteros, asesinos y traficantes. Desde el papa Formoso (891-896) al papa Silvestre (999-1003) se instaló según el gran historiador cardenal Baronio la «era pornocrática» de la alta jerarquía de la Iglesia. Pocos papas escaparon de ser derrocados o asesinados. Sergio III (904-911) asesinó a sus dos predecesores, Cristóbal y León V.
 
La gran transformación de la Iglesia como un todo sucedió, con consecuencias para toda la historia posterior, con el papa Gregorio VII en 1077. Para defender sus derechos y la libertad de la Iglesia-institución contra los reyes y príncipes que la manipulaban, publicó un artículo que lleva este significativo título «Dictatus Papae», que traducido literalmente significa «la dictadura del Papa». En este documento, él asumía todos los poderes, pudiendo juzgar a todos sin ser juzgado por nadie. El gran historiador de las ideas eclesiológicas Jean-Yves Congar, dominico, la consideraba la mayor revolución que ha habido en la Iglesia. De una Iglesia-comunidad se pasó a una institución-sociedad monárquica y absolutista, organizada en forma piramidal, que ha llegado hasta nuestros días.
 
Efectivamente, el canon 331 del actual Derecho Canónico se une a esta comprensión, atribuyendo al Papa poderes que en realidad no corresponderían a ningún mortal, sino sólo a Dios: «En virtud de su oficio, el Papa tiene el poder ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal» y en algunos casos específicos, «infalible».
 
Este teólogo eminente, tomando mi defensa contra el proceso doctrinal impulsado por el card. Joseph Ratzinger por mi libro Iglesia: carisma y poder, escribió un artículo en La Croix (09.08.1984) sobre "El carisma del poder central". En él decía: «El carisma del gobierno central es no tener ninguna duda. Pero no tener dudas acerca de uno mismo es, a la vez, magnífico y terrible. Es magnífico porque el carisma del centro es precisamente mantenerse firme cuando todo vacila a su alrededor. Y es terrible, porque los hombres que están en Roma tienen límites, límites en su inteligencia, límites en su vocabulario, límites en sus referencias, límites en su ángulo de visión». Y yo añadiría límites en su ética y en su moral.
 
Siempre se dice que la Iglesia es «santa y pecadora» y debe ser «reformada siempre». Pero eso no es lo que sucedió durante siglos, ni después del deseo explícito del Concilio Vaticano II y del actual Papa Benedicto XVI. La institución más antigua de Occidente incorporó privilegios, hábitos, costumbres políticas palaciegas y principescas, de resistencia y de oposición que prácticamente impidieron o desvirtuaron todos los intentos de reforma.
 
Sólo que esta vez se ha llegado a un punto de altísima desmoralización, con prácticas incluso criminales, que ya no puede ser negada y que requiere cambios fundamentales en el viejo aparato de gobierno de la Iglesia. De lo contrario, este tipo de institucionalidad tristemente envejecida y crepuscular se debilitará hasta llegar al ocaso. Los escándalos actuales siempre han existido en la curia vaticana sólo que no había un providencial Vatileaks para hacerlos públicos e indignar al Papa y a la mayoría de los cristianos.
 
Mi sentimiento del mundo me dice que estos males en el espacio sagrado y centro de referencia para toda la cristiandad -el Papado- (donde debería sobresalir la virtud y la santidad) son consecuencia de esta centralización absolutista del poder papal. Él hace a todos vasallos, sumisos, ávidos de estar físicamente cerca del portador del poder supremo, el Papa. Un poder absoluto, por su naturaleza, limita y hasta niega la libertad de los demás, favorece la creación de grupos de anti-poder, camarillas de burócratas de lo sagrado unas contra otras, practica ampliamente la simonía, que es la compra y venta de favores, promueve la adulación y destruye los mecanismo de transparencia. En el fondo, todos desconfían de todos. Y cada uno busca su satisfacción personal como puede. Por eso siempre ha sido problemática la observancia del celibato dentro de la curia vaticana, como se está viendo ahora con la existencia de una verdadera red de prostitución gay.
 
Mientras ese poder no se descentralice y no dé más participación a todos los sectores del pueblo de Dios, hombres y mujeres, en la conducción de los caminos de la Iglesia, el tumor que causa esta enfermedad perdurará. Se dice que Benedicto XVI pasará a todos los cardenales el mencionado informe para que cada uno de ellos sepa los problemas a los que tendrá que enfrentarse caso de ser elegido Papa, así como la urgencia de introducir cambios radicales. Desde la época de la Reforma se oye el grito: "Reforma en la cabeza y en los miembros". Porque nunca ocurrió, surgió la Reforma como un gesto desesperado de los reformadores de realizar por su cuenta tal empresa.
 
Para ilustración de los cristianos y de aquellos interesados en los asuntos eclesiásticos, volvamos a la cuestión de los escándalos. La intención es desdramatizarlos, permitir que se tenga una noción menos idealista y a veces idólatra de la jerarquía y de la figura del Papa y liberar la libertad a la que Cristo nos ha llamado (Gálatas 5,1). En esto no hay ningún gusto por lo negativo ni el deseo de añadir desmoralización sobre desmoralización. El cristiano tiene que ser adulto, no puede dejarse infantilizar ni permitir que le nieguen conocimientos de la teología y de la historia para darse cuenta de lo humana, y demasiado humana, que puede ser la institución que nos viene de los Apóstoles.
 
Hay una larga tradición teológica que se refiere a la Iglesia como casta meretriz, tema abordado en detalle por un gran teólogo, amigo del Papa actual, Hans Urs von Balthasar (ver Sponsa Verbi, Einsiedeln 1971, 203-305). En varias ocasiones el teólogo J. Ratzinger se ha referido a esta denominación.
 
La Iglesia es una meretriz que todas las noches se entrega a la prostitución; casta porque Cristo se compadece de ella cada mañana, la lava y la ama.
 
El habitus meretrius de la institución, el vicio del meretricio, fue duramente criticado por los Padres de la Iglesia como san Ambrosio, san Agustín, san Jerónimo y otros. San Pedro Damián llega a llamar al mencionado Gregorio VII "Santo Satanás" (D. Romag, Compendio de historia de la Iglesia, vol 2, Petrópolis 1950, p.112). Esta dura denominación nos remite a aquella de Cristo dirigida a Pedro. Por su profesión de fe lo llama "piedra", pero por su poca fe y por no entender los designios de Dios lo califica de "Satanás" (Evangelio de Mateo 16,23). San Pablo parece un hombre moderno hablando cuando dice a sus opositores con furia: "Ojalá sean castrados todos los que os perturban" (Gálatas 5,12).
 
Por tanto, existe espacio para la profecía en la Iglesia y para las denuncias de irregularidades que pueden ocurrir en el medio eclesiástico y también entre los fieles.
 
Me gustaría mencionar otro ejemplo tomado de un santo muy querido de la mayoría de los católicos por su candor y su bondad: san Antonio de Padua. En sus sermones, famosos en su tiempo, no es nada dulce y suave. Hace fuertes críticas a los prelados derrochadores de su tiempo. Y dice: «los obispos son perros sin ninguna vergüenza, porque de frente tienen cara de meretriz y por eso mismo no quieren avergonzarse» (uso la edición latina crítica publicada en Lisboa, 2 vol., 1895). Este fue el sermón del cuarto domingo después de Pentecostés (p. 278). En otra ocasión, llama a los obispos «monos en el tejado, presidiendo desde ahí el pueblo de Dios» (op. cit. p. 348). Y continúa: «el obispo de la Iglesia es un esclavo que pretende reinar, príncipe inicuo, león rugiente, oso hambriento de presa que despoja a los pobres» (p. 348). Por último, en la fiesta de san Pedro levanta la voz y denuncia: «Miren que Cristo dijo tres veces: apacienta, y ninguna vez esquila y ordeña... Ay de aquel que no apacienta ninguna vez y esquila y ordeña tres o más veces... es un dragón al lado del arca del Señor, que no tiene más que apariencia y no la verdad» (vol. 2, 918).
 
El teólogo Joseph Ratzinger explica el sentido de este tipo de denuncias proféticas: «El sentido de la profecía en realidad reside menos en algunas predicciones que en la protesta profética: protesta contra la auto-satisfacción de las instituciones, que sustituye la moral por el rito y la conversión por las ceremonias» (Das neue Volk Gottes, Düsseldorf 1969, 250; traducción en español: El nuevo pueblo de Dios, 1972).
 
Ratzinger critica haciendo hincapié en la separación que hicimos con referencia a la figura de Pedro: antes de la Pascua, el traidor, después de Pentecostés, el fiel. «Pedro sigue viviendo esta tensión del antes y del después, sigue siendo las dos cosas: piedra y escándalo... Eso no sucedió a lo largo de toda la historia de la Iglesia, que el Papa fuese a la vez el sucesor de Pedro, la "roca" y el "escándalo"» (Das neue Volk Gottes, op. cit. 259)?
 
¿Adónde queremos llegar con todo esto? Queremos llegar a reconocer que la Iglesia institución de papas, obispos y sacerdotes, se compone de hombres que pueden traicionar, negar y hacer del poder religioso negocio e instrumento de autosatisfacción. Reconocer esto es terapéutico pues nos cura de una ideología idólatra en torno a la figura del Papa, considerado prácticamente infalible. Esto es visible en los movimientos conservadores y fundamentalistas laicos católicos y también en grupos de sacerdotes. En algunos existe una verdadera papolatría que Benedicto XVI ha tratado siempre de evitar.
 
La crisis actual de la Iglesia ha llevado a la renuncia a un Papa que se dio cuenta de que ya no tenía la fuerza necesaria para sanar escándalos tan graves. «Impotente, tiró la toalla» con humildad. Que venga otro más joven y asuma la tarea ardua y difícil de limpiar la corrupción de la Curia vaticana y del universo de los pedófilos, y eventualmente sancione, destituya y envíe a los más obstinados a un convento para hacer penitencia y enmendar su vida.
 
Sólo alguien que ama a la Iglesia puede hacer las críticas que hemos hecho, citando textos de autoridades clásicas del pasado. Quien ha dejado de amar a la persona amada, se vuelve indiferente a su vida y su destino. Nosotros, por el contrario, nos hemos interesado al igual que el amigo y compañero de tribulación Hans Küng (que fue condenado por la ex-Inquisición), quizás uno de los teólogos que más ama a la Iglesia y por eso la critica.
 
No queremos que los cristianos cultiven ese sentimiento de abandono e indiferencia. Por malos que hayan sido sus errores y equivocaciones históricas, la Iglesia-institución guarda la memoria sagrada de Jesús y la gramática de los evangelios. Ella predica la liberación, sabiendo que son otros los que liberan y no ella.
 
Así y todo vale la pena estar dentro de ella, al igual que San Francisco, Dom Hélder Câmara, Juan XXIII y los notables teólogos que ayudaron a hacer el Concilio Vaticano II, y que antes de eso habían sido condenados todos por la ex-Inquisición, como de Lubac, Chenu, Congar, Rahner y otros. Hay que ayudarla a salir de esta vergüenza, alimentando más el sueño de Jesús de un Reino de justicia, paz y reconciliación con Dios y de seguimiento de su causa y su destino, que la simple y justificada indignación que fácilmente puede caer en el fariseísmo y en el moralismo.
 
Nota: Más reflexiones de este orden están en mi libro Iglesia: Carisma y Poder (Record 2005), especialmente en el apéndice, con todas las actas del proceso habido al interior de la ex-Inquisición en 1984.

lunes, 25 de febrero de 2013

Hermano Papa


Nos llegan lejanas noticias de ti. Dicen que te bajaste de la cruz, que no seguiste el ejemplo de Juan Pablo II, que quiso ser “signo” de que la Iglesia no se gobierna con fuerzas humanas sino con el Espíritu Santo. Pero también nos llegan noticias de que el Espíritu Santo se las ha tenido que ver estos últimos años con rencillas de poder que agotan a cualquiera. Debe haber sido duro todo eso. Acá a veces nos peleamos por quién lava los platos o limpia el baño, y nos hacemos harto daño con la competencia entre nosotros, cómo será allá que tienen cosas más importantes por las que pelearse. Te escribimos para hacerte presente nuestra solidaridad.


Por acá no nos preocupa quién será tu sucesor. No habíamos oído hablar de ninguno de los papábiles (nuestra candidata sería la hermana Lupita, pero le preocupa que si se va no hay quien sepa cómo funciona la cocina).

Hemos leído que lo que están peleando en la próxima elección es si continúa tu “operación limpieza” de la corrupción en la curia o si los poderes de las tinieblas pueden más. Nos resulta lejana esa disputa, pero importante, así es que solidarizamos con tu lucha contra la corrupción.

Echamos de menos en esta elección una disputa a nivel teológico y pastoral, pero no nos extraña. Nos dicen nuestros mayores que fuiste tú quien sacaste de los seminarios, universidades y publicaciones católicas los temas teológicos y pastorales que se discutían cuando eras teólogo. Nos dicen nuestros viejos también que pretendiste acabar con el más evangélico de los frutos de la Iglesia en los últimos siglos: el compromiso de la Iglesia Latinoamericana con la liberación de nuestros pueblos, el 40 % de los católicos del mundo. Pero no te tenemos rencor, todo lo contrario. Lejos de los seminarios y universidades nuestros viejos han seguido enseñándonos a leer el evangelio. Dicen que crees que “restauraste” la antigua Iglesia inmutable, porque en el cónclave que viene no será tema la implementación del Concilio Vaticano II ni la teología de la liberación. Parece que todo es tan distinto por allá. Acá en América Latina también hay gente de Iglesia que cree que la teología de la liberación está muerta.

Hoy dices que te faltan fuerzas espirituales para gobernar la Iglesia. Eso acá lo llamamos desolación, sequedad, y por eso queremos animarte.


Te escribimos para contarte que hay gente en la Iglesia que se siente llena de fuerza del espíritu, fuerza porque ser débil es una manera de ser fuerte: religios@s y laic@s que atienden migrantes y le hacen frente al crimen organizado, laicas que forman cooperativas de cafeteras, frijoleras, tejedoras o lo que sea para sacar adelante juntas a sus hijos. Obispos y curas que comparten el día a día de la autonomía indígena y la resistencia a la invasión capitalista. Catequistas y seminaristas que sacaron la parroquia a la calle para descubrir el evangelio entre jóvenes drogadictos. Algunos curas más osados que se atrevieron a entrar a los prostíbulos con la frente en alto (porque no iban a saciar con sexo pagado sus propias frustraciones, sino a consolar las penas de las trabajadoras sexuales). Instituciones de Iglesia que reparten condones a mujeres que no son dueñas de su cuerpo. Otros compas indignados desde la calle y las barricadas. Diáconos que acompañan parejas que no se pueden casar y comulgar “como Dios manda”, etcétera.

Esa Iglesia no está falta de fuerza espiritual. Está fuerte, pero no hace mucho ruido, no sale mucho en la tele ni en los diarios, y eso que no son pocos. Y te cuento una cosa: siguen alimentando su fe con la teología de la liberación, que no está muerta, andaba de parranda. Es verdad que no se enseña en los seminarios y universidades, pero se susurra en favelas, en comunidades indígenas, en cumbres ecuménicas, en patios carcelarios, en clases de religión de colegios sin nombre de santo. En noviciados de congregaciones religiosas, en colectivos de estudiantes “ultrones” y en barrios de migrantes por todo el continente. Se difunde en blogs donde la inquisición no llega, en Facebook y en radios comunitarias.

Hermano Papa: te animamos en este paso al lado que estás dando. Leemos en el diario que es un gesto de valentía, aunque no terminamos de entender porque no nos hemos dado el tiempo para leer el libro sobre los Vatileaks. Rezaremos para que todo salga bien en la curia. Tennos a nosotros también en tus oraciones. No hemos desertado de la Iglesia, acá estamos, sintiéndonos hermanos y sintiéndote hermano en el Señor Jesús, queriendo compartir contigo las fuerzas de su Espíritu.
Te saludamos desde cualquier lugar de América Latina.

Luis García Huidobro

sábado, 23 de febrero de 2013

DECLARACIÓN SOBRE LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA



Muchas son las declaraciones colectivas y los artículos  sobre la actual situación de la Iglesia Católica . Estaremos alerta para ir publicando las principales. A quienes les parezca obsesión eclesiástica les decimos que es para facilitar un movimiento amplio de opinión con voluntad de rodear u ocupar el Cónclave. Podría hacerse con los actuales medios de comunicación. Otros, y en concreto el Opus, estarán desde hace tiempo buscando la estrategia para manejar los 117 votos que decidirán.

160 teólogas y teólogos de todo el mundo redactaron esta Declaración sobre la Autoridad en la Iglesia. Estos días sale al público. Y saldrán otras. Se puede consultar la lista y curriculum de los 160 (varios españoles y españolas). Hay allí posibilidad de añadir la firma a los 2.000 que ya lo han hecho. Esta acción puede ser, junto con otras, algo que incline la balanza de los, por el momento, inevitables electores. Por lo menos hacer difícil que salga rápidamente, como en 2005, la mayoría conservadora de dos tercios. Y que se tenga que pactar uno de consenso. Personalmente creo que conseguir un pasito hoy en la línea de parar la restauración y volver al Vaticano II, que es lo que esta declaración pide, sería bueno para todo el mundo. Y una estrategia, por radical que sea en sus fines, puede empezar por conseguir un Papa abierto a oír voces como esta. AD.

Con ocasión del 50º aniversario del Concilio Vaticano II (1962-1965), invitamos a todos los miembros del Pueblo de Dios, a evaluar la situación de nuestra Iglesia.

Muchos de los temas clave del Vaticano II todavía no han sido implementados, en absoluto, o lo han sido sólo parcialmente. Esto ha sido debido a la resistencia de algunos sectores, pero también a una cierta dosis de ambigüedad que se dejó pasar en algunos de los documentos conciliares.
La principal causa del actual estancamiento radica en su incorrecta interpretación y la mala aplicación en lo que concierne al ejercicio de la autoridad en la Iglesia. Concretamente, los siguientes temas requieren una corrección urgente:

  • La función del papado necesita ser redefinida claramente en la línea de la intención de Cristo. Como supremo pastor, unificador y principal testigo de la fe, el Papa contribuye sustancialmente a la buena salud de la Iglesia universal. Sin embargo, su autoridad no puede oscurecer, disminuir ni suprimir la autoridad auténtica otorgada directamente por Cristo a todos los miembros del Pueblo de Dios.
  • Los obispos son vicarios de Cristo, no vicarios del papa. Tienen una responsabilidad Vinmediata de sus diócesis, y una responsabilidad, compartida con los otros obispos y el papa, respecto a la comunidad de fe mundial.
  • El Sínodo de los obispos debe asumir un papel más decisivo en la planificación y en la orientación del mantenimiento y el crecimiento de la fe dentro de nuestro complejo mundo actual. Para llevar a cabo esta tarea, el sínodo de los obispos necesita ser dotado de unas estructuras apropiadas.
  • El Concilio Vaticano II ordenó que debía haber colegialidad y corresponsabilidad en todos los niveles. Esto no ha sido llevado a cabo. Como estableció el Concilio, los consejos presbiterales y los consejos pastorales, deben involucrar a los creyentes más directamente en las tomas de decisión concernientes con la formulación de la doctrina, la gestión de la pastoral y la evangelización de la sociedad secular.
  • El abuso de nombrar para puestos directivos de la Iglesia a candidatos de una única forma de pensamiento, debe ser erradicado. Se debe establecer nuevas normas, y una supervisión sobre su cumplimiento, para asegurar que las elecciones para tales puestos sean llevadas a cabo de una manera limpia y transparente, y en cuanto sea posible, democrática.
  • La Curia romana requiere una reforma más radical, en la línea de las instrucciones y la visión del Concilio Vaticano II. La Curia debería continuar existiendo por sus útiles servicios administrativos y ejecutivos.
  • La Congregación para la Doctrina de la Fe debe ser asistida por comisiones internacionales de expertos, que han de ser escogidos de forma independiente, sobre la base de su competencia profesional.


Estos no son, ciertamente, todos los cambios necesarios. Somos conscientes de que la puesta en marcha de estas reformas estructurales deberá ser elaborada con detalle, según las posibilidades y limitaciones de las actuales y futuras circunstancias. Sin embargo queremos destacar que estas siete reformas sugeridas son urgentes y que su puesta en marcha debe comenzar inmediatamente.

El ejercicio de la autoridad de nuestra Iglesia debe emular las normas


  • de transparencia,

  • de rendición de cuentas y

  • de democracia que son practicadas en la sociedad moderna.

La autoridad en la Iglesia debe ser percibida

  • como honesta y digna de confianza,

  • inspirada por un espíritu de humildad y de servicio,

  • mostrando preocupación por la gente más que por las reglas y la disciplina,

  • transparentando a un Cristo que nos hace libres, y

  • escuchando al Espíritu de Cristo que habla y actúa a través de cada persona.

(En el portal de Atrio se puede entrar para conocer el nombre los teólogos y teólogas firmantes, y adherirse con la firma a la Declaración).