Nos llegan lejanas noticias de ti. Dicen que te bajaste de la cruz, que no seguiste el ejemplo de Juan Pablo II, que quiso ser “signo”
de que la Iglesia no se gobierna con fuerzas humanas sino con el
Espíritu Santo. Pero también nos llegan noticias de que el Espíritu
Santo se las ha tenido que ver estos últimos años con rencillas de poder
que agotan a cualquiera. Debe haber sido duro todo eso. Acá a veces nos
peleamos por quién lava los platos o limpia el baño, y nos hacemos
harto daño con la competencia entre nosotros, cómo será allá que tienen
cosas más importantes por las que pelearse. Te escribimos para hacerte
presente nuestra solidaridad.
Por acá no nos preocupa quién será tu sucesor. No
habíamos oído hablar de ninguno de los papábiles (nuestra candidata
sería la hermana Lupita, pero le preocupa que si se va no hay quien sepa
cómo funciona la cocina).
Hemos leído que lo que están peleando en la próxima elección es si continúa tu “operación limpieza”
de la corrupción en la curia o si los poderes de las tinieblas pueden
más. Nos resulta lejana esa disputa, pero importante, así es que
solidarizamos con tu lucha contra la corrupción.
Echamos de menos en esta elección una disputa a nivel
teológico y pastoral, pero no nos extraña. Nos dicen nuestros mayores
que fuiste tú quien sacaste de los seminarios, universidades y
publicaciones católicas los temas teológicos y pastorales que se
discutían cuando eras teólogo. Nos dicen nuestros viejos también que
pretendiste acabar con el más evangélico de los frutos de la Iglesia en
los últimos siglos: el compromiso de la Iglesia Latinoamericana con la
liberación de nuestros pueblos, el 40 % de los católicos del mundo. Pero
no te tenemos rencor, todo lo contrario. Lejos de los seminarios y
universidades nuestros viejos han seguido enseñándonos a leer el
evangelio. Dicen que crees que “restauraste” la antigua Iglesia
inmutable, porque en el cónclave que viene no será tema la
implementación del Concilio Vaticano II ni la teología de la liberación.
Parece que todo es tan distinto por allá. Acá en América Latina también
hay gente de Iglesia que cree que la teología de la liberación está
muerta.
Hoy dices que te faltan fuerzas espirituales para
gobernar la Iglesia. Eso acá lo llamamos desolación, sequedad, y por eso
queremos animarte.
Te escribimos para contarte que hay gente en la
Iglesia que se siente llena de fuerza del espíritu, fuerza porque ser
débil es una manera de ser fuerte: religios@s y laic@s que
atienden migrantes y le hacen frente al crimen organizado, laicas que
forman cooperativas de cafeteras, frijoleras, tejedoras o lo que sea
para sacar adelante juntas a sus hijos. Obispos y curas que comparten el
día a día de la autonomía indígena y la resistencia a la invasión
capitalista. Catequistas y seminaristas que sacaron la parroquia a la
calle para descubrir el evangelio entre jóvenes drogadictos. Algunos
curas más osados que se atrevieron a entrar a los prostíbulos con la
frente en alto (porque no iban a saciar con sexo pagado sus propias
frustraciones, sino a consolar las penas de las trabajadoras sexuales).
Instituciones de Iglesia que reparten condones a mujeres que no son
dueñas de su cuerpo. Otros compas indignados desde la calle y las barricadas. Diáconos que acompañan parejas que no se pueden casar y comulgar “como Dios manda”, etcétera.
Esa Iglesia no está falta de fuerza espiritual. Está
fuerte, pero no hace mucho ruido, no sale mucho en la tele ni en los
diarios, y eso que no son pocos. Y te cuento una cosa: siguen
alimentando su fe con la teología de la liberación, que no está muerta,
andaba de parranda. Es verdad que no se enseña en los seminarios y
universidades, pero se susurra en favelas, en comunidades
indígenas, en cumbres ecuménicas, en patios carcelarios, en clases de
religión de colegios sin nombre de santo. En noviciados de
congregaciones religiosas, en colectivos de estudiantes “ultrones” y en barrios de migrantes por todo el continente. Se difunde en blogs donde la inquisición no llega, en Facebook y en radios comunitarias.
Hermano Papa: te animamos en este paso al lado que
estás dando. Leemos en el diario que es un gesto de valentía, aunque no
terminamos de entender porque no nos hemos dado el tiempo para leer el
libro sobre los Vatileaks. Rezaremos para que todo salga bien
en la curia. Tennos a nosotros también en tus oraciones. No hemos
desertado de la Iglesia, acá estamos, sintiéndonos hermanos y
sintiéndote hermano en el Señor Jesús, queriendo compartir contigo las
fuerzas de su Espíritu.
Te saludamos desde cualquier lugar de América Latina.
Luis García Huidobro