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Nuevas creencias desde las entrañas de las culturas ancestrales
Las culturas ancestrales son indígenas, africanas y asiáticas. Hacia
ellas se dirigen nuevos viajeros y nuevas carabelas en pos de una nueva
humanidad y nuevas utopías. “No me buscarías -decía el africano San
Agustín- si ya no me hubieras encontrado”. Hoy Dios tiene nombres
múltiples y cada uno de ellos nos revela una parte de su misterio y de
su bendición. No se trata de echar por la borda lo válido que tenemos,
pero sí tenemos que dejar lo que nos ancla al pasado y nos impide de
construir la nueva humanidad que nos exigen los tiempos modernos.
Habrá que estar atentos a los “signos de los tiempos” y discernir qué
creer, a quién seguir y cómo vivir y amar en fidelidad a los nuevos
tiempos. El Misterio de la Vida y del Amor se deja encontrar a los que
no se cansan de buscarlo y que quieren tocarlo del dedo en comunidad.
Estas nuevas creencias serán liberadoras, es decir, construirán personas
dignas y alegres, engendrarán relaciones fraternas y creativas,
erigirán estructuras participativas y equitativas, generarán solidaridad
internacional y protección de medio ambiente.
El Bien Vivir indígena ya tiene sus ritos y sus creencias. Está
escondido en todas las sangres de este continente y en cada uno de sus
habitantes. Su espiritualidad es de comunión y armonía entre personas,
con la naturaleza y con el Dios Padre y Madre.
Las fiestas y tradiciones africanas nos abren a una dimensión menos
racionalista y materialista y más intuitivas, corporales y femeninas. Su
espiritualidad nos conduce a lo íntimo, lo gozoso y lo gratuito. Las
tradiciones asiáticas nos adentran en el misterio de cada persona,
puerta abierta hacia la divinidad; su espiritualidad es interior y
universal.
¡Cuántas riquezas religiosas están a la mano! ¡Felices los tiempos
que vivimos! Ya es tiempo de cosechar “las semillas del Verbo” que
fructifican en muchas civilizaciones, en muchas religiones y en muchos
grupos que asedian el Misterio de la Vida y del Amor para que se deje
encontrar y gozar. Nadie tiene la exclusividad de este Verbo y sí, todos
podemos alcanzar algunas de sus palabras en las espiritualidades,
devociones y creencias de hoy para iluminarnos y animarnos los unos a
los otros hacia logros de Vida más plena y de fraternidad más real.
¡Abramos las puertas de nuestros corazones, de nuestras iglesias, de
nuestras devociones, de nuestros ritos y rituales para no quedarnos en
un pasado que ya murió, sino construir un futuro que sea nuestro en
nuestra casa común y nuestro único hogar!
Por una campaña electoral más “espiritual”
Lo espiritual debe ser también un tema de campaña. Lo material nos
está ahogando, lo racional no nos llena el corazón, lo patriarcal se
está yendo por la puerta de atrás, lo electrónico no es humanizador de
por sí… ¿Por qué no se insiste más en lo cultural para que sea generador
de humanidad, feminidad y espiritualidad? Lo espiritual exige respetar
la dignidad y los derechos de las personas, los pueblos y la naturaleza.
No hay espiritualidad sin fraternidad ni justicia social. “No basta
rezar” para que caigan del cielo soluciones milagrosas: Dios no hace las
cosas que nos toca realizar a nosotros con nuestras manos unidas y
nuestras luchas mancomunadas.
En esta campaña un pastor se enfrasca en un moralismo que no encaja
con las propuestas del Reino diseñado por Jesús de Nazaret. Un magnate
reza padrenuestros para ganar votos y tratar de juntar en vano billetera
internacional y poder político nacional: ¿no será tomar en vano el
nombre de Dios, es decir, querer poner a Dios al servicio de nuestros
intereses mezquinos? Unos “Guerreros de Madera” se amparan del título de
cristiano con el que, particularmente en lo social, poco tienen que
ver. Otros llevan cruces y medallas para llegar al inconsciente de la
gente, como si fuera ingenua. Otros van a misa para darse un baño de
agua bendita, sin pensar que “reconocemos a Dios en el partir el pan y
Dios nos reconoce también en el partir el pan”, no solamente el pan de
la palabra, sino también el pan de la amistad y el pan del compartir
equitativo.
Lo espiritual encaja con el Bien Vivir indígena, la compasión rebelde
de los cristianos, la armonía festiva de los negros, la comunión íntima
y universal de los asiáticos y la nueva cultura de la Vida y de la
fraternidad. ¡Cuidado con ser espiritualistas y no ver más la tierra,
que es tierra nuestra y de Dios a la vez!