MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

sábado, 16 de febrero de 2013

Ratzinger, o como el “rottweiler” de Dios dio el golpe de gracia a la iglesia popular en América Latina

 
Joseph Ratzinger es conocido especialmente como papa, pero sus más importantes hazañas hay que buscarlas durante el periodo durante la cual era Prefecto de la Congregación para la Doctrina. Pues en esa función era el arquitecto de una de las campañas ideológicas y políticas más grandes de la historia de la posguerra, la así llamada Restauración.
 
El neoconservadurismo
 
En 1978 Karol Wojtyla es nombrado como el líder de la comunidad religiosa más grande del mundo. Encuentra una iglesia pos-conciliar en una crisis fuerte, una baja aguda de la visita dominical y de las vocaciones, una cantidad alta de divorcios entre católicos, rechazo de la autoridad papal en cuanto a regulación de nacimientos, un mundo lleno de herejías…
 
El quiere un cambio radical. Ya no más riesgos, no más experiencias, alto a la coparticipación y la deliberación. Del Concilio se mantienen los textos, pero se entierra el espíritu. El papa se prepara para una política eclesial centralista y ortodoxa, acompañada de un rearme espiritual y moral.
 
Con ello responde hábilmente a las circunstancias de la época, que por cierto manifiesta semejanzas con el tiempo actual. A mediados de los años setenta comienza una crisis económica fuerte. El clima espiritual optimista de los años sesenta cambia, caracterizándose por tendencias hacia la seguridad y la protección, el anhelo a autoridades de preferencia carismáticas, un despertar ético renovado, el refugio en la esfera privada o en lo irracional…
 
En este trasfondo se origina el neoconservadurismo. Este nuevo conservadurismo ya no se mantiene más en el rincón defensivo, sino que lanza el mismo una ofensiva política e ideológica. Esta corriente es sostenida por personas “fuertes” como Roland Reagan y Margaret Tacher. Respondiendo hábilmente a los medios de comunicación masivos interpretan un afán de misión universal, presentan una visión del mundo simplista, irradian seguridad y optimismo…
 
El “rottweiler” de Dios
 
Una preocupación aun más grande del papa es el origen de una iglesia popular floreciente en América Latina. Wojtyla es un polaco y anticomunista hasta en los riñones, el combatir del marxismo y comunismo en el mundo es uno de sus objetivos de vida. Dado que la influencia del marxismo en la iglesia de base y en la teología de la liberación es innegable, hará todo lo posible para poner orden en el continente.
 
Para ello cuenta con Ratzinger, que en 1981 es nombrado Prefecto de la Congregación de la Doctrina, digamos el ministerio de la ideología y la información del Vaticano. Este mandato lo ejerce durante un cuarto de siglo, haciendo uso completo de ello para imprimir su sello sobre el acontecer mundial. Ratzinger se convierte en el arquitecto de una magna ofensiva eclesial y pastoral, la cual el mismo la titula como “Restauración”. El objetivo es el fortalecimiento de un aparato directivo central y la eliminación de cualquier forma de disidencia dentro de la iglesia. Pronto Ratzinger se manifiesta como el gran inquisidor autentico, lo que le valdrá el nombre de el “rottweiler” de Dios.
 
La iglesia católica entera esta puesta en la mira, sin embargo las flechas más importantes se dirigen hacia América Latina y es ahí donde el impacto político es el más grande. Por lo que nos limitamos en lo que sigue a este continente.
 
 
 
La destrucción de la iglesia popular y la teología de la liberación
 
Lo primero que ocurre es la construcción de bancos de datos de conferencias episcopales latinoamericanas, teólogos de la liberación, religiosos progresistas, proyectos pastorales sospechosos, etc… En casi todas las provincias eclesiales se nombran a obispos y cardenales ultraconservadores y marcadamente derechistas. Tan solo en El Brasil se nombran a unos cincuenta obispos conservadores. Al final de los años ochenta 5 de los 51 obispos del Perú son miembros de Opus Dei. En Chile y Colombia pasa algo similar. Obispos disidentes se encuentran presionados: algunos de ellos reciben cartas de amonestación, a otros se les prohíbe viajar o son llamados a rendir cuentas.
 
Esta política de nombramientos es aun más atroz ya que el episcopado juega un papel importante en este continente. En muchos casos es la única posición posible contra opresión militar, contra la tortura, etc… Si los obispos en Brasil y en Chile se hubiesen mantenido callados como efectivamente lo hicieron Argentina, la cantidad de víctimas hubiera sido mucho mayor.
 
También a niveles menores se aplican depuraciones. La formación de los sacerdotes es influenciada, presionando, reorientando o cerrando a los seminarios e institutos teológicos. Se procura poner bajo control a los religiosos, que frecuentemente son protagonistas de la iglesia popular. Se sigue con especial atención a los teólogos. Desde entonces se les limita, haciéndoles jurar el nuevo juramento de lealtad.
 
En 1984 Ratzinger escribe la Instrucción de la Santa Congregación para la Doctrina sobre unos aspectos de la teología de la liberación. Es un ataque frontal contra teólogos de la liberación, sobre todo de América Latina. Un año más tarde Leonardo Boff, uno de los representantes principales recibe la prohibición de hablar en publico. Se intensifica el control sobre las revistas católicas, ahí donde se juzga necesario son censuradas, se cambia el consejo de redacción o se les pone bajo presión financiera.
 
Se les corta las alas a los proyectos pastorales progresistas o estos son cerrados del todo. En 1989 el reconocimiento de la JOC internacional calificada como demasiado progresista es suspendido por el Vaticano. Ella tiene que ceder ante la anti-izquierdista y confesional CIJOC.
 
Al lado de la destrucción de todo lo que es progresivo, se inician proyectos gigantescos con el objetivo de poner en el rumbo correcto a los fieles. Evangelización 2000 y Lumen 2000 son enormes proyectos evangelizadores mediáticos dirigidos a América Latina, teniendo juntos a la disposición no menos de tres satélites. Los proyectos están organizados por individuos de derecha y ultraconservadores como también por agrupaciones (Communione e Liberazione, Acción Marial, Renovación carismática católica, etc.). Los colaboradores de estos gigantes mediáticos comparan su trabajo con una especie de unas “fuerzas aéreas” nuevas.
 
A los que saben leer se les molesta con libros religiosos de impresión barata. Para sacerdotes y religiosos se financian retiros a gran escala. Para estos proyectos la cúpula de la iglesia católica cuenta sin reparo con apoyo financiero del mundo empresarial.
 
Cruzada anticomunista
 
Nada se deja al azar. Uno por uno se minan los pilares de la iglesia popular en América Latina. Observadores hablan del “desmantelamiento de una iglesia”. Se trata de una de las más grandes campañas ideológicas y políticas de la historia de la posguerra.
 
La campaña se da en el marco de la cruzada anticomunista de la Guerra Fría. Asimismo se puede considerarla como un desquite de los Estados Unidos por la perdida de poder durante el periodo anterior.
 
Pues durante los años sesenta y setenta los países del Tercer Mundo fortalecen su posición en el mercado mundial. Impusieron precios más altos para las materias primas, elevando así su poder de adquisición en el marcado mundial. Este alcanzo su punto culminante en la crisis petrolera de 1973. En 1975 Vietnam infligió una derrota humillante a los Estados Unidos. Poco tiempo después la Casa Blanca tuvo que sufrir una humillación primero por la revolución sandinista en su traspatio y luego por el drama de secuestro en Irán (1980). Asumiendo su mandato Reagan además se sentía amenazado por un posicionamiento económico demasiado independiente de países importantes como México y Brasil.
 
La Casa Blanca no lo dejo así por así, lanzando una contraofensiva en diversos frentes. Es ahí donde la teología de la liberación era uno de los principales objetivos. Ya al final de los años sesenta la teología de la liberación, encontrándose en aquel momento aun en un estadio embrional, era calificada como una amenaza ante los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos, siendo testigo de ello el Informe Rockefeller.
 
En los años sesenta se constituían centros teológicos que debían combatir ideológicamente a la teología de la liberación. Pero era sobre todo a partir de los años ochenta que esta contraofensiva alcanzo su velocidad de crucero. Los Estados Unidos gastaron miles de millones de dólares en apoyo a la contrarrevolución en América Latina. En esta guerra sucia cayeron decenas de miles de víctimas. Escuadrones de la muerte, grupos paramilitares, pero también el ejército regular se encargaban del trabajo sucio. En los rangos de los movimientos de liberación cristianos sendos mártires cayeron. Los más conocidos son el arzobispo Romero y los seis jesuitas en El Salvador.
 
Para combatir la teología de la liberación en su propio terreno se valían de sectas protestantes. Estas recibían apoyo financiero fuerte desde los Estados Unidos. Valiéndose de slogans baratos y mensajes sentimentales debían tratar de atraer a los creyentes, distrayéndolos de esa manera a la influencia “perniciosa” de la teología de la liberación. Para ello se utilizaban medios electrónicos caros. Aquí aparece la religión como opio para el pueblo en su forma más puro. También el ejército es movilizado en esta “guerra religiosa”. Oficiales altos de los ejércitos latinoamericanos elaboraron un documento para dar más realce al brazo teológico de las fuerzas armadas.
 
Misión cumplida
 
Los esfuerzos conjuntos de Ratzinger y la Casa Blanca dieron sus frutos. En los años noventa se infligió un golpe duro a la iglesia de base de América Latina. Múltiples grupos de base dejan de existir o funcionan a penas ante la ausencia de sostenimiento pastoral, o por miedo a la represión, o porque ya no se cree en el avance esperado o simplemente porque han sido eliminados físicamente. El optimismo y activismo de los años sesenta y ochenta han dejado lugar a la desesperación y reflexión. Análisis de la sociedad pierde en importancia a favor de la cultura, la ética y espiritualidad, perfectamente a la medida de Ratzinger.
 
Reconsiderándolo globalmente el acento se mueve de la liberación a la denuncia, de la resistencia al consuelo, del análisis a la utopía, de la subversión a la sobrevivencia. El relato del Éxodo se cambia por el Apocalipsis y Eclesiastés.
 
Al final de los años noventa la iglesia de base de todas maneras ya no significa una amenaza para el “establishment”. Tanto el Vaticano como el Pentágono y las élites locales de América Latina tienen en aquel momento una preocupación menos. Este alivio sin embargo pronto cambia con la elección de Hugo Chávez a presidente de Venezuela, pero esta es otra historia.
 
En 2005 Ratzinger es apremiado por sus obras de restauración exitosas y nombrado como cabeza de la iglesia católica. Pero como “manager” brilla mucho menos a como lo hacia en calidad de inquisidor. En resumidas cuentas es un papa débil. Deja atrás un instituto debilitado, atormentado por un déficit de sacerdotes y un abandono en el occidente y escándalos sexuales continuos. No logra poner orden en los asuntos en el Vaticano, posiblemente una de las razones de su dimisión en estos días.
 
Ratzinger entrara a la historia sobre todo como el hombre que realizo con éxito la Restauración en la iglesia católica y neutralizo la iglesia popular en América Latina. No son “méritos” insignificantes.
 
Marc Vandepitte