MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

martes, 31 de mayo de 2016

Los partidos políticos mediáticos



Werner Vásquez Von Schoettler

Si algo caracterizó al llamado “retorno a la democracia” en el Ecuador en 1979, no fue solo la emergencia de nuevos partidos políticos, o viejos con nombres nuevos, sino la consolidación mediática de la radio, prensa, televisión, como instrumentos políticos de esos partidos. Cientos de organizaciones políticas soñaban con tener “medios” de propaganda ya que eran fundamentales en la lucha política y social. Pero los grupos de poder ya tenían una hegemonía consolidada durante las décadas anteriores; grupos de “periodistas” arraigados en su propia opinión pública. Recordemos que la última dictadura “legalizó” la titularización de “experimentados” comunicadores.

Con ese paso, se garantizaba cierta protección respecto a lo que hizo el régimen militar; se aseguraban el post de la dictadura; su invisibilización que ha durado hasta el día de hoy. Ya en democracia, los medios de comunicación privados, demostraron cada vez más su poder: su capacidad de incidir en la opinión pública, modelarla. Páginas de periódicos; programas de noticias y opinión en radio y TV, se convirtieron en el escenario para convertirse en un sistema paralelo de justicia, de Estado. Muchos de esos medios, muy convencidos, de su destino en democracia, asumieron el rol activo de las élites que aspiraban a una democracia ferviente, sin resistencia social; una democracia plena, representativa más allá de las instituciones democráticas; que se legitimaban haciendo del Congreso el circo ideal para desprestigiar la política a todo nivel y consagrar el credo de que las élites estaban destinadas al control social, político y económico, sin importar el tipo de régimen político en el Ecuador. De esa decadencia, de esa democracia formalista y forzada de un régimen de partidos políticos enquistados, casados entre sí, es que los medios de comunicación tradicionales adquirieron más poder y se fueron convirtiendo en el espacio de militancia real de los partidos.

Fue así que se consolidó la compra, venta de cientos de radios en parroquias, cantones, provincias con un solo objetivo que fue definir, controlar la opinión pública escasa, emergente, para modelarla a imagen y semejanza de los poderes locales. Ya para la primera década del retorno democrático, los medios ya habían sustituido a los partidos tradicionales; estos existían en medida en que el medio les permitía. Construían sus candidatos; construían tendencias políticas y justificaban los camisetazos. Llegaron a tener tanto poder que definían qué comportamiento era democrático o no; qué régimen lo era o no; quién era demócrata o no. El sistema de partidos vivía en un permanente concubinato mediático, sino, no podía existir. Algunos dirán que existían medios progresistas, gente luchadora y democrática, bueno, sí, pero eso duró hasta que los echaron y se dieron cuenta que no eran dueños de los medios, sino empleados. Esos mismos medios son los que destruyeron los escasos medios públicos que existían, y que se han opuesto y se opondrán a todo nuevo medio público.

Esos partidos políticos mediáticos, sus militantes, tienen su propia internacional corporativa, la SIP. Militantes acérrimos contra toda forma de progresismo en la región. Militantes corporativos que creen que la opinión pública les pertenece… Las fuerzas progresistas deben disputar la opinión pública, no permitir su privatización y sobre todo comprender que no es una lucha nacional, para nada, sino continental. ¿Cuánto hemos avanzado en desmontar esa hegemonía mediática regional? Muy poco. Dura lección en el siglo XXI.

lunes, 30 de mayo de 2016

El Papa a los diáconos: "No tengais miedo de ser servidores de Cristo"


José M. Vidal

Celebración del Jubileo de los diáconos en la Plaza de San Pedro. Son los últimos en el escalafón, pero los primeros en el servicio. Porque eso es lo que les pide la Iglesia y el propio Papa Francisco: "Sed servidores de Cristo". Servicio constante y sin agendas, "abiertos a las sorpresas cotidianas". Un servicio coronado por la humildad, porque en la Iglesia "el más grande es el que más sirve"

Rodeado de cientos de diáconos permanentes (con su estola cruzada), Francisco celebra una solemne eucaristía.

Algunas frases de la homilía del Papa

"Servidores de Cristo"
"Apóstoles y servidores no se pueden separar. Son las dos caras de una misma medalla"
"El que anuncia a Jesus sirve y el que sirve anuncia a Jesús"
"Jesús se hizo diácono de todos"
"Otra palabra es evangelizar, misión asignada a todos crtistianos"
"Servir es el estilo con el que vivir la misión"
"Como primer paso estamos invitados a vivir la disponibilidad"
"El que sirve no es un custodio celoso de su prpio tiempo y renuncia a ser el dueño de su propia jornada. Sabe que el tiempo no lo pertenece. Es un don que recibe de Dios, para ofrecerlo a su vez"
"El que sirve no es esclavo de la agenda, disponible a lo no prgramado, dispuesto para el hermano y para lo imprevisto, a las sorpresas cotidianas de Dios"
"Servidor del que llama en cualquier horario. El servidor no tiene horarios"
"Me duele ver horarios en las parroquias. De tal a cual hora. Después, no hay puerta abierta, ni cura ni diácono...Ir más allá de los horarios. Tener esta valentía"
"El Evangelio nos muestra dos servidores: el siervo dle centurión y el propio centurión"
"Su oración es a menudo muy distinta de la nuestra: Señor, no te molestes, no soy digno..."
"La humildad es una de las virtudes del diácono, que no intenta hacer el sacerdote. Es humilde"
"Imitar a Dios sirviendo a los demás"
"En la Iglesia no es grande el que manda sino el que sirve"
"Cada uno de nosotros es muy querido por Dios"
"Un corazón sanado por Dios, que no sea cerrado ni duro"
"Pedir ser curados por Jesús, que no nos llama siervos sino amigos"
"Queridos diáconos, no tengais miedo de ser servidores de Cristo"

domingo, 29 de mayo de 2016

Miedo blanco



Juan Montaño Escobar

O el miedo del blanco a su invento, el poder político racializado. Ahí donde quiso que la economía política tuviera dos colores contradictorios, apropiación y su contrario, ideó falsa ciencia, creó cierta estética, involucró cultos institucionales, acarreó de donde no había una moral elástica deshumanizadora, cuando puede aprueba leyes perversas y tiene habilidades para metamorfosear la maldad del reparto de bienes. Y si todo aquello falla están las policías para matar en nombre del ‘orden y progreso’. Este jazzeo cimarrónico se dibuja y colorea solito, apenas hay que mirarlo con ojos emancipados.

De la burguesía blanca brasileña, negadora de la negritud y del racismo en Brasil, a la ideología fraudulenta de la democracia racial y el continuo retorno al mismo punto de partida: el miedo del blanco a un efectivo poder político negro. Primero Lula da Silva y después Dilma Rousseff se decantaron por las acciones afirmativas, cónchale, le rascaron las bolas al monstruo del racismo brasileño y ahí están como modelo de escarnio para que ningún político, mujer u hombre, vuelva adquirir valentía para reconocer que es el país con mayor afrodescendencia. Y discriminada hasta el genocidio. La escritora Eliane Brum denunció que “320 mil negros fueron asesinados por armas de fuego entre 2003 y 2012, una ciudad de tamaño medio de cadáveres del mismo color”, El País (versión digital), España, 29 de mayo de 2015. Muchos a manos de la Policía que primero dispara y después justifica.

De acuerdo, camaradas, algunos líderes del Partido dos Trabalhadores (PT) están embarrados en vainas de corrupción, hicieron pactos diabólicos con el lumpen brasileño de frac (mire para allá, a Michel Temer), su dribbling político terminó en el propio arco y el firmamento mediático se le vino encima sin atinar protección. A favor del progresismo latinoamericano, la presidenta (impedida) Dilma Rousseff hasta este miércoles no la han acusado de ladrona. Al revés, aquella imagen desolada, en una comisaría de Río de Janeiro (1970), de sus tiempos de guerrillera ha conectado tiempos de agobios. Al margen de simpatías o antipatías, cualquiera puede demostrar que fue un golpe de Estado (blando, gelatinoso o como quiera que sea su consistencia), no contra un radicalismo de izquierda, sino para mantener el privilegio del histórico Brasil blanco.

No es el primer golpe de Estado racista, pero sí es el más descarado y ruin efectuado por una jorga inclasificable. Apoyado por personas que se muestran textualmente así: “Las balas que matan a niños negros no son perdidas, son preventivas”. Es posible que esos racistas del golpe sean buena gente, amigos de Pelé y disfruten de una feijoada (prima hermana del tapao); no se equivoquen, el racismo no es solo cosa del corazón o ‘llaga de la humanidad’, Frantz Fanon lo precisa: “El racismo, lo hemos visto, no es más que un elemento de un conjunto más vasto: el de la opresión sistemática de un pueblo”, Racismo y Cultura, p. 40.

sábado, 28 de mayo de 2016

LA PLENITUD HUMANA CONSISTE EN DARSE


Fray Marcos Rodríguez
Lc 9, 11-17

Es muy difícil no caer en la tentación de decir sobre la eucaristía lo políticamente correcto y dispensarnos de un verdadero análisis del sacramento más importante de nuestra fe. Son tantos los aspectos que habría que analizar, y tantas las desviaciones que hay que corregir, que solo el tener que planteármelo, me asusta. Hemos tergiversado hasta tal punto el mensaje original del evangelio, que lo hemos convertido en algo totalmente ineficaz para llevarnos a una verdadera vida espiritual. Para recuperar el sacramento debemos volver a la tradición. Lo malo es que para algunos acaba en Trento.

Lo último que se le hubiera ocurrido a Jesús, es pedir que los demás seres humanos se pusieran de rodillas ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: “vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer los mismo”. Esa lección nunca nos ha interesado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración, que imitarle en el servicio y la disponibilidad para con todos los hombres.

Hemos convertido la eucaristía en un rito puramente cultual. En la mayoría de los casos no es más que una pesada obligación que, si pudiéramos, nos quitaríamos de encima. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria, que demuestra la falta absoluta de convicción y compromiso. La eucaristía era para las primeras comunidades el acto más subversivo que nos podamos imaginar. Los cristianos que la celebraban se sentían comprometidos a vivir lo que el sacramento significaba. Eran conscientes de que recordaban lo que Jesús había sido durante su vida y se comprometían a vivir como él vivió.

El mayor problema de este sacramento hoy, es que se ha desorbitado la importancia de aspectos secundarios (sacrificio, presencia, adoración) y se ha olvidado totalmente la esencia de la eucaristía, que es precisamente su aspecto sacramental. Con la palabreja “transustanciación” no decimos nada, porque la “sustancia” aristotélica es solo un concepto que no tiene correspondencia alguna en la realidad física. La eucaristía es un sacramento. Los sacramentos ni son ritos mágicos ni son milagros. Los sacramentos son la unión de un signo con una realidad significada.

El signo.- Lo que es un signo lo sabemos muy bien, porque toda la capacidad de comunicación, que los seres humanos hemos desplegado, se realiza a través de signos. Todas las formas de lenguaje no son más que una intrincada maraña de signos. Con esta estratagema hacemos presentes mentalmente las realidades que no están al alcance de nuestros sentidos. Ahora bien, todos los sonidos, todos los gestos, todos los grafismos, que sirven para comunicarnos, son convencionales, no se pueden inventar a capricho. Si me invento un signo que no dice nada a los demás, será solo un garabato.

El primer signo es el Pan partido y preparado para ser comido, es el signo de lo que fue Jesús toda su vida. La clave del signo no está en el pan como cosa, sino en el hecho de que está partido. El pan se parte para re-partirlo, y comerlo, es decir, el signo está en la disponibilidad de poder ser comido de inmediato. Jesús estuvo siempre preparado para que todo el que se acercara a él pudiera hacer suyo todo lo que él era. Se dejó partir, se dejó comer, se dejó asimilar; aunque esa actitud tuvo como consecuencia última que fuera aniquilado por los jefes oficiales de su religión. La posibilidad de morir por ser como era, fue asumida con la mayor naturalidad. Esto indica la calidad de su actitud vital.

El segundo signo es la sangre derramada. Es muy importante tomar conciencia de que para los judíos, la sangre era la vida misma. Si no tenemos esto en cuenta, se pierde el significado. Tenían prohibido tomar la sangre de los animales, porque como era la vida, pertenecía solo a Dios. Con esta perspectiva, la sangre está haciendo alusión a la vida de Jesús que estuvo siempre a disposición de los demás. No es la muerte la que nos salva, sino su vida humana que estuvo siempre disponible para todo el que lo necesitaba. El valor sacrificial que se le ha dado al sacramente no pertenece a lo esencial. Se trata de una connotación secundaria que no añade nada al verdadero significado del signo.

La realidad significada.- Se trata de una realidad trascendente, que está fuera del alcance de los sentidos. Si queremos hacerla presente, tenemos que utilizar los signos. Por eso tenemos necesidad de los sacramentos. Dios no los necesita, pero nosotros sí, porque no tenemos otra manera de acceder a esas realidades. Esas realidades son eternas y no se pueden ni crear ni destruir; ni traer ni llevar; ni poner ni quitar. Están siempre ahí. En lo que fue Jesús durante su vida, podemos descubrir esa realidad, la presencia de Dios como don. En el don total de sí mismo descubrimos a Dios que es Don absoluto y eterno.

El primero y principal objetivo al celebrar este sacramento, es tomar conciencia de la realidad divina en nosotros. Pero esa toma de conciencia tiene que llevarnos a vivir esa misma realidad como la vivió Jesús. Toda celebración que no alcance, aunque sea mínimamente, este objetivo, se convierte en completamente inútil. Celebrar la eucaristía pensando que me añadirá algo (gracia) automáticamente, sin exigirme la entrega al servicio de los demás, no es más que un autoengaño. Nos hemos conformado con realizar el signo sin tener en cuenta que un signo que no nos lleva a lo significado, es un garabato.

En la eucaristía se concentra todo el mensaje de Jesús, que es el AMOR. El Amor que es Dios manifestado en el don de sí mismo que hizo Jesús durante su vida. Esto soy yo: Don total, Amor total, sin límites. Al comer el pan y beber el vino consagrados, estoy completando el signo. Lo que quiere decir es que hago mía su vida y me comprometo a identificarme con lo que fue e hizo Jesús, y a ser y hacer yo lo mismo. El pan que me da la Vida no es el pan que como, sino el pan en que me convierto cuando me doy. Soy cristiano, no cuando “como a Jesús”, sino cuando me dejo comer, como hizo él.

El ser humano no tiene que liberar o salvar su "ego", a partir de ejercicios de piedad, que consigan de Dios mayor reconocimiento, sino liberarse del "ego" y tomar conciencia de que todo lo que cree ser, es artificial y anecdótica y que su verdadero ser está en lo que hay de Dios en él. Intentar potenciar el “yo”, aunque sea a través de ejercicios de devoción, es precisamente el camino opuesto al evangelio. Solo cuando hayamos descubierto nuestro verdadero ser, descubriremos la falsedad de nuestra religiosidad que solo pretende acrecentar el yo, y no solo aquí y ahora sino para siempre.

La comunión no tiene ningún valor si la desligamos del signo sacramental. El gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el sacramento. Comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que ES Jesús. Significa que, como él, soy capaz de entregar mi vida por los demás, no muriendo, sino estando siempre disponible para todo aquel que me pueda necesitar. Es una pena que en estos días en que se celebran tantas primeras comuniones, hagamos pensar a los niños que lo importante es comulgar, sin hacerles ve que lo importante es celebrar la eucaristía en la que por primera vez, van a participar plenamente.

Todas las muestras de respeto hacia las especies consagradas están muy bien. Pero arrodillarse ante el Santísimo y seguir menospreciando o ignorando al prójimo, es un sarcasmo. Si en nuestra vida no reflejamos la actitud de Jesús, la celebración de la eucaristía seguirá siendo magia barata para tranquilizar nuestra conciencia. A Jesús hay que descubrirlo en todo aquel que espera algo de nosotros, en todo aquél a quien puedo ayudar a ser él mismo, sabiendo que esa es la única manera de llegar a ser yo mismo.


Meditación-contemplación

La Única Realidad es el Amor (Dios) que está en ti.
Los signos son solo medios para llegar a la realidad significada;
Pero son indispensables para nosotros los humanos.
Lo esencial es descubrir esa Realidad y vivirla.
........................ 

Si descubro que ese AMOR me identifica con Él,
mi verdadero ser ya no soy yo sino Él.
Mi actuar no será ya mío, sino el de Él.
Solo por ese camino entraré en la dinámica del amor.
..................

En cada eucaristía que celebre,
debo sentir dentro de mí, lo que se significa en el rito.
Al comulgar, manifiesto y fortalezco la intención
de ser como Jesús, pan que se deja comer.
..................

viernes, 27 de mayo de 2016

Érase una vez el Yasuní...



Padre Pedro Pierre

Érase una vez el Yasuní, lugar paradisíaco al final de la Amazonía ecuatoriana, región con la mayor biodiversidad del planeta… ‘Érase’, porque está desapareciendo con la extracción del petróleo que se ha puesto en marcha en esta zona. ‘Érase’, porque están exterminándose los últimos pueblos en aislamiento voluntario de esta región. ‘Érase’, porque el pueblo ecuatoriano no reacciona frente a semejante ecocidio y genocidio en marcha.

Por todo el mundo y en todas las religiones se denuncian los maleficios del extractivismo, sin hablar del grito del papa Francisco para parar el actual desastre ambiental, en su carta sobre ‘El cuidado de nuestra casa común’. La Constitución de Ecuador defiende los derechos de la naturaleza y de los pueblos indígenas como ninguna otra en el mundo. Pueblos y organizaciones de todos los países de las Américas, para no hablar de otros continentes, luchan sin descanso para denunciar y detener la autodestrucción del planeta y el proceso suicida de la humanidad. En nuestro país, a lo menos 7 pueblos de la Sierra ecuatoriana están en resistencia contra el Gobierno y las transnacionales para que no destruyan su hábitat, sus medios de vida, la tierra donde han nacido y donde han decidido vivir y morir. 

¡Yasuní de mis sueños y de mi corazón, me duele tu dolor, me sangra tu agonía! ¿Cómo detener esta eutanasia silenciosa? ¿Por qué queremos vivir de la muerte de la naturaleza y del exterminio disfrazado de sus pueblos originarios? ¿Hasta cuándo seremos tan inconscientes de nuestro propio suicidio a corto plazo? No podemos vivir sin la naturaleza y peor contra ella. Esta ya no nos aguanta por los atropellos que le estamos causando: antes de que terminemos con ella, ella terminará con nosotros.

“Érase una vez el Yasuní…” porque pronto el Yasuní será una historia del pasado y sus pueblos unos esqueletos que se mostrarán por su no contaminación con una ‘civilización’ del consumismo desenfrenado, de la deshumanización ilimitada y de la destrucción incontrolada de la naturaleza.

Se silencia la memoria de sus grandes defensores asesinados, desde Chico Méndez en el Brasil hasta monseñor Alejandro Labaca y la hermana Inés Sarango en la provincia ecuatoriana de Orellana: el primero asesinado por sicarios de los destructores de la Amazonía brasileña y los dos últimos “lanceados, no por una etnia nativa, sino por los dueños de las empresas internacionales y nacionales del petróleo, de la madera y del turismo”, como lo escribió en su tiempo monseñor Alberto Luna Tobar, obispo de Cuenca.

Eso es posible no solo porque lo justifica el Gobierno, sino porque nuestro racismo ecuatoriano con los indígenas lo permite o lo confirma. “¿Dónde está tu hermano? - ¿Acaso soy responsable de mi hermano?”. Así nos pregunta Dios; así le respondemos, como Caín, que acababa de matar a su hermano Abel. ¿No vemos que los pueblos del Yasuní son los nuevos Abeles que, colectivamente, como cómplices y encubridores, estamos exterminando?

Érase una vez el Yasuní… y yo no quiero colaborar para que desaparezcan su naturaleza celestial y sus pueblos inocentes.

jueves, 26 de mayo de 2016

Renovar la Iglesia es hacer actual el “recuerdo peligroso” de Jesús



José M. Castillo
Teólogo

Fuente: Teología sin censura

Si la Iglesia quiere renovarse en serio y a fondo, una de las primeras cosas que tendría que hacer es renovar en serio y a fondo el recuerdo de Jesús. No meramente recordando lo que sucedió cuando Jesús andaba por el mundo. Sino actualizando lo que ocurrió entonces. Es decir, la liturgia tiene que celebrarse de tal manera que se haga presente, en lo que vivimos ahora, lo que Jesús vivió, hizo y decidió cuando estaba en esta vida. Concretamente lo que ocurrió la noche aquella en que cenó, por última vez, con el grupo de personas que le acompañaron y compartieron lo que él vivió y cómo lo vivió. En aquella ocasión, Jesús dijo: “Haced esto en recuerdo mío” (1 Cor 11, 24. 25; Lc 22, 19). Lo cual quería decir: “Haced esto para que me tengáis presente”, como en seguida explicaré.

Lo que acabo de indicar se basa en un presupuesto previo: la última cena de Jesús con sus discípulos no fue un ritual religioso. El ritual de la “cena pascual” que celebran los judíos, con motivo del pèsaj, la fiesta del cordero, que marcó el punto de partida de la liberación de los judíos esclavos en Egipto (Ex 12). Por supuesto, sabemos que, según los evangelios sinópticos, la última cena fue la cena de Pascua (Mc 14, 12; Mt 26, 17; Lc 22, 7). Pero el evangelio de Juan, que se escribió después que los sinópticos, puntualiza este dato capital indicando que la cena se celebró antes de la Pascua (Jn 13, 1; 18, 28), de forma que Jesús murió el día de la Preparación de la Pascua (Jn 19, 14; cf. 19, 31. 42). Y san Pablo, que nos ha conservado el recuerdo más antiguo de la cena, ni menciona la Pascua (1 Cor 11, 23). Además, en ninguno de los relatos de la Cena se menciona el cordero pascual, ni se habla de las hierbas amargas, ni hay alusión alguna a los mazzen, ni de la haggadà, ni del primer hallel, ni se mencionan las cuatro copas que eran esenciales en el ritual judío de la Pascua. No hay, pues, traza ni indicio alguno de que allí se estuviera celebrando un ritual sagrado (Ulrich Luz, El evangelio según san Mateo, vol. IV, Salamanca, Sígueme, 2005, 138-139).

Ahora bien, si aquello no fue un “ritual sagrado”, sino una “cena”, en la que se vivieron una serie de experiencias muy fuertes, cuando Jesús les dice a sus “amigos” (Jn 15, 14-15): “Haced esto en memoria mía” (1 Cor 11, 25) o sea,”Haced esto para que me tengáis presente”, sin duda alguna, el término “esto” (toûto) engloba la cena entera, no únicamente el pan, sino el conjunto de experiencias vividas allí aquella noche (François Bovon, El evangelio según san Lucas, vol. IV, Salamanca, Sígueme, 2010, 282-283). Hacer lo que allí dijo Jesús no es repetir rutinariamente un ritual, sino actualizar (hacer presente y operante hoy) lo que allí se vivió aquella noche. El “recuerdo”, la “anamnêsis”, según la raíz original zkr, quiere decir “hacer presente el pasado” (H. Patsch, en Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, vol. I, Salamanca, Sígueme, 2005, 251-254).

Pero, ¡atención!, estos datos no son meras matizaciones – por lo demás, muy elementales – de erudición. Nada de eso. Aquí se juega el ser o no ser de la autenticidad o del fracaso de lo que Jesús quiso. Sabemos que Jesús no fue amante, ni practicante de ritos, ceremonias, altares y templos. Jesús centró sus preocupaciones en tres cosas: el “sufrimiento humano” (curaciones), la “alimentación compartida” (comidas y comensalía, sobre todo con pobres y pecadores), las “relaciones humanas” (sermón del monte, en Mt, o de la llanura, en Lc). Al proceder así, Jesús desplazó la religión: la sacó del templo, la disoció de los “rituales” y la puso en el centro y en el conjunto de la “vida”.

Aquí y en esto está la clave y el secreto de todo lo demás. ¿Por qué? Porque hoy está sobradamente demostrado que los ritos constituyen un factor tan importante en la pervivencia de las sociedades humanas, que, desde hace incontables generaciones, los ritos (religiosos, políticos, sociales…) son decisivos en la integración o exclusión del individuo en la sociedad y, en general, en el sistema establecido (Walter Burkert, La creación de lo sagrado, Barcelona, Acantilado, 2009, 60 ss; ID., Homo necans, Barlona, Acantilado, 2013, 50-61). Pero no se trata de esto solamente. Porque los ritos integran al sujeto en el sistema de tal forma, que, al mismo tiempo que el sujeto hace suyos los valores del sistema, por otra parte, esos mismos ritos no modifican la conducta del sujeto que los cumple. Concretamente, un piadoso creyente se puede pasar cuarenta años comulgando a diario, y al cabo de ese tiempo sigue teniendo los mismos defectos que tenía el día que inició su comunión diaria. Y es que el ritual, por sí solo, no solamente no modifica la conducta, sino que además tiene la virtualidad de tranquilizar la conciencia del observante.

Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando afirmó en la Cena: “Haced esto en memoria de mí”? No se refería simplemente a repetir lo que llamamos ahora “las palabras de la consagración”. Porque esta referencia al recuerdo o memoria (anamnêsis) lo introdujo san Pablo (1 Cor 11, 24. 25), del que depende el relato de Lucas (22, 19), para motivar a la comunidad de Corinto, al decirles a aquellos cristianos que lo que ellos hacían – y tal como lo hacían -, en realidad aquello ya no era la Cena del Señor. Literalmente: “eso ya no es comer la Cena del Señor” (“oúk éstin kyriakòn deipnon phagein”) (1 Cor 11, 20) (H. Patsch, o. c., 252-254). O sea, en Corinto, realizando exactamente el rito, realmente no celebraban la eucaristía. ¿Por qué? Porque la comunidad de Corinto estaba dividida. No por ideas teológicas, sino por la forma de vida que llevaban. Concretamente, porque allí había ricos y pobres. Y cuando se reunían para la eucaristía, los ricos comían hasta emborracharse, mientras que los pobres se quedaban con hambre (1 Cor 11, 21). Es decir, lo que pasaba en Corinto es que allí se repetían las palabras del Señor, pero allí no había una comunidad unida en la que quienes tenían dinero y comida lo compartían con los demás. Cada cual iba a lo suyo. Y Pablo afirma: donde hay división entre ricos y pobres, por mucho y muy bien que se repitan las palabras de Jesús, en realidad la memoria de Jesús está ausente. No se recuerda a Jesús. En esas condiciones, se dirá misa, pero allí no está Jesús. (J. D. Crossan, J. L. Reed, En busca de Pablo, Estella, Verbo Divino, 2006, 398-405).

Conclusión: la Eucaristía no consiste en “decir misa”, observando exactamente lo que manda la Sagrada Congregación de Ritos (o del Culto divino). Se puede hacer eso y no celebrar la Cena que quiso Jesús. Y tal como la quiso Jesús: haciéndonos esclavos unos de otros (Jn 13, 12-15), queriéndonos unos a otros, como él nos quiso (Jn 13, 33-35), mojando todos en el mismo plato, como él lo hizo (Jn 13, 20). Celebrar la Eucaristía no es repetir literalmente un “ritual”. Eso es una misa que nos tranquiliza (incluso nos da devoción). Pero eso no es lo que instituyó y quiso Jesús: el “recuerdo peligroso” (J. B. Metz, La Fe en la historia y en la sociedad, Madrid, Cristiandad, 1979, 100-102; 210-211), que hace actual la subversión de esos presuntos valores que se sostienen repitiendo los ritos. Lo que instituyó Jesús fue un “proyecto de vida”, que se expresa simbólicamente y que hace presente la persona y la vida de Jesús, en nuestras vidas y en nuestra sociedad. El día que resulte más “peligroso” ir a misa que acudir a una manifestación, ese día empezará a ser cierto que celebramos la Cena del Señor, en la que los cristianos vivimos la presencia, en el recuerdo vivo, de aquel Jesús que “aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado” (G. Theissen, El movimiento de Jesús, Salamanca, Sígueme, 2005. 53). Entonces será cierto y la gente palpará que la misa no es un mero “rito”, sino un “recuerdo peligroso”.

miércoles, 25 de mayo de 2016

¿Cómo escapar del neoliberalismo del siglo XX en América latina?


Alfredo Serrano

La restricción aprieta y la salida neoliberal está a la vuelta de la esquina. Siempre te atrapa de la misma manera: te llevan hasta el borde del precipicio y, desde ahí, toca elegir el mejor salto al abismo. A medida que crece la restricción externa, más difícil es huir del laberinto neoliberal en su versión más moderna. Los tentáculos del orden hegemónico global aparecen habitualmente como “auxiliadores” para superar cualquier emergencia. Así fue en el pasado y lo es ahora. Pero, esta vez, se presenta en versión siglo XXI, aprendiendo del pasado. Ya se acabó la era de ofertar todo como un paquetazo de ajuste social. La ayuda financiera es presentada sin aparente contrapartida, sin grandes virajes. Las políticas económicas salvadoras en materia cambiaria, precios, tributarias y monetarias tampoco asoman con descaro neoliberal. Se esconden en forma de grandes acuerdos, de alianzas con amistades (peligrosas). Estamos en otro momento histórico. Todo se hace más amigable.

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Esta es la primera vez que el bloque de países progresistas ha de afrontar un ciclo tan prolongado de caída de los precios de las materias primas. Economías acostumbradas a funcionar con muchas divisas han de desafiar un nuevo estado de vacas flacas. No es momento para mirar hacia atrás. Seguramente hubieron errores en el pasado; pero también se llevaron a cabo políticas económicas exitosas en redistribución de la renta, garantías de derechos sociales, crecimiento (democratizado) del consumo interno, reapropiación de sectores estratégicos, recuperación de la soberanía, mejores condiciones de inserción geoeconómica. No obstante, la clave no está ni en vanagloriarse ni autoflagelarse por el pasado. El presente es lo que manda; y el futuro es lo que espera.

En ningún manual se encuentra la receta para encarar esta emergencia económica caracterizada por un frente externo adverso. La economía mundial no presenta síntomas de recuperación: ni los precios de los commodities, ni el comercio global y, mucho menos, la economía productiva global. Países como Venezuela, Ecuador o Bolivia enfrentan una situación inédita por la combinación conjunta de múltiples retos: a) no retroceder en materia social, b) sostener un patrón de consumo superior al del siglo pasado, c) gestionar una nueva estructura de clases sociales que cambió su matriz de demandas, d) no hipotecar el futuro ni ceder en clave de soberanía. Y todo ello hay que hacerlo ganando elecciones y venciendo la actual batalla que gira en torno a las expectativas de “estar mejor”.

El neoliberalismo del siglo XXI te extiende la mano con nuevas fórmulas. El gran Tratado de Libre Comercio se sustituye por acuerdos parciales; el ALCA por los “alquitas”. Cada país firma con quien puede para ver si así logra captar más divisas. De esta manera, se atomiza la región y se desanda todo lo que se avanzó en materia de integración regional. Los Tratados Bilaterales de Inversión se camuflan en blindajes particulares por cada inversión extranjera directa. La fragmentación geográfica de la producción mundial y sus cadenas globales de valor sirven para captar el mayor porcentaje posible de ganancia generada en cualquier proceso de transformación. La nueva economía del conocimiento y sus acuerdos de propiedad intelectual construyen nuevas cadenas de dependencia entre los países centrales y la periferia. Las translatinas son actores tan trascendentes como las transnacionales. La banca privada internacional y el FMI proponen prestamos con condiciones leoninas exigiendo como garantías expropiaciones de activos públicos. No resulta sencillo escapar de esta avalancha de rebajas en época de liquidación. La tentación neoliberal retorna aprovechándose de que nunca se fue del todo procurando injertarse definitivamente ahora que las contradicciones internas-externas florecen.

Ante cierto agotamiento relativo de la inventiva creadora de los procesos progresistas en materia económica, se corre el riesgo de “dejar hacer, dejar pasar” al neoliberalismo en su versión siglo XXI. Sin embargo, la política económica heterodoxa (postkeynesianismo, neomarxismo, feminismo, institucionalismo, escuela de regulación) otorga un gran ramo de posibilidades para huir de esta salida neoliberal. Lo primero es partir de varias premisas básicas: 1) la economía como un todo (y como la suma de sus partes), 2) la economía política está más presente que nunca, 3) no hay acierto económico sin una adecuada comunicación económica, 4) la eficiencia no debe estar reñida con la justicia social, 5) la economía también produce subjetividades, 6) la sociedad con mercado (pero no de mercado) es un hecho y, como tal, hay que definir qué vaya a ser. A partir de ahí, toca edificar un nuevo metabolismo económico capaz de sostener materialmente las revoluciones sociales que se han venido aconteciendo. He aquí algunas líneas para escapar del neoliberalismo 2.0.

Por un lado, la política tributaria ha de dejar de ser mera acompañante para convertirse en una herramienta decisiva en este dilema. Es necesario utilizar este motor frente a la emergencia económica por varias razones: a) hay que avanzar en soberanía tributaria (recaudar adentro lo que se necesite adentro), b) lo tributario ha de servir como incentivo para fomentar producción nacional, frenar importaciones y penalizar lo ocioso-improductivo-especulativo. Por otro lado, el sistema bancario ha de remar en la misma dirección del modelo de desarrollo productivo. Hay que regular las carteras de créditos evitando burbujas ineficientes y especulativas; se deben poner a funcionar las reservas excedentarias a favor de la economía productiva; hay que procurar nuevos mecanismos de ahorro interno. En materia cambiaria, se deben buscar mecanismos novedosos que logren amortiguar la supremacía del dólar: timbres cambiarios que resuelvan desequilibrios comerciales, bonos ahorros cambiarios que salvaguarden de ataques a la moneda, utilización de las divisas disponibles bajo criterios multiplicativos en la economía real. En lo comercial, es momento para repensar otras modalidades de intercambio en otras divisas con los BRICS.

De nada servirían estas políticas si no vienen acompañadas de un cambio del modelo productivo, no sólo produciendo nuevos bienes finales sino también considerando la fabricación de insumos productivos, verdaderos generadores del valor agregado. En este sentido, tampoco se debe descuidar quién produce (pequeños, medianos, grandes, transnacionales) y bajo qué condiciones laborales, y especialmente bajo qué objetivos: para satisfacer la demanda interna, privada o pública, o para exportar. Es hora de una nueva planificación productiva que, además, contemple los requerimientos de la política de compras públicas. Es imprescindible sintonizar la demanda del Estado con la nueva etapa productiva. A pesar del mandamiento neoliberal, del “no hay alternativa”, sí que se puede tomar otra ruta económica para afrontar este desafío de época. Nadie dijo que iba a ser fácil.

martes, 24 de mayo de 2016

El Papa, a la cumbre de Estambul: "Escuchen el grito de las víctimas y de los que sufren"


"Millones de personas necesitan protección, atención y asistencia, y buscan un futuro digno"

El papa Francisco envió un mensaje al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con motivo de la celebración del Cumbre Humanitaria Mundial que se está llevando a cabo, en Estambul, Turquía, del 23 al 24 de mayo. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, encabezó la delegación vaticana y leyó el mensaje del Santo Padre, en el que el pontífice exhorta a "escuchar el grito de las víctimas de la violencia y la persecución y a aprender de ellas una lección de humanidad para cambiar las opciones políticas y económicas, abandonando cualquier conducta o actitud de superioridad cultural". 

Mensaje del papa Francisco

"Deseo saludar a todos los participantes en esta primera Cumbre Humanitaria Mundial, al presidente de Turquía, junto con los organizadores de este encuentro, y a usted, señor secretario general, que han solicitado que esta ocasión sea un punto de inflexión en la vida de millones de personas que necesitan protección, atención y asistencia, y que buscan un futuro digno.

Espero que sus esfuerzos contribuyan realmente a aliviar los sufrimientos de estos millones de personas, de modo que la Cumbre muestre sus frutos a través de una sincera solidaridad y un respeto verdadero y profundo por los derechos y la dignidad de las personas que sufren debido a los conflictos, la violencia, la persecución y los desastres naturales. En este contexto, las víctimas son aquellos que son más vulnerables, aquellos que viven en condiciones de miseria y explotación.

No podemos negar que hoy muchos intereses impiden soluciones a los conflictos, y que las estrategias militares, económicas y geopolíticas desplazan a las personas y a los pueblos e imponen el dios del dinero, el dios del poder. Al mismo tiempo, los esfuerzos humanitarios son frecuentemente condicionados por limitaciones comerciales e ideológicas.

Por esta razón, lo que se necesita hoy es un compromiso renovado de proteger a cada persona en su vida diaria y de proteger su dignidad y sus derechos humanos, su seguridad y sus necesidades integrales. Al mismo tiempo, es necesario preservar la libertad y la identidad social y cultural de los pueblos, sin que comporte casos de aislamiento, sino favoreciendo también la cooperación, el diálogo, y sobre todo la paz.


"No dejar a nadie atrás" y "dar lo mejor de uno mismo" lleva aparejado el no darse por vencidos y la asunción de la responsabilidad de nuestras decisiones y acciones que conciernen a las víctimas. En primer lugar, hay que hacerlo de una manera personal, y luego juntos, coordinando nuestras fuerzas e iniciativas, con respeto mutuo de nuestras diferentes habilidades y áreas de especialización, no discriminando, sino acogiendo. En otras palabras: no debe haber ninguna familia sin hogar, ningún refugiado sin acogida, ninguna persona sin dignidad, ningún herido sin atención, ningún niño sin infancia, ningún hombre o mujer joven sin futuro, ninguna persona de edad avanzada sin vejez digna.

Que esta sea también la ocasión para reconocer la labor de los que sirven a sus vecinos y contribuyen a consolar los sufrimientos de las víctimas de la guerra y las calamidades, de los desplazados y refugiados, de los que se preocupan por la sociedad, especialmente a través de opciones valientes en favor de la paz, el respeto, la curación y el perdón. Así es como se salvan las vidas humanas.

Nadie ama un concepto, nadie ama una idea; amamos a las personas. El sacrificio de sí mismo, la entrega, brotan del amor hacia los hombres y las mujeres, los niños y los ancianos, los pueblos y las comunidades, los rostros, esos rostros y nombres que llenan nuestros corazones.

Hoy propongo un reto a esta Cumbre: Escuchemos el grito de las víctimas y de los que sufren. Dejemos que nos enseñan una lección de humanidad. Cambiemos nuestro modo de vida, la política, las opciones económicas, las conductas y actitudes de superioridad cultural. Aprendiendo de las víctimas y de los que sufren, seremos capaces de construir un mundo más humano.

Les aseguro mis oraciones, e invoco sobre todos los presentes las bendiciones divinas de sabiduría, fortaleza y paz.

lunes, 23 de mayo de 2016

Juventud y derecha en América Latina



Alejandro Fierro y Ava Gómez

ALAI.- Los procesos de emancipación latinoamericanos van acumulando años. Algunos, como el venezolano, están prontos a cumplir dos décadas. La irrupción de las mayorías populares plebeyas en la disputa política es ya un hecho incontrovertible en Latinoamérica, con independencia de que se ganen o pierdan elecciones o que incluso en muchos países no se haya accedido al poder. En ensanchamiento del mundo de lo posible en política es parte del sentido común de estos comienzos del siglo XXI.

Esta permanencia en el tiempo implica que la franja más joven de la población se ha socializado y ha realizado su inmersión política –con mayor o menor intensidad- dentro de esos mismos procesos, sin haber experimentado la realidad anterior, cuyo conocimiento –si es que lo tiene- se limita a referencias, testimonios, acotaciones históricas, etc…

En aquellos países donde no se han experimentado estas reformas emancipatorias, la lógica del recuerdo de la violencia es un elemento que explica la adhesión de los jóvenes a partidos y/o movimientos de derechas. Por ejemplo, muchos simpatizantes de Keiko Fujimori en Perú son jóvenes cuyos padres vivieron los años de violencia con Sendero Luminoso y que valoran al padre de Keiko como el líder capaz de acabar con el grupo guerrillero. Por otro lado, en Colombia sucede algo similar en la movilización de juventudes conservadoras; Álvaro Uribe es visto como quien, a diferencia de su antecesor Andrés Pastrana y de su sucesor Juan Manuel Santos, tuvo la “mano dura” para casi acabar con las guerrillas.

Los jóvenes de la derecha defienden las hazañas de estos líderes y critican que actualmente sean perseguidos, por ello se adhieren a partidos cuyo eje angular se centra en la figura de un mártir perseguido por sus logros en la lucha contra la guerrilla. No hemos de olvidar que en el caso de Perú el indulto de Alberto Fujimori es la razón de ser del fujimorismo y que, en el caso de Colombia, algo similar sucede con Álvaro Uribe y su familia, acusada de asociación ilícita con grupos paramilitares.

La desidiologización también se convierte en un elemento relevante de la autodefinición de estos jóvenes; la izquierda no sólo es vista por la cercanía con movimientos guerrilleros que han dañado el país, sino que además la crisis de los gobiernos progresistas (inflación, desabastecimiento, persistencia de la corrupción, etc…) los hace querer evitar a toda costa los liderazgos de izquierda en sus respectivos países.

La militancia de estos jóvenes, está más allá de la separación izquierda-derecha, radica en tener un país seguro, con oportunidades para el desarrollo de sus carreras profesionales y donde los límites al consumo, el disfrute y el bienestar individual no existan. En el caso de Colombia, se alejan de la dicotomía guerra-paz, rechazan la lógica de la negociación y el pacto con las guerrillas. Consideran que hay que superar ese tema, siendo lo más importante la prosperidad económica, disociada de la eventual participación política de los grupos insurgentes.

La dinámica de la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías que les permiten a los jóvenes estar interconectados también son una herramienta de movilización ciudadana. Un buen ejemplo de ello es la organización de las protestas del 2 de abril en contra del gobierno de Juan Manuel Santos y las negociaciones del mismo con las FARC. Fue precisamente una joven tuittera (militante del Centro Democrático) la que movilizó a través de redes sociales las multitudinarias marchas en Medellín, dejando clara evidencia de la fuerza política de la extrema derecha a través de redes sociales gestionadas por cuadros jóvenes de los partidos.

Latinoamérica es un continente joven en comparación con Europa o Estados Unidos –no así con Asia o África-. En especial, los países de Centroamérica y de la zona caribeña tienen los promedios de edad más bajos, con índices en torno a los 25 años. Este promedio se incrementa en el Sur, con casos como el de Argentina que es sitúa en torno a los 31 años, o Chile con 33. Sin embargo, dista mucho del de Italia (44 años), España (42) o Portugal (41), donde la política y los discursos se orientan en buena parte hacia la Tercera Edad, dado su enorme peso demográfico y, por tanto, electoral.

Consecuentemente, cada año millones de jóvenes latinoamericanos alcanzan la mayoría de edad y obtienen el derecho al voto. Constituyen una fuerza decisoria en cada nueva elección que se convoca. Pero su influencia no es sólo electoral. Tienen una fuerza creciente en la instalación de sentido común y, en muchas ocasiones, en el liderazgo de movimientos de protesta contra decisiones gubernamentales, situaciones económicas o contra el sistema en sí mismo.

Estas nuevas hornadas de votantes se decantan en un buen porcentaje por opciones de derecha o por la abstención, siendo cada vez más exiguo el número de nuevos electores que se adhieren a las propuestas progresistas cuando estas son gobernantes. Así se explican las recientes derrotas en Argentina, Venezuela o Bolivia o que el margen de ventaja en los últimos triunfos fuera cada vez menor. Y es una tendencia que continúa al alza.

Para revertir este comportamiento del nuevo voto es necesario analizar cómo son los jóvenes latinoamericanos, cómo se perciben a sí mismos, cuáles son sus demandas y cómo se posicionan ante los procesos políticos en los que se han hecho adultos. Sólo conociendo con detalle esta novedosa realidad se podrá tomar acciones políticas, culturales y discursivas que cambien la tendencia.

La nueva juventud latinoamericana

No es aventurado afirmar que la actual juventud latinoamericana es una de las más diferentes a sus predecesores de cuantas se han sucedido. Todas las sociedades cambian, pero hay momentos en los que la historia se acelera y estos cambios son más profundos. Es lo que ha ocurrido en el subcontinente en este principio de centuria. Las políticas concretas implementadas desde los Gobiernos postcapitalistas han supuesto un vuelco total en las condiciones socioeconómicas y, desde allí, en el imaginario juvenil. Hoy, en América Latina, un joven se parece menos a su padre o a su madre de lo que estos se parecían a sus abuelos, ello se debe a diversas variables sociodemográficas y económicas que inciden en sus dinámicas de participación social.

En primer lugar, un buen porcentaje de esos jóvenes han sido reenclasados a través de las políticas de inclusión. Sus condiciones de vida son mejores que las de sus padres en todos los ámbitos, desde la renta disponible hasta el acceso a servicios públicos.

Esta mejora objetiva ha traído como consecuencia una autopercepción por parte del sujeto joven muy alejada de sus orígenes populares. Por ejemplo, la II Encuesta Nacional de Juventud de Venezuela, realizada en 2013, reflejaba que el 76% de los jóvenes se consideraba “clase media”, mientras que tan sólo un 1% se considera “pobre”. Poco importa si de acuerdo a la estructura social del país muchos no encajen en la categoría de “clase media”. Lo relevante, a efectos de entender a esta nueva generación, es que piensan, sienten y se consideran como tal.

Quizás la características más importante en esta autopercepción de “clase media” es el exacerbado grado aspiracional. Las expectativas de sus padres se limitaban a unas mejoras en vivienda, alimentación, sanidad, salarios… En definitiva, a que la vida para las clases populares no fuera tan dura. Sobre esta mínima base aspiracional operaron los procesos de emancipación y fueron exitosos en la tarea de satisfacer estos deseos. El listón entre los jóvenes es infinitamente más alto y se focaliza en tres áreas:

Consumo de bienes y servicios, incorporando algunos que para sus padres podrían ser impensables como automóvil o vacaciones.

Servicios públicos, transportes e infraestructuras de mayor calidad, teniendo como referente Europa o Estados Unidos.

Mayor consideración social, a la que se consideran que se sienten merecedores por su capacitación educativa.

El punto número 3, la mayor consideración social, revela las claves del cambio del imaginario cultural. El merecimiento del mayor consumo de bienes y servicios y de mayor estatus social viene dado por una capacitación educativa superior a la de sus padres. Los jóvenes se sienten merecedores de esa nueva realidad porque han cumplido con su deber de capacitarse. Ellos entienden que el sistema les ofreció un contrato mediante el cual, si se capacitaban académicamente, podrían acceder a un trabajo de calidad con un sueldo que les permitiera realizar su proyecto de vida. La juventud siente que ha cumplido con su parte del contrato y ahora le pide al sistema que cumpla con la suya, que es proveerle de ese trabajo de calidad. Si esto no ocurre, genera sentimientos de frustración y rabia, incluso de injusticia hacia ese proyecto político por lo que considera un incumplimiento de las promesas. Esa sensación de injusticia se extiende a padres e incluso abuelas, que depositan sus esperanzas en el joven y en la formación que ha recibido y que ellos no pudieron disfrutar.

Cabe citar algunos datos para comprobar la enorme importancia que la juventud concede a la educación, concebida por ellos no como un elemento de formación integral sino como el pasaporte que les permitirá el acceso a un trabajo de calidad que a su vez les permitirá el acceso al proyecto de vida que se han imaginado. Según la II Encuesta Nacional de Juventud de Venezuela 2013, hasta un 90% de los jóvenes cree que su formación les proporcionará muchas o bastantes oportunidades laborales; el 93% asegura que su posición laboral mejorará en el futuro; y la inmensa mayoría, un 98%, mostró su deseo de proseguir unos estudios superiores a los que en el momento de la encuesta poseía. Se observa, por tanto, una maximización de la educación como motor del ascensor social unida a un pragmatismo utilitarista en su concepción de la misma.

A pesar de este pragmatismo, es importante no caer en el estereotipo fácil de catalogar a la nueva juventud latinoamericana como descreída, cómoda, cínica, desideologizada, materialista… Ellos no se ven así. Su “esfuerzo” por lograr una capacitación educativa les proporciona la coartada moral.

La bajada del precio de las materias primas, producto de la desaceleración económica en el contexto de una crisis internacional, ha supuesto que muchos de los Gobiernos progresistas han tenido que disminuir la ingente inversión social en la que basaron sus políticas y que les granjeó un apoyo masivo elección tras elección. Esto ha propiciado un empeoramiento objetivo de las condiciones de vida que, en el caso de los jóvenes –cuya edad les impide tener formado un sistema simbólico de lealtades políticas inquebrantable- se traduce en la frustración antes reseñada y que se dirige preferentemente contra la opción gobernante. Es entonces cuando se comienza a considerar al gobierno como “ineficiente”, “inútil”, “corrupto”…

En paralelo, y más allá de la situación económica actual, se venía observando un creciente desapego de estos sectores juveniles reenclasados hacia los Gobiernos progresistas al entender que eran “para pobres”. Ellos han hecho el tránsito hacía estadios superiores y por tanto no necesitan de este tipo de Gobiernos, a los que ven hasta cierto punto más como organizaciones caritativas que como ofertas políticas. Si los jóvenes no se consideran pobres –como se ha visto en el caso venezolano, con tan sólo un 1% que se cataloga de esta forma- consecuentemente no se identificarán con el discurso y la política para los pobres que sigue ocupando buena parte de la acción programática y discursiva de los procesos de emancipación. Muchas veces, esta “deserción” de aquello por lo que sí apostaron sus padres o incluso sus abuelos se lleva a cabo sin resentimiento, todo lo contrario, con agradecimiento por lo hecho pero con la constatación de que ya se está en otro estadio superior que, por tanto, necesita otras propuestas. “Gracias por haberme traído hasta aquí”, parece decir el joven reenclasado,” pero yo ya no soy pobre como sí lo eran mis padres y demando otras cosas que tu opción política, abocada a los más humildes, no puede satisfacer”.

En esta percepción influye que el imaginario del joven actual de Latinoamérica no tiene nada que ver con el de sus padres. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, la televisión por cable, la apertura al exterior con viajes incluidos y una perspectiva decididamente urbana le proporcionan una mirada que se aboca por continuo hacia afuera y más en concreto hacia aquellas sociedades que entiende más avanzadas (Estados Unidos y Europa, preferentemente). Expresa un anhelo de modernidad y rechaza todos los estereotipos negativos que asocia con Latinoamérica: atraso, ineficiencia, desorganización, corrupción… vinculándolos con las propuestas progresistas. En este sentido, los esfuerzos de integración latinoamericana y la puesta en valor de lo propio frente a lo foráneo se tambalean después de haber sido sumamente exitosos con una generación popular, la anterior, cuyas características eran diametralmente opuestas: más aislados, con poca capacidad de acceso a tecnología y medios de comunicación y permeados por los imaginarios rurales y semirrurales incluso aunque vivieran en la ciudad.

Estas nuevas generaciones no tienen un anclaje simbólico con los hitos fundacionales de los procesos progresistas. Las primeras victorias electorales, los golpes de Estado superados o los avances sociales en educación, alimentación o sanidad son vistas como parte de una historia pasada. Tampoco impacta en ellos el relato de los grandes sufrimientos provocados por las crisis neoliberales de las décadas de los 80 y los 90. Rara vez la Memoria Histórica influye en la juventud y Latinoamérica no es una excepción. Por otra parte, han naturalizado los derechos individuales y sociales, cuyo disfrute dan por sentado con independencia de quién gobierne. Y en el caso de que fueran vulnerados, entienden que pueden desalojar a ese Gobierno con su voto, en lo que constituye una maximalización de las elecciones.

Otro de los aspectos a los que la juventud latinoamericana es reacia es a la adopción de los símbolos identitarios con los que se cimentaron los procesos de emancipación. Lemas, cánticos, colores (el rojo, rojito venezolano), banderas, anagramas… Todos esos aglutinantes han perdido buena parte de su eficacia y son vistos como elementos uniformizadores frente a una juventud que pide diversidad, colorido y diferencias, primando la individualidad y la singularización sobre la masa (sin darse cuenta, obviamente, de que esta supuesta diversidad es una uniformización del capitalismo).

A pesar de lo analizado hasta ahora, sería un error pensar que los jóvenes latinoamericanos impugnan los sistemas postcapitalistas en su integridad. Los interpelan sólo en la medida en la que no son capaces de satisfacer sus aspiraciones. La juventud no demanda rupturas, probablemente ni siquiera reformas, sino eficiencia y satisfacción de aquellas demandas a las que cree que tiene derecho.

Juventud y derechas

Como se ha reseñado con anterioridad, el voto joven está optando por propuestas de derecha o por la abstención y sólo de forma minoritaria se decanta por los gobiernos progresistas. La explicación más obvia es la decepción ante unas opciones de izquierda que en la coyuntura económica actual no son capaces de mantener los niveles de consumo, de satisfacción aspiracional y de provisión de derechos y necesidades.

Sin embargo, este análisis resulta insuficiente para comprender el fenómeno en su totalidad. Las derechas también han sabido reacomodarse y, tras su particular travesía en el desierto, están consiguiendo conectar con buena parte del electorado joven:

Las derechas subcontinentales se están apropiando del mensaje de cambio y futuro que demandan los jóvenes. En la guerra de las expectativas, las diferentes oposiciones cobran ventaja mientras que los Gobiernos progresistas y partidos y movimientos que lo sustentan parecen haberse quedado anclados en el pasado. Por ejemplo, en la campaña para las elecciones legislativas de Venezuela del pasado 6 de diciembre, el chavismo esgrimió como principales mensajes la defensa de los logros sociales conquistados y el cordón sanitario contra el regreso de las derechas (el lema “No volverán”, acuñado en los primeros años del chavismo). Evidentemente, pueden ser dos factores deseables –en especial el primero- pero remiten más al pasado, a lo ya hecho, que al futuro. Por el contrario, el mensaje de la oposición no dejaba lugar a dudas: “Cambio”.

Este cambio se presenta como un valor simbólico en sí mismo, el tótem del cambio por el cambio, el trayecto hacia unos conceptos difusos (mejora, progreso, eficiencia, desarrollo) que se logrará a través de unos instrumentos también poco concretos (gestión, capacitación, merito, honradez) y evitando cualquier mención a nociones como “ideología”, “política”, “disputa partidaria”, “enfrentamiento de clases”… Con respecto a esta última idea, las derechas abogan por una unidad en torno a la nacionalidad (“todos somos venezolanos, ecuatorianos, colombianos, argentinos…”) como superación de la supuesta polarización a la que los gobiernos progresistas han sumido al país.

Esta oferta difusa, líquida, gelatinosa, está demostrando que es capaz de conectar con grandes masas de jóvenes. El manto de modernidad, de oferta para el presente y el futuro frente a unos movimientos a los que se dibuja como anacrónicos, como propios de un tiempo que ya pasó, les confiere un mayor atractivo a los ojos de un elector sin pasado que no ve el regreso del neoliberalismo, sino la irrupción de una nueva fuerza que conecta con su imaginario.

Las derechas hacen espacial mención a la educación y su consecuencia lógica, el mérito, como legitimación de la aspiración y el posterior logro. La educación es un área amable y fácil de desideologizar, por eso las ofertas políticas del neoliberalismo hacen tanto hincapié en ella. Es la receta infalible, la poción mágica que permitirá a las personas salir de su situación y emprender el camino del ascenso social. Si no lo logra, la culpa será suya puesto que no ha aprovechado las oportunidades. De esta forma, se elimina la cuestión de clase. Cualquiera puede llegar a la cúspide –y “cualquiera” no significa “todos”- si aprovecha esas oportunidades. Huelga decir que la educación no es entendida como formación integral de la persona ni mucho menos como fomentar la visión crítica para la transformación de la realidad, sino como el pasaporte para el mercado laboral.

El mundo es muy diferente al de los años 80 y 90, cuando arreciaba el neoliberalismo y sus consecuentes crisis. Latinoamérica ha sido partícipe de ese cambio. Internet y las innovaciones tecnológicas han superado a la Aldea Global que McLuhan focalizara en la televisión. Hoy, más que nunca, los referentes son globales, especialmente los culturales y de ocio. El capitalismo encuentra aquí un importante productor de sentido común dirigido, sobre todo a la juventud. Mitos e ídolos son funcionales al sistema. No es casual que la derecha latinoamericana busque apoyo en esos referentes para llegar a los jóvenes. Un caso paradigmático fue la intervención del cantante Chino –del dúo venezolano Chino y Nacho- en la Asamblea Nacional con motivo del Día Internacional de la Juventud. Allí, el intérprete señaló que había visto a funcionarios chavistas con “zapatos de 1.000 dólares”. “Y sé que valen 1.000 dólares porque son los que yo llevo. Pero yo me los he ganado trabajando”. Toda una declaración meritocrática sin duda más eficaz que si fuera expresada por un político.

domingo, 22 de mayo de 2016

Democracia inconclusa



Padre Pedro Pierre

La destitución de la presidenta brasileña por las asambleas de diputados y senadores nos deja un sabor amargo. Es el fruto de una gran manipulación de los medios de comunicación que están en manos de los grandes terratenientes, de los dueños de las mayores empresas nacionales e internacionales y de los propietarios y accionistas de los bancos. Han logrado que cayera un gobierno elegido fuera de su clase pudiente que trabajaba por los intereses de las clases medianas y pobres. El Gobierno de Estados Unidos, tan pronto a intervenir, ha guardado un silencio total: está claro que este golpe beneficia también sus intereses.

No es el primer golpe de esta clase en nuestro continente. Están Honduras, Paraguay y, de alguna manera, Argentina. ¿Cuál va a ser el próximo país a caer? La guerra económica y mediática arrecia en Venezuela. Y se la está fomentando en Bolivia y Ecuador. Todo esto nos demuestra que la democracia no funciona porque no está al servicio de los pobres, como debería ser. Lo vemos con las grandes instituciones como la ONU, la OMC… Ni hablar de los grandes bancos internacionales dizque fundados para sacar al mundo de la miseria y la pobreza, que no dejan de crecer. Los actuales escándalos en los paraísos fiscales los está demostrando fehacientemente.

La palabra democracia es el sueño de la humanidad: significa ‘el pueblo se gobierna’. Fueron los griegos, hace 2.500 años, que inventaron la palabra para que los dictadores o reyes no gobernaron solos, sino consultando y respetando el aviso de sus ciudadanos; el problema en esa época era que los esclavos eran excluidos y representaban la inmensa mayoría de la población. Otro país donde hace unos 8 siglos los reyes tenían que respetar “la oposición de su majestad” fue Inglaterra. Luego con la Revolución Francesa se pusieron poco a poco en marcha los sistemas democráticos mediante las elecciones: “la mayoría de la población manda a través de sus representantes elegidos”. Nuestro continente Abya Yala tuvo, antes de ser arrasado por las invasiones europeas, inventó el gobierno por consenso, establecido en la utopía del Bien Vivir, que facilite una mayor participación e influencia del pueblo.

¿Dónde está la falla? Viene de 2 falencias. Primero, la de los ricos o propietarios (terratenientes, empresarios y banqueros) que hacen todo lo posible para que no funcione la democracia, porque perderían dinero, poder y privilegios: Hecha la ley, hecha la trampa. Proviene también de la inmensa mayoría de la gente que no se organiza como pueblo, no adquiere una conciencia crítica de la realidad y así no puede tomar los correctivos necesarios para aumentar su poder de participación y decisión en todos los ámbitos. La democracia está inconclusa.

En ese sentido, el papa Francisco nos está provocando a vivir mejor la democracia. Sus palabras de denuncia son de las más claras y sus propuestas desafiantes: “Los movimientos sociales son los mayores protagonistas de los cambios necesarios”. La pregunta es si queremos cambios de verdad.

sábado, 21 de mayo de 2016

LA TRINIDAD ES UNA ÚNICA REALIDAD


Fray Marcos Rodríguez
Jn 16, 12-15

De Dios no sabemos ni podemos saber absolutamente nada. Ni falta que nos hace, porque tampoco necesitamos saber lo que es la vida fisiológica, para poder tener una salud de hierro. La necesidad de explicar a Dios es fruto del yo individual que se siente fortalecido cuando se contrapone a todo bicho viviente, incluido Dios. Cuando el primer cristianismo se encontró de bruces con la filosofía griega, aquellos grandes pensadores hicieron un esfuerzo sobrehumano para “explicar” el evangelio desde aquella arrolladora filosofía. Seguro que ellos se quedaron tan anchos, pero el evangelio quedó hecho polvo.

El lenguaje teológico de los primeros concilios, hoy no lo entiende nadie. Los conceptos metafísicos de “sustancia”, “naturaleza” “persona” etc. no dicen absolutamente nada al hombre de hoy. Es inútil seguir empleándolos para explicar lo que es Dios o como debemos entender el mensaje de Jesús. Tenemos que volver a la simplicidad del lenguaje evangélico y a utilizar la parábola, la alegoría, la comparación, el ejemplo sencillo, como hacía Jesús. Todos esos apuntes tienen que ir encaminados a la vivencia no a la razón.

Pero además, lo que la teología nos ha dicho de Dios Trino, se ha dejado entender por la gente sencilla de manera descabellada. Incluso en la teología más tradicional y escolástica, la distinción de las tres “personas”, se refiere a su relación interna (ab intra). Quiere decir que hay distinción entre ellas, solo cuando se relacionan entre sí. Cuando la relación es con la creación (ad extra), no hay distinción ninguna; actúan siempre como UNO. A nosotros solo llega la Trinidad, no cada una de las “personas” por separado. No estamos hablando de tres en uno sino de una única realidadque es relación.

Cuando se habla con mucho énfasis de la importancia que tiene la Trinidad en la vida espiritual de cada cristiano, se está dando una idea falsa de Dios. Lo único que nos proporciona la explicación trinitaria de Dios es una serie de imágenes útiles para nuestra imaginación, pero nunca debemos olvidar que son imágenes. Mi relación personal con Dios siempre será como única realidad. Debemos superar la idea deque “crea” el Padre, “salva” el Hijo y “santifica” el Espíritu. Esta manera de hablar es metafórica. Todo en nosotros es obra del único Dios. ¿Qué sentido puede tener, dirigir las oraciones al Padre Creyendo que es distinto del Hijo y del Espíritu?

Lo que experimentaron los primeros cristianos es que Dios podía ser a la vez y sin contradicción: Dios que es origen, principio, fuente de todo (Padre); Dios que se hace uno de nosotros (Hijo); Dios que se identifica con cada uno de nosotros (Espíritu). Nos están hablando de Dios que no está encerrado en sí mismo, sino que se relaciona dándose totalmente a todos y a la vez permaneciendo Él mismo. Un Dios que está por encima de lo uno y de lo múltiple. El pueblo judío no era un pueblo filósofo, si no vitalista. Jesús nos enseñó que, para experimentar a Dios, el hombre tiene que aprender a mirar dentro de sí mismo (Espíritu), mirar a los demás (Hijo) y mirar a lo trascendente (Padre).

Lo más importante en esta fiesta que estamos celebrando, sería el purificar nuestra idea de Dios y ajustarla cada vez más a la idea que de Él quiso transmitirnos Jesús. Aquí sí que tenemos una amplia tarea por hacer. Como buenos cartesianos, intentamos una y otra vez acercarnos a Dios por vía intelectual. Creer que podemos encerrar a Dios en conceptos, aunque sean los muy sublimes de la filosofía griega, es tan ridículo que no merece la pena gastar un minuto en demostrarlo. La realidad de Dios no podemos comprenderla, no por que sea complicada, sino porque es absolutamente simple y nuestra manera de conocer es analizando y dividiendo la realidad. Toda la teología que se elaboró para explicar la realidad de Dios es absurda, porque Dios ni se puede ex-plicar, ni com-plicar o im-plicar. Dios no tiene partes que podemos analizar por separado.

El entender a Dios como Padre, nos conduce por el camino del poder, de la omnipotencia y la capacidad absoluta de hacer lo que se le antoje. Todos los “poderosos de la tierra” han tenido mucho interés en desplegar esa idea de Dios. Según esa idea, lo mejor que puede hacer un ser humano es parecerse a Él, es decir intentar por todos los medios, ser más, ser grande, tener poder. Pero ¿de qué sirve ese Dios a la inmensa mayoría de los mortales que se sienten insignificantes? ¿Cómo podemos proponerles que su objetivo es identificarse con ese Dios? Por fortuna Jesús nos dice todo lo contrario, y el AT también, porque su Dios, empieza por estar al lado, no del faraón, sino del pueblo esclavo.

Un Dios que premia y castiga, es verdaderamente útil para mantener a ralla a todos los que no se quieren doblegar a las normas establecidas. Machacando a los que nos se amoldan, estoy imitando a Dios que hace lo mismo. Cuando en nombre de Dios prometo el cielo (toda clase de bienes) estoy pensando en un dios que es amigo de los que le obedecen. Cuando amenazo con el infierno (toda clase de males) estoy pensando en un dios que, como haría cualquier mortal, se venga de los que no se someten.

Pensar que Dios utiliza con el ser humano el palo o la zanahoriacomo hacemos nosotros con los animales que queremos domesticar, es hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza y ponernos a nosotros mismos al nivel de los animales. Pero resulta que el evangelio dice todo lo contrario. Dios es amor incondicional y para todos. No nos ama porque somos buenos sino porque Él es bueno. No nos ama cuando hacemos lo que Él quiere, sino siempre. Tampoco nos rechaza por muy malos que lleguemos a ser.

Un dios “que está en el cielo”, puede hacer por nosotros algo de vez en cuando, si se lo pedimos con mucha insistencia y lo merecemos. Pero el resto del tiempo nos deja abandonados a nuestra suerte. Pero ese miedo a que nos abandone a nuestra suerte es muy útil para que los que actúan en su nombre nos obliguen a obedecer sus directrices. El Dios de Jesús está en lo hondo de nuestro ser identificado con nosotros mismos. Siendo el AMOR en nosotros no puede admitir intermediarios. Esto no es útil para ningún poder o institución. Pero ese es el Dios de Jesús. Ese es el Dios que siendo Espíritu, tiene como único objetivo llevarnos a la plenitud de la verdad. Y aquí “Verdad”, en contra de lo que se piensa, no es conocimiento sino Vida. El Espíritu nos empuja a ser verdad, ser auténticos.

Un Dios condicionado a lo que los seres humanos hagamos o dejemos de hacer, no es el Dios de Jesús. Esta idea de que Dios solamente nos quiere cuando somos buenos, repetida durante tres mil años, ha sido de las más útiles a la hora de conseguir la docilidad del ser humano a intereses de jerifaltes o de grupos. Esta idea, radicalmente contraria al evangelio ha provocado más sufrimiento y miedo que todas las guerras juntas. Sigue siendo la causa de las mayores ansiedades que no dejan a las personas ser ellas mismas. Cada vez que predico que Dios es amor incondicional, viene alguien a recordarme: pero es también justicia. Y esa justicia quiere decir para ellos: ¿Cómo puede querer Dios a ese desgraciado pecador igual que a mí, que cumplo todo lo que Él mandó?

Lo que acabamos de leer del evangelio de Jn, no hay que entenderlo como una profecía de Jesús antes de morir. Se trata de la experiencia de los cristianos que llevaban setenta años viviendo esa realidad del Espíritu dentro de cada uno de ellos. Ellos saben que gracias al Espíritu tienen la misma Vida de Jesús. Es el Espíritu el que haciéndoles vivir, les enseña lo que es la Vida. Esa Vida es la que desenmascara toda clase de muerte (injusticia, odio, opresión). La experiencia pascual consistió en llegar a la misma vivencia interna de Dios que tuvo Jesús. Lo que intentó Jesús con su predicación y con su vida, fue hacer partícipes a sus seguidores de esa vivencia.

Meditación-contemplación

Hoy lo mejor será recordar unas estrofas de S. Juan de la Cruz

Entreme donde no supe, / y quedeme no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo.

Yo no supe donde entraba, / pero cuando allí me vi, / sin saber donde me estaba, /

grandes cosas entendí; / no diré lo que sentí, / que me quedé no sabiendo, /

toda sciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido, / tan absorto y agenado, / que se quedó mi sentido /

de todo sentir privado, / y mi espíritu dotado / de un entender no entendiendo. /

Toda sciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero / de sí mismo desfallece; / cuanto sabía primero /

Mucho bajo le parece, / y su sciencia tanto crece, / que se queda no sabiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo / es de tan alto poder, / que los sabios arguyendo /

jamás lo podrán vencer, / que no llega su saber / ano entender entendiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.

Y si lo queréis oír, / consiste esta suma sciencia / en un subido sentir /

De la divinal esencia; / es obra de su clemencia / hacer quedar no entendiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.