MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Padre Pedro Pierre: ¿Enterrar el correísmo?


Padre Pedro Pierre

¿Dónde podemos encontrar algunas pistas y algunos criterios que nos permitan seguir progresando individual y colectivamente? Un cambio profundo tiene que ir con una continuidad renovada. Los medios de comunicación comerciales nos quieren hacer creer que durante esta última década todo ha estado malo y que hay que volver a los tiempos de antes donde la clase financiera dirigía los destinos del país. Es notorio que el Gobierno tiene dificultades para introducir cambios en la continuidad. Para ver más claro, analicemos en qué hemos avanzado y qué progresos nuevos queremos alcanzar.

A pesar de todos los desaciertos, ¿quién quiere regresar al viejo país: las carreteras en pésimo estado, la inestabilidad política, la educación y la salud pagadas, la evasión fiscal, los cortes de la luz, el seguro social de pésima calidad, la ausencia de ayudas financieras, una situación de pobreza de 20% superior a… “No se puede ocultar el sol con un dedo”.

El mayor problema no es la corrupción, a pesar de que sí es un problema pernicioso. La defensa de los derechos humanos no se limita a los delitos sexuales sin quitarles su gravedad. El cambio de la matriz productiva no se limita al aumento de la producción y exportación. La erradicación de la desigualdad sigue siendo el gran desafío. Continúan las plagas del desempleo masivo y de la extracción petrolera y minera… ¿Nos damos cuenta de que se trata de cambiar de manera de vivir personal, social, económica y culturalmente? Padecemos los sufrimientos que nosotros mismos producimos. ¿Cambiará esta situación con la consulta popular? Lo que se trata de enterrar es nuestra propia ceguera, nuestro individualismo, nuestra corrupción, nuestra falta de valentía e iniciativa colectivas. Arrimemos el hombro para aclarar los objetivos que queremos alcanzar y cambiar un sistema que nos lleva a un futuro cada vez más deshumanizante. Pero, ¿estamos verdaderamente dispuestos a tomar los medios que se necesitan para aquello?

domingo, 26 de noviembre de 2017

Antonio Spadaro: "La oposición al Papa no tiene gramática, es polémica e irrespetuosa. Chilla y nada más"


José M. Vidal

No le gusta que le llamen "asesor" u "hombre de confianza" del Papa. Pero la verdad es que Antonio Spadaro sj, director de la Civiltá Cattolica, le acompaña en todos sus viajes y tiene muy claras las claves del pontificado de Francisco y así lo demostró, una vez más, en el I Encuentro de Periodistas "Pro Francisco", organizado, en Madrid, por Religion Digital y Mensajeros de la Paz. "El Papa no necesita que se le defienda", "no es un Papa ideológico" ni "pacifista", aseguró en su conferencia en la iglesia de San Antón.

El jesuita italiano, siempre brillante en sus ideas y en la forma de exponerlas, habló en italiano y le tradujo, con maestría, el salesiano Javier Valiente. Desde el principio, quiso dejar muy claro que Francisco "no necesita defensores" ni le sgustan las trinchera ni los frentes. "El Papa se defiende sólo", añade, al tiempo que pide a los periodistas "no desfigurar la figura del Papa" ni "proyectar sobre Francisco sus propias ideas".

Porque, a su juicio, el verdadero problema son los que propagan 'fake news' sobre Francisco o "los que le atribuyen lo que ellos piensan, pero no lo que dice el Papa".

Es evidente, según Spadaro, que el Papa tiene críticos y se encuentra con resistencias dentro y fuera de la Iglesia. Pero, a pesar de todo, "está sereno" y "no se siente molesto por las personas que van contra él". Entre otras cosas, porque las críticas son "un indicador de que sus reformas funcionan".

Y es que Francisco sabe perfectamente y lo asume como una característica de su pontificado que la historia avanza gracias a la dialéctica tesis-antítesis, que se supera en una síntesis. De hecho, al Papa le preocupa más, según Spadaro, que "las cosas estén demasiado tranquilas". Le encanta el lío y que se agiten las aguas. Y, cuando no hay debate, él mismo lo provoca. Como pasó en el Sínodo de la Familia.


"El Papa no tiene miedo", aseguró el jesuita e instó a los periodistas que quieran ser 'pro Francisco' "a no dar demasiada importancia a los ruidos, voces y rumores, que se alimentan gracias a la excesiva atención que se le presta". Además de ser pocas y no demasiado relevantes, las críticas contra el Papa son, según el jesuita, "voces de sacristía, cuya importancia alimentamos, si las contrarrestamos".

Además, se trata, según el director de la Civiltá Cattolica, de "una oposición sin gramática", "polémica e irrespetuosa, porque pone en discusión el primado petrino, pone en discusión que el Papa sea Papa". Y esto la convierte en una oposición "que no sabe hablar: chilla y nada más".

Eso sí, aunque le resta importancia, Spadaro reconoce que "hay movimientos de oposición", pero no considera este fenómeno como algo negativo, sino al contrario. "El que la oposición se exprese es positivo, porque Francisco quiere que haya debate en la Iglesia, para el bien de la Iglesia".


Ni Quijote ni reformador

Es evidente también que algunos, en la Iglesia, se oponen al Papa por las reformas que está implementando. En una ocasión, Spadaro le preguntó directamente al Papa:

-¿Quiere usted reformar la Iglesia?

-No. Sólo quiero colocar a Cristo cada vez más en el centro de la Iglesia. Será Él el que haga las reformas, contestó Francisco.

Para Spadaro, el Papa no es, pues, "un Don Quijote, que se propone como el gran reformador de la Iglesia". Su papado es "un pontificado de discernimiento: busca donde está el señor y qué quiere el Señor para su Iglesia".

Este principio de discernimiento genérico se plasma en algo más concreto. "El papado de Francisco es un papado del Vaticano II", porque, al igual que el Concilio, "Francisco siente que el diálogo es imprescindible en la historia del mundo y de la Iglesia".


Siguiendo con sus "provocaciones", el jesuita italiano asegura que "Francisco no es un Papa simpático, que está siempre sonriendo, sino un Papa dramático, que carga con las heridas de la historia". De hecho, "su sonrisa es bálsamo o aceite sobre las heridas abiertas", porque, para él, "la Iglesia es un hospital de campaña".

Otro elemento fundamental del pontificado de Francisco, según Spadaro, es "su pensamiento abierto e incompleto". Es decir, "el Papa no tiene un plan para la Iglesia", porque "no es un Papa ideológico".

Su caminar al frente de la Iglesia es un proceso, que "se basa en la dinámica del acierto-error" y, por eso, "desestabiliza a quien busca certezas", porque "el discernimiento no se basa en certezas humanas, sino en posibilitar el despliegue de la voluntad de Dios en la historia".

Para ejemplificar esta dinámica, el jesuita se refirió a los viajes papales. A su juicio, "son viajes que se van haciendo durante los viajes", teniendo siempre en cuenta que, en ellos, "al Papa le gustan dos cosas: tocar heridas y muros y correr riesgos".

Y por eso, en sus viajes, no le dice a las autoridades lo que tienen que hacer, sino que "abre los ojos y los oídos y trata de entender lo que es bueno para la humanidad", concluye Spadaro, que recibe una ovación de gala. El jesuita demuestra, una vez más, que es un auténtico 'gurú' de la informacióon vaticana. Y, sin darse importancia, lo que acrecienta su figura.

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sábado, 25 de noviembre de 2017

Fray Marcos Rodríguez: EL “JESÚS DEL GRAN PODER” ES EL REFLEJO DE NUESTROS SUEÑOS


Fray Marcos Rodríguez
Mt 25, 31-46

Jesús nunca reivindicó ningún reino para sí. Todo lo contrario, dijo expresamente que, “el que quiera ser primero, sea el servidor”. Afirmó de palabra y con su vida, que él “no venía a ser servido, sino a servir”. Después del ayuno en el desierto, el ser dueño y señor del mundo se le presenta como una tentación. ¿No hemos ocupado el lugar del tentador, cuando, sin pedirle consentimien­to, le hemos dado todos los reinos del mundo? Jesús criticó muy duramente todo poder. Después de la multiplicación de los panes, nos dice Juan: "Viendo que querían echarle mano para proclamarle rey, se retiró a la montaña."

¿No hemos superado la burla macabra de los soldados, poniéndole una corona de oro, un manto real y un cetro cargado de brillan­tes? O no he entendido nada del evangelio o este cetro y esta corona es mucho más denigrante para Jesús, que la caña y las espinas. Cuando Pilato pone el título sobre la cruz, "Éste es el rey de los judíos", lo hace para burlarse de él y de los judíos. ¿No será también una burla llamarle rey del universo?

¿Cómo surge esta tergiversación del mensaje de Jesús? Nuestro ego narcisista está incapacitado para asumir su desaparición. Tiene una capacidad increíble para revolverse sobre la punta de una aguja y salirse con la suya. Como la propuesta de Jesús era inasumible, la presenta como una estrategia para conseguir plenitud de gloria. Así, cuando Jesús dice que la meta de su vida es el don total a los demás, el ego la interpreta como el único medio para ser glorificado por Dios. Una vez presentada así la trayectoria de Jesús, será muy fácil hacernos ver que la nuestra debe seguir el mismo camino.

El ser humano, como la vela, está hecho para dar luz, pero la vela, nada más encenderla, se empieza a consumir. La vela, hasta que no es encendida, es un trasto que rueda por los cajones. El día que se va al luz, la buscamos y la encendemos. En ese momento empieza a ser vela. Nuestro ego nos impide aceptar esta perspectiva. Nada ni nadie le puede convencer de que su objetivo es desaparecer, menos aún, en beneficio de los demás. El colmo del desastre fue que descubrió la manera de emplear toda la parafernalia espiritual para conseguir su propio objetivo. No hay forma de que pueda cambiar de perspectiva.

Fijaros qué contradicción. Para celebrar la gloria de Jesús recordamos el momento de su vida donde mejor dejó reflejada su actitud vital, la eucaristía. Yo, como el pan, me parto y me vuelvo a partir para que me coman. Me dejo masticar, tragar, asimilar para alimentar a otros, aunque sea a costa de desaparecer. Yo entrego mi vida (mi sangre) a los demás para que la hagan suya y puedan trasformar su propia vida. La sangre solo se puede entregar a costa de la propia vida. Si la doy a los demás, me quedaré sin ella. Todo esto lo celebramos como un rito más, pero para nada condiciona mi propia existencia.

Sin duda, el Reino de Dios fue el centro de la predicación de Jesús. La imagen de Dios como rey de Israel se remonta a la época de la entrada en Palestina del pueblo judío. Para un nómada nada podía significar la idea de un rey; pero cuando entran en contacto con las estructuras sociales de la gente que vivía en ciudades, los israelitas piden a Dios un rey. Esto fue interpretado por los profetas, como una traición a Yahvé. Poco a poco se va enriqueciendo esa idea y termina por ser la imagen clave para la apocalíptica. El final de la historia será un Reino de Dios que termina por sobreponerse a todos los demás.

Solo en este contexto cultural podemos entender la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. Sin embargo, el contenido que le da es muy distinto. En tiempo de Jesús, el futuro Reino de Dios se entendía como una victoria del pueblo judío sobre los gentiles y una victoria de los buenos sobre los malos. Jesús predica un Reino de Dios, del que van a quedar excluidos lo que se creían buenos y van a entrar las prostitu­tas, los pecadores, los marginados. Los gentiles serán llamados y muchos judíos quedarán fuera.

El Reino predicado por Jesús ya está aquí, ha comenzado ya: "el Reino de Dios está dentro de vosotros”. Esta idea desbarata todo nuestro montaje sobre el reino de Dios. No se trata de preparar un reino para Dios, se trata de un Reino que es Dios, no de que Dios tenga un reino. Haremos que se vea con nuestra manera de actuar, pero solo después de haber descubierto su presencia en lo más hondo de nuestro corazón. Es un reinado del AMOR. No es un reino de personas físicas, sino de actitudes vitales. Cuando me acerco al que me necesita preocupándome por él, hago presente el Reino de Dios.

Cuando Pilato le pregunta si es rey, contesta Jesús: “mi reino no es de este mundo”. No quiere decir que vendrá después o que estará en otro lugar, sino que no tiene nada que ver con lo que él entendía por reino. Al insistir Pilato, Jesús le dice: "sí, soy rey, yo para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad." Ser testigo de la verdad, ser auténtico, ser verdad, es la única manera de ser dueño de sí mismo, y por la tanto de ser dueña de la realidad entera. Jesús es rey de sí mismo y así es Rey en absoluto.

El Reino de Dios, lo divino que nos inunda, es un fermento, un alma, una luz que transforma mi ser y toda la realidad. Se manifiesta como una cualidad, pero en realidad, es mi esencia. Yo tengo que esforzarme por hacerla surgir desde lo hondo de mí mismo, aceptando que viene a absorberme. Es necesario que tras haber cooperado con todas mis fuerzas a hacerla brotar, consienta en la comunión, en la que mi propia individualidad se hundirá y acepte convertirme en su alimento (Teilhard de Chardin).

Después de lo dicho podemos comprender que no se trata de entronizar a Jesús ni antes ni después de morir. Lo Crístico, es decir, lo que significa y encarna la figura de Jesús, es lo que tiene que reinar entre nosotros. Cuando decimos: reina la armonía, reina la paz, etc. estamos hablando de un ambiente envolvente que permite su desarrollo. Hablar del reinado de Cristo significa que su mismo espíritu mueve también nuestra existencia.

En el relato que hemos leído, encontramos la clave de la encarnación. Dios no se hace un hombre, sino que se hace hombre. El que juzga es el Hombre, el punto de contraste para valorar una vida humana es la semejanza con Jesús “el Hombre”. No tenemos que esperar ningún juicio desde fuera. Mis actitudes van manifestando en cada momento el grado de identificación con el modelo de Hombre. En la medida que me identifique con el modelo, me salvo; en la medida que me separe de él, me voy condenando.

Hemos conseguido un cristianismo cómodo colocando a Dios en el cielo. Sería demasiado peligroso descubrir a Dios encarnado en cada uno de los seres humanos que nos rodean. Pero no hay escapatoria. Dios es encarnación y lo tenemos que descubrir en las criaturas. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. La pregunta de los rechazados deja bien claro que, si hubieran descubierto la presencia de Dios en el necesitado, lo hubieran socorrido. La tarea es descubrir lo que somos.

Meditación

A Dios no le servimos para nada.
Los demás sí necesitan de nosotros.
Si quieres llegar a Dios cuida del otro.
En él lo encontrarás pobre y necesitado.
Al cuidar con amor de sus heridas,
restañarás las tuyas.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Padre Pedro Pierre: Maraña judicial


Padre Pedro Pierre

El juicio penal a Jorge Glas no deja de sorprender por todas las acusaciones que publican los medios de comunicación comerciales: Glas aparece como culpable a pesar de que no aparece ninguna prueba física de la corrupción por la que se lo acusa. Un juicio penal tiene por lo menos 7 pasos para que haya condenación firme, entre ellos: denuncia, investigación, acusación con pruebas físicas, condenación formal, apelación del condenado y confirmación de la condena.

No hemos llegado ni a la mitad del proceso penal y ya se lo apresó y se lo está presentando como condenado. Qué asco y vergüenza dan esta situación en un país que se pensaba que había superado estas oscuras épocas.

Por eso hago mía la carta que un amigo dirigió a Jorge Glas, carta aprobada ya por un cierto número de personas y grupos que nos preocupamos por los destinos de nuestro país:

Le escribo estas líneas para expresarle mi admiración por su valentía y nobleza manifestada durante este período tan duro y difícil para usted y su familia.

Su firme actitud, sin duda, ha logrado frenar temporalmente el accionar de poderosas fuerzas oscuras, campeonas de la intriga, la falsedad y la difamación. Permítame decirle que creo en usted, no en los fiscales y jueces. Creo en usted, no en la justicia imperial que ha logrado deteriorar la soberanía de la justicia ecuatoriana.

Considero que usted ha sido el vicepresidente más eficiente de Ecuador en toda su historia. Lo confirman las obras realizadas.

Comprendo perfectamente que las personas que sudan su trabajo, como lo ha hecho usted, no tienen tiempo para los chismes, las patrañas e intrigas propias de las oligarquías tan incapaces como privilegiadas, ni los agentes imperiales tan voraces como opresores, ni los envidiosos en general…”. En su tiempo, el apóstol Santiago escribía: “¿De dónde proceden esas guerras y esas riñas entre ustedes? Son el fruto de las codicias que hacen la guerra dentro de ustedes mismos”. ¿Y hasta cuándo vamos a permitir que nos manipulen descaradamente?

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Pedro Casaldáliga: Humanizar la humanidad practicando la proximidad


Pedro Casaldáliga
(2006)

Comunicación de Pedro Casaldáliga en la recepción del Premio Internacional de Catalunya 2006

Bienvenido Presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, mi presidente. Bienvenida Sra. Diana Garrigosa Bienvenida comitiva de la Presidencia y del Jurado del Premio Internacional de mi Cataluña.

Querido hermano Leonardo, queridas hermanas y hermanos:

Es mucha deferencia del Gobierno de Cataluña y del jurado venir hasta São Félix do Araguaia para entregarme su Premio Internacional. Me siento violento y avergonzado, por eso y porque este Premio está asociado a personas extraordinarias de la filosofía, de la ciencia, de las artes, de la promoción social. Y yo continúo siendo un «fill de Cal Lleter», un «hijo de la casa del lechero», de Balsareny, a la orilla del Llogregat, un pequeño arroyo puesto al lado de este Araguaia majestuoso.

Esta deferencia de la Generalitat es motivo, a la vez, para mi gratitud, recibiendo el Premio, y para renovar en la vejez la identidad catalana con sus carismas. «Quan més anem, més tornem»: avanzando en la vida, las personas regresa a los orígenes; el arco de las vivencias se cierra en paz.

Nuevo motivo también para reasumir las causas por las cuales, dice el jurado, me otorgan, nos otorgan, este galardón singular. Las causas de los derechos de las personas y de los pueblos, sobre todo de las personas y pueblos marginados y hasta prohibidos. Causas mías, pero causas de todos nosotros, causas de esta pequeña iglesia de São Félix do Araguaia, que por ellas ya dio sudor y hasta sangre. Causas específicamente de Nuestra América: la tierra, el agua, la ecología; las naciones indígenas; el pueblo negro; la solidaridad; la verdadera integración continental; la erradicación de toda marginación, de todo imperialismo, de todo colonialismo; el diálogo interreligioso, e intercultural; la superación de ese estado de esquizofrenia humana que es la existencia de un primer mundo y un tercer mundo (y un cuarto mundo también) cuando somos un solo mundo, la gran familia humana, hija del Dios de la vida.

Siendo la primera vez que se otorga el Premio a un morador en América Latina, yo, abusando de osadía sentimental, hago cuestión de recibirlo también como «representante adoptivo» de Nuestra América. Mi paisano de Verdú, San Pedro Claver, apóstol de los negros en Colombia, y mi paisano de Sallent, San Antonio María Claret, fundador de mi congregación y arzobispo de Santiago de Cuba, aprobarán sin duda esta osadía. Nosotros, como Iglesia, lógicamente, abrazamos esas causas a la luz de la fe cristiana, en el seguimiento de Jesús y de su Evangelio: el Evangelio de los pobres, el Evangelio de la liberación. El Premi Internacional de Catalunya 2006 es nuestro, pueblo mío de la Prelatura de São Félix do Araguaia, nuestra es la gratitud a la Generalitat, nuestro debe ser el renovado compromiso. La danza mayor de Cataluña es la sardana, danza en comunión de un pueblo entero dándose las manos. En la Prelatura, la corresponsabilidad es nuestra danza de celebración y de compromiso. Juntos hemos luchado, juntos recibimos el Premio, juntos seguiremos respondiendo.

El objetivo y la mediación de todas esas causas nuestras se pueden formular en este postulado: Humanizar la Humanidad, practicando la proximidad. ¿Es una utopía? ¡El Evangelio es una utopía mayor! Adaptando la palabra del poeta, titulé así mi última circular: «Utopía necesaria como el pan de cada día». No la utopía quimérica que arribaría a un «no-lugar», sino un proceso esperanzado que navega hacia un «lugar-otro», ¡un «buen-lugar», eu-topia! Porque no aceptamos la fatalidad de ese sistema de capitalismo neoliberal que nos imponen, hecha mercado la vida, cuadradas las cabezas en un pensamiento único, bajo un macro-imperialismo político, económico, militar, cultural. «Es preciso reinventar una economía de convivencia», pedía Edgar Morin, recibiendo este mismo Premio en 1994. El pueblo guaraní habla de la «economía de la reciprocidad».

Y el pequeño pueblo myky, en este Mato Grosso, proclama como uno de sus dogmas básicos que «vivir es convivir». Sin prepotencias, sin exclusiones. Todas y todos siendo reconocidos como personas en la radical dignidad de la «raza humana». Los pueblos indígenas, normalmente, en su autodeterminación se clasifican «gente», «humanidad»; después viene el nombre, la designación particular de cada pueblo, de cada cultura, de cada historia. Identidades colectivas que configuran la Humanidad una y plural. La globalización actual, con todos sus pecados, graves, tiene como contrapartida la virtud de hacer que hoy, como nunca, la Humanidad se sienta «una». Estamos descubriendo, por necesidad, que navegamos en un mismo barco. «El choque de civilizaciones» o «la alianza de civilizaciones» son la alternativa inevitable.

Como ahora nos encontramos todos con todos, debemos optar o por chocar unos contra otros, en la intolerancia y en la agresión, o por abrazarnos en la comprensión y en la complementariedad. «Las naciones son contenido, no fronteras» afirma Baltasar Porcel, en la presentación de los discursos de los 3 galardonados con el Premi Internacional de Catalunya. Muros, «vallas», cercas, leyes de intolerancia, no son la solución humana. Los «bárbaros del sur» acabarán rompiendo las fronteras de la separación. «El hambre no tiene fronteras», gritaba el superviviente de una «patera» africana. Esos nuevos bárbaros acabarán invadiendo la tierra, la casa, la mesa, el alma de los privilegiados de un mundo primero: ¿primero en malgastar; primero en insensibilidad? La más esencial tarea de la Humanidad es la tarea de humanizarse.

Humanizar la Humanidad es la misión de todos, de todas, de cada uno y cada una de nosotros. La ciencia, la técnica, el progreso, solamente son dignos de nuestro pensamiento y de nuestras manos se nos humanizan más. Frente a ciertos jactanciosos progresos, las estadísticas anuales de ese profeta laico que es el PNUD deberían provocarnos una indignada vergüenza. «Otro mundo es posible», proclaman los foros de la alternatividad. Otro mundo es necesario. «Hacer real lo posible» es el título del último libro del economista y educador Marcos Arruda: «Una reflexión creativa y de propositiva sobre economía…, la praxis de otra economía, ya en marcha, fundada en la cooperación y en la solidaridad y la prospectiva de otra globalización, que valoriza cada persona, cada cultura y cada pueblo. Buscando un proyecto común de Humanidad a partir de la valorización y de la complementariedad de las diferencias».

El Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias, Pastor Samuel Kobia, resumía así el tema y el propósito de la IX Asamblea del Consejo, realizada en Porto Alegre, en este mes de febrero: «Transformar el mundo juntos». El pequeño mundo del propio corazón, del propio hogar, de la vecindad, y el gran mundo de la política y de la economía y de las instituciones internacionales. Otra ONU es posible y necesaria. Ya es un consenso universal que sólo habrá paz en el mundo si hay paz entre las religiones. Y que sólo habrá paz entre religiones si hay diálogo entre las religiones. Un diálogo interreligioso, pero que sea generador de Humanidad. Porque no se trata de sentar a las religiones en una tertulia narcisista y aséptica, fuera del mundo de la pobreza, del hambre, de la guerra, del racismo, de la marginación, del miedo. El contenido central de ese diálogo interreligioso ha de ser también humanizar la Humanidad, en nombre de Dios.

Nuestro Joan Maragall, el gran poeta humano-humanista de Cataluña, formulaba lúcidamente un principio para toda fe religiosa: «Home sóc i és humana ma mesura / per tot quant pugui creure i esperar» («Hombre soy y es humana mi medida / para todo cuanto yo pueda creer y esperar»). Para nuestra fe cristiana el propio Dios tomó la dimensión humana del hombre Jesús de Nazaret. Infelizmente, durante siglos, y todavía hoy, las religiones vienen siendo, con demasiada frecuencia, fundamentalismo, división y hasta guerra. Es hora de creer en plural unidad en el Dios de la vida y del amor y de practicar la religión con justicia, servicio y compañía.

Un Dios que separa la Humanidad es un ídolo mortífero. Esa tarea primordial y común de humanizar la Humanidad se hace practicando la proximidad. El Evangelio de Lucas (10, 25-37) nos ofrece la parábola paradigmática para esa praxis humanizadora. El maestro de la ley 4 responde correctamente a la pregunta de Jesús sobre los mandamientos.

Sabía el catecismo, por lo menos en su letra. Pero «para justificarse» el doctor en religión pregunta a su vez: «¿Y quién es mi prójimo?» La respuesta de Jesús es desconcertante y provocadora; para el doctor de la ley, para todo el pueblo que escucha «en aquel tiempo» e también para nosotros que la escuchamos hoy, aquí. Prójimo es aquel o aquella a quien yo me aproximo, y el primero los caídos en el camino, las personas al margen, las mujeres violentadas y sometidas, los emigrantes sospechosos, los extraños de quien no quiero ni saber, ocupado como estoy en mis negocios o tal vez con mi culto… Yo me debo hacer prójimo descubriendo al próximo, buscándolo, acogiéndolo, dando y donándome en su servicio. Sin hacer acepción de personas. Sin miedo de contaminarme con un samaritano heterodoxo. Solamente amo al prójimo en la medida en que salgo, libre, abierto, solidario, al encuentro del próximo, aproximándome a él, aproximándole a mí. No se humaniza la Humanidad con máquinas y formulaciones (útiles en su tiempo y a su debido modo), sino con la aproximación humana de cada uno y cada una, de cada persona y de cada pueblo.

Humanizar la Humanidad practicando la proximidad. La Teología de la Liberación nos ha recordado que la verdadera ortodoxia se verifica en la ortopraxis. El propio ser de Dios «consiste en estar amando», nos dice en el Nuevo Testamento la primera carta de Juan (4, 8-16). Haber salido de Cataluña, de España, de Europa, pasar por África y venir a vivir definitivamente en este brasileño Mato Graso de esta Nuestra América me ha universalizado el alma. Y el contacto apasionado con la causa indígena y la causa negra me han ayudado a redescubrir la identidad de las personas y de los pueblos como alteridad y como complementariedad. Aproximarme «al poder de los sin poder» (Václav Havel), en la opción por los pobres, en el movimiento popular, en las comunidades de base y en las pastorales sociales, me despertó definitivamente a la indignación y al compromiso; y también a la esperanza

Agradeciendo de corazón este Premi Internacional, quiero pedir a mi Cataluña que continúe siempre abierta al mar; que, desde el alero de la casa solariega (des de l’eixida pairal), se abra siempre más al infinito mundo. Dentro y fuera de casa; con «els altres catalans» y con los emigrantes que van llegando y con toda la Humanidad. Siendo ella, libre, justa, humanizada y haciéndose proximidad de todos los pueblos de la tierra. «La clau i la lletra» de la escultura del maestro Tàpies es también una parábola de apertura y de comunicación; llave para abrir, letra para hablar. Humanicémonos siempre más, humanicemos siempre, practicando la proximidad. Muchas gracias

São Félix do Araguaia, 9 de marzo de 2006

domingo, 19 de noviembre de 2017

Fray Marcos Rodríguez: EL VERDADERO VALOR ESTÁ EN LO ESENCIAL


Fray Marcos Rodríguez
Mt 25, 14-30

Mateo sigue con sus amonestaciones. Estamos en el tiempo de la comunidad, antes de que llegue el tiempo escatológico, que creían inminente. Cada miembro de la comunidad debe tomar la parte de responsabilidad que le corresponde y no defraudar ni a Dios ni a los demás. En tiempo de Mt, ya muchos se hacían cristianos, no por convicción, sino para vivir del cuento, sin dar golpe. Es curioso que las tres parábolas de este c. 25 hagan referencia a omisiones, a la hora de ponderar las consecuencias de nuestras acciones.

El talento no era una moneda real. En griego “tálanton” significa el contenido de un platillo de la balanza (pesada). Era una cantidad desorbitada, que equivalía a 26-41 kilos de plata = 6.000 denarios; el salario de 16 años de un jornalero. Para entender lo de enterrar el talento, hay que tener en cuenta, que había una norma jurídica, según la cual, el que enterraba el dinero, que tenía en custodia, envuelto en un pañuelo, no tenía responsabilidad civil, si se perdía. Enterrar el dinero se consideraba una buena práctica.

Durante mucho tiempo se ha interpretado la parábola materialmente, creyendo que nos invitaba a producir y acaparar bienes materiales. De esta mala interpretación nace el capitalismo salvaje en Occidente, que nos ha llevado a desigualdades sangrantes que no hacen más que crecer, incluso en plena crisis. Una vez más, hemos utilizado el evangelio en contra del mensaje de Jesús. Me gusta más la versión de Lc, en la que todos los empleados reciben lo mismo; la diferencia está en la manera de responder.

También sería insuficiente interpretar “talentos” como cualidades de la persona. Esta interpretación es la más común y ha quedado sancionada por nuestro lenguaje. ¿Qué significa tener talento? Tampoco es éste el verdadero planteamiento de la parábola. En el orden de las cualidades, estamos obligados a desplegar todas las posibilidades, pero siempre pensando en el bien de todos y no para acaparar más y desplumar a los menos capacitados. Para mayor “inri”, dando gracias a Dios por ser más listos que los demás.

Si nos quedamos en el orden de las cualidades, podíamos concluir que Dios es injusto. La parábola no juzga las cualidades, sino el uso que hago de ellas. Tenga más o menos, lo que se me pide es que las ponga al servicio de mi auténtico ser, al servicio de todos. En el orden del ser, todos somos idénticos. Si percibimos diferencias es que estamos valorando lo accidental. En lo esencial, todos tenemos el mismo talento. Las bienaventuranzas lo dejan muy claro: por más carencias que sientas puedes alcanzar la plenitud humana.

En todos los órdenes tenemos que poner los talentos a fructificar, pero no todos los órdenes tienen la misma importancia. Como seres humanos tenemos algo esencial, y mucho que es accidental. Lo importante es la esencia que constituye al hombre como tal. Ese es el verdadero talento. Todo lo que puede tener o no tener (lo accidental) no debe ser la principal preocupación. Los talentos de que habla el evangelio, no pueden hacer referencia a realidades secundarias sino a las realidades que hacen al hombre más humano. Y ya sabemos que ser más humano significa ser capaz de amar más.

Los talentos son lo bienes esenciales que debemos descubrir. La parábola del tesoro escondido es la mejor pista. Somos un tesoro de valor incalculable. La primera obligación de un ser humano es descubrir esa realidad. La “buena noticia” sería que todos pusiéramos ese tesoro al servicio de todos. En eso consistiría el Reino predicado por Jesús. El relato del domingo pasado, el de hoy y el del próximo, terminan prácticamente igual: “Entraron al banquete de boda...” “Pasa al banquete de tu señor”. “Heredad el Reino...” Banquete, boda y Reino son símbolos de plenitud.

Algunos puntos necesitan aclaración. En primer lugar, el que no arriesga el dinero, no lo hace por holgazanería o comodidad, sino por miedo. El siervo inútil no derrocha la fortuna; simplemente la guarda. Debía hacernos pensar que se condene uno por no hacer nada. Creo que en nuestras comunidades, lo que hoy predomina es el miedo. No nos deja poner en marcha iniciativas que supongan riesgo de perder seguridades, pero con esa actitud, se está cercenando la posibilidad de llevar esperanza a muchos desesperados.

En segundo lugar, la actitud del Señor tampoco puede ser ejemplo de lo que hace Dios. Pensemos en la parábola del hijo pródigo, que es tratado por el Padre de una manera muy diferente. Quitarle al que tiene menos lo poco que tiene para dárselo al que tiene más, tomando al pie de la letra, sería impropio del Dios de Jesús. Dios no tiene ninguna necesidad de castigar. El que escondió el talento ya se ha privado de él haciéndolo inútil para él mismo y para los demás. Es algo que teníamos que aprender también nosotros.

Finalmente es también muy interesante constatar que, tanto el que negocia con cinco, como el que negocia con dos, reciben exactamente el mismo premio. Esto indica que en ningún caso se trata de valorar los resultados del trabajo, sino la actitud de los empleados. En una cultura en la que todo se valora por los resultados, es muy difícil comprender esto. En un ambiente social donde nadie se mueve si no es por una paga; donde todo lo que hace tiene que reportar algún beneficio, es casi imposible comprender la gratuidad que nos pide el evangelio. Si necesito premio es que no entendí nada.

La parábola nos habla de progreso, de evolución constante hacia lo no descubierto. El único pecado es negarse a caminar. El ser humano tiene que estar volcado hacia su interior para poder desplegar todas sus posibilidades. Todo el pasado del hombre (y de la vida) no es más que el punto de partida, la rampa de lanzamiento hacia mayor plenitud. La tentación está en querer asegurar lo que ya tengo, enterrar el talento. Tal actitud no demuestra más que falta de confianza en uno mismo y en la vida, y por lo tanto, en Dios.

Lo que tenemos que hacer es tomar conciencia de la riqueza que ya tenemos. Unos no llegamos a descubrirla y otros la escondemos. El resultado es el mismo. No es nada fácil, porque nos han repetido hasta la saciedad, que estamos en pecado desde antes de nacer, que no valemos para nada, que la única salvación posible tiene que venirnos de fuera. Lo malo es que nos lo seguimos creyendo. El relato del camello que se negaba a moverse porque se creía atado a la estaca, aunque no lo estaba. O el león que vivía con las ovejas como un borrego más, sin enterarse de lo que era, es el mejor ejemplo de nuestra postura.

Todo afán de seguridades, nos aleja del mensaje de Jesús. Todo intento de alcanzar verdades absolutas y normas de conducta inmutables, que nos dejen tranquilos, carece de sentido cristiano. Ninguna conceptualización de Dios puede ser definitiva; hace siempre referencia a algo mayor. Estamos aquí para evolucio­nar, para que la vida nos atraviese y salga de nosotros enriquecida. El miedo no tiene sentido, porque la fuerza y la energía no la tenemos que poner nosotros. Nuestro objetivo debía ser que al abandonar este mundo, lo dejáramos un poquito mejor que cuando llegamos a él, haciéndolo más humano.


Meditación

No hay un “yo” que posea un tesoro.
Soy, realmente, un tesoro de valor incalculable.
Solo hay un camino para poder disfrutar de lo que soy.
Poner toda esa riqueza a disposición de los demás
es la gran paradoja del ser humano.
Solo alcanza su plenitud cuando se da plenamente.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Leonardo Boff: La ideología es como la sombra: siempre nos acompaña


Leonardo Boff

El tema de la ideología está a la orden del día: ideología de género, política, económica, religiosa etc. Intentemos poner en claro esta cuestión.

1. Todo el mundo tiene una determinada ideología. Es decir, cada uno se hace una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el vendedor de palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el teléfono o el profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres pensantes con ideas. Querer una escuela sin ideología es no entender nada de ideología.

2. Cada grupo social o clase proyecta una ideología, una visión general de las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan los pies. Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo y de la sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a la playa, tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el individuo, sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su visión de la vida y del mundo a partir de su lugar social.

3. Cada ideología personal o social, así como todo saber, tiene intereses detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es aumentar su salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante de la favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí se instaura un conflicto.

4. El interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado: puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por ejemplo: tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña cooperativa de productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este interés es legítimo y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un interés ilegítimo y ser mantenido oculto para no perjudicar a quien lo propone. Ejemplo: hay grupos que combaten el desnudo artístico para, en realidad, encubrir la homofobia, la supremacía de la raza blanca y la persecución a los grupos LGBT. O un político de un partido neoliberal cuyo proyecto es disminuir los salarios, reducir las pensiones y privatizar bienes públicos y se presenta como alguien que va a luchar por los derechos de los trabajadores, de los jubilados y a defender la riqueza de Brasil. Él oculta ideológicamente los verdaderos intereses partidarios para no perder votos. Esa ocultación es la ideología como falsedad y él, un hipócrita.

5. La ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder es dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes, imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la Amazonia para permitir el avance del agronegocio. Aquí se oculta conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que, en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que 100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación, apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal opositor.

Existe también la ideología de los sin poder, de los sin tierra y sin techo, y otros que para sustentarse elaboran discursos de resistencia y de esperanza. Esa ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y a luchar.

La ideología es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las ilegítimas, es menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses escondidos. Y cuando hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene explicitar en el discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se legitima y democráticamente puede ser discutida o aceptada.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Karoline Mayer: "El Papa ha tomado una postura en favor de la mujer que muchos altos cargos no comprenden"


Cameron Doody

RD.- A sus 74 años, Karoline Mayer -la misionera alemana conocida como la "madre Teresa de Latinoamérica"- nunca se ha sentido "menos que un sacerdote o un obispo". Desde esta autoridad que le confiere el "amor político" que siente por el mundo, y que le lleva a "querer transformar la sociedad en una sociedad de bien común", acaba de lanzar una advertencia profética. La Iglesia, dentro de cuarenta años, "se transformará estructuralmente hasta no reconocerla", para acoger en su seno a las mujeres, a los no católicos y a los otros grupos que históricamente ha marginado.

En Barcelona para presentar su nuevo libro El secreto siempre es el amor (Plataforma Editorial), la religiosa de la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo ha hablado de su deseo de que la Iglesia "cambie profundamente" para que "todas las iglesias cristianas -anglicana, presbiteriana, católica...- confluyan en una gran iglesia inspirada en el mensaje de Jesús".

El sueño de la misionera de que "todos los cristianos se sientan discípulos de Jesús, y tengan, como los budistas o los musulmanes, su propio maestro" no le parece "tan utópico", ha precisado, "ya que el Papa Francisco tiende a esta idea y a que las religiones convivan en armonía". No solo eso, de hecho, sino que el obispo de Roma -a juicio de Mayer- también es igual de consciente como ella que la renovación profunda de la que precisa la Iglesia ha de pasar igualmente y de una vez por todas por brindarle a la mujer el lugar y la dignidad que le corresponde. Panorama ante el que la religiosa invita a las mujeres a "no dejarse marginar, aunque la jerarquía tienda a ello".

"El Papa también ha tomado una postura en favor de la mujer que muchos altos cargos no comprenden", ha explicado la misionera, lo que solo "beneficiará a la Iglesia y fortalecerá a todos los cristianos".


Aunque Mayer haya vivido en piel propia tales horrores como la Alemania de la posguerra o la dictadura de Pinochet, aún mantiene el mismo optimismo en cuanto al futuro del mundo que profesa respecto al futuro de la Iglesia. "El mundo se convertirá en un lugar más justo para todos los que lo habitan ya que los humanos evolucionamos, cada vez más, hacia una mayor humanidad", ha apuntado en esta línea, si bien actualmente "hay más acceso a noticias que nos atormentan, y esta información nos hace conscientes de la necesidad de cambiar cosas, de denunciar injusticias y de involucrarnos".

Si bien es cierto que "los mismos horrores se han repetido en la historia", también lo es que "el tiempo también ha hecho crecer los derechos humanos y se han dado pasos grandes hacia un mayor respeto a la dignidad del ser humano", ha argumento la religiosa. Esa es la razón por la que cree que "aunque aún existan grandes diferencias, la humanidad está discerniendo y castigando comportamientos, y poco a poco surgen iniciativas que generan consciencia, que respetan al prójimo y al medio en el que vivimos y que ayudan a los demás".

Se organicen dentro o fuera de la Iglesia estas iniciativas a favor de la humanidad compartida, a la misionera Mayer todas las complacen, ya que, dice, "en el mundo priman las obras de caridad, pero esto no sirve si no hay justicia". Y es más: la religiosa piensa que la Iglesia todavía sufre del "vicio" que cogió "al tener el poder de los grandes colegios" en determinados puntos de su historia y al "estar dirigida por las clases altas", lo que la hace ciega al hecho de que la relación con el pobre mediante la caridad solo "no reemplazará nunca la justicia" que éste reclama.

Aunque el apodo de la "madre Teresa de Latinoamérica" le ha acompañado durante sus casi cincuenta años de labores misioneras en Chile, a Mayer todavía le incomoda hasta el punto en el que rehúye de comparaciones con la santa, ya que, como ha explicado, "Teresa se especializó en la caridad, que la requieren aquellos que no se valen por sí mismos y que es muy loable, y yo lucho por conseguir cambios estructurales, político-sociales".

En cambio, lo que Mayer profesa es un "amor político" que le lleva más allá, al por qué de la marginación de los necesitados de caridad, y al anhelo de "transformar la sociedad en una sociedad de bien común".

sábado, 11 de noviembre de 2017

Fray Marcos Rodríguez: DESPERTAR O SEGUIR DORMIDO, ESA ES LA CUESTIÓN


Fray Marcos Rodríguez
Mt 25, 1-13

En los tres domingos que quedan vamos a leer todo el capítulo 25 de Mt (el último, antes del relato de la pasión). Los tres episodios que en él se narran (diez doncellas, los talentos y juicio definitivo) siguen siendo advertencias a su comunidad, con el fin de poner en guardia a los cristianos de las consecuencias definitivas de sus actitudes vitales. Dios no puede hacer ya nada. La pelota está en nuestro tejado y depende de nosotros que la juguemos o no, que la juguemos bien o mal. En cualquier caso, pitarán el final del partido.

Los textos de estos últimos domingos de año litúrgico nos invitan a despertar, a estar preparados. Por fortuna, ya no pensamos en ese Dios vengativo que está al acecho para ver como puede cogernos en un renuncio y condenarnos. Ya no se oye la tremenda frase: “Dios te coja confesado”, que es un insulto a Dios y a todo el mensaje de Jesús. Dios no nos espera al final del camino para someternos a un juicio. No, Dios es el principio y está en nosotros todos los instantes de nuestra vida para que podamos llevarla a plenitud.

Hoy no tiene sentido meter miedo: No sabéis el día ni la hora. ¡Temblad! Y eso que, en el ciclo (A) nos libramos de textos apocalípticos, que son todavía más terroríficos. No es la muerte la que tiene que dar sentido a nuestra vida, sino al revés, solo viviendo a tope, se aprende a morir. Aunque solo os quedara un segundo de vida, haríais mal en pensar en la muerte. Sería mucho más positivo el vivir plenamente ese segundo. La muerte ni quita ni añade nada; el sentido debemos dárselo a la vida, mientras estamos de pie.

Recordad. Después de un año, o más, de desposorios, se celebraba la boda, que consistía en conducir a la novia a la casa del novio, donde se celebraba el banquete. Esta ceremonia no tenía ningún carácter religioso. El novio, acompañado de sus amigos y parientes, iba a casa de la novia para conducirla a casa de su propia familia. En su casa le esperaba la novia con sus amigas, que la acompañarían. Todos estos rituales empezaban a la puesta del sol y tenían lugar de noche, de ahí la necesidad de las lámparas.

La importancia del relato no la tiene el novio ni la novia, ni siquiera los acompañantes. Lo que el relato destaca es la luz. La luz es más importante que las mismas muchachas, porque lo que determina que entren o no entren en el banquete es que tengan o no tengan el candil encendido. Una acompañante sin luz no pintaba nada en el cortejo. Ahora bien, para que dé luz una lámpara, tiene que tener aceite. Aquí está la madre del cordero. Lo importante es la luz, pero lo que hay que procurar es el aceite.

Jesús había dicho: Yo soy la luz del mundo. Y también: vosotros sois la luz del mundo. El ser humano es luz cuando ha desplegado su verdadero ser; es decir, cuando trasciende y va más allá de lo que le pide su simple animalidad. No es que nuestra condición de animales sea algo malo, al contrario, es la base para alcanzar nuestra plenitud, pero si no vamos más allá cercenamos nuestras posibilidades de humanidad.

La primera lectura nos puede ayudar a encontrar el sentido de la parábola. La verdadera Sabiduría es encontrar el sentido de la vida. Dar sentido a la vida es más importante que la vida misma. Ese sentido no viene dado, tenemos que buscarlo. Esa es la tarea específicamente humana. Nuestra vida puede quedar malograda como vida humana. Esa es la advertencia de la parábola. Hay que estar alerta, porque el tiempo pasa. Hay que despertar, porque de lo contrario, perderás la oportunidad de ser tú.

¿Cuál es el aceite que arde en la lámpara? Si acertamos con la respuesta a esta pregunta, tenemos resuelto el significado de la parábola. En (Mt 7,24-27) se dice: Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra, se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Y todo aquel que no las pone por obra, se parece al necio que edificó sobre arena. La luz, son las obras. El aceite que alimenta la llama, es el amor. El ser sensato no depende de un conocimiento mayor, sino de la plenitud de Vida.

Así se entiende que las sensatas no compartan el aceite con las necias. No es egoísmo. Es que resulta imposible amar en nombre de otro. Nuestra lámpara no puede arder con aceite prestado. Dar sentido a la vida no se puede improvisar en un instante. Solo con lo que hay de Dios en mí, descubierto, reconocido, desplegado, puede considerarse encendido nuestro ser. Ese despliegue constituye la Sabiduría de la que nos hablaba la primera lectura. Sin esa llama, seremos irreconocibles incluso para el mismo Dios.

Interpretar la parábola en el sentido de que debemos estar preparados para el día de la muerte, es tergiversar el evangelio. El esperar una venida futura de Jesús, es pura mitología que nos lleva a un callejón sin salida. La parábola no hace especial hincapié en el fin, sino en la inutilidad de una espera que no va acompañada de una actitud de amor y de servicio. Las lámparas deben estar encendidas siempre; si esperamos a prepararlas en el último momento, toda la vida transcurrirá carente de sentido.

Obsesionados por la “salvación eterna” y para el más allá, hemos interpretado esta parábola como una advertencia de preparación para la muerte, o peor aún, para el juicio. Nada más lejos del sentido del relato. Si el aceite es el amor, que hace funcionar la vida cristiana, no podemos pensar en el último día para que tenga sentido. Hay que buscar una interpretación más de acuerdo a todo el mensaje de Jesús.

La venida de Jesús al final de los tiempos, es una imagen escatológica que no podemos tomar al pie de la letra; tiene un significado mucho más profundo. Jesús, con su muerte en la cruz, consumió todo su aceite en una llamarada que sigue iluminándonos. El don total de sí mismo trasformó todo lo humano en divino. Allí culminó su “historia” porque solo permanecerá identificado con Dios, y Dios está fuera del tiempo y del espacio.

Los cristianos cayeron en la trampa de entender la segunda venida de Jesús de una manera temporal. Nosotros seguimos esperando esa segunda venida en la que no se hablará de cruz, sino de gloria para todos. No nos gusta cómo terminó Jesús su paso por la tierra. Esta es la causa por la que hemos inventado un futuro a nuestro gusto para él y para nosotros. Nos sentiríamos muy a gusto si volviera lleno de gloria y nos comunicara a los “buenos” esa misma gloria. Esta visión raquítica, la hacemos desde nuestro falso yo, que nunca aceptará el desaparecer, mucho menos consumirse en beneficio de los demás.

Si de verdad queremos dejar de ser necios y empezar a ser sensatos, debemos desplegar nuestra vida desde otra perspectiva. Tenemos que abandonar todo proyecto de glorificación, sea en este mundo o sea en el otro, y entrar por el camino del servicio a los demás hasta la entrega total. El aceite solo da luz a costa de consumirse. Si aceptamos el programa del evangelio solo porque nos han prometido una “gloria”, la cosa no puede funcionar. Estamos completamente equivocados si pretendemos alzarnos con el santo y la limosna.



Meditación-contemplación

“Yo soy la luz del mundo”.
Su experiencia de Dios, fue su lámpara encendida.
Dentro de ti debes descubrir el aceite.
Si prende, dará luz que alumbrará tus pasos.
Tú eres la lámpara, el aceite y la luz.
Nadie te lo puede prestar, porque es tu propia vida.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Andrés A. Fernández: ¿Célibes o castrati?


Andrés A. Fernández
Sacerdote

Eunucos por el Reino de los Cielos. Célibes de amores carnales, pero apasionadamente enamorados de Cristo y de su Iglesia (no hablo de institución eclesiástica). Ésa es la llamada del Señor para sus sacerdotes.

(Y que conste que no vería mal otras posibilidades con respecto al celibato o el sacerdocio femenino, pero sería siempre movidos por la fe y con argumentos de fe, no por el hecho de que "hacen falta sacerdotes para repartir sacramentos...", o con argumentos meramente de tipo reivindicativo de conquista de pretendidos derechos negados en el pasado). Y eso es además lo que se predica en las campañas vocacionales. Y eso es a lo que el futuro sacerdote se compromete en el día de su consagración. A eso y no a otra cosa.

Pero la verdadera realidad eclesiástica que el recién ordenado se va a encontrar, ya al segundo día de su bendito ministerio (y que, por cierto, le habían ocultado), situación además que jamás podía haberse imaginado (los laicos piadosillos siguen, por cierto, en la inopia a este respecto), es muy distinta...

En este sentido, me comentaba un jesuita sacerdote amigo, con ocasión de sus bodas de oro, que la sensación generalizada en su promoción, 50 años después de su ordenación, era de frustración y desengaño, situación de gran tristeza, habida cuenta de los increíbles talentos e inteligencias que, recordaba él, en aquel tiempo existían en la Compañía (y podemos decir que fuera también), y a los que se fue cortando las alas sistemáticamente hasta llegar a la consumición final, y ya ancianos, se lamentan de haber vivido una vida prácticamente perdida, dedicada a la postre y simplemente, no a trabajar por el Reino de Dios, sino, es fuerte decirlo, al sostenimiento de la institución eclesiástica. Y esa sensación de frustración y desencanto podemos decir que es generalizada prácticamente entre todos los sacerdotes que perseveraron hasta su final. Demasiado tarde para tomar conciencia de ello.


Y es que éste es el punto: La misión del sacerdote, su llamada a la evangelización y a trabajar por el Reino, se transforman radicalmente en un consumirse en el sostenimiento de una institución que, además, tal como la hemos conocido en los últimos 1500 años, necesita una "conversión", una transformación, para poder presentarnos a las gentes de hoy de forma aceptable. Son otros tiempos. El intentar por todos los medios "sostenerla" tal como está es trabajo en vano. Y así se queman cientos, miles, todos los sacerdotes en el intento.

El celibato por el Reino de los Cielos queda transformado y reducido, así, a una castración, en el más pleno sentido freudiano, de recursos, capacidades, talentos y habilidades personales reprimidas y anuladas, en orden al sostenimiento de una institución.

Podemos decir que el celibato por el Reino de los Cielos es fuente de realización personal, espiritual y pastoral para el sacerdote. Así lo declaró el Señor. La castración y el sometimiento a una institución, por muy hipostática que se considere, es, en cambio, fuente de frustración y de abandono. Y lo que es peor, por ser autorreferencial, es esfuerzo estéril.

Urge, pues, una conversión institucional: Pasar de una institución hipostática de poder eclesiástico (fuente de castración y frustración) a una autoridad eclesial al servicio de todos, trabajadores todos del Reino, y todos evangelizando realmente, sin castraciones institucionalistas, cada uno según su ministerio (celibato por el Reino, fuente de realización).

Miremos, pues, donde estamos, para conocer la raíz del problema. Después tomemos acción en fe acorde con la voluntad de Dios.

¿Célibes o castrati? Ese es el dilema.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Padre Pedro Pierre: "¡Ni cortos ni perezosos!"



Padre Pedro Pierre
Asombra la ola de críticas de la derecha y de los grandes medios de comunicación comerciales que nos pintan la corrupción generalizada al nivel de todo el gobierno de Rafael Correa. La historia se encarga con el paso de los años de poner a cada uno en su verdadero lugar.

¿Cuáles de los gobiernos de estos 40 años dejaron huellas que nos engrandecieron? ¿El de Jaime Roldós?, seguramente; por eso lo eliminaron la oligarquía criolla y el imperialismo yanqui. ¿El de Osvaldo Hurtado?, de la Democracia Cristiana, se lo recuerda por haber iniciado la firma de las ‘cartas de intención’ con el FMI (Fondo Monetario Internacional) que dispararon el inmenso bulto de la deuda pública externa del país, sumándole las deudas privadas. ¿El de León Febres-Cordero?, del Partido Social Cristiano, con mayor número de personas desaparecidas y ejecutadas fuera de toda legalidad, que, para disfrazar este pasado terrible, tomó el nombre altisonante de Madera de Guerrero. ¿El de Rodrigo Borja?, cuyo cadáver partidario se quiso resucitar en las últimas elecciones. Se lo recuerda por las leyes antilaborales de la flexibilización y otros atropellos para desaparecer los sindicatos. ¿El de Sixto Durán-Ballén? (¿Cómo era el nombre de su partido político?), que lanzó un referendo sobre la continuidad de la extracción petrolera, pero que no tomó en cuenta el No de los ecuatorianos. ¿El de Abdalá Bucaram?, de apenas 7 meses, que fue calificado internacionalmente como el gobierno de la corrupción y el saqueo, e inauguró el decenio de 6 presidentes con un promedio de año y medio en Carondelet.

Luego vinieron los gobiernos de Fabián Alarcón, ganador de una trifulca presidencial y legislativa; de Jamil Mahuad, que iba a ser ‘el que sí sabía’ y que supo joder el país con el feriado bancario; de Lucio Gutiérrez, el mejor amigo de los yanquis, que salió escondido del palacio presidencial; de Gustavo Noboa, que pasó sin pena ni gloria; y de Alfredo Palacio, hace un poco más de 10 años. ¿Se acuerdan qué hizo él de relevante? Yo tampoco.

Esa es nuestra historia nacional, brumosa, dolorosa, y bastante vergonzante… pero donde el pueblo ecuatoriano supo ir eliminando, con el paso de los años, los partidos de extrema derecha, derecha y centroderecha. No es difícil, en medio de tantas desgracias, que Rafael Correa siga brillando, nacional e internacionalmente, con luz propia. Con una nueva Constituyente y el movimiento Alianza PAIS se soñó un Ecuador que camine recto y soberano por el sendero del socialismo del Bien Vivir, como comienzo de un proceso diferente, ciudadano, participativo, transformador… pero que parece esfumarse.

Deseamos a Lenín Moreno continuar y lograr mejor el sueño ecuatoriano por el cual se votó en las últimas elecciones: el paso de los años lo dirá. En cuanto a los que se suban a la camioneta gobiernista: ¿inscribirán su nombre entre las y los que dejaron huellas de un Ecuador mejor? Y nosotras y nosotros: ¿seremos los protagonistas principales de ese futuro mejor?, cuidándonos de ser ni borregos ni cortos ni perezosos. ¡Dios nos bendiga!