MONS. GONZALO LOPEZ M.

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jueves, 16 de noviembre de 2017

Karoline Mayer: "El Papa ha tomado una postura en favor de la mujer que muchos altos cargos no comprenden"


Cameron Doody

RD.- A sus 74 años, Karoline Mayer -la misionera alemana conocida como la "madre Teresa de Latinoamérica"- nunca se ha sentido "menos que un sacerdote o un obispo". Desde esta autoridad que le confiere el "amor político" que siente por el mundo, y que le lleva a "querer transformar la sociedad en una sociedad de bien común", acaba de lanzar una advertencia profética. La Iglesia, dentro de cuarenta años, "se transformará estructuralmente hasta no reconocerla", para acoger en su seno a las mujeres, a los no católicos y a los otros grupos que históricamente ha marginado.

En Barcelona para presentar su nuevo libro El secreto siempre es el amor (Plataforma Editorial), la religiosa de la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo ha hablado de su deseo de que la Iglesia "cambie profundamente" para que "todas las iglesias cristianas -anglicana, presbiteriana, católica...- confluyan en una gran iglesia inspirada en el mensaje de Jesús".

El sueño de la misionera de que "todos los cristianos se sientan discípulos de Jesús, y tengan, como los budistas o los musulmanes, su propio maestro" no le parece "tan utópico", ha precisado, "ya que el Papa Francisco tiende a esta idea y a que las religiones convivan en armonía". No solo eso, de hecho, sino que el obispo de Roma -a juicio de Mayer- también es igual de consciente como ella que la renovación profunda de la que precisa la Iglesia ha de pasar igualmente y de una vez por todas por brindarle a la mujer el lugar y la dignidad que le corresponde. Panorama ante el que la religiosa invita a las mujeres a "no dejarse marginar, aunque la jerarquía tienda a ello".

"El Papa también ha tomado una postura en favor de la mujer que muchos altos cargos no comprenden", ha explicado la misionera, lo que solo "beneficiará a la Iglesia y fortalecerá a todos los cristianos".


Aunque Mayer haya vivido en piel propia tales horrores como la Alemania de la posguerra o la dictadura de Pinochet, aún mantiene el mismo optimismo en cuanto al futuro del mundo que profesa respecto al futuro de la Iglesia. "El mundo se convertirá en un lugar más justo para todos los que lo habitan ya que los humanos evolucionamos, cada vez más, hacia una mayor humanidad", ha apuntado en esta línea, si bien actualmente "hay más acceso a noticias que nos atormentan, y esta información nos hace conscientes de la necesidad de cambiar cosas, de denunciar injusticias y de involucrarnos".

Si bien es cierto que "los mismos horrores se han repetido en la historia", también lo es que "el tiempo también ha hecho crecer los derechos humanos y se han dado pasos grandes hacia un mayor respeto a la dignidad del ser humano", ha argumento la religiosa. Esa es la razón por la que cree que "aunque aún existan grandes diferencias, la humanidad está discerniendo y castigando comportamientos, y poco a poco surgen iniciativas que generan consciencia, que respetan al prójimo y al medio en el que vivimos y que ayudan a los demás".

Se organicen dentro o fuera de la Iglesia estas iniciativas a favor de la humanidad compartida, a la misionera Mayer todas las complacen, ya que, dice, "en el mundo priman las obras de caridad, pero esto no sirve si no hay justicia". Y es más: la religiosa piensa que la Iglesia todavía sufre del "vicio" que cogió "al tener el poder de los grandes colegios" en determinados puntos de su historia y al "estar dirigida por las clases altas", lo que la hace ciega al hecho de que la relación con el pobre mediante la caridad solo "no reemplazará nunca la justicia" que éste reclama.

Aunque el apodo de la "madre Teresa de Latinoamérica" le ha acompañado durante sus casi cincuenta años de labores misioneras en Chile, a Mayer todavía le incomoda hasta el punto en el que rehúye de comparaciones con la santa, ya que, como ha explicado, "Teresa se especializó en la caridad, que la requieren aquellos que no se valen por sí mismos y que es muy loable, y yo lucho por conseguir cambios estructurales, político-sociales".

En cambio, lo que Mayer profesa es un "amor político" que le lleva más allá, al por qué de la marginación de los necesitados de caridad, y al anhelo de "transformar la sociedad en una sociedad de bien común".