MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 31 de agosto de 2016

CON LA FIDELIDAD DE MONSEÑOR PROAÑO... CAMINAR SIEMPRE CAMINAR.



Equipo de la Iglesia de a pie

Hace 28 años la misa de cuerpo presente en la catedral de Riobamba, fue un encuentro de fuego entre quienes amaban al Obispo de los pobres y los que habían llegado a "constatar" su muerte. La alabanza en los idiomas originarios, la severa presencia del pueblo indígena, el cariño de los humildes de esa ciudad marcaron los ritos, Dios recogía a su hijo luego de un itinerario único, el Cuerpo y la Sangre del mayor de todos sellaba una alianza vivida en honda fidelidad, el pastor decía hasta pronto a sus amigas… amigos.

Momentos después, poco antes de que los restos de Monseñor Proaño comenzaran, en medio del dolor de su pueblo, a una peregrinación doliente que culmino en Pucahuaico a más de 500 kilómetros de distancia, con paradas en cada pueblo y ciudad, incluida Quito, para descansar feliz entre los pobres... en la sacristía del templo riobambeño , sacerdotes, seglares, líderes indígenas, amigos y compañeros del Obispo Proaño, escucharon absortos las exclamaciones de dos altos jerarcas de la Iglesia que decían: " ...por fin, se acabó, ahora que le entierren lo más hondo y con cemento para que no quede ni recuerdo..." el uno y ",… pues bien desde ahora todo el mundo a "desproañizar" el Ecuador", el otro.

Tristes deseos, difíciles de aceptar en quienes estarían llamados a vivir "el amor fraterno", pero la realidad es terca y es como es.

Casi tres décadas más tarde parecería que estos nefastos deseos se han cumplido.

Si usted pregunta a un joven hoy, ¿quien era Monseñor Proaño?, probablemente obtendrá una respuesta desconcertante y fría: NO SE.

Su nombre está ligado a la lucha indígena, fue de sus empeños y los de sus misioneros que nació la organización que más tarde se convirtió en el mayor de los movimientos sociales del país. Con dolor constatamos hoy, que a causa de la traición de sus dirigentes, se ha degenerado en un espacio que se vende al mejor postor, a sus peores verdugos históricos.

Al menos tres generaciones crecieron con su nombre en los labios, con admiración, cariño, respeto. Ha sido por mucho tiempo la mejor carta de presentación de la Iglesia misionera del Ecuador. Era. ¿Qué ha sucedido? Esos tristes tiempos de "invierno eclesial" pasaron factura, la involución de la Iglesia comunidad, a otra vez el templo del poder y los poderosos, dejaron, dejan su huella. Y también la situación nacional.

La vorágine que ha vivido esta sociedad en los últimos 16 años ha trastocado, muchos de los referentes con los que se construyeron procesos, organizaciones, memorias y valores. De ello no se ha escapado la Iglesia y lo que se halla ligado a ella.

El milenio comenzó con la quiebra brutal de la economía de todos los ecuatorianos, una migración forzada de casi un tercio de la población, la desarticulación de los movimientos sociales, hambre y desolación campearon en este país de la mano de los neo-liberales y la Iglesia, su jerarquía con poquísimas y santas excepciones, callo y otorgo. Las rebeliones populares de 1997, 2000, 2005, que derribaron gobiernos corruptos, no lograron cambiar el sistema, fueron manipuladas y traicionadas. Todo esto genero un sentimiento de apatía en los más jóvenes respecto a la memoria de los que lucharon antes y entre ellos muchos de los santos que labraron el camino. En América Latina se vive un fuerte sacudón, llegan gobiernos populares, algunos revolucionarios, se vive una ilusión sembrada con mucha sangre y esperanza.

La década de gobierno de Rafael Correa, marca cambios, muy importantes, históricos: el país se pone en orden; se desarrolla en espacios urgentes. Se dan pasos en los que no se debe retroceder. Pero todo esto sin alterar el marco del sistema capitalista, no se ha cambiado el modelo de producción, ni las relaciones de producción, y proceso de acumulación del capital sigue vigente, la raíz de la injusticia social sobre todo en el campo, está casi intocada, aun somos un país gobernado por el poder de los empresarios, de nuevo cuño, pero igual empresarios.

Los valores, el comportamiento, las relaciones están marcadas por la "competencia", el egoísmo. La comunidad, la relación redonda, el triunfo fruto del esfuerzo de todos, la solidaridad no cuentan, tienes que ser: el mejor, el abanderado, el emprendedor, el exitoso, fomentando el individualismo como norma. Y la iglesia no escapa a esa trama de comportamientos, por el contrario, aupados por la "teología de la prosperidad", verdadero engendro del diablo, hay ministros que no sirven a sus hermanos si no tienen: carro, casa, seguro, sueldo, vacaciones, viajes, becas etc...

¿Solidaridad? ¿Amor a la pobreza? ¿Espíritu misionero? :"cuentos de viejas". La Iglesia se encierra en sí misma, por eso crecen los "movimientos solo espirituales", nada de prójimo con hambre, ni sed de justicia... todo se reduce al templo, el rito, la "exclusividad".

Pues así está el mundo y esta patria. Entonces ¿cómo pretender que los jóvenes recuerden a quien desde su silencio, entrega, oración y amor a los más pobres, proclamo el Evangelio y fue vital para que el pueblo indio se levante sobre sus pies y camine con dignidad?

Sí, "hemos cargado las tintas" y deliberadamente. Hay que sacudirse de esa especie de modorra que agobia a quienes estamos exigidos por fidelidad, a dar la vida por los demás. Sí, hay muchísimos, innumerables hermanos y hermanas que trabajan, sueñan, se sacrifican por los pobres. Sí, hay iglesias enteras que están en camino y luchan por el Reino. Sí, pero no es suficiente y se corre el riesgo del desaliento. Hay que volver a tomar la "mochila de los misioneros y misioneras" y salir con solo el Evangelio y el rosario al encuentro de Jesús que vive en los pobres.

28 años después, la memoria de Leonidas Proaño ha languidecido, se ha ocultado, se la quiere borrar.

No se trata solamente de recordar al que luchó, hay que retomar sus prácticas y salir, salir, salir del templo. El actual obispo de Riobamba, Julio Parrilla, acorralado por la indignación que provocó su desatino al retirar el mural de Pérez Esquivel de esa catedral, luego de haber demolido la humilde habitación de Monseñor Proaño, para levantar ahí un lujoso y muy cómodo seminario, ha ofrecido "construir una réplica" de su aposento y una especie de "museo" con sus recuerdos. ¡Cuidado! lo que busca es reducir a Proaño a una pieza de exhibición de lo que fue...y ya no será. ¿Se lo vamos a permitir?

"Solo muere lo que se olvida" dice el verso popular. Que el olvido no alcance a nuestros santos, a los santos del pueblo, ni a nuestra vocación, ni nuestros sueños.