MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

El desatino de los análisis económicos actuales


Leonardo Boff

Sigo con atención los análisis económicos que se realizan en Brasil y en todo el mundo. Con raras y buenas excepciones, la gran mayoría de los analistas son rehenes del pensamiento único neoliberal mundializado. Es raro que hagan una autocrítica que rompa la lógica del sistema productivista, consumista, individualista y anti-ecológico. Y aquí veo un gran riesgo ya sea para la biocapacidad del planeta Tierra o para la supervivencia de nuestra especie.

El título del libro de Jesse Souza La insensatez de la inteligencia brasileña (2015) inspiró el título de mi reflexión: “El desatino de los análisis económicos actuales”.

Mi sentido del mundo me dice que podemos conocer cataclismos ecológicos y sociales de dimensiones dantescas si no tomamos absolutamente en serio dos factores fundamentales: el factor ecológico, de carácter más objetivo, y la recuperación de la razón sensible, de sesgo más subjetivo. En cuanto al factor ecológico: la mayoría de la macroeconomía todavía alimenta la falsa ilusión de un crecimiento ilimitado, en el supuesto ilusorio de que la Tierra dispone igualmente de recursos ilimitados y tiene una capacidad de recuperación ilimitada para soportar la explotación sistemática a que es sometida. La maldición del pensamiento único muestra un soberano desprecio por los efectos negativos en términos de calentamiento global, la devastación de los ecosistemas, la escasez de agua potable y otros considerados como externalidades, es decir, datos que no entran en la contabilidad de las empresas. Este pasivo se deja para que lo resuelva el estado. Lo que debe ser garantizado en cualquier forma son las ganancias de los accionistas y la acumulación de riqueza a niveles tan inimaginables que dejarían loco a Karl Marx.

La gravedad radica en el hecho de que los órganos que se ocupan del estado de la Tierra, desde las organizaciones mundiales como la ONU, a los nacionales que denuncian la creciente erosión de casi todos los elementos esenciales para la continuidad de la vida (alrededor de 13), no se tienen en cuenta. La razón es que son antisistémicos, perjudican el crecimiento del PIB y los grandes beneficios de las empresas.

Los escenarios proyectados por centros de investigación serios son cada vez más perturbadores. El calentamiento, por ejemplo, no para de aumentar como se afirmó ahora en la COP 22 de Marrakesch. La temperatura global en 2016 ha sido 1,35º C por encima de lo normal para el mes de febrero, la más alta de los últimos 40 años. Los propios científicos como David Carlson, de la Organización Meteorológica Mundial, un organismo de la ONU, declaró: “Esto es increíble... la Tierra es ciertamente un planeta alterado”.

Tanto la Carta de la Tierra como la encíclica de Francisco Laudato Si: cómo cuidar de la Casa Común advierten de los riesgos que corre la vida sobre el planeta. La Carta de la Tierra (grupo animado por M. Gorbachov, en el que he participado) es contundente: «o formamos una alianza global para cuidar la Tierra y unos de otros o corremos el riesgo de destruirnos y destruir diversidad de la vida».

En los debates sobre economía, en casi todas las instancias, los riesgos y los factores ecológicos ni siquiera se nombran. La ecología no existe, incluso en las declaraciones del PT, en las que no aparece siquiera la palabra ecología. Y así, inconscientemente, hacemos un camino de no retorno, a causa de la ignorancia, irresponsabilidad y ceguera producidas por el deseo de acumulación de bienes materiales.

Donald Trump ha dicho que el calentamiento global es un engaño y que cancelará el acuerdo de París, ya firmado por Obama. Paul Krugman, Nobel de Economía, ha advertido de que tal decisión significaría un daño grave para EE.UU. y para todo el planeta.

Conclusión: o incorporamos los datos ecológicos en todo lo que hacemos, o nuestro futuro no estará garantizado. La estupidez de la economía sólo nos ciega y nos perjudica.

Pero este dato científico, resultado de la razón instrumental analítica, no es suficiente, ya que analiza y calcula friamente y entiende al ser humano fuera y por encima de la naturaleza. A la que puede explotar a su voluntad. Tenemos que completarla con el rescate de la razón sensible, la más antigua en nosotros. En ella se encuentra la sensibilidad, el mundo de los valores, la dimensión ética y espiritual. Ahí residen las motivaciones para el cuidado de la Tierra y para comprometernos en un nuevo tipo de relación amistosa con la naturaleza, sintiéndonos parte de ella y sus cuidadores, reconociendo el valor intrínseco de cada ser e inventando otra manera de satisfacer nuestras necesidades y el consumo con una sobriedad compartida y solidaria.

Tenemos que articular los dos factores, el ecológico (objetivo) y el sensible (subjetivo): de otro modo difícilmente escaparemos, tarde o temprano, de la amenaza de un colapso del sistema-vida.

martes, 29 de noviembre de 2016

Sueño con que el papa se levante y diga

"Es hora de que la Iglesia sea enteramente democrática"


José Arregi

RD.- Hay cosas más importantes que soñar, pero yo sueño también con que una mañana, en alguna de sus homilías diarias de Santa Marta, el papa se levante y diga:

Que la paz esté con vosotros y vosotras todas. Jesús nos envió a anunciar la paz y a curar, como peregrinos del mundo, sin alforjas ni bolsa ni bastón. Nos llamó a ser Iglesia de hermanas y hermanos, Iglesia hermana y compañera de todos los pobres y heridos de la Tierra.

Yo soy uno más en la Iglesia, pero la gracia o el azar quisieron ponerme aquí como obispo de Roma y como papa, cargado de ropajes y poderes excesivos. Pido perdón por los graves daños causados a la Iglesia por el papado. Hoy pido perdón, en particular, por el desafortunado título de mi reciente exhortación: Misericordia et misera ("La misericordia y la miserable"). No debí hacer mía esa expresión de San Agustín, tan hiriente para la mujer. No debí decir "la miserable", en femenino. No debí presentar a la mujer como símbolo de la "miseria" y de la "culpa" humana ante Dios, como ocurre tantas veces en la Biblia. La mujer adúltera. La mujer como sola culpable del "pecado grave" del aborto, que Dios le "perdonará" solamente si se confiesa con un clérigo varón. Soy falible, ya lo veis. Lo siento. Mujeres, os pido perdón.

Quiero ser uno más. Ha llegado el momento de soltar el lastre histórico que nos impide ser discípulas/os itinerantes de Jesús, profetas soñadores y subversivos como él. Os propongo que revirtamos todas las estructuras que impiden que la Iglesia sea pobre, libre y hermana, sin olvidar el pasado ni atarnos a él, sin atarnos ni siquiera a nuestras Escrituras sagradas, sino dejándonos inspirar e impulsar por ellas hacia adelante. Es hora de que la Iglesia sea enteramente democrática, separe los diversos poderes y se gobierne por un sistema más representativo de la voluntad de la gente que las democracias actuales, rehenes del sistema financiero.

Y porque todo papa es falible como yo, quiero que empecemos por el papado. Este año de Lutero que acabamos de inaugurar es una buena ocasión para que el papa deje ya de ser "el obstáculo más grave sin duda en el camino del ecumenismo", como afirmó Pablo VI en 1967. Los dogmas del poder absoluto y de la infalibilidad del papa, definidos en el siglo XIX, ya no tienen sentido, simplemente. No nos perdamos en sutiles disquisiciones para hacerles decir lo contrario de lo que dicen a oídos de cualquiera; ni siquiera es necesario derogarlos formalmente, sino reconocerlos sin más como esquemas lingüísticos de otros tiempos hoy inservibles. Y seguir adelante.

Y para seguir adelante por un nuevo camino, quiero dimitir y dimito de todos los títulos y atributos que el sueño de grandeza ha ido imputando al obispo de Roma: Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, Santo Padre... Quiero despojarme de todos los fastos y oropeles vaticanos. Y de ningún modo quiero ser ya el presidente de un Estado con todo este aparato de nuncios y embajadores y sujeciones al poder.

Quiero que nadie sea obispo por designación del obispo de Roma, y que todo obispo/obispa sea representante de su comunidad cristiana, que ésta lo/la elija solo para un tiempo de una manera que deberemos concretar entre todos. Quiero que, de la misma manera, el obispo u obispa de Roma sea elegido por los cristianos y cristianas de Roma, y que ya no vuelva a tener poder sobre los demás obispos de la Iglesia que llamamos "católica", cuánto menos sobre las demás Iglesias que llamamos "hermanas separadas" y que debemos llamar "hermanas" sin más.

Quiero que demos un gran paso adelante en el camino hacia el ecumenismo en el que llevamos un siglo encallados.

Es un pequeño paso sencillo. Basta con que todas las Iglesias nos reconozcamos las unas a las otras, con todas sus particularidades, como verdaderas Iglesias de Jesús. Que nos reconozcamos en profunda comunión espiritual y evangélica, aunque nuestras doctrinas e instituciones sean diversas. Y que, desde el mutuo reconocimiento fraterno y sororal, las Iglesias inventen otras estructuras de "comunión", de representación y coordinación que les parezcan más convenientes.

Hermanas, hermanos, volvamos a Jesús. Comencemos de nuevo en su nombre.

lunes, 28 de noviembre de 2016

¿Propuesta paramilitar de Guillermo Lasso?



Cartas al Director
Dra. Paulina Pérez Galarza

Hace pocos días nos enteramos de que Guillermo Lasso, dentro de sus ‘propuestas de campaña’, en una reunión con el pueblo montuvio y un sector ganadero, ofreció devolverles las armas a los campesinos para que “defendieran como varones a sus esposas y sus hijos” y “modernizar las leyes que les impide portar armas”.

Por cierto, los grandes medios privados no demostraron la más mínima señal de alarma ante semejante oferta.

En los Estados Unidos de América, país referente del candidato presidencial de CREO, se puede comprar armas como comprar caramelos; y hemos sido testigos de las matanzas en escuelas, liceos y universidades, sin contar con los frecuentes accidentes domésticos por armas de fuego donde niños de preescolar han asesinado a hermanos, vecinos, compañeritos de juego o a alguno de sus padres al jugar con esas armas de fuego compradas para “la defensa”.

¿Es que acaso la idea del banquero Guillermo Lasso es regresarnos al Ecuador sin instituciones, sin leyes, donde la ausencia del Estado permita el aparecimiento de bandas paramilitares bajo el pretexto de la seguridad ciudadana. Parecería que el Sr. Lasso tiene conversaciones o recibe asesoría de impresentables, como Álvaro Uribe Vélez.

No podemos quedarnos callados ante propuestas tan descabelladas como permitir el porte libre de armas como respuesta a mejorar la seguridad de la gente. ¿Por qué será tan difícil para el señor Lasso entender que la solución a la inseguridad no está sino en la construcción de sociedades justas equitativas y solidarias?

Ojalá y el señor Lasso hiciera un viaje a Holanda, por ejemplo, país del primer mundo, donde las cárceles están cerrando por falta de delincuentes. A lo mejor y entendería que pagar impuestos, invertir en educación, ciencia y tecnología para el desarrollo de su propio país y no de otros, genera las rentas necesarias para que la gente pueda vivir bien. Ahora la frase “defender como varones” solo puede indicar que el señor Lasso se quedó en los tiempos oscurantistas donde las mujeres no eran consideradas personas. El banquero candidato debería enterarse de que gracias al feriado bancario del 99, que él dice ignorar, fueron millones de mujeres las que defendieron ‘como mujeres’ a sus hijos, y no solo de la delincuencia, sino también del hambre provocada por propuestas muy parecidas a las que el banquero candidato nos hace hoy.

Hemos gozado de diez años de estabilidad, diez años en los que el país ha recuperado la institucionalidad. Con errores y aciertos. Y las propuestas deberían enfocarse en mejorar lo que marcha bien con base en resultados y estudios y corregir lo que debe ser corregido de la misma manera. La oferta de destruir o desaparecer instituciones o de abolir leyes para obtener votos es una vieja táctica de la partidocracia. Todos quienes hacemos este país maravilloso como es nuestro Ecuador debemos activar la memoria y analizar bien cada propuesta. Que nos mueva el cariño por nuestro país, por los que estamos y por los que vendrán. Hagamos el esfuerzo personal de cambiar para aportar en la construcción de ese país que queremos. También depende de nosotros.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Fidel


"Dios propone, invita, desafía a lo largo de la vida el buscar y vivir la plenitud a todas, todos... cada quien decide el rumbo que toma. Algun@s con poder, vanidad, lujos, lujuria...

Quienes con poder: entrega, riesgo, llegando hasta los límites de la cordura...

Otros, otras, desde su silencio y paz...sembrando "inutilidades"...

Al final el juicio es implacable. No hay atenuante que sirva.

FIDEL CASTRO ESTA GRABADO EN EL CORAZÓN DE INNUMERABLES PUEBLOS COMO HERMANO, AMIGO Y COMANDANTE...

Ahora desnudo y simple, ES PARTE DE LA HISTORIA y EL DIOS DE LA HISTORIA, que no es otra cosa que la memoria del amor de sus hijos, dirá si ha de vivir o desaparecerá como tantas luces fatuas.

NOSOTROS NO SOMOS "IMPARCIALES", no queremos cubrirnos con es manta de hipocresía. Hemos amado a Fidel y le deseamos la PAZ ETERNA. Por eso dejemos que los poetas -que otra cosa son la oraciones sino "poemas de amor- eleven sus notas. Y quien mejor que Juan Gelman para hacerlo.
Equipo de la Iglesia de a pie."


Por Juan Gelman
Del poemario “Gotán” (1962).

dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo

sábado, 26 de noviembre de 2016

NI LAMENTAR EL PASADO NI ESPERAR NADA DEL FUTURO

 
Fray Marcos Rodríguez
Mt 24, 37-42
 
Hoy, comenzamos un nuevo año litúrgico. El tiempo de adviento se caracteriza por su complicada estructura. Por una parte recordamos el largísimo tiempo de adviento que precedió a la venida del Mesías. Esta es la causa de que encontremos en el AT tantos textos bellísimos sobre el tema. Fue un tiempo de sucesivas expectativas, porque las promesas nunca terminaban de cumplirse. Esas esperanzas eran claramente equivocadas, porque suponían una intervención directa, externa y puntual de Dios a favor de un pueblo. Todas las lecturas del AT van en este sentido y pueden despistarnos.
 
Por otra parte, tenemos la aparición histórica de Jesús. Aunque no sabemos ni el día ni el año de su nacimiento, se trata del punto de partida imprescindible para comprender nuestras expectativas como cristianos. Jesús hizo presente el Reino de Dios en su persona, a través de su trayectoria humana. La primera e imprescindible referencia para nosotros, es su vida terrena, porque es en su vida donde hizo presente el amor y desterró el odio. La preocupación por el “Jesús histórico”, que se ha despertado en nuestro tiempo con tanta fuerza, es el punto de partida para todo lo que podemos decir de Jesús teológicamente.
 
Jesús no sólo hizo presente el Reino, sino que hizo una propuesta a todos los hombres de todas las naciones, de todas las culturas, de todas las religiones. Se trata de una oferta de salvación definitiva para el hombre. Él quiso indicar, a todos los seres humanos, el camino de la verdadera salvación. Celebrar el adviento hoy sería tomar conciencia de esta propuesta de salvación y prepararnos para hacerla realidad. Esa posibilidad de plenitud humana, debe ser nuestra verdadera preocupación. Ebeling dijo: lo más real de lo real no es la realidad misma, sino sus posibilidades. Jesús, viviendo a tope una vida humana, desplegó todas sus posibilidades de ser y propuso esa misma meta a todos.
 
Hay otro aspecto del adviento que es necesario tener muy claro. Al constatar, siglo tras siglo en la historia de Israel, que las expectativas no se cumplían, se fue retrasando el momento de su ejecución, hasta que se llegó a colocarlo en el final de los tiempos. Surgió así la escatología, un genero literario que nos dice muy poco hoy día. Es sorprendente que ni siquiera la venida de Jesús se consideró definitiva para los cristianos. Es la mejor prueba de que la salvación que él propuso no nos convence. Por eso los cristianos sintieron la necesidad de una segunda venida, que sí traería la salvación que todos esperamos.
 
Armonizar estas perspectivas es muy complicado para nosotros hoy. El tiempo anterior a Jesús, la vida terrena de Jesús, nuestra propia realidad histórica y el hipotético futuro escatológico nos puede llevar a una dispersión que convierta el adviento en un batiburrillo que nos impida enfocar bien su celebración. Creo que lo más urgente para nosotros hoy, es centrarnos en hacer nuestro el mensaje de Jesús y vivir esa posibilidad de plenitud que él vivió y nos propuso. Partiendo de su vida, debemos tratar de dar sentido a la nuestra.
 
La visión de Isaías en la primera lectura, está muy lejos de ser una realidad. Es la utopía que puede mantenernos firmes dentro de una realidad que sigue siendo sangrante. La realidad no debe eliminar la esperanza de un mundo más humano. Debemos aferrarnos a la utopía de que otro mundo es posible. La esperanza se funda en que Dios no nos puede abandonar ni retirar la oferta de esa plenitud. Esa esperanza, a la que nos invitan las lecturas, no es de futuro sino de presente. La percibimos como de futuro, porque todavía no hemos hecho nuestras todas las posibilidades que tenemos a nuestro alcance.
 
Pablo nos repite que ya va siendo hora de espabilarse, pero seguimos portándonos como verdaderos insensatos. Seguimos caminando en una dirección equivo­cada. Las advertencias que hace Pablo a los romanos, son las mismas que tendríamos que hacer hoy: nada de comilonas y borracheras, lujuria y desenfre­no, riñas y pendencias. El excesivo cuidado de nuestro cuerpo, fomentará los malos deseos. El hedonismo que pretende el placer inmediato, terminará por aniquilar nuestro verdadero ser.
 
El evangelio nos invita a estar vigilantes. Estar despiertos es la condición mínima para desarrollar nuestra humanidad. Creo que estamos bien despiertos para todo lo terreno y material. Esa excesiva preocupación por lo material, es lo que la Escrita llama “estar dormido”. Hoy empezamos el Adviento, preparación para la Navidad, pero los grandes almacenes, y todos los medios de comunicación ya hace casi un mes que han empezado su preparación. Menos de un 15 % de nuestra sociedad escuchará unos minutos cada domingo el anuncio de que Jesús nace, frente a las muchísimas horas que va a soportar la propaganda consumista. ¿Será suficiente para contrarrestar su efecto devastador?
 
Crecer en la parte verdaderamente humana de nuestro ser, exige esfuerzo y dedicación. Alagar la parte instintiva es mucho más fácil que espolear el espíritu. Los emperadores romanos ofrecían pan y circo a las masas para que no exigieran otras cosas. Hoy la oferta tranquilizante es fútbol y tele. Nuestra religión, olvidando el evangelio, ha caído también en la trampa de una salvación acomodada a las apetencias de la mayoría, ofreciendo al hombre la eliminación del dolor, el pecado, la muerte. Como eso es imposible aquí y ahora, porque son inherentes a nuestra naturaleza, se ha proyectado la salvación para un más allá. No, Dios quiere la plenitud para todos, aquí y ahora, mientras aún somos humanos.
 
Adviento no es solo la preparación para celebrar dignamente un acontecimiento que se produjo hace más de veinte siglos. El adviento debe ser un tiempo de reflexión profunda, que me lleve a ver más claro el sentido que debo dar a toda mi existencia. No hay tiempos más propicios que otros para afrontar un tema determinado. Soy yo el que tengo que acotar el tiempo que debo dedicar a los asuntos que más me interesan. Y lo que más me debía interesar, tal como nos lo advierte la liturgia, es mi verdadero ser, no mi falso ser.
 
Dios está viniendo en todo instante, pero solo el que está verdaderamente despierto se dará cuenta de esa presencia. Si no descubro esa presencia, mi vida puede transcurrir sin enterarme de la mayor riqueza que está a mi alcance. Dios no tiene que venir en ningún momento ni de ninguna parte, porque es la base y fundamento de mi ser y si se separara de mí un solo instante, mi ser volvería a la nada. Lo que llamamos Dios está en mí como fundamento aunque yo no descubra su presencia. Pero como ser humano, mi más alta posibilidad de plenitud consiste precisamente en descubrir y vivir conscientemente esa realidad. Dios está en todo, pero solo el hombre puede ser consciente de esa presencia.
 
No tengo que esperar tiempos mejores para poder realizar mi proyecto humano. Si tengo que esperar a que Dios cambie algo o cambien los demás para encontrar mi salvación, no he descubierto lo que soy ni lo que es Dios. La salvación que Jesús propuso, no está condicionada por circunstancias externas. Aún en las situaciones más adversas, está siempre a nuestro alcance. En cualquier momento puedo hacer mía esa salvación. En cualquier instante de mi vida puedo descubrir la plenitud. Si no soy capaz de descubrir mi salvación en esta situación en que hoy me encuentro, no seré capaz de descubrirla nunca.
 
El error en el que estamos instalados, es esperar que esa salvación venga de fuera en un próximo futuro. Dios no tiene futuro y esta viniendo siempre y desde dentro. Aquí puede que esté la clave para cambiar nuestra mentalidad. Pero preferimos seguir pensando en el Dios todopoderoso que actúa a capricho y desde fuera. De esa manera no hay forma de hacer nuestro el Reino de Dios que está ya dentro de nosotros. Hoy el evangelio nos advierte: si el encuentro no se produce es porque seguimos dormidos.
 
Meditación-contemplación
 
“Daos cuenta del momento en que vivís”.
Se trata de despertar, de tomar conciencia de las posibilidades.
Soy un ser humano, no simple biología.
Mi meta, mi plenitud está más allá de toda materialidad.
...............
 
“Comían, bebían, se casaban...” ¿Qué hay de malo en ellos?
Lo único malo es poner el objetivo de tu vida en comilonas y borracheras.
Ni siquiera es preciso hacer daño a otros para impedir la plenitud.
El fallo está en vivir enredado en las cosas de este mundo.
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“¡Caminemos a la luz del Señor!”
Aún desde las tinieblas, podemos vislumbrar la luz.
La muerte no es la noche hacia la que encamino mientras vivo.
Al contrario, desde la noche nos encaminamos hacia el día.
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viernes, 25 de noviembre de 2016

“Miriam de Magdala no fue una prostituta arrepentida, sino una mujer con autoridad en el naciente cristianismo”


Carmen Bernabé Ubieta
Doctora en Teología Bíblica
Con cursos de especialización en Jerusalén y EE.UU.
Profesora de Nuevo Testamento en la Universidad de Deusto

IRUÑEA - Ha hablado en el Foro Gogoa sobre Miriam de Magdala, la autoridad de una mujer en el naciente cristianismo, tema sobre el que ultima un libro.

¿Cómo se ha conservado la memoria de María Magdalena?

-Los cuatro evangelios canónicos son muy parcos en datos. Son textos que no narran todo lo sucedido, sino lo que se considera necesario para la fe de las comunidades. Recogen tradiciones recibidas y las aplican a los nuevos momentos en que se escriben. Los escritos están redactados desde el punto de vista de los varones y, así, las mujeres resultan invisibles o solo aparecen en situaciones muy significativas e importantes. Por eso, lo que los evangelios cuentan sobre María la de Magdala es poco, pero muy importante.

¿Dónde hablan los evangelios de Magdalena?

-Magdalena aparece en los capítulos finales de los cuatro evangelios, en los relatos de la pasión, que son muy antiguos, y los de la resurrección. Aparte de eso solo se le cita en el capítulo 8, 3 del evangelio de Lucas, donde aparece, con los doce y otras mujeres, acompañando a Jesús que va caminando de pueblo en pueblo y anunciando la buena noticia.

¿Qué se dice de ella?

-Varias cosas fundamentales: que fue discípula ya desde el comienzo de la misión de Jesús en Galilea. Que fue testigo de su muerte y sepultura. Que fue receptora de una aparición del Resucitado y enviada a anunciar su nueva forma de vivir. Y que fue preeminente entre las mujeres discípulas.

Todo eso, ¿qué significados encierra?

-Las cosas que se dicen de los discípulos le afectan a ella. Hay dos verbos que resumen la actitud del discípulo: seguir a Jesús, y servir. Compartió con Jesús y los demás discípulos su carisma y todos los estigmas, los sambenitos que se atribuían al grupo contracultural de Jesús, entre ellos, ser borrachines y comer mucho. Por ser discípula desde el comienzo, vuelve los ojos hacia el principio de la pretensión de Jesús, revisa todo lo que escuchó y aprendió de él. Las mujeres, en aquella sociedad y tiempo, no podían testificar ante los tribunales, pero Magdalena fue testigo ante la comunidad de la muerte de Jesús y de la suerte que corrió su cuerpo bajado de la cruz. Ser receptora de una aparición del Resucitado le otorgaba autoridad. Así, María Magdalena tiene relevancia comunitaria y preeminencia en el grupo de mujeres, y aparece encabezando casi todas las listas en que se menciona a mujeres. Magdalena fue apóstol, enviada a anunciar que Jesús había vencido a la muerte y que había que continuar con su causa. Rábano Mauro, obispo del siglo IX llamó a Magdalena “apóstol de los apóstoles” porque ella recibió la primera aparición del Resucitado y fue enviada a anunciar la noticia a Pedro y los discípulos.

¿Dónde fue enterrado Jesús? ¿Por qué aparecen tanto Magdalena y las otras mujeres cerca de su tumba?

-Hay discusión entre varios exégetas sobre lo que pasó con el cadáver de Jesús. Crossan asegura que no fue enterrado; su cuerpo, de persona ajusticiada fuera de la ciudad, fue comido por los perros y sus huesos arrojados a una fosa común. Hay quien afirma, basándose en las referencias a Nicodemo y José de Arimatea, que el Sanedrín disponía de un sepulcro donde depositar cadáveres de ajusticiados para evitar la contaminación legal. Pero hay en los cuatro evangelios una tradición unánime, la de la visita temprana de las mujeres al lugar donde pusieron a Jesús. Es un relato que quiere plasmar de forma plástica la fe de las comunidades. La forma de ese relato deriva de la costumbre, antigua y actual, de hacer duelos y de que, sobre todos las mujeres, hablen con sus seres queridos difuntos. El Evangelio apócrifo de Pedro, del siglo II, comenta que “iban a hacer lo que las mujeres hacen”, es decir, llorar, recordar, hacer duelo y consolarse. El tema del duelo llegó a ser peligroso en la antigüedad y había leyes que lo regulaban. En ese clima del relato los ángeles convencen a las mujeres de que no hay que hacer duelo por Jesús. Ellas, en su actividad de duelo, hacen la experiencia de que Jesús no está muerto. Y asumen un papel fundamental: van a contarlo. Así se expresa la fe de la comunidad, la experiencia de que Jesús no estaba preso de la muerte

¿Qué sucedió con la memoria sobre Magdalena después del Siglo II?

-Los evangelios apócrifos y otros escritos posteriores no dicen mucho acerca de personajes históricos. Más bien reflejan las actitudes y búsquedas de los distintos grupos que formaron el cristianismo primitivo. Suceden procesos de simbolización. Y, conforme avanza la presencia pública y la institucionalización de las comunidades, dentro de ellas se alude, y hasta se enfrenta, a la autoridad de Pedro y Magdalena en rivalidad, para resolver conflictos, a favor de hombres y mujeres.

¿Hay algunos textos más expresivos de todo eso?

-Pronto se discute la autoridad de la mujer para predicar y decir su palabra en las asambleas, usando términos de la filosofía, estoica, neoplatónica o gnóstica. En el temprano Evangelio de Felipe aparece de modo simbólico Jesús dando un beso en la boca a Magdalena, no con motivación erótica, sino como forma de comunicarle su espíritu y, con ello, autoridad para hablar y enseñar. En el siglo II, el llamado Evangelio de María recoge diálogos de discípulos, entre ellos Magdalena, con el Resucitado; María les transmite las palabras del Señor, pero Pedro pregunta: “¿Cómo ha podido decir el Señor a las mujeres lo que no nos ha dicho a nosotros?” y Magdalena llora, mientras Leví defiende su autoridad. Y en el mismo siglo II, en los Hechos de Pablo y Tecla, Tecla, fundada en la autoridad que ha recibido de Pablo, se bautiza y se enseña a sí misma. En el libro Pistis Sofía del siglo III, se hacen a Jesús unas 70 preguntas, la mayor parte de las veces por mujeres; hasta que un hombre dice: “Señor, diles a las mujeres que se callen, para que podamos hablar nosotros”, y Jesús defiende el derecho de la mujer a interpelar y enseñar. En el fondo de todos estos textos se puede ver la definición de los papeles de género en aquellos momentos formativos del cristianismo.

¿Cuándo empieza la sustitución de la figura de Magdalena por otras?

-Fue algo progresivo, a partir del siglo IV. Primero se sustituyó la figura de Magdalena por la de María de Nazaret. Y pronto se mezcló a todas las figuras femeninas del Nuevo Testamento, en un plural indiscriminado: todas se llamaban María. La poca creatividad respecto a los nombres femeninos no sucedió solo en el ámbito judío, donde María o Miriam era el nombre más común, sino también entre los romanos, que no discurrían mucho para poner nombres distintos de mujer, sino más bien apodos para distinguirlas.

¿Con que otras mujeres se ha confundido a María la de Magdala?

-Se identificó a María Magdalena con María de Betania, y luego a ésta con la mujer que ungió a Jesús con un perfume y de la que Lucas dice que era una pecadora. En el siglo VII, Gregorio Magno identificó Magdalena con la pecadora arrepentida de Lucas. La Leyenda Aurea de Jacobo de Vorágine, en el siglo XIII presenta a Magdalena llegando a Francia y poniéndose a predicar, pero muy pronto la sitúa retirada en una cueva para hacer penitencia. Eso dio mucho de sí en la predicación, y en las artes plásticas, durante siglos. Luego, mucha de la literatura reciente, sin ninguna base, ha hecho que la Magdalena pase de prostituta a ser la “Señora de”. No creo que sea un gran problema el que Jesús hubiera estado casado; hay argumentos a favor y en contra. Pero a los evangelios no les importa esa faceta, ni dicen nada de ello. Solo de pasada sabemos que Pedro estuvo casado.

¿Qué efectos tuvo la confusión de personajes?

-Se pervirtió y domesticó su memoria y con ello la legitimación que suponía para la igualdad y autoridad de la mujer en la iglesia. Pero hay que decir que las Iglesias Orientales jamás cambiaron la imagen original de Miriam de Magdala. En Occidente hubo que esperar al Concilio Vaticano II. En la fiesta de la Magdalena, que se celebra el 22 de julio, los textos bíblicos, antífonas y oraciones de la liturgia nos han devuelto esa imagen de discípula y testigo de Jesús, una mujer con autoridad en la iglesia.

El evangelio de Lucas dice que “acompañaban a Jesús mujeres curadas de malos espíritus y enfermedades”, entre ellas “María la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. ¿Pudo el Maestro haber sanado o curado a Magdalena?

-Las que seguían a Jesús no fueron mujeres al uso. Lo que es seguro es que encontrarle a él transformó su vida, más si el origen de esa relación se debió a situaciones de dificultad. Pero la Antropología Cultural permite hoy explicar eso de “los demonios”. Estar poseída pudo ser una forma inconsciente de protestar contra situaciones de ahogo, injusticia o falta de libertad. Aquellas mujeres expresaban con gestos su sufrimiento, hasta tal punto que Celso, el historiador romano, les llama “histéricas”. Jesús y su movimiento les ofrecen otro horizonte de autocomprensión.

¿Dónde estaba y cómo era la ciudad de Magdala?

-Magdala era una ciudad a orillas del lago Genesaret, el mar de Galilea. Se han hecho en ella importantes hallazgos arqueológicos de época, asmonea y herodiana. Siempre se ha creído que Flavio Josefo exageró al decir que tenía 40.000 habitantes, pero hoy se piensa que no lo hacía. Fue una ciudad grande, un cruce de rutas comerciales y de cultura. Se han excavado calles y plazas, el puerto lacustre, baños y letrinas públicas y una sinagoga. En parte de ese lugar los Legionarios de Cristo ha construido una iglesia dedicada a la memoria de María Magdalena. Han levantado ocho columnas que llevan el nombre de mujeres del evangelio y una, sin nombre, está dedicada a todas las mujeres “que lo son de sus familias y que trasmiten la fe”. Pero estas columnas están en el atrio, fuera de la Iglesia. Dentro de ella, las columnas llevan el nombre de los doce apóstoles. La memoria de Magdalena que se recupera es la de la mujer cuidadora, sufridora, liberada de los demonios representados como la serpiente del Génesis, y se propone como modelo para la “joven mujer católica”, vista como sostén de su familia. Ha desaparecido la memoria de la discípula, testigo, receptora de una aparición del Resucitado y apóstol.

¿Hay que tener cuidado, pues, con la memoria histórica?

-Desde luego, recuperar la memoria no es algo inocente. ¿Qué memoria? ¿Con qué finalidad? La memoria de Magdalena se ha utilizado tanto para reivindicar la igualdad de la mujer en la Iglesia como para procurar su sometimiento. Yo conozco algo muy distinto en Cali, Colombia. El grupo María Magdalena de la Casa Cultural Tejiendo sororidades, un colectivo de mujeres que ayuda a otras mujeres a empoderarse y ganar autoridad. Hay que ver cómo manejan la Biblia.

¿Va a cambiar el papel de la mujer en la Iglesia?

-Si Francisco consigue cambiar algunas cosas, algo ayudará. Pero su antropología no me parece muy distinta de la de los papas anteriores. Me preocupa que siga hablando de “la complementariedad”. Lo que hace falta es que se nos permita ser adultas y participar en la toma de decisiones, porque ahora las mujeres no estamos representadas en la Iglesia. Karl Rahner, el reconocido teólogo, dijo: “No encuentro en las Escrituras ningún reparo para la ordenación de mujeres”. Eso es cultural y coyuntural. Pero, en la ordenación, el poder de consagrar conlleva el poder de gobernar y de decidir sobre la vida de las comunidades. Hay que ir más allá: la reforma de estructuras administrativas requiere también la reforma del ministerio presbiteral.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Utopía, esta verdad de mañana



Padre Pedro Pierre

En muchos países del mundo se celebran los 500 años de la publicación del libro Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía, cuyo autor es el inglés Tomás Moro. Con este libro, Tomás Moro inventaba el vocablo ‘utopía’ y le daba el sentido de ‘sin lugar’, pero ‘posible’. Había nacido una nueva manera de imaginar la vida y la sociedad: ‘otro mundo es posible’ como también ‘una vida más feliz’. ¡500 años! El libro se propagó por toda Europa y pasó a ser una de las obras cuya visión perdura hasta nuestros días y sigue motivando a mucha gente por todo el planeta. Coincidía el libro con la conquista de un ‘nuevo mundo’ recién descubierto en lo que se llamaría Abya Yala, o sea, ‘Tierra Madura’, más conocida como las Américas. Se volvía a soñar con el Paraíso perdido.

Este vocablo ‘utopía’, a lo largo de cinco siglos, fue motivando un sinnúmero de personajes decididos a construir un mundo nuevo. Sirvió primero para denunciar la situación de injusticia, o sea la esclavitud en que vivían los campesinos de aquella época y proponer una organización social que permitiera más igualdad y humanismo. Era el tiempo de lo que llamamos hoy Renacimiento o Iluminismo, el cual hacía entrar a Europa en la época moderna, anunciando el fin de la era medieval.

Muchos autores iban a escribir sobre cómo se podía dar este cambio social. Y nacieron las palabras ‘socialismo’ con el francés Proudhon, ‘comunismo’ con Marx, ‘globalización de la civilización del amor’ con el papa Francisco. Nos damos cuenta hoy de que, en esa época, en Abya Yala existía la misma ‘utopía’ con el proyecto social del Sumak Kawsay o Bien Vivir de los indígenas de la cordillera de los Andes y de la ‘tierra sin males’ de los guaraníes. Tampoco faltaron autores que relacionaron la ‘utopía’ con el Reino de Dios inaugurado por Jesús de Nazaret: una nueva manera de vivir personal y colectivamente más conforme a la voluntad de Dios. Este Reino, utópico porque es un proyecto en marcha, construye “la tierra nueva y el cielo nuevo”, como lo confirma el último libro de la Biblia, escrito hace 2.000 años. Este mundo nuevo ha comenzado y, gracias a Dios, llegará a su plenitud.

Tal vez hoy más que nunca se necesita de utopía, al descubrir por primera vez la dimensión mundial de las injusticias causadas por un sistema que convierte en esclavas a millones de personas, por mantener los privilegios de una minoría descarada, equivalente al 1% de la población mundial. ¡Menudo escándalo! Nació esta palabra hace 5 siglos; se estaba dando un cambio de época… Hoy estamos viviendo igualmente cambios radicales en todos los espacios de la vida personal, social y espiritual: la utopía se hace más que necesaria para imaginar “otro mundo posible, urgente y necesario”, expresión inventada al comienzo del milenio en la primera reunión de las Organizaciones Populares en Puerto Alegre, Brasil. Ciudad simbólica de un nuevo comienzo para surcar mares desconocidos en la búsqueda incansable de un mundo nuevo a construir entre nosotras y nosotros.