Cada vez que alguien quiere demostrar el éxito o el fracaso de una actividad, apela a los
números, a las estadísticas, aún cuando se trate de personas, de vidas. Es que nos enseñaron desde el principio de nuestro
proceso de escolaridad, que dos y dos son cuatro, que cuatro por cinco son
veinte, que tres menos uno son dos, que veinte entre cinco son cuatro. Desde
entonces, nos han dado a mamar el tetero corrompido del sistema capitalista.
Nos enseñaron a sacar cuentas vacías,
excluyentes, rentistas,
divisionistas. Esas cuentas son la suma, la resta, la multiplicación, la
división; los conceptos que detrás de ellas se esconden, son totalmente capitalistas. Echémosle cabeza un ratico
para que nos demos cuenta cómo el sistema no nos pela desde nuestra niñez, esto
es un ejemplo nada más entre muchos otros… Por eso, nos cuesta tanto “no botar
la bola” aunque nos creamos muy revolucionarios, por eso, cuando hablamos, nos
expresamos con conceptos del capitalismo y cuando actuamos, a veces es peor
porque nos relacionamos con los demás en un contexto capitalista. Aquí,
recuerdo una anécdota de una conversación con un camarada que en cada frase
trataba de convencerme de que era un tronco de revolucionario, todo esto
mientras hablábamos de nuestra relación con Cuba; pero, de repente me pregunta:
Camarada, ¿Quién cree Ud. que sale ganando en las relaciones
“comerciales” Cuba-Venezuela?
Yo respondí diciendo: Camarada, me está pidiendo que mida la
temperatura de un niño, con un metro o que mida la distancia con un termómetro.
Esta anécdota puede explicar, en parte, por qué nos cuesta y nos costará tanto
avanzar, crecer, profundizar en
Nuestro Socialismo. Porque como dijo El Ché: “No podemos construir el
Socialismo con las armas melladas del capitalismo” y ya antes, de otro modo, lo
había dicho Jesús el de Nazareth: “No se puede echar vino nuevo en recipientes
viejos, porque se romperá el recipiente y se botará el vino”.
Toda esta perorata debe
llevarnos a pensar ¿Qué y cómo hacer, entonces? Bueno, entre todos y todas
podemos encontrar la respuesta. Yo por mi parte, aporto lo siguiente: Partiendo
de que yo creo que tenemos que aprender de nuevo, debemos emprender un nuevo
camino de formación cuyo eje de rotación sea “El Buen Vivir” de todas y todos,
entendido éste como un proyecto sistémico
de vida, en armonía con la naturaleza y orientado a lograr la sustentabilidad y
sostenibilidad de la vida misma y de la humanidad; al fortalecimiento político,
social, económico y cultural en apoyo a la consolidación del ejercicio del
Poder Popular, generando procesos de educación y de trabajo liberador para el
logro de la suprema felicidad necesaria y posible y cuyos valores fundamentales
se sintetizan en la capacidad de servir como vivencia de la solidaridad y
expresión del amor; de convivir, como expresión del ser; y de ser eficientes y
eficaces, como expresión del hacer..
Y podemos comenzar por aprender
las cuatros operaciones fundamentales: Que cada uno y una tenga lo necesario, o
sea, que entre todos y todas tengamos más.
Haciendo que todo lo bueno se fortalezca y para ello podo lo malo si no
es salvable. Siendo más productivo en nuestros compromisos, para que
finalmente, tengamos más que repartir. Si tengo dos arepas y consigo dos más, ya
somos cuatro los que podemos comer. Si tengo una mata de naranjas y unas ramas
están malosas, las podo para que la mata agarre más vida y produzca más
frutos. Si produzco más excedentes, hay
más para repartir entre todos. ¡Ahí están, las cuatro operaciones!
No se por qué se me viene a la memoria aquello de Simón Rodríguez:
“Inventamos o nos j… ¡Ah, no! O erramos”
Aproniano.