MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Padre Pedro Pierre: FRANCIA SE VISTE DE AMARILLO

 
Padre Pedro Pierre

El sábado 7 de diciembre se movilizaron nada menos que 89,000 policías por toda Francia contra decenas de miles de manifestantes vestidos de chalecos amarillos ocupando las capitales provinciales de todo el país. Es el signo de un descontento generalizado contra políticas neoliberales que aumentan regularmente los impuestos. Por ejemplo en Francia, un litro de gasolina cuesta más que un galón de la misma en Ecuador, o sea, ¡casi 5 veces más! Como en nuestro país, allá también los pobres financian a los ricos cada vez más ricos. Los manifestantes se visten de un chaleco amarillo para identificarse de una manera llamativa -dicen que el amarillo es el color que más atrae la vista. Los jóvenes participan numerosos porque, como en todas partes, son los más afectados por un sistema que los margina: tienen que ir a buscar empleo en cualquier continente del planeta en una vida loca por enfrentar las dificultades de la vida.

Ya son 3 semanas que duran estas protestas, cada vez más numerosas. Piden la dimisión del presidente y la disolución de la asamblea legislativa. Critican las instituciones y desconfían de todos los partidos políticos, de los que no son parte: ¡los de izquierda han hecho en los gobiernos anteriores una política de derecha! En cuanto a los sindicatos, estos son bastantes débiles. En estas manifestaciones salen líderes espontáneos… Estas manifestaciones recuerdan las de mayo de 1968 que abarcaron a toda Europa y lograron 2 cambios significativos: el salario mínimo equiparado a la canasta básica e igual entre varones y mujeres haciendo el mismo trabajo. Se ve consignas parecidas como por ejemplo: “¡A ver si lo cambiamos todo!”

A los manifestantes de mayo de 1968 les faltaba organización, formación política e incidencias en los poderes del Estado. Las viejas instituciones capitalistas resistieron y todo volvió poco a poco a su cauce ‘normal’: la explotación inmisericorde de los trabajadores y la destrucción sistemática de la naturaleza. En 50 años bien poco se ha avanzado. Y no parece que se va a avanzar mucho. Las revoluciones se hacen después de años de luchas, de organización disciplinada y de formación política, con un pueblo decidido a jugarse la vida por un cambio, ahora ecológico-socialista. No se trata sólo de crear problemas al sistema neoliberal. Se trata, por una parte, de vivir mayoritariamente de otra manera, personal y colectiva: menos consumista, utilitarista, mercantilista y más compartida, más organizada, más favorable a la promoción del bien común. Por otra, se trata de sustituir el sistema neoliberal comenzando por uno mismo, la familia, la vecindad, la ciudad para llegar poco a poco a un Estado nacional con instituciones diferentes.

En Ecuador estamos lejos de un cambio significativo a pesar de las desgracias en las que estamos. ¿Cuántos deseamos un cambio de sistema? La inmensa mayoría de la gente está preocupada por consumir más y siempre más. Lo estamos viendo en cada Navidad: por todas partes un papanoel capitalista desaparece a un niño Jesús naciendo en un pesebre, que desde su estilo de vida sencillo va a construir una comunidad de discípulos decididos a continuar el proyecto del Reino, es decir, una sociedad fraterna, equitativa e universal. Mientras seguiremos honrando a un Niño divino que nos prometo un Reino de los cielos para no se sabe cuándo, seguiremos apoyando un sistema que nos explota, nos engaña y nos embrutece.

¡Que esta Navidad sea un paso más hacia una vida personal sencilla y fraterna, una convivencia igualitaria y equitativa, la defensa de nuestros derechos y de los de la naturaleza! En eso no ayude el niño Jesús, pues para eso vino.