RD.- "Les confieso que he sentido el Espíritu Santo. Si esta energía continúa, La Habana será la capital de la unidad". Dos horas después del histórico abrazo, Francisco y Kirill firmaron una declaración conjunta y se comprometieron conjuntamente a trabajar por la paz y la unidad entre todos los cristianos. "Hemos salido con iniciativas que son viables y se podrán realizar", subrayó el Papa, sin querer separarse del patriarca. La unidad, después de casi mil años, parece más cercana que nunca.
La salida de ambos mandatarios, con Raúl Castro como anfitrión, ante la opinión pública, fue sobrecogedora. A ambos lados de una sencilla mesa, los representantes de las delegaciones católica y ortodoxa. Al fondo, un icono de la Virgen. Kirill y Francisco, Francisco y Kirill, firman una declaración conjunta, escrita en ruso e italiano. Y después, lejos de abandonar la estancia y dejar a medio mundo con la miel en los labios, hablan. Sin papeles, desde el corazón.
Primero Kirill, quien subrayó cómo "debemos trabajar juntos por nuestras iglesias, por nuestros creyentes, por los cristianos y por su futuro, y por el futuro de la civilización". El patriarca, que calificó el encuentro como "muy interesante", incidió en que "las dos iglesias podrían colaborar en todo el mundo protegiendo a los cristianos".
"Podemos trabajar juntos para prevenir las guerras, para que en todo el mundo se respete la vida humana y para que se respeten los valores de la familia, de la sociedad, y todo esto con la participación de la Iglesia en la vida de la sociedad humana moderna", concluyó Kirill.
Por su parte, Francisco confesó que "hablamos como hermanos, tenemos el mismo bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras iglesias, sabemos que la unidad se hace caminando. Y hablamos claramente, sin medias palabras. Yo les confieso que he sentido la consolación en este diálogo, he sentido el Espíritu Santo".
Al tiempo, agradeció "la humildad fraterna de Su Santidad y la energía con la que el patriarca ha mostrado su intención de trabajar por la unidad. Estoy convencido de que se podrá realizar".
También quiso el Papa dar las gracias al metropolita Hilarion, y al cardenal Koch, jefes de los equipos de diálogo de cada una de las iglesias, y "un sentido agradecimiento a Cuba, al pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Le agradezco su disponibilidad activa. Si esta energía continúa, La Habana será la capital de la unidad".
"Que esto sea para el bien del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sobre el manto y la protección de la Madre de Dios, y gracia para todos los fieles", finalizó el Papa, antes de volver a salir de la sala con Kirill. Para hablar un poco más, para abrazarse, antes de su marcha hacia México. Mil años siempre se quedan cortos ante un abrazo tan relevante. Poco después, ya sin solideo, y tras abrazarse efusivamente con Raúl Castro y, sobre todo, con el cardenal Ortega, el Papa ponía rumbo a México. Próxima escala de un viaje que, antes de comenzar, ya será calificado como histórico.