Rodolfo Bueno
En la antigüedad, y a partir de la conversión del emperador Constantino, la iglesia cristiana se desarrolla rápidamente; su elevada moral y austeridad colaboran al triunfo del cristianismo sobre el paganismo. El imperio romano se vuelve católico luego del Concilio Ecuménico de Nicea y la aprobación del Credo Niceno, que resuelve las viejas querellas con los arrianos, en favor de los católicos.
La posterior separación entre católicos de Occidente (romanos) y católicos de Oriente (ortodoxos) se da, en lo fundamental, por la negativa de los ortodoxos a aceptar la autoridad papal. Hasta ese entonces, los obispos, electos en la comunidad por el voto popular y encargados de administrar las limosnas de sus diócesis, gozaban de gran autoridad, aunque menor a la que luego adquiriesen.
El obispo de Roma, o sea el papa, pese a ser la personalidad más importante de la iglesia, no tenía la supremacía que le confiere el Concilio de Calcedonia del año 451, que le da una jurisdicción más allá de Roma, lo que Constantinopla interpreta como algo sólo honorífico. Con el advenimiento de Gregorio Magno (590-604), al papa se le otorga autoridad sobre todos los fieles y es presentado como sucesor de Pedro, apóstol al que Jesús había ordenado la misión de fundar y dirigir la Iglesia.
Se podría decir que en el largo período que va desde el papa Gregorio hasta el año 1000 se gesta la independencia de Roma de la férula de Constantinopla, cuyos patriarcas negaban la autoridad papal, causa principal para la separación definitiva entre católicos romanos y católicos ortodoxos. Claro que este cisma se da también por complejos problemas teológicos y porque una de las iglesias seguía el rito bizantino y otra, el latino, pero fueron las diferencias políticas, que en el seno de la cristiandad existieron desde su nacimiento, las que causaron la separación definitiva en el 1054, cuando el papa de Roma emite una bula en la que excomulga al patriarca de Constantinopla. El cisma entre ambas iglesias se volvió definitivo.
Todo ese embrollo, y mucho más, quedó enterrado tras el encuentro entre la Santa Sede de Roma y el Patriarcado de Moscú, pues es el primero que se da entre un papa y un patriarca ruso desde el cisma comentado antes. El cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, afirma: “La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú expresan el deseo de que el encuentro se convierta en un símbolo de esperanza para todas las personas de buena voluntad… Es sumamente importante que esta reunión tenga lugar ahora, en un momento en el que mundo se enfrenta a tantos problemas, cuyas soluciones dependerán, en gran medida, de la interacción entre las dos Iglesias”.
El patriarca Kiril, tras la firma de la declaración afirma: “Hoy en día, luego de dos horas de una conversación abierta entre hermanos con pleno entendimiento de la responsabilidad por nuestras iglesias, por nuestro pueblo creyente, por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana, las dos iglesias pueden trabajar conjuntamente de manera activa protegiendo a los cristianos por todo el mundo y trabajar juntas con toda la responsabilidad para que no haya guerras, para que en todas partes se respete la vida humana”. Por su parte, el papa Francisco ha destacado: “Hablamos de nuestras iglesias y coincidimos en que la unidad se hace caminando… Agradezco la humildad de su Santidad, humildad fraterna, y sus buenos deseos de unidad… Hemos salido con una serie de iniciativas que creo que son viables y se podrán realizar. No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Agradezco su disponibilidad activa. Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad”.
Posteriormente, al comentar su conversación con el patriarca Kiril, el papa Francisco dijo: “Hemos conversado con toda la sinceridad. Sentí como si estuviera con un hermano, y él me dijo lo mismo… He hablado libremente y él habló libremente. Se sentía alegría”. Durante el encuentro estuvieron presentes Ilarión, el metropolitano ruso, y el cardenal suizo Kurt Koch. “Una vez dije”, comentó el papa, “si tratamos de llegar a la unión a través de investigaciones, a través de la teología, entonces cuando llegue Dios aún estaríamos discutiendo. Pero no, la unión se alcanza moviéndose hacia delante, así que cuando llegue Dios, al menos nos verá caminando juntos”.
Durante el encuentro, el patriarca Kiril y el papa Francisco manifestaron su preocupación por la limitación de los derechos y la discriminación de los cristianos en muchos países e hicieron un llamado a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia, al terrorismo y proteger a los cristianos perseguidos en Oriente Medio, donde “son exterminados en ciudades, aldeas y familias enteras”.
Ambos líderes insistieron en que “es necesaria una ayuda humanitaria a gran escala al sufrido pueblo y los numerosos refugiados en los países vecinos”. El patriarca y el papa lamentaron “los sufrimientos de los seguidores de otras tradiciones religiosas que se convierten en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista” y pidieron a “todos los que puedan influir en el destino de las personas secuestradas, incluidos los metropolitanos de Alepo Paul y Yohanna Ibrahim, secuestrados en abril de 2013, hacer todo lo posible para su más pronta liberación”.
Al dirigirse a las partes involucradas en los conflictos, el patriarca y el papa insistieron en la necesidad “de mostrar buena voluntad y sentarse a la mesa de las negociaciones… En esta época turbulenta, hace falta un diálogo interreligioso. Las diferencias en el entendimiento de las verdades religiosas no deben impedir a las personas de distintas fes vivir en paz y armonía”, destaca el documento.
Los líderes de las dos iglesias hicieron un llamado a no ser indiferentes ante los refugiados y también denunciaron que “el consumo desenfrenado, típico de los países más desarrollados, agota rápidamente los recursos de nuestro planeta”; asimismo, criticaron “el crecimiento de la desigualdad de distribución de los bienes de la tierra, que aumenta el sentimiento de injusticia del sistema de las relaciones internacionales que se impone”.
Al hablar sobre el conflicto en Ucrania, los primados de ambas iglesias hicieron un llamado a todas las partes de ese país “a la prudencia, la solidaridad social y la actividad pacificadora”; asimismo, exhortaron a las Iglesias en Ucrania a “abstenerse de participar en la confrontación y no apoyar el desarrollo del conflicto”.
Los líderes de las iglesias también criticaron “la crisis de la familia en muchos países” y lamentaron que “otras formas de convivencia se igualen” al matrimonio de una mujer y un hombre e hicieron un llamado a “respetar el derecho inalienable a la vida”. Hacían referencia a “millones de niños que son privados de la oportunidad de nacer”; asimismo, criticaron la divulgación de la eutanasia que lleva a que las personas mayores empiecen a sentirse una carga para su familia y la sociedad. Este encuentro es el resultado de la voluntad de Dios y debe dar paso a que el mundo entero oiga el llamado de ambos prelados y cesen los tambores de guerra que ensombrecen el panorama mundial. ¡Hágase su Voluntad!