DE PROFETAS Y
PROFETISAS.
(Catequesis para
gente común y sencilla)
Este es un tema mas,
del necesario debate que los tiempos que la Iglesia esta intentando
vivir obligan. Uno más, pues luego de un invierno duro, los aires de cambio
comienzan a sacar a la luz muchas inquietudes que durante más de 35 años
estuvieron silenciadas, ocultas, prohibidas.
Lo planteamos
por pedido de hermanos y hermanas muy humildes que conviven en nuestro trabajo
diario y como inicio de una semana que la dedicaremos toda a una presencia de
inmensidad evangélica valida y vigente, a Taita Leónidas Proaño, a los 25 años
de su Pascua definitiva.
Los que hemos
sido formados y cerebralmente respondemos al modo de pensar occidental,
judeo-cristiano, tenemos como referencia modélica del profeta a los grandes
nombres del AntiguoTestamento, los acompañantes en la formación del pueblo de
Israel. Los veneramos y reverenciamos como “Palabra de Dios”. Generalmente
–digo generalmente y excluyo a los sabios, teólogos y pensadores – así creemos
que son los profetas y pare de contar.
Al bautizarnos y
comenzar a ser parte de la comunidad cristiana, se nos unge como miembros de
“un pueblo de profetas”, en el sentido real de Pueblo de Dios. Y hasta allí
llega la cosa.
El Catecismo de
la Iglesia católica, norma pesada y freno para el espíritu en búsqueda, reduce
como muchas otras cosas, al profetismo a
la acción clerical y monárquica que le inspira y conviene.
Las distintas reflexiones del Magisterio
latinoamericano en cambio insisten en que: EL PUEBLO DE DIOS Y LA COMUNIDAD CRISTIANA QUE
ES DENTRO DEL MISMO FERMENTO DEL REINO, son los depositarios y
encargados de mantener viva la llama de la misión profética: ANUNCIAR A DIOS Y
SU REINO Y DENUNCIAR LO QUE DAÑA Y HACE SUFRIR A SU PUEBLO.
Jesús de Nazaret
es para nosotros el culmen mayor de los profetas. Luego tal titulo se lo
reserva a Juan Zebedeo por el Apocalipsis.
De allí en
adelante decenas de miles de hombres y mujeres han ejercido este ministerio
hasta pagar con su vida por ello. Pero muchos han sido condenados al olvido y
otros “neutralizados” al declararlos “santos o santas” y reducir su mensaje vibrante y vital a la
condición de culto y a veces hasta idolátrico. Así por ejemplo Francisco de Asís
y sus hermanos y hermanas, que fueron
una ruptura tremenda en el poder imperial de la Iglesia, que la obligo a mirar
al mundo y sacudirse, tuvieron que soportar en vida como su grito profético era
domesticado y se convertía en una “devoción” mas y le cerraban el paso al fuego
del Espíritu que los había inflamado y como ellos, innumerables mas. Cosas del poder
institucional monárquico que aun somete a las comunidades.
Cuenta mucho el
control sobre el papel profético María de Nazaret, su canto recogido en el
Evangelio de Lucas es sin duda una inspiración revolucionaria para todos los
tiempos, no en vano Juan Pablo II y los suyos intentaron, afortunadamente sin
éxito, meterle mano para “suavizarlo”, ya sabemos a lo que han reducido a María
o lo intentan sin fortuna: una imagen de madera o yeso o hierro o piedra y
punto. Pero su vida y caminar son ecos que no los podrán nunca callar.
Hoy el mundo de
los creyentes sencillos, de a pie, miran con enorme expectativa los gestos y
propuestas de Francisco Obispo de Roma y se preguntan, nos preguntan, nos
preguntamos:
·
A mas de los profetas
indiscutibles que hemos conocido y amado, Taita Proaño, Don Helder Cámara, el
gran Mártir Romero, el Mártir dulce que fue Angelleli y cientos mas... ¿donde
están hoy los profetas y profetisas?
·
¿Sera acaso que para
serlo hay inevitablemente que ser cura, obispo o parte de la jerarquía
católica?
·
Es que solo los hombres
pueden serlo y las mujeres no tienen acceso a este don, o será también que es
cosa de varones “porque así lo dispuso Dios”. Por cierto ¿Quién ha definido el
sexo de Dios?
·
¿En que medida es
cierto y como es eso de que es la COMUNIDAD LA PROFETICA?
Equipo de la
Iglesia de a Pie.