Pedro Pierre
La calificación de ‘crimen’ es reciente, por eso impacta; pero es bien real. ‘Crimen’ es un acto que provoca la muerte. Si consideramos la naturaleza como un ser viviente -todo el cosmos es un ser viviente-, los atropellos mayores son de hecho ‘crímenes’. Ahora nos damos cuenta de que, teniendo todos los seres vivos un mismo destino, que la supervivencia de la humanidad está en peligro si no damos marcha atrás a la devastación generalizada de nuestro planeta.
Hace unos 50 años que se nos está llamando la atención sobre el impacto altamente destructor que sufría la naturaleza por parte de muchas actividades humanas. Ya en 1970 el papa Pablo 6° nos advertía sobre una posible ‘catástrofe ecológica’ si continuábamos con la explotación indiscriminada de los recursos naturales.
Cuarenta años después, el papa Francisco lanza un grito de alarma general para parar la carrera al abismo; ya no se resiste ni la explotación desmesurada ni la suciedad que se desecha por todas partes. Nos invita a todos a una ‘conversión ecológica’ para revertir las actitudes y costumbres destructoras que hacen de nuestro planeta un gran basurero. Ecuador es un país ‘sucio’ por la cantidad de basura que cada día echamos a la calle, en las carreteras y por todas partes. Así lo califican ciertos libros turísticos: “Un paraíso que, lastimosamente, se llena de basura”.
La carta del papa Francisco sobre “el cuidado de la casa común” nos alerta sobre ese crimen de lesa naturaleza y nos invita a aunar esfuerzos y nuevos hábitos para vivir más sanamente y en comunión con esta madre nuestra. Por todas partes, muchos grupos han nacido y surgen naciendo para aportar su contribución al respeto, la defensa y la promoción del medio ambiente. Alrededor de Guayaquil y Durán van desapareciendo los pocos cerros que hacían la belleza de esa región: el cemento y el asfalto van sustituyendo los árboles, la fauna y la flora.
Es el caso del Cerro Colorado, mal declarado -por partes- zona protegida, ya que decenas de camiones van día tras día cavando, campantes, sus entrañas, dejando un hueco inmenso a la vista de todas y todos los que pasan por la avenida Narcisa de Jesús antes de llegar a Pascuales… y no hablamos de los cerros cercanos que caen en la misma desgracia, como por ejemplo la cordillera de Chongón, en la vía a la Costa.
A finales de septiembre, varios grupos ecológicos van a llevar colectiva y públicamente una carta al Consulado francés para presionar la próxima 23ª cumbre mundial sobre el clima del planeta a celebrarse en París a final de este año. ¿Quiénes vamos a llevar una carta a la muy ilustre Municipalidad de Guayaquil y al Ministerio del Ambiente para detener los atropellos a los cerros, bellezas y pulmones de la ciudad? Que la oración mundial del 1 de septiembre, Día de la Protección del Medio Ambiente, solicitada por el papa Francisco, no quede solo en súplicas espirituales, sino que nos lleve a acciones que nos beneficien a todas y todos, como a las generaciones venideras.