MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Unidad en la diversidad

Pedro Pierre

Las beatificaciones de los papas Juan 23 y Juan Pablo 2° han dejado muchas gentes felices, pero también interrogantes y críticas. De hecho, sorprende ver subir a los altares a dos papas bien distintos, para no decir opuestos: uno que reunió un concilio para actualizar la Iglesia y otro que prefirió un regreso al pasado.

El fallecido cardenal Martini, arzobispo de Milano en Italia, llegó a afirmar: “Era un hombre de Dios y servidor fiel de la Iglesia, pero no es necesario hacerlo santo. Tendría que haberse retirado antes…”. La renuncia del papa Benedicto dejó en claro que este camino estaba llevando a la Iglesia en un callejón sin salida y que era mejor cerrar este capítulo para emprender otro camino. Es lo que hicieron el Espíritu Santo y los cardenales al elegir al papa Francisco. En cuanto a las beatificaciones hechas, hay que respetar la actuación del obispo de Roma y primado en la unidad.

¿Qué lecciones podemos sacar de este acontecimiento? Con el paso de los siglos y de los dos papas anteriores a Francisco, se nos quería llevar a una unidad uniforme, un pensamiento único, una obediencia total, una seguridad infalible: el pasado era lo mejor de lo mejor. El papa Juan 23 quiso hacer escuchar otra voz: que la Iglesia tenía que volver al mensaje de Jesús, a la construcción del Reino y a la liberación de los pobres. Había afirmado en vísperas del Concilio que “frente a los países en desarrollo, la Iglesia es y debe ser la Iglesia de los Pobres”. Su proclama quedó como la de Juan Bautista, el primo precursor de Jesús, como “una voz que clama en el desierto”. Poco eco encontró como mucha oposición desde las más altas esferas del Vaticano.

Con la beatificación del Juan 23 y la elección de Francisco, se nos dice que hay otra y mejor manera de seguir a Jesús para que la Iglesia no caiga en completa decadencia. La tradición de la Iglesia debe ser respetada: eso es lo que nos confirma la beatificación de Juan Pablo 2°, pero no puede ser la única y exclusiva manera de seguir a Jesús hoy. Los papas Juan 23 y Francisco nos dicen que hay otras maneras legítimas y más evangélicas de ser Iglesia en la actualidad.

Que los que conformamos la Iglesia de los Pobres nos sintamos confirmados en nuestra fidelidad, acompañados por el testimonio de miles de mártires de América Latina, a los caminos abiertos en nuestro continente por el Concilio, las Comunidades Eclesiales de Base, la opción por las causas de los pobres y la Teología de la Liberación. ¡Bendito sea Dios!