NO POR SER SEMANA SANTA HAY QUE OLVIDAR LA REALIDAD Y ESTAS NOTAS LE VIENEN COMO ANILLO AL DEDO A CIERTO OBISPO QUE CONDENA A "LAS CAMISAS ROJAS DE VENEZUELA", TALVEZ POR QUE A EL SOLO LE VAN LAS "CAMISAS ROSAS.
INTELLIGENCE
Omar Ospina García
Hoy, oospina@hoy.com.ec
El cine gringo le gusta a ‘todo el mundo’. Incluidos los ‘intelectuales’, aunque no lo reconozcan.
Veo sí o sí las series gringas de suspenso, intriga, crímenes espeluznantes y conspiraciones de alto vuelo. Son estupendas. Me decía Javier Vásconez hace poco que el cine, como espectáculo, es gringo. Directores, actores y guionistas hacen cine para que la gente se entretenga y pase un buen rato. Son cineastas que viven por y para el cine. Es su vocación profesional, su oficio. Estoy de acuerdo.
Agregaba Javier que fuera de EEUU hacen cine artistas, intelectuales y pensadores en busca de la Obra Maestra o, al menos, de la película de culto para un reducido número de amigos que no la olvidarán y la repetirán a menudo. Y es cierto. Yo mismo he visto demasiadas veces Ciudadano Kane, El Acorazado Potemkim, El manantial de la doncella, El séptimo Sello, El ladrón de bicicletas y hasta Historia de O. Es un ejercicio intelectual que se hace para sentirse inteligente. Aunque uno crea que lo es, hay que “sentirse”…
Pero el cine gringo le gusta a “todo el mundo”. Incluidos los “intelectuales”, aunque no lo reconozcan. Yo sí, y por eso, a partir de las 9 de la noche, me sumerjo en los tremebundos intríngulis forenses de la bella doctora Brennan en Bones, en las intrigas de la sexi Jennifer Gardner en Alias, en las conspiraciones que arman los malos para que se luzca Kiefer Shuterland en 24, en los crímenes que desentraña Marck Harmond como Leroy Gibbs en NCIS (me encanta Pauley Perrette como la Gótica Abby), en las manipulaciones del estupendo James Spader como ex criminal hecho Consejero de una Agencia en Blacklist, en el trabajo detectivesco de William Petersen como Grissom en CSI Las Vegas.
Pero el Imperio no da puntada sin dedal. Anoche vi un episodio de Intelligence, serie que exhibe tecnología cibernética alucinante. Al protagonista, Josh Holloway como Gabriel Vaughn, le han implantado, aprovechando una “anomalía evolutiva” que “padece”, un chip en el cerebro que le permite acceder a la comunicación mundial que pasa a través de los satélites. Un Súper Espía que no necesita invadir oficinas pistola en mano para enterarse de los secretos que circulan en las computadoras del alto gobierno y las agencias de seguridad. Matta Hari sin pestañina ni sexo y mil veces más eficiente.
El episodio alude a una conspiración en Bolivia. El Presidente socialista (¿Evo?) asesina opositores para perpetuarse en el poder, como cualquier Fidel Castro. Un infalible francotirador ya se ha “encargado” de tres. Así que el Súper Espía va a Bolivia a pescar al asesino y “Salvar la Democracia”. Pero el fulano es otro Agente de la CIA, y ha descubierto que los asesinos son la esposa del Presidente y su hermano, complotados para matar al candidato “amigo” de la Casa Blanca y mantener en Bolivia la oprobiosa Dictadura Socialista. Triunfan los “buenos”, los hermanos “terroristas” acaban muertos, vienen las elecciones y, por supuesto, ganará el candidato “amigo” para que regrese la Democracia, se fortalezca el Libre Mercado y se respete de nuevo la Libertad de Expresión made in usa. Debería llamarse Lucio…
Coletilla. Seguiré viendo series gringas. Bien hechas y mejor actuadas, están lejos de nuestros dramitas de talk show barato. Pero se me ocurre que nos están preparando, teve mediante, para el próximo paso de la Geopolítica Imperial: Salvarnos de las tiranías y dictaduras que se empeñan en proliferar en América Latina, mediante elecciones fraudulentas, claro. América para los americanos, vuelve y juega. El litio boliviano ya está a salvo. Falta el petróleo venezolano. Será en el siguiente episodio...