EDITORIAL Redes Cristianas.- De acuerdo con el anuncio hecho por el papa Francisco el pasado 30 de septiembre de 2013, el 27 del presente mes de abril van a ser canonizados dos de los últimos pontífices muertos de la Iglesia católica, Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005).
Ya es la segunda vez que a Juan XXIII, el “papa bueno”, le toca hacer de comodín para la promoción a los altares de otros papas controvertidos. Antes, en su beatificación, hecha por Juan Pablo II en el año 2000, tuvo que acompañar a la nada agradable figura de Pio IX (1846-1878), el último papa rey que, entre el Syllabus y la declaración de su propia infalibilidad, se mostró rabiosamente antimoderno. Ahora, en su canonización, le acompaña la incómoda figura de Juan Pablo II. ¡Poca suerte está teniendo el bueno de Roncalli!
Aunque no siempre es fácil distinguir en estas figuras públicas lo que es reflejo del talante y moralidad propios de aquello que aparece en sus gestos públicos, lo cierto es que muy poca simpatía se encuentra entre estas dos personas que van a ser proclamados oficialmente santos. De Juan XXIII brota espontáneamente la bondad y la confianza, el diálogo y la acogida; de Juan Pablo II es, más bien, el poder y la firmeza, la supremacía de lo propio y exclusión de lo diferente; en Juan emerge la humanidad con sus virtudes y defectos, en Juan Pablo es la Iglesia jerárquica dominante y queriendo ocultar siempre sus debilidades y problemas; Juan fue el papa de la modernidad y el aggiornamento, Juan Pablo lo fue de la involución y restauración eclesiales; en el papa Juan es primero el buen hacer o buen estar en el mundo (ortopraxis) y para ello convoca un concilio, en Juan Pablo aparece en primer lugar el discurso único (ortodoxia) que rechaza las nuevas corrientes de pensamiento teológico y condena a sus autores. Visto desde América Latina, el papa Juan fue un estímulo para la liberación social y religiosa, mientras que Juan Pablo fue un aliado del imperio. Poca alquimia, como se ve, entre ambas figuras.
Como en otras ocasiones recientes (nos referimos a las beatificaciones de los mártires de la Guerra Civil española) también ahora van a aparecer los dos bandos bien diferenciados en la Iglesia, los que están a favor de su renovación y transformación y los que van a seguir apostando por tradiciones que el tiempo ya ha superado. Muchos cristianos y cristianas se seguirán preguntando por el valor y sentido de unos milagros, siempre mantenidos con pinzas y difíciles de entender y probar en la era del conocimiento. Habrá quienes se sientan incómodos ante el hecho de seguir vinculando al poder papal, siempre excepcional, el testimonio y la ejemplaridad en la Iglesia, olvidándose de su base que es siempre más universalizable. Finalmente, no faltará quien se pregunte por el mismo sentido de las canonizaciones en una sociedad cada día más secular.
Redes Cristianas se siente abiertamente en sintonía con el “papa bueno” y desea que, en la pista que él intentó abrir, el papa Francisco siga apostando por el reconocimiento de la diversidad y el pluralismo que existe dentro de la propia Iglesia, por su aggiornamento y su voluntad de ser “Evangelio de la Alegría” en este mundo amenazado de tristeza.