Ekklesìa= Asamblea= Comunidad de comunidades. Entonces: mujeres sencillas y sabias, profesionales, obreras y estudiantes; jóvenes, muchos y muchas jóvenes; campesinos, campesinas con su hondo acervo de vida y luces; dolientes de las calles; gentes de oficios duros; varones universitarios, trabajadores manuales, empleados, choferes; religiosas y religiosos dignos de tal nombre; ministros y ministras laicos; seminaristas, formand@s; diáconos permanentes y diáconos ordenados; sacerdotes…todos juntos. La comunidad abarca -debería- la maravilla que significa el Pueblo de Dios, peregrino, siempre en camino, de a pie.
Esta es la Utopía en la que andamos desde hace mas de dos mil años y forzosamente siempre lo será, pues el Reino de Dios no tiene final y cada paso que damos en su construcción genera un nuevo desafío. Dios entendido como amor, paz, plenitud, siempre se supera a si mismo, por lo tanto seremos felices al labrar su senda, pero ni mil vidas nos alcanzarán para culminarla. Si miramos bajo esta luz el capitulo de los hermanos de Emaús -Lc, 24.13, 35- inevitablemente nos toca relacionarlo con la dura realidad de nuestras iglesias. Sobre todo durante las últimas tres décadas, las comunidades han vivido en situación de cruz: perseguidas, descalificadas, en exilio y todo ello -imposible que no- crea desaliento, tristeza, dolor y más. Tal cual lo sufrían los caminantes de Emaús.
Sanedritas impresentables como Guido Otonello -“nuncio” que el Ecuador sufre desde HACE 9 AÑOS- y sus secuaces nacionales, han gozado destruyendo asambleas o intentando hacerlo, acosando a los cristianos. En su mentalidad y poses de “príncipes”, “empresarios”, “altos burócratas” en poco o nada se diferencian de Anàs, Caifás y los otros. Su obsesión por el culto, “las rubricas”, las alianzas desvergonzadas con políticos de extrema derecha y el aliento a los “embotados” fascistas, su ansia por ser parte del poder “de la nobleza social”, la desesperación por el dinero y el desprecio a todos y todas que cuestionen su accionar y manejos, allí los ponen.
Esta es la Utopía en la que andamos desde hace mas de dos mil años y forzosamente siempre lo será, pues el Reino de Dios no tiene final y cada paso que damos en su construcción genera un nuevo desafío. Dios entendido como amor, paz, plenitud, siempre se supera a si mismo, por lo tanto seremos felices al labrar su senda, pero ni mil vidas nos alcanzarán para culminarla. Si miramos bajo esta luz el capitulo de los hermanos de Emaús -Lc, 24.13, 35- inevitablemente nos toca relacionarlo con la dura realidad de nuestras iglesias. Sobre todo durante las últimas tres décadas, las comunidades han vivido en situación de cruz: perseguidas, descalificadas, en exilio y todo ello -imposible que no- crea desaliento, tristeza, dolor y más. Tal cual lo sufrían los caminantes de Emaús.
Sanedritas impresentables como Guido Otonello -“nuncio” que el Ecuador sufre desde HACE 9 AÑOS- y sus secuaces nacionales, han gozado destruyendo asambleas o intentando hacerlo, acosando a los cristianos. En su mentalidad y poses de “príncipes”, “empresarios”, “altos burócratas” en poco o nada se diferencian de Anàs, Caifás y los otros. Su obsesión por el culto, “las rubricas”, las alianzas desvergonzadas con políticos de extrema derecha y el aliento a los “embotados” fascistas, su ansia por ser parte del poder “de la nobleza social”, la desesperación por el dinero y el desprecio a todos y todas que cuestionen su accionar y manejos, allí los ponen.
Tal proceder se ha vivido en muchísimas partes del país. En justicia, están también los servidores, servidoras y pastores bondadosos y sencillos, hermanos, que no mayordomos, cristianos, que no sanedritas, siervos del Evangelio, que no fariseos. Pero aún ellos y lo decimos con cariño, acaso por temor o un obtuso “espíritu de cuerpo” extraño a las enseñanzas de Jesús, han callado ante la violencia de los “poderosos señores” del templo.
Dentro de poco se deben renovar los cargos de la Conferencia Episcopal: por el bien de la salud espiritual y temporal de nuestro pueblo, por el futuro de la Iglesia-Comunidad en el Ecuador, déjense topar de la humildad y gozo de los discípulos de Emaús y confirmen las esperanzas de los más pobres. Todos debemos, en todo caso, caminar sin temor al poder imperial y los “altos burócratas” y proclamar a Jesús Resucitado en donde estemos. Re-organizar y organizar las Asambleas-Comunidades-Iglesia con la mirada puesta en la solidaridad honesta y la justicia. Ayudar a los pastores que plenos de humildad busquen el Reino. Orar por la conversión de los sanedritas. Fieles al mandato de Jesús: “no tengan miedo” Mt 28,10. IGUAL QUE EN EMAÚS TE RECONOCEREMOS AL PARTIR EL PAN, EN TU PRESENCIA DE PAZ, ALEGRIA Y HERMANDAD. EN LA UTOPIA FELIZ DE SER TUS SEGUIDOR@S.
Dentro de poco se deben renovar los cargos de la Conferencia Episcopal: por el bien de la salud espiritual y temporal de nuestro pueblo, por el futuro de la Iglesia-Comunidad en el Ecuador, déjense topar de la humildad y gozo de los discípulos de Emaús y confirmen las esperanzas de los más pobres. Todos debemos, en todo caso, caminar sin temor al poder imperial y los “altos burócratas” y proclamar a Jesús Resucitado en donde estemos. Re-organizar y organizar las Asambleas-Comunidades-Iglesia con la mirada puesta en la solidaridad honesta y la justicia. Ayudar a los pastores que plenos de humildad busquen el Reino. Orar por la conversión de los sanedritas. Fieles al mandato de Jesús: “no tengan miedo” Mt 28,10. IGUAL QUE EN EMAÚS TE RECONOCEREMOS AL PARTIR EL PAN, EN TU PRESENCIA DE PAZ, ALEGRIA Y HERMANDAD. EN LA UTOPIA FELIZ DE SER TUS SEGUIDOR@S.
¡FELICES PASCUAS¡