MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Boicotear productos Chevron-Texaco

Pedro Pierre

Con la lucha que se está llevando en Ecuador contra la Chevron-Texaco nos estamos enfrentando a una empresa de las más representativas del capitalismo mundial, salvaje por definición. Su meta es el mayor lucro a toda costa, sin importarle la salud, ni la vida de las personas ni la protección de la naturaleza. Cuarenta años después se ven los daños pasados y actuales: la lista de muertos, el sinnúmero de enfermedades, las mil lagunas de petróleo derramado y las incontables destrucciones a la fauna y la flora de la Amazonía.
 
Es la “maldición del petróleo”. Felizmente, desde 2 décadas -19 años exactamente-, un grupo de amazónicos está luchando para hacer pagar a la petrolera algo de los daños ocasionados, también para despertarnos de la inmensidad del flagelo que les ha tocado vivir a los pueblos ancestrales, los colonos y sus animales, la selva y su belleza virgen. Este decidido grupo amazónico ha querido también despertarnos sobre la tragedia para que abramos la mente, el corazón y la rebeldía.
 
Pese a las infamias de la Chevron-Texaco, seguimos vendiendo y comprando sus productos. ¿Dónde está la solidaridad entre ecuatorianos?Pero, cómplices y encubridores de las infamias de la Chevron-Texaco, seguimos vendiendo y comprando sus productos. ¿Dónde está la solidaridad entre ecuatorianos? Dios nos sigue preguntando como al asesino de Abel: “¿Qué has hecho de tu hermano?”. Frente a nuestro silencio y pasividad culpables, aparece vergonzosamente lo que respondió Caín: “¿Acaso soy responsable de mi hermano?”. Parafraseando, podemos decir: “Grande es la Chevron-Texaco porque muchos estamos de rodillas delante de ella”. Nos olvidamos de nuestras raíces cristianas y de las lecciones sociales y políticas de la Biblia.
 
Mucho antes de Jesús, el profeta Daniel proclamaba la caída certera de todos los imperios, con el sueño premonitorio de la inmensa estatua hecha pedazos por el golpe de una simple piedra en uno de sus pies de barro. La estatua tenía la cabeza de oro, el pecho y el vientre de plata, las piernas de hierro. La estatua representa a los imperios de turno, la piedra salida de la montaña -como lo dice el texto bíblico- representa el pueblo de los pobres cuyo defensor indefectible es el mismo Dios.
 
Dios sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre: el indefectible protector de los pobres… si los pobres creemos en él, si nos unimos y nos organizamos, aunque sea como piedra insignificante, para derribar a los imperialistas de turno que nunca podrán hacer durante largo tiempo de las suyas contra el pueblo de los pobres. ¿O no creemos ni en nosotros mismos? Pues la Chevron-Texaco tiene pies de barro.