Dice Florence Thomas: “Soy feminista para mover ideas y poner a
circular conceptos; para reconstruir viejos discursos y narrativas, para
desmontar mitos y estereotipos, derrumbar roles prescritos e
imaginarios prestados”*
Entre esas narrativas, tal vez las más poderosas son aquellas que nos “regalaron” las
religiones monoteístas y sus prescripciones patriarcales: historias de
mujeres contadas por hombres y no por sí mismas, carentes de palabras
propias, devenidas Marías o Evas según sea el caso.
En este contexto, el nacimiento y desarrollo de una teología
feminista, de una exégesis feminista, de una liturgia feminista, tiene
una importancia fundante: nos estamos metiendo en el corazón del poder
masculino histórico, el ámbito del “no se toca”, desacralizando una
mirada que contempla sólo a la mitad de la humanidad mientras oculta a
la otra cuando la desempodera.
En el judaísmo, donde esta reflexión teológica no ha sido
preponderante, las mujeres asumimos ese espacio y nos apropiamos de la
búsqueda de una divinidad inclusiva que nos abra las puertas para hacer
realidad la “imagen y semejanza”. Y también nos apropiamos de las
palabras desarrollando interpretaciones alternativas a las
tradicionales, leyendo entre líneas, sospechando y “haciendo conscientes
los mecanismos y las implicancias de los modelos opresivos de
producción de conocimientos”**
Dice Anita Diamant: “El judaísmo del siglo XXI comienza en un lugar
radicalmente diferente. Es la primera vez en la historia del judaísmo
que las voces de las mujeres (no sólo personajes extraordinarios sino un
coro de lo más variado) se ha sumado al discurso público sobre todos
los temas: Dios, la ley, el gobierno de sinagogas y comunidades, el
casamiento, la educación, el dinero, etc.
Esta participación sin precedentes de las mujeres, es el resultado de
la pasión de casi dos generaciones de adultas judías que entendieron
que el feminismo no es nada más ni nada menos que una de las expresiones
más profundas de la misión del judaísmo: el mandato de la Torá
relacionado con la justicia y la santificación de la vida.
Como judías, hemos buscado en nuestras fuentes, prototipos que
permitan enraizar nuestros cambios en esas tradiciones. Citamos textos
para unirnos al pasado y legitimar nuestras innovaciones. Nombramos a
Miriam, la profetiza, como sustento de nuestros roles actuales de
liderazgo. Nombramos a Hanah, que en su búsqueda espiritual, inventó las
plegarias personales que incluimos en nuestra devoción comunitaria y
privada. Usamos a Ruth y Esther como ejemplos de mujeres corajudas.
Pero hay algo más: sólo en este tiempo, nuestro tiempo, gracias al
desarrollo del judaísmo feminista (que es lo mismo que decir un judaísmo
inclusivo), es posible imaginar y ver en una comunidad entera, sin
importar su género, o su edad, o su orientación, a una nación de
aprendices y maestras/os. Esto supone una democratización absoluta del
aprendizaje.
Ahora que hemos logrado este nivel de conocimientos y posibilidades,
es hora de aceptar el hecho de que no vamos a encontrar textos que
prueben todas nuestras reflexiones e invenciones. Es hora de ser
honestas respecto de que estamos creando la Miriam que necesitamos y le
damos un lugar en la cena de Pesaj. Igual que a otras mujeres.
Esto ya se hizo antes, lo hicieron otros antes que nosotras. Es la
parte jugosa de nuestro árbol de la vida, el que nos mantiene apartadas
de la atrofia y la muerte.
Debemos hacernos cargo del hecho de que estamos santificando aquello
que no era visto como sagrado en el pasado: las historias de nuestras
vidas, el poder y la sabiduría de nuestras matriarcas, el sacrificio y
el triunfo de estas contra-tradiciones, contra-narrativas,
contra-teologías. Estamos transformando lo marginal en lo normativo”***
Las cabezas de las mujeres nos seguiremos juntando. Para hacer
realidad para todas, y no sólo para algunas privilegiadas, la
posibilidad de ser protagonistas también en estos ámbitos.
Dice el Talmud: “Unite a grupos para estudiar la Torá, dado que el
conocimiento de la Torá sólo puede ser adquirido en asociación con
otros” (Berajot, 63b). Y pienso que es en esto donde radica una parte de
la enorme sabiduría de las mujeres: reunirnos para pensar, aprender,
entender, reflexionar, asombrarnos.
* http://sermujerhoy.com/2012/
** Elizabeth Schüssler Fiorenza: Wisdom ways
*** Anita Diamant: New Jewish Feminism