Dijo San Agustín: “Nosotros vivimos en Cristo;
pero vivimos también en este mundo” y sucede así que a veces parece ser
que la iglesia no se halla libre de manchas, por causa de las
ignorancias y debilidades de sus miembros.
También decía el santo: “No te dejarás
perturbar por los escándalos que abundarán siempre, hasta el final” Y es
que estas defecciones, llamémosla cizaña, no deben afectar a la misma
Iglesia aunque la presencia de la cizaña en el campo, hoy tan
descaradamente presente, nos angustia y entristece.
A continuación comparto un poema. Cuenta el
autor del poema que su intención era escribir un valiente poema,
agresivo y destructor frente a la "cizaña maligna", que la destruya para devolver
la alegría del trigo. Trigo sólo, sin cizaña. Pero este poema bélico no
salía… aún después de mil intentos. Hasta que una tarde repasando el
Evangelio se le hizo la luz y el autor comprendió que debía renunciar al
poema agresivo y destructor. Y escribió esta cancioncilla campestre, en
tono menor:
Alegría frente a la cizaña
P. Ramón Cué, S.J.
¿Que hay cizaña? ¡No importa!
Lo sabe el Amo.
¡Que se alegren los trigos!
Es lindo el campo.
¿Que crece la cizaña?
Trigo, ¡crece más alto!
¿Que es mucha? Siempre abulta,
más que el trigo, el escándalo.
Y en todo caso,
¡lo sabe el Amo!
¡Que se alegren los trigos!
Es lindo el campo.
No hables de la cizaña.
Ella habla demasiado.
Mira al trigo; no mires
a la cizaña tanto.
¿Cizaña en toneladas?
De trigo, ¡basta un grano!
Y en todo caso,
¡lo sabe el Amo!
¡Que se alegren los trigos!
Es lindo el campo
¿Que hay cizaña? ¡Pues sean
los trigos mas dorados!
¿Crece? ¡Crezca en los trigos
más apretado el grano!
El trigo que se angustia
no es trigo limpio; es falso.
La cizaña es tristeza.
El trigo es luz, y es cántico.
Y en todo caso,
¡lo sabe el Amo!
¡Que se alegren los trigos!
Es lindo el campo.
«Se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo dijo: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña».
«En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores. La Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones. Experimentamos lo hermoso que es pertenecer a una familia tan grande como el mundo, que comprende el cielo y la tierra, el pasado, el presente y el futuro de todas las partes de la tierra. En esta gran comitiva de peregrinos, caminamos junto con Cristo, caminamos con la estrella que ilumina la historia».
Por eso, los Misioneros de a pie, hoy somos testimonio de alegría frente al mundo, a pesar de los sembradores que regaron la cizaña maligna y que todavía ahora siguen regándola y abonándola. Esta cizaña desde su oscura sombra seguirá envenenando el campo con miles y miles de patrañas, pero un grano de trigo siempre valdrá más que mis cizañas.