MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

40° Aniversario de la 1ª Edición de la Teología de la Liberación

Portada del libro
 “Teología de la Liberación. Perspectivas”
 de Gustavo Gutiérrez. Foto: Especial.
Este año se celebra el cuadragésimo aniversario de la aparición de la primera edición en España del célebre texto del eminente teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación. Perspectivas. Este dato en sí mismo tiene una enorme trascendencia para muchos católicos y no católicos latinoamericanos que siguieron fiel y puntualmente esta experiencia pastoral a través de nuestra América. También debe decirse que muchos desconocen la fuerza, el impacto y la proyección que alcanzó esta práctica eclesial a lo largo de nuestro continente.
 
Se hace mención de este aspecto, porque, efectivamente, ha pasado “mucha agua bajo el puente”, es decir, la primera formulación de la Teología de la Liberación de manera sistemática viene desde la década de los sesenta del siglo pasado donde se concatenaron una serie de hechos y eventos a nivel regional y mundial. Uno de ellos fue el cierre del Concilio Vaticano II. La asamblea conciliar entre otros aspectos va a significar uno de los soportes teológicos de esta teología liberacionista como también se le conoce. Otro hecho que tiene su peso específico es la coyuntura histórica que estaba viviendo América Latina en ese momento, de diversa forma continua, con sus matices, pero seguimos en la misma tónica. En este sentido, no hay que perder de vista un asunto que es central en esta reflexión: la condición dependiente y marginada de nuestra América. Este aspecto es relevante si deseamos tener una perspectiva clara de esta teología. Si no atendemos a sus causas, no entenderemos la trascendencia y la acogida que tuvo esta experiencia eclesial.
   
En todo esto, hay una serie de consideraciones de primer orden que debemos tener en cuenta para poder abordar esta reflexión y no caer en excesos. Se hace esta precisión, entre otras razones, porque precisamente el actual Papa Benedicto XVI fue “el encargado” de acabar, de sofocar esta práctica eclesial a nivel mundial. No hay que pensar que de manera exclusiva se llevó a cabo en nuestra América, también se llevó a la práctica en el entonces llamado “Tercer Mundo”, así como las derivaciones que tuvo posteriormente. Este dato no ha tenido el peso y la resonancia que amerita.
   
Una de las ideas centrales de esta teología la podemos encontrar en la siguiente formulación, ésta tiene una enorme carga expresiva, porque “normalmente” tenemos una visión muy, muy alejada del ser y quehacer de la Iglesia al afirmar que: “Toda verdadera teología nace de una espiritualidad, es decir, de un encuentro fuerte con Dios dentro de la historia. La teología de la liberación ha encontrado su cuna en la confrontación de la fe con la injusticia perpetrada contra los pobres.” (Leonardo y Clodovis Boff). Este dato en sí mismo condensa mucha de la dimensión y el significado que tiene esta reflexión. Como es evidente, a partir de esta tesis, se abren una serie de preguntas, consideraciones y matices en diverso orden y nivel de profundidad, muchas de ellas están ancladas de manera explícita en la reconceptualización de la teología como teoría y como práctica. Los filósofos llamarían a esto, una resemantización de la teología, es decir, una resignificación profunda de lo que significa hacer teología, y algo en extremo importante, su práctica respectiva.
   
Como se puede apreciar a primera vista, este asunto es realmente complicado en cuanto a su formulación, pero si la vamos decantando hacia su práctica veremos que tiene una traducción clara, concreta, lúcida de cara a la experiencia de fe de los creyentes, porque lo estrictamente relevante de esta teología es la práctica eclesial que pueda generar, es decir, la fe, no es una cuestión de sola devoción o una serie de referencias rituales; es una vivencia profunda, donde el creyente va concretando su experiencia de fe. Muchos se pueden preguntar con toda razón: ¿qué quiere decir esto? Vamos a retomar al mismo Gustavo Gutiérrez que dice: “Reflexionar sobre la presencia y el actuar del cristiano en el mundo significa, además, y esto es de importancia capital, salir de las fronteras visibles de la Iglesia, estar abierto al mundo, recoger las cuestiones que se plantean en él, estar atento a los avatares de su devenir histórico.” Más adelante el mismo Gutiérrez es contundente al afirmar: “La reflexión a la luz de la fe debe acompañar constantemente el actuar pastoral de la Iglesia. La teología relativizando las realizaciones históricas, contribuye a que la sociedad y la Iglesia no se instalen en lo que no es sino provisorio.”
“Reino no es solamente el futuro, pues está en medio de nosotros y no tiene su origen en este mundo, aunque comience a realizarse en este mundo. Reino significa la liberación total y global de toda la creación purificada finalmente de todo lo que la oprime, y transfigurada por la presencia plena de Dios. Bajos signos diferentes en lo sagrado y en lo profano, el reino está siempre presente donde los hombres realizan la justicia, buscan la fraternidad, se perdonan mutuamente y promueven la vida”. Leonardo y Clodovis Boff.
Con los elementos propuestos podemos tener una idea más cercana de esta teología, dicho de forma muy sintética es: vivir la fe a partir de una práctica histórica determinada. Esto parece muy sencillo de formular, pero la cuestión de fondo es, la dirección, la proyección que pueda tener esta práctica, porque estamos acostumbrados a pensar que estos asuntos son cosas del “más allá”, “inasibles”, “intangibles” como lo postula Gutiérrez nos ubica en “un más acá”, tan concreto y asible que es donde comienza a tener su realización plena, esto es, si no vemos la teología como un asunto del “más acá”, es evidente que nos quedaremos anclados en una visión “etérea”, “espiritualizada”, “evanescente” sobre las cuestiones religiosas y sus prácticas.
   
A partir de estas ideas podemos recuperar una cuestión que ha sido “el pan de cada día” en estas discusiones, se refiere a la forma en fue recibida, trabajada y denostada esta teología, este punto exige un estricto tratamiento histórico para tener las coordenadas del problema, de manera sucinta se puede decir lo siguiente: Cuando Gustavo Gutiérrez hace pública su teología, muchos sectores al interior de la Iglesia realmente no tenían ideas claras sobre ella, con el paso del tiempo, y sobre todo, con la práctica que se desprendió de la misma, a través de las Comunidades Eclesiales de Base, esta reflexión puso sobre la escena su real peso y dimensión, lo que la vuelta de 20 años le significó por parte de la autoridad vaticana el ser atacada, perseguida y censurada sistemática e implacablemente por considerarla “potencialmente peligrosa y de dudosa pureza doctrinal”, esto la llevó a su acorralamiento. Ante esas acusaciones se debe decir que eso es falso, exagerado y desproporcionado. La cuestión de fondo fue y es: haber propuesto una reflexión renovada, lúcida, crítica de la fe a la luz de la experiencia comunitaria históricamente determinada. Este es “el verdadero problema”. Una cosa que la autoridad vaticana no puede poner en tela de juicio, son los fundamentos de esta teología que se enraíza en la más prístina tradicional escriturística de la misma Iglesia.
   
Estas son algunas líneas sobre el peso y la relevancia que ha tenido esta experiencia eclesial desde nuestra América, por ello su trascendencia. No está fuera de lugar afirmar que miles de creyentes a lo largo del continente se han adherido a ella de manera fraterna, generosa y decidida. Cerramos esta entrega planteando lo siguiente: Para valorar y comprender en su exacta dimensión esta teología, hay que vivirla, experimentarla en carne propia, porque es a partir de ahí, y solamente desde ahí donde alcanzaremos a entender su real peso y dimensión.
 
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesor-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.