MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

viernes, 3 de febrero de 2017

"Vestido de espera y gloria"


Anastasio Gallego

RELIGION DIGITAL.-  Anoche recibí la noticia de que Monseñor Luis Alberto Luna había muerto. Luego me dijeron que no, que se estaba apagando. Y una amiga me recordó cuando yo conté en la célula cívica, que nos reunimos todos los lunes desde hace más de 10 años, mis impresiones de una reunión en Cuenca con Monseñor, para recordar otra reunión de hace 20 años.

Y esta amiga, me recordó un poema de Dom Pedro Casaldáliga, muy amigo de Luna.

"Ronda la muerte, ronda
La muerte morena ronda.
Lo dijo Cristo
Antes que Lorca.
Que me rondarás, morena
Vestida de miedo y sombra.
Que te rondaré, morena,
vestido de espera y gloria.
Frente a la vida
¿qué es tu victoria?
Tú nos rondarás
Pero te podremos"

Supongo que si me oyera Monseñor Luna, me aplaudiría y me diría que así estaba él, "vestido de espera y gloria".

Se nos va, se nos fue apagando una estrella que pobló un tiempo el firmamento eclesial ecuatoriano. El cardenal Pablo Muñoz Vega, Monseñor Leonidas Proaño, Monseñor Víctor Garaigordovil, Monseñor Jesús Martínez Ezquerecocha, Monseñor César Antonio Mosquera, Monseñor Ernesto Álvarez, Monseñor Gonzalo López Marañón. Una verdadera constelación que vivió el Concilio, Medellín, Puebla. Otras se nos están apagando y el firmamento está quedando casi a oscuras. Menos mal que comienza a brillar alguna que otra.

"¿A qué sabe nuestro pan que al partirlo no le reconocen?" Así, casi gritando, clamaba Monseñor Luna en la apertura del I Encuentro de Obispos Católicos y Evangélicos en Cuenca, el año 1986.

Y terminaba diciendo: "Hasta que no partamos juntos el pan, no le reconocerán".

No se me olvida la escena: Monseñor Luna, el Pastor Felipe Adolf, de la iglesia Luterana, y yo, sentados en el despacho de Monseñor. Y éste le dice al Pastor: "Sabe que es la primera vez que un protestante se sienta en esa silla en esta oficina?". Desde entonces se convirtió en un ferviente ecumenista. Un día bautizaría, en un templo luterano, a la hija de una amiga, acompañado del pastor Felipe Adolf. Ecumenismo de la vida.

En su vida enfrentó a los soberbios y compartía el maíz con los humildes. Un tiempo vivió sólo en la Casa Arzobispal, con su perro, que le acompañaba a todas partes. Dejó esa casa cuando envenenaron a su perro, poco a poco, como una señal de aviso.

Un día un periodista le sorprendió en un circo callejero, rodeado de los niños betuneros del parque que hay frente a la catedral en Cuenca. Les había invitado a todos, pues con ellos se reunía normalmente.

Ese era Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, primer sacerdote Carmelita Descalzo ecuatoriano. Buen chofer, buen jinete, buen contador de chistes, siempre durmiéndose en las reuniones, porque en la noche casi no dormía. Profesor de psiquiatría jurídica en la Universidad, Académico de la Lengua y temor de los injustos.

Un día, después de celebrar misa, se iba a dictar clase a la Universidad y se había olvidado de unos papeles en la oficina; regresó por ellos y encontró a un tipo adentro, revisando todo. Al ver al obispo, sacó una pistola y le amenazó. Luna se abalanzó a quitarle el arma. Luego supimos el tal ladrón era un sicario del gobierno de entonces.

Mil anécdotas personales me llenan la cabeza y nos hacen sentir que "se nos van yendo". Y ¿ahora, quién nos alumbrará el camino, quién querrá ser luz? ¿Nos quedarán solo las anécdotas?

Hay luceros que anuncian el amanecer. Así los queremos entender. Otros dirán que se apagan los luceros porque viene la noche. Prefiero seguir pensando que anuncia el día. Monseñor Luna, como Monseñor Romero, se convirtieron al contacto con su pueblo porque sus ojos eran limpios.

"Que te rondaré, morena
Vestido de espera y gloria"

Que ya lo dijo Cristo, ante que lo dijera Lorca.