Padre Pedro Pierre
Las encuestas, supremas divinidades políticas actuales, nos dicen que los indecisos se elevan a una proporción superior al 35%. ¿Quiénes son estos indecisos?
Una parte está compuesta por los indiferentes, o sea, esos egoístas que piensan que “primero yo, segundo solo yo y tercero exclusivamente yo”. El mundo les pertenece como también la verdad, porque piensan que son los únicos en el país que valen. Para ellos, la política no tiene valor, porque sus intereses personales son la única razón de vivir. Construyen sus paraísos, los unos, fiscales y los otros, artificiales, que terminan en infiernos reales, porque la soledad y el egoísmo son el infierno.
Por otra parte están los indecisos amargados, para los cuales todo anda mal y todas las autoridades son corruptas, ineptas y desgraciadas. Desde que han alcanzado la vida adulta, todo lo critican porque la Tierra está poblada de malvados. No buscan ni informarse ni formarse. Nunca han pensado que se benefician del trabajo de los demás y de los progresos logrados por las generaciones anteriores. Para ellos la política es el caos, la suciedad y la corrupción total: no quieren mancharse las manos… si es que las tienen.
Y por otra parte están los que, conscientes de su responsabilidad frente al voto, no encuentran candidatos que satisfagan sus anhelos. Van pesando los pros y los contras y no se convencen de la capacidad de muchos gritones, mentirosos, payasos e interesados. Son gentes valiosas, pensantes, trabajadoras, preocupadas por los demás. Tal vez no han descubierto que la política es la responsabilidad de todos y que un país se cambia con el esfuerzo mancomunado. Tal vez no han pensado que muchos políticos no valen porque el pueblo de a pie no ha descubierto que tiene que promover desde su seno a quienes deben ser más tarde sus autoridades, y que tienen que organizarse y colaborar para que se formen profesionales para que trabajen mañana al servicio del bien común, y no olviden de dónde provienen y quiénes les permitieron adquirir capacitaciones y diplomas.
Católicos indecisos ha de haber muchos porque todavía se repite demasiado desde los púlpitos y en las orientaciones espirituales que no hay que hablar de política porque la política es algo malo. Aplauden al papa Francisco, pero se sorprenden de ver su libertad para decir verdades que no les gusta oír porque tendrían que convertirse al Evangelio y tomar en serio el seguimiento de Jesús de Nazaret. No quieren saber lo que significa lo que escribió en su carta pastoral ‘La Alegría del Evangelio’, que “mientras no se resuelvan los problemas de los pobres, no se resolverán los problemas del mundo y, en definitiva, ningún problema, porque la inequidad es raíz de los males sociales”. Olvidan que Jesús dijo: “Que tu sí sea sí y tu no, no; porque el resto es del demonio”. Y el Apocalipsis nos avisa de la reacción de Dios: “¡A los tibios los vomitaré!”.
A votar, porque Ecuador es lo que estamos haciendo con los candidatos y candidatas que moldeamos y ponemos o que dejamos poner por otros.