MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

domingo, 5 de febrero de 2017

¿Por quién votaría Trump en Ecuador?



Guillermo Oglietti
Analista internacional
Las próximas elecciones presidenciales en Ecuador son muy relevantes en la disputa por Latinoamérica. No solo nos permitirá ver si continúa el “cambio” de retorno al 90 o, si por el contrario, los méritos propios junto a los malos resultados de las gestiones de Macri y Temer impulsan la continuidad del progresismo en América Latina. También es muy importante porque será la primera elección presidencial en el mundo que tendrá lugar tras el ascenso de Trump y podremos tener una primera impresión sobre cómo responde la ciudadanía latinoamericana.

El cambio más significativo, sin duda, lo experimentarán nuestras élites. Están atravesando una crisis psicológica de identidad, que podemos comprender haciendo una analogía familiar. Para nuestra burguesía, EE.UU. fue siempre la madre protectora que los educaba con el ejemplo, mientras que el presidente estadounidense fue el padre autoritario cuyas indicaciones obedecían sin chistar, todo bajo el patrón moral del dios Globalización. Pues bien, con Trump en la presidencia, están experimentando lo mismo que un niño cuya madre se ha casado con un padrastro odioso (racismo), que profesa una antigua religión (proteccionismo), los acusa de estar tomando demasiada teta (aprovechándose de EE.UU.), los echa de la casa (expulsiones de inmigrantes), y además les pide plata para pagar refacciones (el muro). Nuestras élites “han perdido el norte”, ya no cuentan ni con el padre, ni la madre, ni con el dios Globalización para marcarles el rumbo.

Aún es demasiado pronto para que los ecuatorianos incorporen en sus preferencias electorales el efecto Trump, y el tema no termina de aparecer en el debate público a pesar de su importancia. Por ello, es más necesario que nunca poner a consideración de la ciudadanía esta gran transformación para que decidan cuál es el líder que necesita Ecuador en estas circunstancias. La claridad de los ciudadanos le permitirá al país compensar la vacilación que enfrenta la burguesía en estos momentos.

Hay básicamente dos modelos en pugna, el modelo progresista-humanista de Lenín Moreno, quien continúa la transformación iniciada por Correa en 2007 y, el modelo conservador neoliberal representado por la socialcristiana Cynthia Viteri y el banquero Guillermo Lasso. Este par está enemistado por la circunstancia electoral, ya que compiten por lograr el segundo puesto, pero están unidos por las preferencias ideológicas y económicas que comparten sin distinción: ambos enarbolan en lo económico la propuesta neoliberal y, en lo político, el rechazo visceral a todo lo que representa la Revolución Ciudadana (Viteri llegó a jactarse de ser la única que no aprobó ni una de las políticas durante estos años, ni tan siquiera, el cierre de la base de EE.UU. en Manta). Ambos representan el establishment, Lasso -el Macri de Ecuador-, cuenta con el apoyo del establishment doméstico, mientras que Viteri -la Hillary ecuatoriana-, ha sido la elegida por el establishment internacional a cambio de comprometerse a agredir a Venezuela y sacar a Ecuador de la ALBA.

Pero en eso ¡llegó Trump!

Como son muchas las incertidumbres que trajo Trump, es conveniente concentrarse en las certezas que tenemos. Una de ellas es que se producirán cambios en la globalización. No sabemos aún si morirá, como ha dicho García Linera, o si solo está herida, regenerando o transformándose, pero estamos seguros de que habrá cambios y estos han dejado mal parados a los candidatos neoliberales que solo apuestan por el libre comercio. Vienen épocas de renegociación, de juegos de estrategia internacional, de aprovechar la multipolaridad y de fortalecer la negociación con unidad regional.

Los ecuatorianos elegirán al líder que conducirá esta renegociación y pueden optar por el candidato que propone hacerlo desde los principios fundacionales de Alianza PAIS (Patria Altiva I Soberana), o los de Lasso y Viteri, que quieren volver al modelo de buen alumno del FMI aplicado en el 90, es decir, vasallaje de EE.UU., rechazo al apoyo multipolar -entre ellos el de China-, y aislamiento respecto a los vecinos latinoamericanos. En efecto, la promesa de sacar a Ecuador de la ALBA, justo en este momento, cuando necesitamos fortalecer el comercio entre la región y unirnos para negociar mejor ¡es un monumento a la estupidez!

En el tablero de ajedrez de la política y la economía internacional, Ecuador es un jugador pequeño. Lenín Moreno podrá acomodar sus piezas mejor o peor, pero propone jugar en el tablero de ajedrez que impone la realidad, en cambio, Viteri y Lasso siguen jugando a las damas sin darse cuenta que el tablero cambió. No sabemos cuál será el líder que elegirán los ecuatorianos, de lo que estamos seguros es que Trump preferirá no tener a Lenín al frente en la mesa de negociaciones.