Xabier Villaverde
RELIGIÓN DIGITAL.- Hola José Manuel. Te escribo para comunicarte una triste noticia: Nuestro querido amigo y hermano Patricio Cabezas acaba de fallecer de un infarto masivo.
El viernes le iban a someter a una operación de columna que le provocaba unos dolores muy intensos, pero no pudieron hacerlo porque tenía una infección renal y postergaron la intervención para el próximo martes. Lamentablemente nuestro Padre le ha llamado a su lado.
Siempre recordaremos su amor a nuestro Señor y su compromiso con los pobres, los marginados y desvalidos. El espíritu de pobreza de san Francisco le hacía vivir al día, prácticamente sin nada y recogiendo las limosnas para atender a sus jóvenes en las calles durante las frías noches de Quito.
Estos jóvenes, que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad por el riesgo que suponen las drogas, la delincuencia y la prostitución, recibían de él y sus hermanos una alimentación, un lugar donde descansar y el apoyo que daba su cercanía. Les comprendía y amaba por ser ellos y ellas, sin juicios morales y más allá de las circunstancias y de los hechos que les habían llevado a esa situación.
No puedo olvidar sin emocionarme cuando en nuestras muchas y largas conversaciones me contaba con dolor y casi al borde de las lágrimas la tristeza que sentía por no haber podido salvar a un joven que había muerto de SIDA a causa de las drogas y de la prostitución, y con qué emoción narraba los casos en los que había podido ayudar a que algunos salieran de esa triste situación.
La lucha a favor de las comunidades y de los carmelitas de Sucumbíos frente a las posiciones preconciliares de ciertos sectores de nuestra propia iglesia y de la derecha más reaccionaria fue importante, para ayudar a que esta iglesia local pudiera encontrar la paz.
Patricio había compartido algunos años de trabajo con la Misión Carmelita Descalza y con Mons. Gonzalo López Marañon (obispo emérito de Sucumbíos, fallecido en 2016 en Luena, Angola el 7 de mayo de 2016). Esta relación fortaleció su compromiso con los más pobres y desfavorecidos.
Le ha tocado sufrir la incomprensión de sus propios hermanos franciscanos. Un compromiso tan radical por la pobreza y una entrega como la suya y la de sus hermanos sin duda resultaba una denuncia profética para otros con modos y estilos de vida más complacientes con el status quo y acomodados. Desde el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP) le hemos ayudado y hemos recibido de él amistad y apoyo espiritual.
Como todo ser humano tenía sus defectos y limitaciones, pero no hay duda que su amor y entrega habrá hecho que nuestro Señor le reciba diciendo: 'Ven, bendito de mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer....
Le echarán en falta sus jóvenes, los hermanos de San Juan Dios y los enfermos terminales donde ejercía su labor pastoral, pero desde hoy las noches de Quito cuentan con un nuevo intercesor y guardián desde el cielo.
Paz y Bien, hermano Patricio.