Orlando Pérez
Director de El Telégrafo
Para sorpresa de muchos, algunos militantes de Pachakutik se van de la ‘Unidad’, liderada por Jaime Nebot; y otros, que ya estaban muy acomodados con Guillermo Lasso, se alejan de CREO. ¿A dónde van? ¿Qué les motivó a volver a sus ‘orígenes ideológicos’? ¿O se dieron cuenta de que con Paco Moncayo se justifican y acomodan mejor sus posturas políticas y aspiraciones de poder?
Ni lo uno ni lo otro. Aquí queda claro que cuando la derecha ordena, esa izquierda agacha la cabeza o se camufla en otro partido para no pecar de traidora ante sus propias bases y militantes.
El problema real es otro: aquí solo cuenta cómo vencer al supuesto ‘correísmo’. No importa si uno u otro (llámese Nebot, Lasso o Moncayo) tiene o no un programa o una doctrina y mucho menos una ideología afín con quienes alguna vez profesaron el socialismo como su paradigma para la transformación de la sociedad. Tampoco es de mucho interés si los ubican en el rincón de la sala de reuniones, en los lugares poco estelares de las listas de asambleístas o en los grupos de apoyo, asesoría o consultoría política.
Por lo que ya se observa en las fotos de las reuniones de los tres aspirantes a la presidencia, han retornado aquellos operadores, financistas y asesores de la partidocracia: ahí se encuentran exsolcialcristianos, exdemócratacristianos y exsocialdemócratas. Bastó que la unidad de Nebot se disolviera, por inanición, para emerger de la nada quienes financiaron la campaña y fueron ministros de Jamil Mahuad y toda una tropa de activistas de las fallidas candidaturas posteriores a la de Rodrigo Borja, como la de León Roldós.
Por supuesto, de eso no hablará jamás la prensa libre e independiente ni el aparato de blogs y portales financiados por ciertos exbanqueros y algunas ONG con propósitos sumamente claros. No lo pueden hacer porque, efectivamente, forman parte de todo ese conglomerado y activan la estrategia mediática para derrotar al ‘correísmo’.
Ahora bien: ¿Qué explica todo lo anterior? ¿De qué modo se activó ese aparato tras el surgimiento de Moncayo, el declive acelerado de Cynthia Viteri, y el estancamiento y/o descenso de Lasso?
Por ahora hay dos explicaciones muy claras que no son sometidas al debate de la mal llamada opinión pública:
1.- Las élites empresariales y corporativas no encontraron respuestas en sus dos candidatos hasta hace poco capaces de disputar el segundo lugar. Lasso genera desconfianza en algunos empresarios quiteños y en la mayoría de los guayaquileños. Tienen recelo de que sus actuaciones son para sí, sin pensarlos, incluirlos o contemplarlos más allá de ciertos aportes puntuales y apoyos económicos. Y siendo así (como ya pasó cuando ganaron Rodrigo Borja, Abdalá Bucaram y el mismo Mahuad) apuestan por Moncayo como su tabla de salvación porque con él, seguramente, podrán imponer su agenda económica (como lo demuestra la reunión con las cámaras de la semana que termina).
2.- La izquierda plurinacional y magisteril, además de algunas figuras del ecologismo, sindicalismo y feminismo, se ven abruptamente desplazadas no solamente por un partido que revive tras el entierro de hace casi una década de Andrés Tarquino Páez, sino por el aparato de la partidocracia descrito líneas atrás. La izquierda vuelve a apostar por un militar en servicio pasivo porque no tiene ni líderes ni figuras populares y mucho menos un soporte mediático a pesar de haberse hipotecado a aquella prensa que antes la marginaba o estigmatizaba y que, ahora, nuevamente, la ‘cholea’.
En definitiva: el reacomodo de las fuerzas políticas no es ni gratuito ni ocurre por una jugada de marketing ni porque les cayó del cielo un candidato. Ocurre simplemente porque entre las élites empresariales no hubo acuerdos: los repartos manejados por Nebot y Lasso tienen un techo y no sostienen ni evidencian un repunte en las encuestas. Razón tenía Paúl Carrasco cuando dijo: “las cifras no dan”. Y si él lo dice también se entiende por qué Marcelino Chumpi pasa de la Unidad de derechas a la de las izquierdas sin vergüenza alguna.
¿De eso cuánta culpa tiene el pueblo llano? ¿No es acaso que tanto bombardeo en redes sociales, medios privados y la soterrada campaña en la calle no rompe con la situación real de credibilidad, reconocimiento y hasta agradecimiento con el proyecto político de la Revolución Ciudadana?
El presagio más atrevido sería que la fanesca no llegará a colada morada y que el día de difuntos será la ocasión para saber hasta dónde la realidad es más terca de lo que creemos y hasta dónde también algunos líderes y asesores confundieron deseos con realidad. Y sin lugar a dudas también es cierto que el retorno de Lenín Moreno a la arena electoral agrega un ingrediente distinto o no previsto por quienes consideraron que bastaba con crear una campaña de desprestigio en su contra, explotar un caso de corrupción y mirar con desprecio al adversario para sustentar todo su andamiaje proselitista.
Pero, por si acaso: en política nada está dicho, ni para unos ni para otros. Quizá también se olvidan de que no solo cuentan los buenos spots o la publicidad. En estas elecciones un actor gravitante es la economía del país, la recuperación de las zonas afectadas por el terremoto y la presencia política (con todo su peso y autoridad) de Rafael Correa. Por lo mismo, hay nuevas variables en la realidad, pues si la economía mejora y queda atrás el dolor del terremoto, porque el Gobierno ha cumplido con la reconstrucción, los candidatos de oposición perderán los endebles pilares de su campaña.