Padre Pedro Pierre
La Biblia es la historia de un pueblo que encontró a Dios en sus procesos de liberación, organización y fe. Al limitarnos a los aspectos religiosos perdemos de vista estas formas peculiares de organización económica, política y sociocultural. Estas tienen mucho que enseñarnos porque parten de la triple misión que llevó adelante Moisés: liberación, igualdad o mejor equidad y fe en Yahvé, el Dios liberador.
El biblista popular brasileño Carlos Mesters (Un proyecto histórico de Dios) sacó 7 criterios (económicos, políticos e ideológicos) que sustentaban esta organización, durante unos 2 siglos. He aquí los 7 criterios alternativos a la esclavitud de Egipto que los ‘Jueces’ o Guías buscaron poner en práctica al entrar en la Tierra Prometida unos 1.200 años antes de Cristo.
Contra la jerarquía de los dioses egipcios que justificaban la dominación de unos sobre otros, se retoma la fe en un solo Dios que funda la igualdad entre todos y todas.
En Egipto, las tierras estaban en manos del faraón y sus allegados, con el fin de controlarlo todo. Para los hebreos, la tierra es de Dios, que la dio a cada familia para vivir y convivir. Esta no se negocia; y si una familia hubiera tenido que empeñarla, cada 50 años regresaba a su propietario originario. Esto impedía la acumulación de tierra y de riquezas.
El faraón tenía el poder sobre todo y todos. Los hebreos se organizaron por medio de clanes (varias familias) y de tribus (varios clanes), con sus correspondientes representantes. Un ‘juez’, con poder moral, era elegido en asambleas generales de todo el pueblo. Esto impedía la posibilidad de dictadores.
En Egipto, las leyes cambiaban con cada faraón y según sus intereses del momento. Moisés dio a su pueblo 10 leyes permanentes que eran la defensa institucionalizada de su organización igualitaria.
En Egipto, la educación era únicamente asequible a los familiares y allegados del faraón. Entre los hebreos, para que cada familia pudiera acceder a la educación (las mujeres quedaron marginadas), se logró un nuevo abecedario que permitió una conciencia común, una identidad propia y una cohesión de todo el pueblo.
El ejército egipcio era permanente, mercenario y asalariado, es decir, abierto a todos, egipcios y extranjeros, y remunerado. Al contrario, los hebreos se organizaban, cuando era necesario, en autodefensa voluntaria por clanes, tribus y entre tribus. Todos defendían lo de todos y no había posibilidad de una guerra de agresión.
En Egipto, los sacerdotes participaban en la corte del faraón, eran grandes terratenientes y oficiaban un culto basado en los sacrificios humanos. Entre los hebreos, los sacerdotes, provenientes de la tribu de Leví no tenían propiedades, pero eran apoyados con los diezmos y las primicias. Su culto consistía principalmente en hacer memoria de los hechos fundadores del pueblo y celebrar la presencia liberadora de Dios en ellos.
¿No nos llama la atención esta organización tan avanzada? Nos da también pautas para abrir caminos de mayor dignidad y felicidad.