Crónica del Congreso Continental de Teología
El Congreso fue una energía de esperanza
Vidal Enrique Becerril, 29 de octubre de 2012 a las 07:16
(Vidal Enrique Becerril, IEME).- "El Congreso Continental de Teología
fue una energía de esperanza. Se respiraba mucha saudade/añoranza; al
mismo tiempo, se abrieron horizontes para dar testimonio de que otro
mundo es más que posible," relata Vidal Enrique, un participante en el
evento, procedente de São Paulo.
La tarde del domingo 7 de octubre de 2012 comenzó el Congreso Continental de Teología en la Universidad Unisinos, en São Leopoldo (RS).
Una familia amiga nos dio la bienvenida con una barbacoa al estilo
gaucho y otros platos esmerados con sabores locales. Habíamos llegado de
Colombia, Argentina, del noreste de Brasil y de algunas comunidades de
apoyo de Europa. En un momento relajado surgió la pregunta algo
socarrona: "¿Vinimos a esta conferencia para el entierro de la Teología de la Liberación-TdL?".
De modo oficial nadie nos había invitado a tal ceremonia. Cierto que algunas autoridades eclesiásticas y el sistema conservador dejaron de lado esa teología y hasta la torturaron a partir de los años 80.
Lo que vimos ya en la apertura del Congreso era algo muy distinto: 750 personas
presentándose, con la emoción y la alegría de encontrarse. Llegábamos
de muchos lugares de nuestra América, algunos representantes de otros
continentes y de otras confesiones religiosas, unos 20 obispos,
comunidades y gentes de las pastorales sociales y de la pastoral
indígena, de la reflexión teológica, algunas religiosas con hábito, unos
70 ó 80 jóvenes...
Los que dieron las conferencias centrales eran en su mayoría los veteranos. Aquellos a los que Leonardo Boff,
de broma, llamó "dinosaurios" cuando eran invitados para una
fotografía de recuerdo histórico. Pero la especie, por lo que se podía
ver, no se extingue, se reproduce y la TdL resistirá estas y otras
tormentas inclementes.
La presencia constante de Mns. José María Pires, de 94 años,
obispo negro emérito de Paraíba en el noreste brasileño, nos trajo el
recuerdo vivo del Vaticano II donde fue padre conciliar. Decía que
cuando cumpla los 100 años piensa hacer por tercera vez el Camino de
Santiago.
Abriendo el Congreso nos encantó el estilo caribeño y colorido de la joven teóloga, hermana Geraldina Céspedes.
Vive en Guatemala en una zona militarizada cerca de las quebradas, en
las afueras de la capital. Fue costurando, en paralelo con la TdL, la
parábola de las mujeres que tejen sus maravillosas piezas entre la
confianza de sus secretos, el silencio y su conversación como mujeres y
amigas. Pueden trabajar once técnicas diferentes, tejiendo hilos y
colores, y hasta el hilo dorado o rojo.
En este podemos tocar y hasta sentir e imaginar la sangre de nuestros
mártires. Mantenemos así la trama básica de nuestra propia vida y del
Jesús histórico. Esta es la realidad que experimentamos y cargamos.
Como contrapunto, Jon Sobrino nos ofreció su testimonio denso y
teológico. Vive en la pequeña república de El Salvador. Comenzó su
discurso con la trayectoria de su vida. Llegó debilitado al encuentro.
Testigo sobreviviente de la masacre de dictaduras contra muchas
comunidades pobres y miles de personas en América Central. Se siente
portavoz del martirio de sus compañeros jesuitas y de dos mujeres
trabajadoras que los acompañaban.
En una época criticada como relativista, Sobrino insiste en que "absoluto sólo es el Señor y co-absoluto sus pobres, que también son nuestros".
En esta línea de pensamiento trabajamos durante el Congreso con exposiciones y testimonios de famosas/os y de más jóvenes pensadores de esta teología.
Las perspectivas fueron variadas: económica, social, ecuménica,
religiosa y ecológica. Nos llamó la atención el diálogo y la armonía de
nuestra teología con otras reflexiones que también surgen en los
continentes africano y asiático.
En las conferencias de la mañana y en los paneles o talleres por la tarde seguimos el método reconocido en nuestras pastorales: Ver, juzgar, actuar y celebrar.
Así, la Acción Católica específica, la JOC y otros servicios de
pastoral marcaron el ritmo y los pasos de este Congreso. Partimos de la
realidad vivida y de la sensibilidad con los pobres, sus sufrimientos y
esperanzas. La pregunta sigue inquietando: "¿qué significa ser
seguidores de Jesús liberador en esta situación?".
Gustavo Gutiérrez, de Perú, uno de los iniciadores de esta
reflexión teológica desde hace 40 años, estuvo presente a través de
teleconferencia. Unía de modo simple y evangélico los capítulos 5 y 25
de Mateo. Nos recordaba que la bienaventuranza de los pobres y el
criterio final de salvación es acoger y ser acogidos por Jesús que está a
nuestro lado con hambre y sed, enfermo, encarcelado y sufridor, amando
siempre la justicia. Gustavo resumió la gracia y el compromiso de la TdL
en el grito de confianza: "¡Cerca de Dios, cerca de los pobres!".
El Documento de Aparecida, n.393 ya había confirmado que todo
lo relacionado con los pobres se refiere a Cristo. Con esta
espiritualidad profunda, la juventud encerraría nuestro Congreso
marcando el compromiso de "no sólo pensar a Dios, sino de sentir y
experimentar nuestro Dios". El mismo Gustavo orientaba con emoción a las
nuevas generaciones de teólogos para ser más sensibles, estudiar con
vigor, vivir muy cerca o dentro de comunidades populares y estar
dispuestas/os a dar su vida por los pobres.
En una época en que la TdL sufre menos ataques y no necesita defenderse tanto, seguimos el proceso normal de autocrítica.
Cubrimos espacios que no eran tan visibles en otros tiempos: la
ecología, la inculturación, los migrantes y los refugiados, las nuevas
generaciones, las relaciones de género, los pueblos indígenas y afro
descendientes, la exclusión que tiene otros rostros...
Víctor Codina , veterano teólogo en Bolivia, nos animaba, en
el mismo sentido, a ser menos paternalistas y arrogantes, siempre a
favor del afecto y de la gratuidad, más dispuestos a cierta plasticidad y
superando un moralismo ingenuo.
El gran aporte de la TdL era reconocido por Andrés Torres Queiruga,
teólogo gallego. Con sus explicaciones incisivas entrábamos en la
perspectiva de la secularización, como autonomía de los valores
temporales. También tuvo que escuchar el otro lado, a partir de la
cultura y la religión de nuestros pueblos latinoamericanos. Podemos
vivir una espiritualidad renovada de liberación con ritmo e de modo
diferente de la del hemisferio norte.
Algunas teólogas de México y Colombia, Pablo Richard, Chico Whitaker,
Fray Betto, Mns. Demetrio Valentini, Pedro Ribeiro de Oliveira, Oscar
Beozzo y otros iban relacionando los movimientos sociales y pastorales
con la fe y la espiritualidad en la realidad histórica de las últimas
décadas. Recogimos el aporte pedagógico de Paulo Freire para nuestro
trabajo. Agenor Brighenti, Luiz Carlos Susin y Carlos Mendoza
profundizaron en aspectos renovados de la TdL.
Contamos con el fino testimonio de Carlos Mesters y Francisco Orofino
para una lectura popular y orante de la Biblia. Esta raíz bíblica del
pueblo de Dios merecía haberse destacado más, pues sostiene el
compromiso martirial y la espiritualidad de la TdL.
Jung Mo Sung, en su crítica, nos advirtió sobre la inercia de
nuestros análisis cuando no tenemos en cuenta la ideología más profunda
del modelo capitalista. Su mercado llega a sacramentar nuestros sueños
de consumo; su seducción, su individualismo camuflan sacrificios en aras
de una idolatría e un poder religioso más impersonal.
Leonardo Boff nos ofreció, como abordaje integral, sus últimas
visiones eco-dinámicas de la Tierra y de la Vida. En contacto con los
mejores científicos de estas áreas, resumió nuestra actitud como "razón
cordial", para superar la estrecha lógica anterior.
Era el final del Congreso, el mismo día 11/10, cuando se inauguró el Concilio Vaticano II hace 50 años.
Era el final del Congreso, el mismo día 11/10, cuando se inauguró el Concilio Vaticano II hace 50 años.
Contribuciones y desafíos para nuestra TdL fueron muy bien recogidos en la última conferencia de João Batista Libânio.
Entre parábolas y anécdotas su conferencia sonaba más a homilía y
conversación viva que encantó corazones y mentes. Nuestro desafío,
resumía, es que, todavía perplejos, vamos arreglando el barco durante la
tormenta. Eso hasta nos anima para ir preparando entre todos la tarta y
la fiesta auténtica de la liberación.
En la celebración final y como Via Lucis, camino de la luz,
repetíamos como mantra: "Porque por tu santa resurrección redimiste al
mundo". Con símbolos muy básicos: agua en cántaro de barro, megáfono y
periódicos seguíamos las estaciones de una Iglesia samaritana,
acogedora, pobre, misionera y profética. Fue sorpresa el gesto creativo
del equipo de liturgia cuando miramos para un mapamundi que colocaron
girado: realmente el sur es nuestro norte. Al final, una mujer más
veterana iba pasando la llama de su cirio mayor para otras velas en
manos más jóvenes.
Fue muy oportuno y hasta necesario que la lengua usada en buena parte
del Congreso fuese el español porque vinieron muchos representantes de
otros países de América Latina y del Caribe. La Iglesia / Asamblea de
Sucumbíos, Ecuador, con sus comunidades de base, montó un stand
permanente a la entrada del anfiteatro. Pudimos seguir así sus
declaraciones y su testimonio tan resistente.
Profunda y simple era la mezcla de sonidos, imágenes y silencios que abrían la celebración inicial todos los días.
Ambientado todo, es natural, con muchos intercambios, agradecimientos y
abrazos. Con especial gratitud a todos los empleados que nos atendían, a
la organización y al apoyo recibido. En particular, a la Compañía de
Jesús con su Instituto Humanitas Unisinos - IHU, que tuvo que hacer
frente, nos imaginamos, a varios desafíos para acoger este encuentro.
El Congreso fue una energía de esperanza. Se respiraba en el ambiente
mucha saudade/añoranza, pero también se abrieron horizontes dando
testimonio de que otro mundo es más que posible. Sobre todo, cuando la
teología de las comunidades hace más vivo el proyecto del Señor, su
reinado con los pobres de la tierra. Es lo que está pasando, porque "el
espíritu se derrama en toda carne, nuestros jóvenes tienen visiones que
profetizan y nuestros ancianos se atreven a soñar", Joel 3,1-2.