MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

martes, 9 de octubre de 2012

Nos quieren desaparecer

 Otra agresión a la iglesia de Sucumbíos 

El día 30 de Septiembre pasado, a las 5:30 hs., un grupo de gente fanática y violenta irrumpió reventando voladores y con gritos en las instalaciones de la Casa Diocesana del Vicariato de San Miguel de Sucumbíos: rasgaron las frases alusivas al Año de la Fe y al Concilio Vaticano II, rasparon del mapa de Sucumbíos la sigla ISAMIS y cubrieron con spray negro la misma sigla que está en una pared a la entrada de la Casa Diocesana.
Encabezaba esta acción la Sra. Genoveva Altamirano, miembro del Movimiento de la Renovación Carismática. ¿Estará actuando el Espíritu Santo en el corazón de gente capaz de difamar, agredir, perseguir y dañar a la Iglesia con tanto odio como lo ha hecho y sigue haciendo este grupo?
Presenció este lamentable suceso el P. Ricardo Ruiz, presbítero colaborador de la Diócesis de Ibarra, quien no hizo ni dijo nada al respecto…
Con estas actitudes y acciones, ¿cuándo podremos rescatar el camino comunitario que caracterizó a nuestra Iglesia y tomar en serio el llamado de Mons. Paolo Mietto para que la Iglesia sea “Casa y escuela de comunión”?

No hay duda - Iglesia San Miguel de Sucumbíos

No hay duda, quieren nuestra aniquilación. Es la conclusión serena a la que podemos llegar después de experimentar día a día una presión,  un cuestionamiento sin razones, una destrucción sistemática, una resistencia sorda… y tantas otras cosas en la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos.  Pero, ¿estamos locos? ¿De dónde nos surge tal convicción? ¿Qué o quién en su sano juicio dentro de la Iglesia podría querer la aniquilación de hermanos y hermanas o de comunidades cristianas en Sucumbíos? Es más, si así fuera, ¿quién podría hacer semejante atrocidad con total impunidad? Por muy increíble que pueda parecer, quien puede destruir con total impunidad o armando una buena justificación es quien actúa desde un poder divino. Sólo utilizando el nombre de Dios, o razones religiosas, o autoridad religiosa se puede en la Iglesia destruir.