El Congreso continental de Teología reafirma "la vigencia de la TL"
Queiruga: "La TL ha obligado a la teología a no olvidar a los pobres como una necesidad de la Iglesias"
En el cuarto día del Congreso Continental de Teología de la Liberación,
realizándose en la Universidad jesuita Unisinos, de San Leopoldo,
Brasil, acontecieron las participaciones magistrales de otros tantos
exponentes de la teología de la liberación, entre los que contamos a
Leonardo Boff y Luis Carlos Susín, así como del teólogo vietnamita
radicado en Estados Unidos Peter C. Phan y del reconocido teólogo
español Andrés Torres Queiruga.
Para estos momentos, las y los participantes se sienten desbordados
por tantas reflexiones y experiencias vertidas en este inédito
encuentro, no sólo por la titánica síntesis de pasado y presente de la
Teología de la Liberación (TL) que las conferencias magistrales han
ofrecido, sino por su multiplicada de rostros, nuevos enfoques, nuevas preguntas y horizontes compartidos en
un sinnúmero de talleres y paneles abiertos realizados de manera
simultánea por las tardes de cada uno de los días del congreso:
teología, economía y política; lectura popular de la Biblia, teología y
sujetos emergentes, teología del buen vivir, espiritualidades
liberadoras, teología y género, diálogo ecuménico e interreligioso,
interculturalidad, teología de la liberación y posmodernidad, migración,
mujeres, teología afro-americana; fueron algunos de los tantos temas
abordados.
Las conferencias del día hicieron eco a los planteamientos del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez,
cuya vigencia y lucidez de pensamiento volvió a hacerse patente la
noche anterior, en el siempre repleto anfiteatro P. Werner, sede de las
principales conferencias del Congreso.
Este año Gustavo se encuentra Estados Unidos impartiendo teología en
la Universidad de Notre Dame, y por razones de salud no pudo viajar a
Brasil para encontrarse con sus amigos y contemporáneos teólogos de la
liberación, pero ello no impidió a la asamblea mostrarle su afecto y
recibirlo con un prolongado aplauso al inicio de su intervención por video conferencia desde su departamento en Indiana.
"Nosotros queremos decir que existimos" fueron algunas de las
primeras palabras del considerado padre de la teología de la liberación,
refiriendo a la voz de los pueblos oprimidos del continente y cuya
irrupción en la historia durante las dictaduras militares
latinoamericanas de la década de los sesenta, motivó el compromiso de
muchos cristianos con los procesos humanizadores y liberadores, los hizo
atentos a la dimensión social y política del mundo de los pobres y a
reconocer mejor las causas de la pobreza.
También provocó el nacimiento de un histórico proceso eclesial, que partió de la afirmación de la iglesia de los pobres por parte de
Juan XIII en el anuncio del Concilio Vaticano II y se concretó en la
teología de la liberación, de cuyo transcurrir Gutiérrez hizo un
análisis general.
Afirmó que en América Latina se dio la primera y más completa aplicación del Concilio Vaticano II por parte de las iglesias, sobre todo a partir de la segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín en 1968.
La pobreza, reiteró el ahora fraile dominico, no es una desgracia, es una injusticia, es resultado de manos humanas y por consiguiente esas manos pueden terminar esa situación humana
y antievangélica. Llamó a no ignorar las causas de la pobreza, a veces
calladas, escondidas, pero que siguen siendo causa de la marginación de
tantas personas en nuestro continente, haciéndolas insignificantes,
no-personas. También enfatizó que injusticia y sufrimiento están
enteramente vinculados, y no podemos dejar de lado este sufrimiento y
las pobrezas ocultas.
Habló sobre el reto de hablar del Dios de la vida en una realidad marcada por la muerte, afirmando que esta pregunta supera nuestra capacidad de respuesta, que es una cuestión en la
que no hay respuesta. Habló en cambio de la espiritualidad como una
manera de vivir y de la pobreza como algo más que un elemento puesto en
lo social, como aquello que afirma la inferioridad humana de otras
personas, matándolas, e invitó a las y los cristianos a ser testigos de
la resurrección mediante la afirmación de la vida y contra la pobreza
causada por una forma de muerte que llamamos pecado.
Dijo que la teología de la liberación siempre ha sido colectiva,
nunca una labor personal, y que en ella el aporte de los teólogos
protestantes ha sido fundamental, por lo que es también ecuménica.
También planteó importantes retos para esta teología, diciendo que hoy la mejor respuesta teológica que podemos dar a es la solidaridad con el mundo de los pobres,
que un criterio importante para saber si estamos cerca de Dios es si
estamos cerca de los pobres, no como algo ocasional, de fin de semana,
sino de manera permanente.
Habló, en este sentido, de tres grandes desafíos para el cristiano y cristiana: atender la fe, alimentar su vivencia de la fe y luchar contra la pobreza.
Abordó el tema del diálogo con la modernidad, que ha globalizado el
pecado y creando dos mundos, y resaltó el aporte esperanzador de las
religiones para construir en la humanidad una nueva conciencia ecológica
y global.
Al término de su intervención Gustavo Gutiérrez se dio aún la
oportunidad de intercambiar con la asamblea, en la voz de algunos de sus
amigos teólogos como Leonardo Boff y Lucio Gera, con quienes habló de
la tierra, recordó a José Comblin y Ronaldo Muñoz, habló del importante
papel de los jóvenes y las mujeres para la teología de la liberación.
Desde estos ejes, temas, preocupaciones colocadas la noche del 9 de
octubre, el día siguiente fue inaugurado por la esperada participación
de Leonardo Boff, quien habló de la tierra como la gran pobre y
explotada, violentada, y llamó a una nueva conciencia global que incluya
el respeto de la humanidad y el respeto de la naturaleza, enfatizando
que nos encontramos en un momento de crisis global que ponen en peligro
al planeta entero y que esta vez no habrá un arca de Noé para salvarnos,
porque ella es nuestra pachamama.
A media jornada, en conferencia de prensa, él, Jon Sobrino y
la teóloga colombiana Socorro Vivas respondieron a preguntas de diversos
medios internacionales que cubren el evento y dijeron con firmeza que
no es la vigencia de teología de la liberación la que importa, que nunca
han hablado o dado cursos sobre ella, sino lo que sigue siendo urgente y
está en el centro de sus preocupaciones es la opción por lo pobres (y
ahora de la naturaleza) contra la pobreza y la explotación.
Socorro Vivas, por su parte, hizo una crítica profunda a las
lógicas patriarcales aún presentes en la iglesia católica y en la misma
teología de la liberación y de la invisibilización de la teología hecha
por las mujeres.
El día culminó con la conferencia de Andrés Torres Queiruga en torno a las interpelaciones mutuas entre la teología latinoamericana y la teología europea, en la que afirmó que sólo hay dos absolutos en este mundo: Dios y el hambre,
y por lo tanto no podemos hacer teología si no nos preocupamos por la
pobreza; esta intuición teológica latinoamericana es la que ha dado otra
posibilidad de reflexión a otras teologías, como la europea. Dijo que
uno de los mayores méritos de la teología de la liberación ha sido su
contante puesta al día como una teología que lucha por la dignidad de
las personas: eso es realmente hacer teología, enfatizó el ponente.
En otros aportes enfatizó que la espiritualidad que ha creado
la teología de la liberación es una espiritualidad que se hace realidad,
encarnándose en las realidades. Este es un estilo propio de la teología
de la liberación, así como el poner en pie eclesial a todo el pueblo.
Dijo además que la reflexión sobre el cuidado de la tierra madre es una
teología que ha revitalizado la TL.
Torres Queiruga, dijo que la TL ha obligado a la teología a no olvidar a los pobres, como una necesidad de la Iglesias.
La pobreza, como tema central de la TL, fecunda a la teología europea
como a otras teologías. Estamos en un mundo, continuó, donde todo lo que
sucede a nivel físico, empírico es causado por el mundo, por la
humanidad. Es decir, la autonomía de lo que pasa en el mundo debe ser
respetada. Y la Teología de la Liberación se basa en esto y debe
responder a los procesos de secularización. Por lo tanto el
intervencionismo divino se ha acabado. Dios, impulsa a que la persona
haga todo lo posible para sanar las necesidades, y si no lo hacemos Él
no lo hará, apuntó el teólogo español.
Finalmente, sobre el tema de la pachamama, dijo que sacralizar
la tierra no es ponerla como Dios. Allí se manifiesta, pero la tierra
no es una diosa-dios, afirmó, en contra de lo que han afirmado otros
teólogos como Leonardo Boff y el mexicano Eleazar López, importante
exponente de las teologías indígenas. Dios ha creado todo en vista a
alcanzar la creación de la humanidad, por la tanto la creación culmina
en la humanidad y no se pude poner a Dios y la naturaleza al mismo
nivel, remató Torres Queiruga.
Finalmente explicó que la humanidad es la única capaz de trascenderse
a sí misma, y mirar a Dios cara a cara y desde allí mirar a la
pachamama. Ver a todas las cosas transparentando a Dios es válido.
Los derechos los tienen las personas, no la tierra o cuidar los
derechos de la tierra tendría que ser pensando desde lo humano. La
culminación de la evolución concluye en la persona humana, terminó.
El Congreso va llegando así a su culminación aún con muchas
expectativas futuras. Consecuentes con su propio método, las y los
participantes de este importante encuentro que ha causado el malestar de los sectores conservadores de la jerarquía católica,
no han eludido la autocrítica y se han permitido poner al descubierto
sus propias limitaciones, señalar sus errores históricos, siendo tal vez
el más evocado, el de la exclusión de las mujeres en la misma teología
de la liberación, habiendo tenido sólo dos participaciones magistrales
en el Congreso.
Por ello, en la segunda de ellas, a cargo de la mexicana y doctora en teología Marilú Rojas,
se hizo un reconocimiento público a todas las mujeres teólogas
presentes en el congreso, quienes de pie recibieron un aplauso de la
asamblea.
Se espera que la conclusión de los trabajos, en el día y hora en que
hace cincuenta años se inauguraba el Concilio Ecuménico Vaticano II, sea
asimismo la apertura de una renovada etapa para las teologías de la
liberación presentes en el continente latinoamericano y caribeño.
La intervención de Queiruga
"Teología latinoamericana y teología europea: interpelaciones mutuas".
Este fue el tema de la Conferencia pronunciada por el profesor. Andrés
Torres Queiruga, de la Universidad de Santiago de Compostela, en el
anfiteatro Padre Werner, durante el cuarto día del Congreso Continental
de Teología, celebrada en Unisinos, con la participación de más de 700
personas.
Según el profesor, cada vez más la sociedad vive en el marco una
cultura global. "Los medios de comunicación, libros etc. están
produciendo un contexto cada vez más universal. En este sentido,
manifestó que es necesario construir una teología integral",
evalúa al precisar que "tenemos que darnos cuenta que una teología será
auténtica cuando todo el cuerpo eclesial sea auténtico".
Para Torres Queiruga, toda la sociedad tiene el derecho de hacer teología. "Y sólo habrá una teología cristiana cuando esta sea de a toda la comunidad",
explica. Según el profesor, deberíamos pensar en énfasis, en maneras
específicas de tratar de vivir la teología que todos queremos hacer. "En
este sentido, una teología, como la europea o la latinoamericana,
pueden ayudarse mutuamente".
"Jon Sobrino", continúa, "decía que debemos ver la teología como más
pensada con la revolución social, o sea, desde la realización de todo
aquello que es nuestra fe y actitud de Iglesia. Nuestra fe puede
caracterizar una teología más empeñada y más comprometida en asumir los
desafíos de la modernidad.
Teología de la Liberación
La Teología de la Liberación, según Queiruga se preocupó por los
pobres, "pero no sólo a nivel económico, también, por la realización de
la vida humana, principalmente atendiendo a los que más sufren". Para
él, hay dos absolutos: Dios y el hambre. Y es verdad que si hay hambre,
esto se convertirá para la persona en una necesidad humana ineludible.
"Es como decir: en primer lugar vivir, después filosofar".
Según el conferencista, la Teología de la Liberación marcó en la historia, que no se puede hacer teología sin ver que al lado, hay pobres y personas sufriendo. "Creo que todos nosotros sentimos un peso en la conciencia al ver la pobreza. Pero, la mayoría de nosotros no es capaz de grandes heroísmos. La contribución de la Teología de la Liberación fue mostrarnos esto", afirmó.
Según el conferencista, la Teología de la Liberación marcó en la historia, que no se puede hacer teología sin ver que al lado, hay pobres y personas sufriendo. "Creo que todos nosotros sentimos un peso en la conciencia al ver la pobreza. Pero, la mayoría de nosotros no es capaz de grandes heroísmos. La contribución de la Teología de la Liberación fue mostrarnos esto", afirmó.
"Si miramos lo que el Concilio Vaticano II intentó hacer, que fue
poner la Iglesia al día, veremos que realmente se alcanzó. Y fue la TL,
que acogió la praxis de la fe; que vio que una fe sin obras es una fe
muerta", puntualiza. Y añade: "La Teología de la Liberación lucha contra
la pobreza y busca una mayor dignidad entre las personas. Es una
aventura en el ámbito histórico, no se apagará jamás en la historia. Y
este es su mayor mérito".
El Cambio
Para Queiruga, la Iglesia debe comenzar desde abajo. "Hacer una
lectura popular de la Biblia, que movilice a las personas", continúa. Y
dice: "este mismo hecho de comenzar desde abajo, de motivar a las
personas a participar en la vida social, hace a la religión más cercana.
Esto podemos percibirlo desde Europa".