Cuando faltan solamente dos días para
el proceso eleccionario del 7 de octubre, siento que es mi deber enviar
un mensaje a todas mis hermanas y hermanos que me leen, hijas e hijos de
esta patria. Creo que la historia me juzgará negativamente por mis
silencios cómplices y no por mis atrevimientos de decir lo que siento
desde mi fe.
Es mi deber iluminar el momento tan
crucial que vive el país con el Evangelio de Jesucristo en quien creo y a
quien sigo. Testigo he sido de estos catorce años de lucha constante
del pueblo venezolano desde que llegó el comandante Chávez a la
presidencia de la República. Testigo también de los aciertos y errores
de este proceso en el que se anotaron las mayorías empobrecidas porque
encontraron en la palabra y la acción de Hugo una verdad y una “razón
para la vida y para la esperanza” parafraseando una expresión de la
plegaria eucarística.
Tortuoso ha sido el camino de la
revolución bolivariana, sobre todo porque le correspondió
desafortunadamente una oposición insolidaria con el bien común, basta
solo considerar la torpeza y el daño causado durante el sabotaje
petrolero a un recurso que es te todos, para corroborar esta afirmación
que estoy haciendo. Resulta tan largo hacer memoria de todos los
momentos en que la presencia opositora no ha mirado en la
direccionalidad de un concepto común de país en favor de las mayorías.
Ese individualismo les ha hecho mucho daño a ellos y a todos como
nación. También tortuosa ha sido la marcha de este proceso porque en las
filas del gobierno se insertaron sutilmente muchos oportunistas y
burócratas que han pretendido construir este proyecto en los viejos
moldes del bipartidismo que había perdido la honestidad.
Hoy escribo estas líneas entre el
asombro y la indignación luego de haber leído un documento titulado
LINEAMIENTOS PARA EL PROGRAMA DE GOBIERNO DE UNIDAD NACIONAL 2013-2019
en el que la MUD define en 1232 párrafos y
un anexo lo que sería su propuesta de gobierno. De este documento ahora
nadie quiere hacerse responsable pero es real su existencia y verídica
su intención. Siguiendo al profesor Eleazar Díaz Rangel en su columna
del pasado sábado 29 de septiembre considero que solo el hecho de que un
programa de gobierno vaya en contra de la nacionalización alcanzada de
nuestra industria petrolera y de las misiones sociales, ya es motivo
suficiente para que ningún venezolano consciente apoye una propuesta de
tal naturaleza, mas le valdría abstenerse. El documento es muy extenso y
habría mucho que comentar y rechazar contundentemente, pero basta
solamente con que toquen el petróleo que ahora ha llegado a un pueblo
históricamente excluido, para que mi condición de cristiano
católico y sacerdote me obligue en conciencia a objetar semejante
intención. Y la objeto porque va en contra de aquellos por los que
Jesús optó, los pobres: “el Espíritu del Señor está sobre mi, porque me
ha ungido, me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres” y por
los que opté yo el día que decidí vivir mi vida cristiana desde este
estado. En otro pasaje Jesús nos enseña que el pobre es el gran
sacramento que lo hace presente a Él en la historia. El está en el que
sufre, en el encarcelado, en el hambriento, en el enfermo: “Vengan
bendecidos de mi Padre porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y
me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste…”
Ahora bien, no olvidemos que la
espiritualidad cristiana no es una entelequia ahistórica, sino que está
encarnada en el tiempo y en las realidades cotidianas, porque solo
desde esa dimensión encarnatoria fue posible que Dios se nos hiciera
presente en Cristo. Por tanto hoy es obligado hacer una relectura del
Evangelio desde Venezuela, si es que realmente queremos ser honestos
con el seguimiento de Cristo. Esa relectura la tenemos que hacer
desde los que no sabían leer y ahora leen y hasta hacen una carrera
universitaria, desde los que nunca tuvieron a ningún organismo que se
ocupara de su salud y ahora tienen médico en su barrio, en su aldea, los
que habían sido marginados en la periferia de las ciudades, condenados a
vivir en el barranco y ahora tienen una vivienda digna y la tendrán los
que aun no les ha sido asignada, no es promesa electorera lo confirman
los hechos de cada semana; los ancianos discapacitados y discapacitadas
que nunca podían bajar del cerro a la ciudad ahora tienen metrocable y
cabletren, los indigentes ahora tienen un refugio y una esperanza de
incorporarse a la sociedad a través de la Misión Negra Hipólita, la
madre del barrio ¿quién la visualizaba? ¿quién se ocupaba de esa figura
de mujer ninguneada? nadie, ahora tienen una misión que las atiende y
las organiza, los campesinos sin tierra, o los pequeños propietarios que
jamás supieron de un crédito ahora lo tienen y han comenzado a
producir y a vivir dignamente, los adultos mayores que nunca supieron de
seguridad social y ahora cobran salario mínimo, ¿puede taparse el sol
con u n dedo? Son tantos los motivos para ver presente la acción de Dios
en esta historia de revolución bolivariana que hemos experimentado. Son
tantos los motivos para sentir, desde la dimensión política de la fe,
que también Jesús le da la bienvenida a todo proceso que tenga como
fin la inclusión de los eternamente excluidos.
Errores ha habido es cierto, pues este
proyecto no es perfecto pero si perfectible y creo que en esa línea va
el Presidente cuando habla de la eficiencia tan necesaria en una nueva
etapa de gobierno. Hay que seguir abordando la inseguridad importada
que nos ha minado imperceptiblemente con la droga y el
paramilitarismo. Es urgente una eficiencia que debe atacar en
profundidad la burocracia, la corrupción y la atención al público, es
urgente que el Poder Popular alcance su mayoría de edad, añoro el día en
que una notable representación del Poder Popular tenga voz y voto en
los Consejos de Ministros, todo esto es posible corregirlo y/o
incorporarlo pero desde un proyecto socialista perfectible y no desde el
individualismo indolente que en el mundo ha sembrado el capitalismo
salvaje.
Hay errores que, indudablemente van
dejando heridas, pero nuestra mirada tiene que ser mucho más universal,
así que el criterio a la hora de elegir no puede ser ese momento
puntual que me afectó en lo individual sino los grandes horizontes
alcanzados y por construir. La integración latinoamericana y caribeña
por ejemplo, la geopolítica mundial y la esperanza que como pueblo hemos
despertado en otros pueblos de América Latina y el mundo. Nos tenemos
que mirar en el espejo del proyecto neoliberal que deja a millones de
europeos y norteamericanos sin trabajo, sin casa, sin seguridad social,
esa debe nuestra mirada hoy, porque vivimos en un mundo globalizado y
lo que afecta en otras latitudes es también nuestro problema. Este
pueblo venezolano ha crecido mucho en su capacidad de discernir en lo
político y estoy seguro que sabrá defender pacíficamente en las urnas su
futuro, su vida y su esperanza.
Numa Molina
Sacerdote y periodista