Marco A. Gandásegui
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá
Investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
Después de una larga campaña, inaugurada a mediados de 2015, y superando los obstáculos que parecían invencibles, el magnate de las finanzas especulativas de Manhattan, Donad J. Trump, se convierte mañana en el 45° presidente de EEUU.
Immanuel Wallerstein señala que la presidencia de Trump es “totalmente impredecible. Sólo podemos tener la esperanza que su círculo cero lo modere”. Aún más, el teórico del ‘sistema mundo capitalista’ pronostica que “el 95 por ciento de las políticas que impulse Trump en su primer año serán terribles”. Prueba de ello, los nombramientos que ha hecho en su consejo de Gabinete.
En total son 19 personas, casi todas millonarios o militares, de extracción europea (‘blancos’) y hombres. Una excepción es la multimillonaria Betty DeVos, secretaria de Educación cuyo “objetivo es socavar la educación pública y dar vales escolares para financiar escuelas privadas y religiosas”. Tom Price como secretario de Salud quiere acabar con los servicios de salud para todos (‘Obamacare’). Jeff Sessions, ministro de Justicia, es defensor racista del encarcelamiento masivo. Andrew Puzder, ministro de Trabajo, se opone al aumento del salario mínimo federal.
Cathy McMorris Rodgers, secretaria del Interior, apoya la perforación en comarcas indígenas y la apertura de tierras federales. Scott Pruitt nuevo administrador de la Agencia de Protección Ambiental promueve el fin de las regulaciones.
Por el lado de la seguridad (militar), encabeza la lista el general James “Perro Loco” Mattis como secretario de Defensa. Le sigue el general John Kelly, secretario de Seguridad (Homeland Security) y el general Michael Flynn como su consejero de Seguridad Nacional. Mike Pompeo (director de la CIA), propone crear un registro de llamadas domésticas. Rex Tillerson, secretario de Estado, era presidente de la ‘hermana mayor’ Exxon-Mobil, que tiene inversiones multimillonarias en Rusia.
Con este equipo al más alto nivel, no es casual que Michael Klare diga que Trump sólo tiene en mente la reconquista del mundo. En su agenda aparecen cuatro puntos: China, Rusia, Europa y el Medio Oriente. El resto del mundo no existe o tiene una importancia menor. Prometió destruir el llamado Estado Islámico mediante la acción militar.
Con relación a Europa, Trump considera que ese continente está en decadencia y la OTAN es obsoleta. En cambio, en el caso de Rusia, Trump y Putin han declarado que quieren normalizar las relaciones entre los dos países. Según Klare, muchos creen que Tilerson fue nombrado secretario de Estado para estimular las relaciones en el campo energético. Exxon tiene enormes inversiones en el Artico ruso. Además, comparten su aversión a las corrientes islámicas radicales.
El problema número uno en la política exterior del nuevo presidente es China. Pekín se ha convertido en el motor económico del capitalismo del siglo XXI. Sin embargo, aún no ha desplazado a EEUU como potencia hegemónica (poder cultural, militar y financiero). La estrategia de Trump es acorralar a China creando un círculo de bases en su entorno. En el plan tiene un papel central la Federación rusa. Si EEUU logra convertir a Rusia en un aliado subordinado (tipo Alemania y Japón), obtiene tres resultados inmediatos: Cierra militarmente la larga frontera china en el norte, dificulta el desarrollo de las ‘Rutas de Seda’ chinas que tienen a Europa como destino y minimiza la importancia de los recursos energéticos rusos con destino a la industria china.
En términos militares, Trump hereda las fuerzas armadas mejor equipadas de la historia. Según Miguel Barrios, el presidente saliente, Barack Obama, expandió las guerras aéreas y el uso de las fuerzas especiales en todo el mundo. El número de países que cuentan con bases de fuerzas especiales norteamericanas pasaron de 60 en 2009 hasta 138 en 2016 (el 70 por ciento de los países del mundo). En 2016, el gobierno de Obama arrojó al menos 26,171 bombas. Además, Obama logró vender 265 mil millones de dólares en armas, cifra record.
Trump no tiene una política hacia América latina. La muralla en la frontera de México es una concesión a los sectores xenofóbicos que lo apoyaron en las elecciones. Es un enemigo declarado de la Revolución cubana y de los gobiernos progresistas por razones ideológicas. Sin embargo, sus intereses comerciales pueden superar sus prejuicios. Percibe la región al sur del río Bravo como un área para la explotación de sus recursos naturales y humanos. Además, los países de América latina y el Caribe pueden ser útiles en sus planes geopolíticos a escala global.
19 de enero de 2016