MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

lunes, 14 de marzo de 2016

La arquidiócesis de México refuta a Francisco


Bernardo Barranco V.

LA JORNADA.- En un insólito editorial se cuestiona el mensaje pronunciado por el Papa a los obispos mexicanos en su pasada visita a México. En efecto, el editorial del semanario Desde la Fe ha causado tal revuelo que ha rebasado nuestras fronteras. Su contenido es contradictorio, pues quiere presentar a los obispos mexicanos unidos, pero después se deduce lo contrario, ya que alguien cercano al Papa lo mal aconsejó. El texto confirma que existen no sólo tensiones, sino disputas agudas, sentenciando: Lamentablemente, existe la mano de la discordia que intentó poner los acentos negativos, parcializando la visión de Iglesia y tratando de influir en el discurso pontificio para conseguir un efecto contrario en el público, al subrayar desafíos y tentaciones como males del episcopado. Ese alguien cercano a Francisco que lo mal aconsejó no puede ser otro que el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, apoyado por Eugenio Lira Rugarcía, secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quienes fueron los actores claves que condujeron la organización de la visita de Francisco a México.

El citado texto no sólo es contradictorio, sino confuso. El editorial quiere enmendar la plana al Papa, iniciativa inusitada; sostiene que los obispos mexicanos han realizado una vida de entrega al prójimo y no de príncipes, como refirió el papa Francisco en su discurso que dirigió a los obispos el pasado 13 de febrero en la catedral metropolitana, cuestionando que la Iglesia no necesita de príncipes.

Estamos ante el primer indicio de recepción, así como de repercusiones iniciales dentro de la jerarquía, del duro mensaje leído por Francisco en catedral. No hay precedente alguno de un discurso tan fuerte, crítico y directo emitido públicamente por algún pontífice, en la época reciente, pronunciado frente a un episcopado. El editorial de Desde la Fe se titula Un episcopado de altura; quiere reivindicar a los altos pelados; rechaza la interpretación de la frase pelear como hombres relativa a luchas intestinas, porque son las interpretaciones de los comunicadores empujados más por el histrionismo mediático que por el profundo significado de las palabras. El texto rechaza el fuerte regaño a los pastores. Nuevamente esta tesis del cardenal Rivera de una Iglesia perseguida y acosada por enemigos implacables y poderosos que buscan arrinconarla y aniquilarla. Estas estribillas cristeras de que todos están en contra de la institución se leen en el texto: Pelear como hombres no implica confrontaciones estériles, como lo juzga el mundo. Conclusión, el mundo está equivocado y, pese a las críticas de Francisco, los obispos han resistido con gallardía, según el texto, los embates de los movimientos evangélicos como ningún otro país de América Latina. Han resistido políticamente la ofensiva anticlerical y masónica y, sobre todo, la jerarquía católica mexicana ha enfrentado con arrestos el fenómeno cultural del secularismo. Por ello, el editorial, con desconcierto, se pregunta: ¿Acaso desconocerá esto el papa Francisco como para regañar a los obispos?

El artículo referido no va al fondo del mensaje de Francisco. Cae en lo que Francisco criticó en su discurso: no sean exiliados de sí mismos. En el fondo, el Papa alienta a la jerarquía a ser más pastoral que política. Francisco quiere pastores transparentes, no obispos de Estado. Esta perspectiva está ausente en el editorial, que sigue atrapado en una visión clerical de la realidad y en la autorreferencialidad que tanto critica el Papa. La esencia de la alocución de Francisco está omitida: es la que invita a los obispos a una conversión pastoral a ser un factor profético frente a temas que laceran a la sociedad, como narcotráfico, migrantes y exclusión; los invita a ser referente de esperanza para los jóvenes. El Papa pide a los obispos no refugiarse en condenas genéricas, tener “coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral… acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados”.

En Desde la Fe la arquidiócesis quiere exigir al Papa argentino que conozca mejor la Iglesia mexicana como un caso atípico. Quizá tenga razón, pues desde el concilio la jerarquía mexicana es una de las más conservadoras del continente y reacias a los cambios. Después de los nombramientos de obispos del eje Priggione/Wojtyla/Ratzinger, la jerarquía no sólo es conservadora sino sumisa, chata y gris. Indebidamente, el editorial exalta a los obispos cercanos al pueblo en misericordia y unidad; la realidad muestra otra apreciación. En la encuesta Creer en México, del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), organización muy cercana al episcopado, se muestra que si bien la Iglesia es, dentro del descrédito institucional, una estructura socialmente de las más reconocidas, los obispos son justamente los actores peor evaluados. Del uno al 10, los obispos reprobaron en: tratamiento de abusos sexuales, honestidad, tolerancia, trasparencia, autoritarismo y solidaridad.

El texto editorial es un fallido intento de despresurizar las críticas focalizas hacia el cardenal Norberto Rivera. Desde la semana pasada, en redes sociales, su trayectoria ha sido muy cuestionada y se ha convertido en tendencia, según Trending Topics México. Además busca aliados entre los obispos tendientes a realizar un deseado linchamiento de Eugenio Lira Rugarcía por errores y omisiones en la organización de la visita de Francisco, en la próxima asamblea de a CEM. Sobre todo haber permitido los lugares de privilegio entre políticos, pudientes y ricachones que contradecían las proclamas de Francisco en torno de la cultura del descarte. Aquí sí el editorial menciona la autocrítica reforzante de la unidad y cohesión como ecos en la próxima asamblea de la CEM en abril.

Antes y después de la visita de Francisco a México, los jaloneos y coletazos entre los obispos son evidentes. Para muchos obispos el severo mensaje del Papa a los obispos tenía dedicatoria a Norberto Rivera y su debilitado grupo de obispos. Postura cómoda, ya que funge de chivo expiatorio. También cabe otra lectura encaminada a debilitarlo aún más, en el contexto de la lucha por la sucesión en el arzobispado de la Ciudad de México, posición codiciada por diversos prelados y grupos de poder secular.