Fernando Falconí Calles
Si en el desfile del 1 de mayo, en Santiago de Chile, se observara a torturadores, asesinos y demás especímenes fascistas, marchando junto a los familiares de los desaparecidos en el nefasto período de la dictadura pinochetista, probablemente la gente se preguntaría: ¿Qué está pasando? ¿Se han olvidado de lo que ocurrió?
Si en la misma fecha, por las calles de Buenos Aires, aparecieran los familiares de los 30.000 desaparecidos por la dictadura junto a los asesinos de sus hijos, padres, hermanos, parientes cercanos, la gente -alarmada- se preguntaría: ¿Se han olvidado de lo que sucedió?
Si en el desfile que se realiza el 9 de mayo de cada año, en Moscú, para conmemorar el triunfo de las Fuerzas Armadas y el pueblo soviético sobre los fascistas, aparecieran delegaciones de los matones de Hitler y Mussolini, la gente -absorta- se preguntaría: ¿Se olvidaron?
Si en alguna fiesta patria aparecieran desfilando juntos por las calles de Bogotá paramilitares y campesinos, la gente -incrédula- se preguntaría: ¿Se olvidaron? Se podrían mencionar varias de estas hipotéticas marchas. Sin embargo, en Ecuador -lastimosamente- sí se han dado marchas contra natura. Señalaremos dos.
El 11 de marzo de 1999, el presidente Mahuad dispuso el congelamiento de los depósitos por un año en cuentas corrientes con más de 500 dólares o dos millones de sucres y las de ahorros con más de 5 millones de sucres. El punto es que la crisis del sistema bancario no era general. Eran unos cuantos bancos quebrados. Por tal motivo, el Gobierno de ese entonces diseñó el feriado como una forma de protegerlos a través de la confiscación del dinero de la gente. Hay que recordar que los banqueros habían financiado la campaña de Mahuad; en consecuencia, muchos de los altos funcionarios del régimen provenían de la banca.
El 22 de marzo de 1999 el Banco del Progreso cierra sus puertas. Ese mismo día se realiza en Guayaquil una marcha encabezada por Fernando Aspiazu, la misma que fue respaldada por varios líderes políticos y empresariales locales, para protestar por la negativa del gobierno de Mahuad de entregar al Banco del Progreso un crédito. Se acusó de favorecer a la ‘banca serrana’ para que dominara el mercado financiero del país, en perjuicio de la banca guayaquileña. La marcha se dirigió hacia el edificio del Municipio de Guayaquil. En uno de sus balcones apareció el alcalde de ese entonces, León Febres-Cordero, quien proclamó a los cuatro vientos: “Ustedes me conocen, yo no me ahuevo”. En aquellos días, Guillermo Lasso se desempeñaba como gobernador del Guayas, en cuya oficina se realizaron varios cabildeos aquel día. Los ingenuos manifestantes respaldaron a los que se llevaron todo su dinero… ¿Cómo lograron los banqueros el ‘apoyo’ de los incautos? Mintieron a través de sus medios de comunicación. El 25 de junio de 2015, convocada por el Alcalde, se realizó una marcha en Guayaquil contra las leyes sobre herencia y plusvalía. El argumento: los mencionados proyectos legales afectarían a todos. Con la socialización en marcha, las ciudadanas y ciudadanos que no se habían informado adecuadamente, hoy se dan cuenta de que fueron engañados. Los dos proyectos harán que tributen los más ricos de entre los ricos. Los pobres y la clase media no tributarán absolutamente nada, respetando el principio de progresividad. La nueva mentira -poco a poco- va quedando al descubierto. Hay que tener presente que el pueblo que se olvida de su historia, corre el riesgo de repetirla.