Pedro Pierre
La semana pasada celebramos el 27° aniversario de una casa llamada Utopía. Utopía quiere decir ‘lugar donde el futuro se hace presente’. Eso es el milagro de esta casa situada sobre el Estero Salado, donde tantos sueños se hicieron realidad. Comenzó con un grupo de mujeres del barrio que querían entender mejor su vida, sus problemas, sus seños, su fe, la realidad de la ciudad y del país, su compromiso solidario. Al mismo tiempo pasó a ser el lugar privilegiado de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) de Guayaquil.
Esta casita fue y sigue siendo un espacio de libertad, de fraternidad, de fe, de formación, de solidaridad, de compromiso cristiano y político… “una Iglesia libre y liberada al servicio de la liberación”. En esta casita hemos aprendido a escuchar, a hablar, a rezar, a rebelarnos, pero sobre todo a construir entre nosotros la Iglesia de los pobres y una sociedad de iguales.
Hemos aprendido a vivir de otra manera mediante la dignidad, el compartir, la responsabilidad. Hemos aprendido a comer de manera más sana, a curarnos con las plantas, a hacer abono natural y no usar más químicos, a sembrar plantas medicinales, legumbres y flores. En esta casita nos estamos formando bíblica, teológica y políticamente aprendiendo a desentrañar la realidad de nuestra fe, de nuestro país y continente. Allí celebramos la vida, la fe, el Reino, Jesús resucitado en celebraciones humanas, cristianas y eucarísticas. Es un lugar fuerte de nuestra religiosidad y de nuestras devociones transformadoras de la realidad.
Juntos en esta casa nos alegramos de tener como papa a Francisco en la persona de un latinoamericano que responde bastante a los anhelos que le escribimos cuando comunicamos nuestros sueños a los cardenales:
“Un papa muy humano, joven y esperanzador, que viva sencillamente y esté cercano a las vivencias de los hombres y mujeres de nuestros tiempos.
Un papa que se inspire en el Evangelio, las palabras y la práctica de Jesús: compasivo, ecuménico, abierto a las culturas y las religiones.
Un papa que fortalezca a las Conferencias episcopales continentales y nacionales, promueva a las Iglesias diocesanas y se empeñe a hacer que toda la Iglesia sea la Iglesia de los pobres.
Un papa capaz de transformar la organización vaticana y la institución eclesial para que la Iglesia toda sea un claro testimonio de la construcción del Reino de Dios.
Un papa que responda al clamor de la humanidad, haciendo suya la causa de los pobres porque es la causa de Jesucristo, que devuelva a la mujer su lugar en la Iglesia y los ministerios, que haga que la jerarquía y el clero actúen democráticamente y respetando los derechos humanos, que respete la libertad de expresión y de creatividad de la Iglesia de los pobres que somos las CEB.
Un papa que se deje guiar por el Espíritu Santo y los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios”. Desde la casita de la CEB de Guayaquil le decimos al papa Francisco: ¡Bienvenido a Ecuador! Lo invitamos a la casita donde se han hecho realidades muchas utopías.