“Hoy 25 de junio el Alcalde fascistoide de Guayaquil, Jaime Nebot, convocó y consiguió movilizar una gran cantidad de personas de esa ciudad. Trepados en una ola de desconcierto social, fruto de la errática conducción de este gobierno, sus veleidades e indefiniciones, los más rancios oligarcas por generaciones " ultra-católicos, apostólicos y romanos", están llamando a una explosión de masas.
Estas gentes que han levantado sus inmensas fortunas explotando, humillando, segregando y hasta asesinando a cientos de miles de ecuatorianos, hoy se "rasgan las vestiduras" y llaman a "recuperar" la democracia, supuestamente perdida. Verdugos de misa diaria, "íntimos" de los obispos, que ante sus injusticias han sido casi siempre ciegos, sordos y beneficiarios, son unos y otros el vivo retrato de lo que Jesús llamo "raza de víboras". En unos días mas, Nebot se parara de puntillas para abrazar al Papa cuando llegue a Guayaquil y le entregara "las llaves de la ciudad", su eterno cómplice Antonio Arregui gerente del Opus Dei - que quiso llevar a Francisco con la ayuda del nefasto nuncio Otonello y casi lo consiguen, a una ceremonia privada con unos pocos invitados, dejando a millones de creyentes por fuera - echará incienso a rabiar, para ver si así se disimula el olor de la iniquidad que es el túmulo en que moran.
Al leer el doloroso relato de Paulina Pérez ,que es tan solo "una perla" de la manera en que gobiernan los "social-cristianos", nos duele el cinismo de estos y afirma la voluntad, de no permitir que regresen jamás a desmadejar el Ecuador. Equipo de la Iglesia de a pie".
El cinismo en marcha
Dra. Paulina Pérez
Era el gobierno de León Febres-Cordero cuando mi casa fue allanada. Un vecino al que le prestábamos el garaje fue encañonado por cuatro agentes policiales vestidos de civil para que entregara la llave y se alejara inmediatamente. Lo hicieron parecer un robo, pero todos sabemos que los delincuentes no se sustraen agendas telefónicas, libros, fotografías. Unas semanas después mi padre salió a dejar a mi madre y no volvió hasta el día siguiente.
Hoy, tres décadas después, no olvido el aspecto de mi padre, ni las lesiones en su cuerpo producto de la tortura a la que fue sometido por los órganos policiales del Estado. Sus sienes inflamadas y moreteadas, las muñecas marcadas de haber sido fuertemente atadas y completamente edematizadas, al igual que sus manos. Su espalda llena de piquetes, producto de las descargas eléctricas que le eran aplicadas mientras era sumergido en una tina llena de agua. Qué decir de sus pies, que junto con los dedos habían perdido la forma. Sus ojos enrojecidos y su rostro aterrado por el temor de que a sus dos hijos que estaban solos en casa les hubieran hecho algo. Vale redundar que la tortura no solo es la afectación física, sino también la psicológica. Antes de liberarlo, los torturadores se aseguraron que entendiera bien todo lo que harían conmigo, mi hermano y mi madre si se atrevía a denunciar la miserable acción.
Días después mis padres fueron acusados de actividades subversivas, al igual que mucha gente que se oponía al terrorismo de Estado instaurado por el gobierno socialcristiano de LFC. Nuestra familia debió desintegrarse y mi hermano y yo, menores de edad, fuimos acosados por casi un año por los organismos de seguridad. Llamadas telefónicas amenazantes, vigilados permanentemente. En mi caso solicitaron al rector de mi colegio que se me expulsara por ser hija de ‘guerrilleros’, como medida de presión. Mis abuelos, mis tíos constantemente amedrentados. Nuestra casa fue nuevamente allanada, esta vez con una orden y nuevamente saqueada, sin derecho a reclamo alguno.
Escuchar a Jaime Nebot convocar a una marcha en contra de la dictadura, para denunciar los abusos, la falta de libertades y la violación de derechos me parece el colmo del cinismo.
Nebot, acusado de estar presente en sesiones de torturas cuando gobernador. Nebot, el alcalde que reprime brutalmente a los vendedores informales en Guayaquil. Nebot, el separatista, hoy convoca a las calles, a esas mismas calles en las que reprimió y reprime al pueblo.
No podemos permitir que quienes destrozaron el país nos convoquen a marchar junto a ellos para ayudarles a defender sus mal habidas fortunas, producto de la explotación laboral, de la especulación de tierras, de feriados bancarios y del robo y saqueo de los recursos que le pertenecían al todo el pueblo ecuatoriano.
No podemos salir a marchar junto a los que violaron derechos humanos, fueron cómplices de la desaparición y el asesinato de hombres y mujeres cuyo unido delito fue querer un país para todas y todos.
No podemos salir a marchar con quienes obligaron a tres millones de ecuatorianos a dejar su patria, fragmentando miles de hogares y causando un gran daño a miles de niñas y niños que debieron crecer sin padres.
No podemos salir a marchar junto a quienes creen que este hermoso Ecuador es su hacienda y nosotros, el pueblo, sus peones.
No podemos salir a marchar con quienes contratan como asesor a un miembro de un cartel de drogas y se rehúsan a dar explicaciones.
¡No nos dejemos utilizar en contra de nosotros mismos!