MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 18 de junio de 2015

Camino a la vida plena


Pedro Pierre

Los brotes de protestas nacionales, la visita del papa Francisco, la búsqueda de una vida mejor… son ocasiones para profundizar sobre nuestra vida personal. ¿Cómo encontrar más felicidad, más libertad, más justicia, más fe? Todo esto es como una carrera de obstáculos que no termina; pues la vida es esta lucha para la superación constante, personal y colectiva. No se puede vivir “a la buena de Dios”, como si Dios resolviera todos nuestros problemas. Los problemas de la vida no son más que desafíos a enfrentar y sobrepasar para llegar a una vida madura que nos aporta paz y felicidad.

El niño que hemos sido tiene que pasar por la adolescencia y la juventud, es decir, empezar a descubrir que el nido familiar no lo es todo y que tiene que aprender poco a poco a volar por sus propias alas, sin la protección de los padres. Aprender también que el círculo de la familia tiene que ampliarse para descubrir primero la vida grupal en la escuela, el colegio y la universidad, luego la organización y las luchas personales y colectivas para encontrar su espacio en la sociedad e ir creando un entorno más favorable.

Lastimosamente, muchas veces, la familia no nos ayuda a crecer ni la escuela y el colegio a vivir el compañerismo. Además, nos queremos quedar en el calor del nido familiar. Así seremos toda la vida grandes egoístas, estorbos a la vida colectiva. Otro obstáculo en este camino de la vida es el dinero. ¿Cómo se ganan el dinero nuestros padres? Muchas veces es el fruto de un duro trabajo de explotación e injusticias. Entonces deseamos ser grandes profesionales para lograr un mejor nivel de vida.

Lastimosamente, muchas veces la educación escolar pasa a ser la puerta de entrada al modelo explotador e injusto por el que han pasado nuestros padres. En algún momento se nos plantea cómo vamos a vivir y trabajar. Aquí no hay más que dos caminos: el del individualismo o el de la solidaridad. ¡Menudo desafío! La tendencia fácil es volver al egoísmo infantil y deslizarnos hacia el grupo de los explotadores, corruptos, violentos, acumuladores. Olvidamos los valores del compañerismo, los valores de la solidaridad.

Hoy estos desafíos pueden ayudar a entender lo que está pasando en nuestro país. Preguntémonos: ¿Dónde nos ubicamos? ¿Qué buscamos? ¿Seguimos, como los niños, con las manos siempre tendidas hacia nuevos ‘padres y salvadores’ que resuelvan nuestros problemas? ¿Esperamos que otros se unan y organicen para comprender cómo funciona un país, descubrir caminos de participación, emprender organizaciones y entrar en movimientos que aportan con sus propuestas y críticas? Las protestas actuales nos obligan a preguntarnos con quiénes estamos y en qué etapa de nuestro crecimiento personal. Una fe bien entendida nos va a confirmar en el compañerismo y la organización, la solidaridad organizada para una vida mejor que beneficie a todos los empobrecidos, la construcción colectiva del país que habitamos. Esa es la verdadera libertad: construirnos como persona y comunidad, desde la participación, la responsabilidad y la lucha constante.