MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 5 de febrero de 2015

La razón del más débil


Pedro Pierre

¿Quién iba a pensar que Grecia iba a sacudir a Europa? Después de 6 años de crisis en Europa, sigue más campante que nunca. Los remedios neoliberales, impuestos por Alemania y Francia, tienen efectos peores que la enfermedad. Qué lejos estamos de los ideales de los fundadores de la Unión Europea que querían un continente solidario.

Es que no se trata de una crisis, sino de una estafa y un atraco: los grandes ricos europeos -los banqueros, los accionistas, las multinacionales…- quieren ganar siempre más y más: hasta aquí lo han logrado, a costa del desempleo y del despojo de las clases populares más pobres de Europa. Los multimillonarios abundan en Europa y quienes más ganancias acumulan son los accionistas de los bancos y las multinacionales.

Uno pensaría que la Francia revolucionaria iba a encontrar alguna salida: “¡Indígnense! ¡Rebélense!” lanzó hace poco, poco antes de morir a los 96 años, un organizador de la ‘resistencia francesa’ contra los nazis al final de la Segunda Guerra Mundial. Y nacieron en varios países los ‘Indignados’, en España y Estados Unidos, principalmente jóvenes. La protesta no avanzó. Es que el ‘monstruo’ está globalmente estructurado: la resistencia debe también ser globalmente estructurada con propuestas políticas, económicas y socio-culturales.

El que abrió un camino, ya en 2008, fue Islandia, un pequeño país europeo: su Gobierno se negó a refinanciar sus bancos que habían quebrado por mala gestión. Hoy, Islandia no está en crisis. Pero los grandes medios de comunicación no hablan de Islandia y sus logros…

La cuestión es que el capitalismo está bien anclado en Europa: se prefiere el bienestar material individualista al bien vivir y convivir. Se hacen inmensas manifestaciones por la libertad de prensa, pero se olvida la solidaridad masiva con los desempleados, los extranjeros, las personas mayores, los nuevos pobres que se multiplican. No se da la globalización de la dignidad humana ni de sus derechos; no se obliga a los Estados ni a las instituciones internacionales ni a los poderes financieros a articularse para lograr satisfacer las necesidades básicas de todos los seres humanos, eliminando el cruel panorama de una desigualdad que oprime y atormenta a más de las ¾ partes de la humanidad.

Mayoritariamente el pueblo de Grecia, después del de Islandia, ha elegido un presidente de izquierda -‘radical’ dicen ya los medios de comunicación europeos- y le ha dado mayoría en el Congreso para poner en marcha otra organización social basada en la economía solidaria, la participación democrática, la independencia nacional y la apertura a relaciones internacionales juntas.

En su tiempo decían de un tal Jesús: “¿Qué de bueno puede salir de Nazaret?” -ese pueblo perdido a la frontera norte de Palestina-. “¿No es este el hijo del carpintero? ¿De dónde le sale esta sabiduría y esta autoridad?”. Que la semilla de un mundo nuevo sembrada hace 2.000 años vuelva a resurgir en Europa y en todos los países para construir otro mundo posible, urgente y necesario.