Pedro Pierre
Eso es lo que nos revelan las recientes elecciones. Como lo reconoció el Presidente se trata de un ‘remezón’ y un ‘revés importante’. Mucha gente está de acuerdo con los cambios realizados en la educación, la salud, las carreteras, el cobro de los impuestos, los bonos, la política integracionista, un lenguaje antiimperialista… Este apoyo se expresó hace un año en la reelección del Presidente en la primera vuelta.
Como en muchos países, Brasil en particular, la gente en general quiere algo más que beneficios materiales. Está preocupada por ciertas opciones: un lenguaje de izquierda que no se concreta en participación ciudadana, los proyectos de minería, en particular los del Yasuní; la ridiculización de los movimientos sociales, las persecuciones a dirigentes sociales bajo el pretexto de terrorismo, la marginación de la Conaie, las discusiones para la aprobación de un tratado de libre comercio con la Unión Europea…
El repunte de la derecha dura no deja de ser preocupante. Eso revela que no había sido ‘sepultada’, sino que sigue y espera su hora para retomar visibilidad y protagonismo para recuperar espacio para sus empresas y sus inversiones. Si ha ganado con tanta diferencia, tanto en Quito como en Guayaquil, esto significa, por una parte, un fuerte llamado de atención y, por otra, una falta de formación política de los sectores populares.
Nunca la derecha ha buscado los intereses de los sectores populares. El futuro alcalde de Quito nos miente y nos quiere engañar, como siempre lo hace la derecha. La mentira es: ‘somos del centro progresista’; tal vez las palabras sean progresistas, como lo son las de Capriles en Venezuela. El engaño es que ‘va a resolver los problemas de Quito’… sin los quiteños organizados. Más que nunca se necesita un fuerte trabajo de organización popular para despertar las capacidades de liderazgo local y provincial y construir otro país desde bases conscientes, críticas y decididas para lograr poco a poco ‘otro Ecuador posible y necesario, a la manera de Moisés que supo, después de la salida de la esclavitud de Egipto, escuchar a su suegro que le decía: “¿Por qué estás ahí tú solo?... No es lo mejor como tú lo estás haciendo… Elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez… Decidirán ellos mismos en los asuntos de menos importancia”.
¡Qué actualidad la de este texto de hace 3.000 años!