Recomendaciones de los obispos de la UE y EEUU para las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP).
RyL.- Antes de completar, aprobar y ratificar el propuesto Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) es esencial emprender un análisis a fondo de sus costos y beneficios sociales y ambientales. Una revisión así no sólo debiera tomar en cuenta la teoría económica sino también un estudio de los efectos reales del propuesto pacto sobre nuestros ciudadanos, nuestras sociedades y nuestro planeta. El estudio debe tomar en cuenta el impacto del TTIP en las necesidades básicas, en los elementos fundamentales del bienestar así como en el derecho y la oportunidad de acceder a ellos. El TTIP debe contribuir al bienestar de todos los ciudadanos, especialmente de los pobres. Todos debieran participar en la toma de decisiones que impacten en sus vidas. Los beneficios que se le suponen deben ser compartidos equitativamente a fin de no exacerbar la desigualdad. En resumidas cuentas, el TTIP debe conducir a un mundo más seguro y pacífico antes que a intensificar las tensiones económicas y políticas.
Es cierto que construir políticas para un futuro común mejor, respetuosas de los derechos de las generaciones actuales y futuras, no puede hacerse con una regulación excesiva o una desregulación radical. Los pactos y tratados deben sostener el dinamismo social tanto por la confianza que ponen en las capacidades inventivas de la mente y el corazón como por la participación equitativa que promueven dentro de los miembros de la única familia humana.
Lo que el Papa Francisco les escribió a las naciones del grupo G-8 en 2013 se aplica al TTIP: “La finalidad de la economía y la política es servir a la humanidad, comenzando por los más pobres y vulnerables”. “El fin de la economía y la política es precisamente el servicio a la humanidad, comenzando por los más pobres y débiles” (Carta al honorable David Cameron, Primer Ministro, 17 de junio, 2013). La historia proporciona convincentes pruebas de que un aumento del comercio y de la inversión puede ser efectivamente benéfico, bajo la condición de que esté estructurado de tal modo que ayude a reducir, no a exacerbar, la desigualdad o la injusticica. Las políticas comerciales deben estar basadas en criterios éticos centrados en las personas, en la persecución del bien común de nuestras naciones y de todos los pueblos en el mundo. La negociación o implementación de acuerdos comerciales deben respectar los principios que promueven y defienden la vida y dignidad humanas, protegen el medio ambiente y la salud pública y promueven la justicia y la paz en nuestro mundo.
Es necesario considerar algunos principios para evaluar cualquier acuerdo comercial, incluso el TTP:
PRINCIPIO DE SUSTENTABILIDAD Y PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN
Los obispos de Estados Unidos y de la Unión Europea quieren subrayar los principios de sustentabilidad y de precaución. Una de las implicaciones del principio de precaución es que es necesario darle prioridad a la prevención de daños. Es preciso tener paciencia si se trata de adoptar productos o procedimientos y esperar hasta que haya suficiente evidencia científica que muestre que no causan daño significativo a las generaciones actuales o futuras ni que significan un peligro para la ecología natural.
SEGURIDAD LABORAL
La dignidad humana exige darle prioridad a la protección de los trabajadores y a sus justos derechos. Somos partidarios de los derechos laborales, incluyendo el derecho a organizarse así como de la adopción de los estándares internacionalmente acordados. Todo tratado debe ser acompañado de firmes compromisos de apoyo a los trabajadores afectados así como a sus familias y comunidades, para que puedan superar la precaria situación social y financiera debida a un desplazamiento causado por el libre comercio. Hay que prestarles especial atención a las condiciones de trabajo, horario de trabajo razonable, tiempo libre, salario familiar suficiente y otros beneficios sociales reconocidos.
PUEBLOS ORIGINARIOS
Los obispos católicos en diversos lugares del mundo atienden ampliamente a grupos indígenas. Por respeto a su herencia cultural y en vista de su desarrollo económico, el TTIP debe honrar el patrimonio de esas comunidades indígenas y compartir equitativamente los beneficios de todo intercambio con los grupos en que se originaron los conocimientos tradicionales y recursos naturales.
MIGRACIÓN
Nuestra iglesia ha defendido por mucho tiempo el derecho a emigrar de las personas cuando las condiciones en su país natal se hacen inseguras o les impiden ganar su sustento para sí mismos y sus familias. Si se ha de reducir la migración, pensamos que se debe hacer aliviando las condiciones que impulsan a las personas a abandonar sus países de origen. Todo tratado de comercio o inversión debe ser diseñado de modo de asegurarles a las personas la reducción de la necesidad de emigrar.
AGRICULTURA
Nuestros hermanos obispos tanto de nuestros países como de otros, así como otras personas con quienes trabajamos, han expresado graves temores respecto de la vulnerabilidad de los pequeños productores agrícolas. Estos se pueden ver frente a una competencia de productos agrícolas que gocen de grandes ventajas debido a políticas gubernamentales y de subsidios. Todo acuerdo debe promover el sector agrícola de los países en desarrollo y proteger a los que viven en áreas rurales, especialmente a los pequeños campesinos.
DESARROLLO SUSTENTABLE Y EL CUIDADO DE LA CREACIÓN.
Un aumento en la integración económica encierra beneficios potenciales para todos los participantes, pero debiera hacer más que simplemente regular el comercio y la inversión. Debido al vínculo esencial entre el cuidado del medio ambiente y un desarrollo humano sustentable se requiere que se le preste atención prioritaria a la protección ambiental y a la salud de las comunidades, incluyendo la ayuda a los países pobres que a menudo carecen de los conocimientos técnicos o de los recursos suficientes para conservar un ambiente seguro. Los acuerdos debieran incluir un alivio a la aplastante carga de la deuda externa de los países pobres y apoyar un desarrollo que aumente su confianza y capacidades propias y una amplia participación en la toma de decisiones económicas. El TTIP no debiera permitir el comercio e inversión en aquellos bienes que pueden dañar el bien común (como armas ilegales o narcóticos).
DERECHOS DE PROPIEDAD INTELECTUAL
Estamos además preocupados por las reglas de derechos de propiedad intelectual en los productos farmacéuticos y en la agricultura. Tenemos que tomar en cuenta la necesidad de que las poblaciones vulnerables tengan acceso a medicina y al progreso agrícola. La Iglesia ubica los derechos de propiedad intelectual dentro del marco más amplio del bien común y piensa que es necesario mantener el equilibro de esos derechos con las necesidades de los pobres. El principio del bien común requiere no sólo una legítima protección del interés privado sino también que se tome en cuenta el bien común local y global. Los acuerdos no pueden ser fundados o aceptados sólo en base a los beneficios para las dos partes contratantes. Hay que tomar en cuenta los beneficios y costos para terceros, en particular los pobres, los vulnerables, los jóvenes, los ancianos y los enfermos.
MECANISMOS DE SOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Cuestionamos las ventajas de requerir en los tratados internacionales que las partes soberanas acepten un arbitraje internacional como foro de solución de conflictos, sea a través del mecanismo de arreglo de conflictos inversionista-estado (ISDS) como de la recientemente propuesta corte internacional de inversiones. Ambas vías pueden conducir a ventajas injustas en favor de los intereses comerciales interesados en aprovecharse de las reglas de los sistemas arbitrales o judiciales, y pueden producir un debilitamiento de importantes estándares medioambientales, laborales y de derechos humanos. Los intereses privados no debieran eclipsar los bienes públicos. Se debe estudiar cuidadosamente su impacto sobre la legislación medioambiental y social, o en las políticas de salud, educación y cultural. La preocupación por una armonización o simplificación regulatoria no puede ser base para socavar una adecuada regulación de la seguridad, del trabajo, la salud y el medio ambiente impuesta localmente por organismos nacionales, estatales o regionales.
PARTICIPACIÓN
Es de importancia crítica que todas las personas tengan voz en las decisiones que afectan sus vidas. La dignidad humana exige transparencia y el derecho de las personas de participar en la decisiones que impactan en ellas. La participación tiene una particular aplicación en las negociaciones del TTIP y otros tratados de comercio. Debieran ser realizadas en foros y mediante procesos que aseguren que las voces de los sectores afectados de la sociedad puedan ser oídos y sus intereses reflejados en cualesquiera acuerdos a que se llegue. La justicia debe ser aplicada a todas las fases de la actividad económica; los cánones de justicia deben ser respetados desde el comienzo a medida que el proceso económico y político se desarrolla, y no sólo posterior o incidentalmente.
En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium el Papa Francisco hace notar: “La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.” (No 55) El Papa Benedicto XVI afirmó en su encíclica Caritas in Veritate: “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona.” (No 45). Nuestra enseñanza pone a las personas – especialmente a los más pobres y más vulnerables – en el primer lugar.
El propuesto tratado TTIP debe ser juzgado de acuerdo a estos altos estándares.
Por los obispos de la Unión Europea:
Reinhard Cardinal Marx / Arzobispo de Múnich y Freising
Presidente de la Comisión de Conferencias episcopales de la Comunidad Europea.
19 Square de Meeûs | 1050 Brussels (BE)
Tel. +32 2 235 05 10 | Website: www.comece.eu
Por los obispos de Estados Unidos de América:
Rev. Joseph Edward Kurtz / Arzobispo de Louisville
Presidente de la Conferencia de obispos católicos de USA.
3211 Fourth Street NE | Washington DC 20017 (USA)
Tel. +1 202-541-3000 | Website: www.usccb.org
http://www.comece.eu/dl/tOlsJKJKoKMOJqx4KJK/2016-06-16_TTIP_final_EN.pdf.
Traducción. R. Claro, Attac Múnich, junio 2016.
www.reflexionyliberacion.cl