Padre Pedro Pierre
¿Quién no se ha preguntado alguna vez: ¿Dónde está la verdad? ¿Qué es la verdad? Pero, ¿hemos tomado el tiempo de encontrar la respuesta? ¿O más bien hemos preferido no profundizar más, como fue el caso de Pilatos? Porque contestar a esta pregunta es calificar nuestra manera de vivir. La verdad es de los pobres. Esta afirmación es del escritor belga Van der Meersch. El texto completo es el siguiente: “La verdad, Pilatos, es esta: ponerse del lado de los humildes y de los que sufren”. Es la respuesta que pone el autor en boca de Jesús cuando Pilatos, el gobernador romano de Palestina, lo iba a condenar a la muerte de cruz, por subversivo contra el orden del imperio militar, social y religioso de su época. Jesús explicaba a Pilatos cuál era su misión: “Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo”. Allí fue cuando Pilatos le contestó: “¿Y qué es la verdad?”. Pero no quiso escuchar la respuesta: se retiró para terminar condenando a Jesús, a pesar de “no encontrar motivo”… El testimonio que dio Jesús no son tanto sus palabras, sino el testimonio de su vida: la verdad fue su manera de vivir. Así que, para nosotros, los que nos decimos cristianos, es decir, seguidores de Jesús, no se trata primero de creer en definiciones y dogmas que nos vinieran de Jesús, sino de imitar su manera de vivir y de entregar la vida por la misma causa que él. La verdad no es una teoría, sino la práctica del amor hacia los que más necesitan, los pobres para que dejen de serlo. Y eso se llama el Reino. Para eso vino Jesús: a construir la fraternidad desde los pobres que acepten ese camino y los que se hacen pobres como ellos. Ese es el desafío de los cristianos: construir la fraternidad, que da como fruto la justicia y la paz, desde los pobres. Eso es la verdad… un compromiso parcializado, que muchas veces no nos gusta escuchar ni cumplir. El Reino que inauguró Jesús es de los empobrecidos, de los de a pie, de todos los explotados y atropellados. Esa es la verdad que vino a anunciar Jesús: “¡Felices los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios!” (según el evangelista Lucas) y “¡Felices los que tienen el espíritu de los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios! ”(según Mateo).
En nuestro tiempo de tanta confusión, superficialidad y complicidad con el empobrecimiento de millones, es bueno ir a lo esencial: la verdad es una manera de vivir en solidaridad con los que se les niega la dignidad humana, la vida, la libertad, la felicidad. La verdad es que sí podemos vivir y ser felices, si seguimos el ejemplo de Jesús, o sea, la cercanía y la solidaridad con los empobrecidos, explotados y atropellos construyendo juntos la fraternidad y el compartir. Es para este proyecto humanizador que Dios envío a Jesús y nos envía también a nosotros. Esa es la verdad definitiva que nos hace felices y nos salva de la maldad, la mediocridad y el sinsentido de la vida.