MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

sábado, 29 de junio de 2013

Escojan a los obispos entre los que no son ambiciosos


PAPA FRANCISCO CON SUS "EMBAJADORES"

Lo pidió el Papa Francisco a los nuncios de la Santa Sede, reunidos en Roma, a quienes exhortó a ser verdaderos pastores, que amen la pobreza y que no tengan la psicología de los príncipes


ANDREA TORNIELLI


CIUDAD DEL VATICANO

Los nuncios apostólicos, al evaluar a los candidatos para el episcopado, deben indicar pastores que estén cerca de la gente, que «no sean ambiciosos», que no aspiren al puesto y que no busquen continuar, una vez nombrados, para ser nombrados en una sede más importante. Lo pidió el Papa Francisco a sus representantes ante las Iglesias y gobiernos de todo el planeta, alrededor de 150, que fueron recibidos hoy por la mañana en una audiencia. Antes de despedirse de cada uno de los presentes, Bergoglio pronuncio un discurso que revela el “perfil” del obispo ideal. Palabras que, si se convierten en actos, tendrán consecuencias, ante los episodios de «carrerismo» eclesial que se han verificado en los últimos años. 
 
«Ustedes conocen la célebre expresión -dijo el Papa a los nuncios apostólicos- que indica un criterio fundamental en la elección de los que deben gobernar: “si sanctus est oret pro nobis, si doctus est doceat nos, si prudens est regat nos” (si es santo, que rece por nosotros, si es docto, que nos enseñe, si es prudente, que nos gobierne). En la delicada tarea de llevar a cabo investigaciones para los nombramientos episcopales -añadió-, deben estar muy atentos para que los candidatos sean pastores cercanos a la gente, padres y hermanos, que sean mansos, pacientes y misericordiosos».
 
Además, explicó Francisco, los candidatos al episcopado deben amar «la pobreza, interior como libertad en el Señor y también exterior como sencillez y austeridad de vida»  y no deben tener «una psicología de “Príncipes”». «Estén atentos -añadió el Pontífice a los nuncios- para que no sean ambiciosos, que no persigan el episcopado y que sean esposos de una Iglesia, sin buscar constantemente otra». Una alusión explícita a las promociones perseguidas por todos los que, apenas nombrados en una diócesis pequeña, aspiran a una más grande. El cardenal Joseph Ratzinger, que entonces era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, también había denunciado este fenómeno.
 
Los candidatos al episcopado, dijo Bergoglio, deben ser «capaces de “vigilar” al rebaño que se les confiará, de cuidar todo lo que lo mantiene unido; de “velar” por él, de tener atención por los peligros que lo amenazan; pero, sobre todo, deben ser capaces de “velar” por el rebaño, de hacer vigilia, cuidar la esperanza, que haya luz y sol en los corazones, sostener con amor y paciencia los planes que Dios opera en su pueblo».
 
El modelo del obispo, para Francisco, es San José, «que vela por María y Jesús, que cuida a la familia que Dios le ha encomendado y que tiene la mirada atenta con la que guía evitando los peligros. Por este motivo ls pastores siempre deben saber estar ante el rebaño para indicarle la vía, en medio del rebaño para mantenerlo unido, detrás del rebaño para evitar que alguien se quede atrás y para que el mismo rebaño adquiera, por así decirlo, el instinto para encontrar la vía».
 
Antes de estos consejor, relacionados con una de las tareas más delicadas y cruciales de los nuncios apostólicos, encargados de llevar a cabo averiguaciones sobre los candidatos al episcopado para presentar a la Santa Sede las famosas “ternas”, el Papa había subrayado que la vida de sus representantes «es una vida de nómadas. Cada tres o cuatro años para los colaboradores; un poco más para los nuncios, ustedes cambian puesto». Esta vida, explicó Francisco, «da el sentido del camino, que es central en la vida de fe», y exige «mortificación, el sacrificio de despojarse de cosas, amigos, vínculos y comenzar siempre de nuevo». Una condición que implica «la familiaridad con Jesucristo» como «alimento cotidiano».
 
De hecho, añadió el Papa, siempre existe el peligro, «incluso para los hombres de Iglesia», de ceder a la «mundanidad espiritual», al «espíritu del mundo, que conduce a actuar para la propia realización y no para la gloria de Dios, a esa especie de “burguesía del espíritu y de la vida” que empuja a “reclinarse”, a buscar una vida cómoda y tranquila». Ceder a este espíritu «expone, sobre todo a nosotros los pastores, al ridículo; podremos recibir, tal vez, algunos aplausos, pero los mismos que parecen aprobarnos después nos criticarán a nuestras espaldas». Francisco invitó a los nuncios, tanto en la relación con las Iglesias locales como en la relación con las autoridades gubernamentales de los diferentes países, a «ser verdaderos pastores», que «tienen la mirada fija en Jesús».