Se multiplicaron acontecimientos que desvelan los planes de Estados Unidos contra América Latina. El más relevante fue la información de que Colombia estaba dispuesta a formar parte de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), es decir, la unión militar de Estados Unidos y Europa. Esta unión militar ha invadido y destruido Irak, Afganistán, Libia, Malí…
También llama la atención la unión de Colombia, Perú, Chile y México con Estados Unidos para fortalecer un “Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica”. El objetivo es debilitar el comercio de América Latina y en particular Brasil con China e India.
Además, por presión de los Estados Unidos, fracasaron dos reuniones continentales que buscaban reformar la lucha antidrogas en las Américas y la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) que favorecen la hegemonía de Estados Unidos.
Por otra parte, sabemos que Estados Unidos está fortaleciendo sus 25 bases navales militares en América del Sur. Nuestro vecino país, Colombia, alberga unas 11 bases militares norteamericanas. ¿No será que se quiere terminar la guerra con las FARC para facilitar a EE.UU. la invasión de países vecinos?
Igualmente estos días, EE.UU. hizo pública la lista de los países que califica de “terroristas”, entre los cuales están Cuba y Venezuela. La visita a Colombia del ex candidato a la presidencia de Venezuela, Henrique Capriles, confirma los planes de desestabilización contra la patria de Hugo Chávez y los países progresistas de América Latina.
Frente a esta peligrosa realidad, los países latinoamericanos buscan agilizar su integración continental mediante la ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas), Unasur (Unión de las Naciones del Sur), Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), Bansur (Banco de las Naciones de Suramérica) con una moneda propia.
¿Vamos a dejar que nos invadan o vamos a dejar invadir algún país hermano? Más que nunca es tiempo de fortalecer, por una parte, nuestra conciencia de ser, los países latinoamericanos, una sola Patria Grande, altiva y soberana, y por otra, renovar nuestra solidaridad entre pueblos unidos por una misma historia de luchas libertarias, culturas milenarias y sueños de mancomunidad universal.
Los países del norte están, como dice el salmista, “amenazándonos: abren sus hocicos como leones que desgarran y rugen”. No nos queda más que una alternativa: unirnos los pueblos de América Latina para no terminar despedazados.