Dr. Francisco Herrera Aráuz
Director General de Ecuadorinmediato.com
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Ni bien publiqué el comentario anterior sobre la indecisión electoral en Ecuador, que llegaba a cifras que rondaron el 60% y que denotaban un cierto fracaso de la clase política que se ha pasado diez años en campaña electoral, en una pugna enfermiza por el poder, entones me saltaron una serie de críticas por haber tomado en cuenta tal detalle y que huelen a justificaciones. Pero, salieron dos explicaciones válidas para aportar al debate: el "voto vergonzante" y el "voto repudio" que han hecho historia en las elecciones ecuatorianas de nuestros tiempos.
Recuerdo en las elecciones de 1996, en la definición electoral entre Jaime Nebot y Abdalah Bucaram, como la frase pronunciada de manera absolutamente imprudente y despectiva por parte del ingeniero León Febres Cordero, tras la primera vuelta, y que decía: “por Bucaram votó el lumpen de hampones y prostitutas”. Esa frase demostró con suficiencia que detrás del show político de esos días había un voto sostenido, mayoritario, que temía ser descalificado por votar por Bucaram, precisamente porque la clase oligárquica ecuatoriana desprestigiaba a su propio pueblo si no votaba por ellos.
En esos días, tuve oportunidad de compartir con mucha gente joven, de clase media, muchos de ellos recién casados, con un nivel de expectativa de vida alto, pero decepcionados del bajo nivel de la clase dirigente nacional, entre políticos, sindicalistas, gremiales, de la sociedad tradicional. Durán Ballén había provocado el gobierno más desastroso de la derecha y Dahik huía de la venganza de los socialcristianos, enredado en el escándalo de los gastos reservados. Para ellos el momento de decidir el voto lo habían resuelto con la decepción evidente que se escudaba en la frase “Para que de una vez se joda todo” y eso señalaba el voto repudio. Y en efecto, “¡se jodió todo!” porque a partir de ese año se instaló una década de inestabilidad nefasta para Ecuador, que solo pararía al 2006 con la elección de Rafael Correa.
He querido graficar con estas dos frases y su contexto, esta definición del votante ecuatoriano en el momento mismo de resolver por quién dar su voto y cómo expresarlo, Tratar de entender a donde se va ese voto con un elector que mas hace con simplemente guardarlo en su propio ser interior al amparo del secretismo en el sufragio, o moverse con la rabia no oculta contra todos en conjunto.
En Ecuador mucha gente calla sus propias convicciones, no muestra sus sentimientos políticos por lo agresivo de su entorno, por miedo, temor o prudencia. Bajo el concepto de “la política es mala, sucia y corrupta” una buena mayoría de ciudadanos prefiere evitar ser descalificado a expresar en algún círculo social su intención de votar por tal o cual partido o grupo. No lo dice, ni a ellos, ni a los escasos encuestadores que en alguna ocasión podrían haber llegado a su vida. Es ahí justo por el ataque del contrario, en la agresión del rival, donde se acuna el voto vergonzante y esto es muy común ya que en medio de las campañas electorales, las reuniones de discusión política son el caldo de cultivo perfecto para avergonzar a tal o cual ciudadano que teniendo decidido su voto prefiere mejor callarse.
Entre las poses adoptadas por algunos conciudadanos ecuatorianos si está el discutir de la política y lo político, pero con dureza, con intolerancia, tratando de imponer sus criterios para intentar convencer a los demás de lo acertado de su criterio de votar por tal o cual candidato. Muchas de las conversaciones de este tinte, sean amistosas o familiares, pasan por tener estas personas que no dudan en usar los mejores o los peores recursos para su beneficio, entre lo conocedor del discurso o propuesta de su candidato o la utilización de armas innobles como la mentira, el prejuicio, la calumnia para descalificar a los rivales de su elegido, mientras azuza en forma grotesca con argumentos muchas veces falsos la situación de tremendismo para querer que el otro se convenza de su decisión electorera. Salpicadas con la ignorancia, digna del que “todo lo sabe y sinó lo inventa” llegan a extremos ofensivos de mentir con desparpajo sin sonrojarse. He ahí uno de los grandes motivos por los que nace el voto vergonzante, porque no se lo puede exhibir un criterio racional o verdadero de manera pública sin enfrentarse con ciertas personas y sus poses.
En las actuales circunstancias como la actual coyuntura electoral nacional, en muchos de los espacios se ha asomado esa intolerancia agresiva. Un grupo no definido de quienes exhiben una postura definida, es decir ese 40% de quienes ya tienen definido su voto, se pueden hallar expresiones en favor de la oposición y de dura crítica al gobierno. Todo puesto en blanco y negro es proyectado en contra del binomio presidencial de AP, lo cual mueve a una serie de enfrentamientos críticos. Tan duros son los ataques como las agresiones, tantas las mentiras como exageraciones, tantas las acusaciones de una “inmensa corrupción que ha invadido todo el Ecuador” que se unen a las ingratitudes contra el régimen, que entre todas hacen un panorama cáustico en la nación. Si a ello se ven sumadas a las expresiones llenas de odio de los líderes políticos opositores al régimen de Correa y, amplificados en la prensa también opositora, es tal el volumen de ofensas que parecieran haber construido una especie de malla de críticas que apabulla a cualquier intento del ciudadano para que surja en él alguna manifestación o intento de anunciar su voto en favor del dueto oficialista. Ese es el voto duro de la oposición y se sustenta en ello, en el ataque a Correa y todo lo que huela a gobiernismo.
Tan cáustico es ese sembrar de desesperanza, que sin duda habrá impactado en el 60% de los indecisos electorales, sobre todo por el anuncio apocalíptico de que “hay que acabar con todo lo que ha hecho este gobierno” que amenaza con severidad irse en contra lo que hasta aquí se ha construido, logrado o comprometido, sea en educación, salud, vivienda, infraestructura, carreteras o instituciones y servicios del estado que han mejorado y mucho. Pues, esa amenaza del destruirlo todo no es precisamente llamativo a que el próximo gobernante ofrezca bienestar.
Será por eso que han paralizado al votante, ya que las cifras de las encuestas mantienen un voto duro y definido que no se mueve del 20% para abajo que se reparten entre los 7 candidatos de la oposición. Si hubiese una tendencia en su favor ya era hora que se exprese, que crezcan sus tendencias de voto a favor, o al menos que exploten en favor de uno de ellos. Pues no, no lo logran y ya son varios meses en unos casos y años en otros que el votante no los favorece.
En cambio, por una lógica de cálculo político -y lo digo como una presunta suposición aproximada- ¿A dónde se define esa tendencia silenciosa del voto vergonzante? ¿Por qué se le cierra el espacio al elector, sin que le den opción a rechazar tanta agresividad del resto?, En verdad todo da para pensar que no se ha dimensionado en dónde reside la fuerza del voto a favor del binomio oficialista, pero lo cierto es que están en todas las encuestas en primer lugar y de largo y por eso se podría interpretar ¿No será que el voto vergonzante se está canalizando hacia el oficialismo? Lo he visto y he palpado con mucha cercanía las agresiones y expresiones violentas que se han mostrado, en especial en las redes sociales, que lo único que consiguen es que muchos criterios se callen para evitar cualquier mal momento con los opositores, aún dentro de sus propias familias o amigos, en busca al menos un rato de paz y equilibrio ante tanto odio de diez años contra lo oficial.
Ahí hay un inmenso grupo silencioso que no quiere decirlo, que no quiere mostrarse y menos pronunciarse en un debate tan envenenado. Entonces, salta la cuestión de que lo vergonzante pudiera irse en favor de los AP´s, porque para los otros candidatos su votante no tiene ningún motivo de esconder el sufragio ya que todos, absolutamente todos, están en línea de ataque y ya han abierto sus cartas. ¿Será que este pronunciamiento de masa silenciosa y que oculta su voto define el poder en una primera o si hay o no una segunda vuelta electoral? Dejo planteada la duda.
Ahora bien, hay otra cifra que no es tomada en cuenta, o se la quiere disimular en el análisis que se hace de las encuestas recientes. Entre el voto nulo y blanco hay un borde cercano al 15% que se ubica con insistencia entre el segundo lugar y las otras candidaturas. Ahí se está manifestando de manera evidente el voto repudio, ese que en forma frontal rechaza todo lo que ha hecho la clase política y no acepta para nada el discurso del odio, como la propuesta oficialista de querer mas de lo que hasta aquí han hecho en el gobierno.
El punto del voto repudio es que se limita a rechazar todo, sin ningún tipo de opción o alternativa, es solo votar contra todo y por lo tanto se auto-margina y no cuenta en la valoración del caudal electoral en disputa. En Ecuador es prohibido hacer promoción del voto nulo y es considerado un delito electoral, porque se supone atenta contra la democracia. Sin embargo, ya hay una plataforma política en firme que se lanzará esta semana de diciembre en una campaña que promoverá este tipo de repudio colectivo que se mueve en las redes sociales, a las cuales el Consejo Nacional Electoral (CNE) no accede ni llega, por la corta visión y torpeza que se ha tenido en la clase política al marginar de la campaña a los medios digitales y evitar entregar recursos o aportes, que se despilfarran a raudales en la prensa tradicional, que ha perdido mucho terreno en la promoción y debate para estos comicios.
Enfrentar a esta tendencia desde ya se perfila como una batalla perdida para el tinglado electoral, que por cierto no sabrá qué hacer con este voto repudio, sobre todo si vuelve a ganar por encima de los votos que obtenga la payasada que va hacia la asamblea, como ocurrió en el 2006 que ganó en algunas provincias como Pichincha, y que obtuvo un porcentaje superior al 30%, mas allá de cualquier diputado.
Entre el voto vergonzante y el voto del repudio hay mucho que definir y, la clase política ecuatoriana debe comprender que hasta aquí hay un fracaso en ciernes por el odio político sembrado. Lo que puedan conseguir de estos espacios electorales en juego solo depende de un notorio cambio de estrategia y discurso, para tratar de reconquistar un factor que pesa en estos casos: la confianza. La duda que cabe es si les queda tiempo, porque ya lo han desperdiciado de manera ociosa causando el reconocido fenómeno del “siembra vientos y cosecharás tempestades. (FHA)
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