Rodolfo Bueno
Serguéi Eisenstein, creador de la monumental obra El Acorazado Potemkin, fue el primer director de cine que intentó narrar en “¡Qué viva México!” la realidad de ese gran país; la producción fue finalmente abandonada por dificultades que tuvo desde su mismo inicio. Luego se filmó la película México Insurgente, dirigida por Paul Leduc, que narra las experiencias de John Reed, periodista norteamericano que convivió casi 2 años con las tropas de Pancho Villa y escribió sobre la Revolución Mejicana. Reed es autor de Diez días que conmovieron al mundo, reconocido testimonio sobre la Revolución Rusa, y también es fundador del Partido Comunista de EE.UU., mérito por el que sus restos mortales reposan en las murallas del Kremlin.
Actualmente se requiere de otro gigante que lleve al cine el libro de Anabel Hernández, México en llamas, el legado de Calderón, que dedica “a todas las víctimas de la violencia y la persecución y la injusticia del sexenio del terror.” En una entrevista que concede a Carmen Aristegui, Anabel afirma que Felipe “Calderón será recordado por siempre en la historia como el presidente de los más de 60.000 muertos, el que empoderó al ‘Chapo’ Guzmán... y deja un país repleto no solo de carteles de la droga, que son estas grandes organizaciones, sino de células criminales y grupos de mercenarios de las que el gobierno no ha informado a la sociedad”.
Según Anabel, Calderón es un personaje siniestro de legado brutal, un delincuente que desde la silla presidencial realizó la incongruencia de lanzar al Ejército a las calles para combatir al narcotráfico, al mismo tiempo que pactaba con las principales organizaciones criminales, especialmente con el cártel de Sinaloa. Para esta valiente periodista: “En esta guerra, las instituciones del Estado mexicano, responsables de la seguridad y la justicia a nivel municipal, estatal y federal, terminaron coludidas con uno u otro cártel, convirtiéndose en parte del problema y no de la solución... Calderón será recordado como el presidente del exterminio. El Atila mexicano que todo lo que tocó lo corrompió, lo destruyó o lo aniquiló, y quien lo único que fue capaz de dejar a su paso fue tierra quemada, dolor, muerte, y ahora, el poder en las manos del PRI.” Convirtió a México en un país donde la inmoralidad pulula como nube tóxica sobre la ciudadanía; México está en llamas, como el llano de Juan Rulfo, concluye Anabel.
Según la sabiduría china: “Una sola chispa puede incendiar una pradera.” En México esa chispa son los 43 normalistas asesinados en Iguala, masacre que ha provocado un incendio que ni siquiera la renuncia del mismo presidente Peña Nieto puede contener, porque lo que en realidad está detrás de este estallido social son los problemas económicos que trajo a México la firma del TLC.
En la Rebelión de los colgados, de B. Traven se refleja la bravura de México. Hoy un aguerrido pueblo que se cansó del “Ya me cansé” del Procurador mejicano, se ha levantado en todas las ciudades en pos de la libertad que pronto conquistará, ojalá que para siempre.